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¿Cómo afecta a la Salud Mental de los trabajadores la DANA de Valencia?

Si, esta situación puede agravar la ya difícil y compleja situación actual de la salud mental que afecta tan dramáticamente a las empresas con cifras de bajas laborales que superarán las 603.521 bajas laborales por trastornos del comportamiento que se registraron en 2023 y que suponen la cifra más alta del periodo analizado, según el Informe de Salud Mental y trabajo de UGT.

El impacto en la salud mental en la población afectada por la DANA es «tan elevado» que el Ministerio de Sanidad prepara un estudio para cuantificarlo, aunque ya avisa de que los estragos de inundaciones como esta, sobre todo trastornos de estrés postraumático y del sueño, y depresión persisten durante al menos tres años. Así lo advirtieron ayer desde el Ministerio de Sanidad en el documento de estudio llamado Evaluación del Riesgo de las Lluvias torrenciales y catástrofe natural en la Comunitat Valenciana, elaborado conjuntamente por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y otros departamentos del departamento de Sanidad como el Comisionado de Salud Mental, además de la Dirección General de Salud Pública de la Generalitat y los Centros Nacionales de Epidemiología y Microbiología. En este informe, se explica, en concreto, que tras un desastre como el acontecido la pasada semana en la provincia de Valencia, el riesgo de aparición de problemas de salud mental existe desde la fase aguda hasta la de respuesta y recuperación, de forma que su impacto en los afectados «persiste durante al menos tres años» (Publicado en El Períodico, el 11-11-24)

¿Cómo pueden actuar las empresas?

Una catástrofe como esta y el dolor colectivo de nuestros compatriotas, y en muchos casos familiares, hace reaccionar a las personas de bien. No hay más que ver la reacción solidaria de los miles de voluntarios. Es el momento en el que la empresa debe mostrar su faceta más humana.

El cómo actuará la empresa, va a depender del nivel de afectación más o menos directa de sus empleados, instalaciones, negocio. En primer lugar, hay que atender a las familias de los fallecidos y ayudar a las víctimas directas. En segundo lugar, es evidente que, en este momento, hay que intentar rehacer las estructuras productivas para facilitar un retorno a la actividad. La empatía y solidaridad es clave. Si trabajadores de otras zonas pueden ayudar será algo muy valorado. Un ejemplo de este hacer es mantener a los trabajadores del centro destruido en casa mientras llegan trabajadores de otros centros a rehacerlo y volverlo a poner en marcha.

Los estudios psicológicos han demostrado que el apoyo social es un elemento clave en la forma en que las personas vamos a vivir una situación así. Ya se experimentó en la pandemia cómo el apoyo social a los sanitarios actuó como un ancla sustancial a la vida y un bálsamo para curar las heridas.

El apoyo social en la empresa es clave para que los trabajadores sientan que pertenecen a una organización donde se tiene en cuenta a las personas. La solidaridad no consiste sólo en ayuda material, sino también en una solidaridad psicológica, gracias a la cual los trabajadores saben que su empresa prima en estos momentos a los seres humanos y apoya a sus trabajadores.

¿Qué pueden hacer las empresas?

Realizar un plan de intervención para reducir la angustia y el estrés en estos días de gran intensidad emocional.

  1. Crear espacios donde se hable de qué estamos haciendo a cargo de los máximos líderes de la organización, más allá de un mero comunicado, donde haya rituales de homenaje y se refuerce el sentido de pertenencia y orgullo.
  2. Crear espacios donde hablar de cómo se sienten para que los trabajadores puedan sentir el apoyo social, la empatía y el verse unos a otros, algo esencial para tranquilizarse.
  3. Comunicar las acciones solidarias que estamos realizando y coordinar su colaboración.
  4. Ofrecer acceso a atención psicológica inmediata.
  5. Ofrecer psicoeducación sobre cómo nos afecta una catástrofe así, cuáles serán las reacciones esperables, nuestros sentimientos, cómo gestionar la angustia.
  6. Realizar sesiones de duelo, si es necesario.
  7. Crear redes de acompañamiento a los afectados para afianzar el sentido de pertenencia.
  8. Fortalecer la resiliencia, fomentando la consciencia del aprendizaje ante cómo ha reaccionado la organización en estos momentos.
  9. Facilitar una nueva normalidad: mantener rutinas, pero sin ignorar lo que ha ocurrido, por ejemplo, teniendo un recuerdo especial cada día para los valencianos. Algunas organizaciones han colgado banderas o tienen mensajes en sus pantallas digitales de recuerdo y apoyo a los afectados de Valencia y Albacete.

¿Cómo pueden actuar los líderes de equipo?

Los jefes tienen un enorme impacto en la calidad de vida de los trabajadores. Son los que están en el día a día, los que pulsan la implicación, concentración, rendimiento. Y, en mayor o menor medida, detectan y gestionan cómo las personas se sienten.

Su papel es esencial en cómo los equipos van a experimentar estos momentos, el duelo y la conexión humana tan poderosa ahora para algunas personas.

Hay que tener en cuenta que:

  1. Los tiempos de reacción pueden verse alterados, estamos en shock, traumatizados, doloridos, en duelo, nuestro pensamiento se va continuamente a nuestros hermanos valencianos.
  2. Las reacciones pueden sufrir altibajos, momentos de indignación e ira con momentos de depresión y angustia, nuestras respuestas son en estos momentos más emocionales.

¿Qué puede hacer ese líder de equipo?

  1. Es necesario tener más paciencia.
  2. Abrir espacios para hablar de lo que ocurre, comentar noticias, expresar sentimientos (tal vez una mini reunión al inicio de la jornada o a la hora del café) donde se puedan canalizar los sentimientos e incluso las acciones de solidaridad.
  3. Ser más flexibles con tiempos y reacciones.
  4. Promover el sentido de pertenencia y el apoyo social.

¿Cómo pueden actuar los trabajadores?

Es momento de combinar especialmente la ayuda a los afectados con el autocuidado a uno mismo.

Todos los que vivimos con angustia y dolor la experiencia de nuestros conciudadanos valencianos estamos afectados también de forma vicaria en mayor o menor medida.

Una especial atención a aquellos que están en la ayuda directa y los que estarán, aquellos que se enfrentan con la ruina y el dolor de otros y lo experimentan como propios. Ellos son los que necesitan en mayor medida cuidarse para poder cuidar. Como dicen en los aviones, primero ponte tú el salvavidas y después ayuda a otro a ponérselo.

La fatiga por compasión que estos profesionales pueden sufrir podría arrastrarles a situaciones de estrés y burnout y es necesario establecer medidas preventivas para que no caigan en situaciones psicológicamente inmanejables.

Para los que lo viven como espectadores indirectos y que también conectan con tanto sufrimiento humano, es importante poner énfasis en seguir pautas de autocuidado.

  1. Toma consciencia de cómo te sientes. Está bien, es lo normal, no te juzgues ni trates de eliminarlo. Reconoce tus emociones, da nombre a tus sentimientos. En estos momentos en normal experimentar emociones de intensa carga negativa como el miedo o la tristeza o la ira. Date tiempo.
  2. Mantente en contacto con familiares, amigos y compañeros. Busca grupos de apoyo si lo necesitas. Al hablar y compartir con otros aliviamos la carga emocional y sentimos el poder de la conexión humana.
  3. Sigue rutinas. El orden proporciona estructura y estabilidad en medio del caos actual y compensa la sensación de incertidumbre y descontrol.
  4. Ponte pequeñas metas cada día. Los objetivos focalizan la acción y dan sentido a nuestra vida. En estos momentos nos son especialmente útiles.
  5. Practica el aquí y ahora. Ejercicios de meditación, de atención plena, de defusión, son especialmente útiles para aliviar la tensión mental que nos origina el tsunami emocional que vivimos y reducir el estrés.
  6. Cuida tus pensamientos. Sé consciente de los pensamientos negativos, catastrofistas que te pueden inundar y dominar tu mente. Es necesario balancear los pensamientos y pensar más que en lo que ha pasado en lo que hay que hacer a futuro.
  7. Realiza alguna actividad satisfactoria. Al hacer cosas que nos satisfacen, nos sentimos bien. No sólo expresamos nuestro mundo interior, sino que lo regulamos haciendo que nos encontremos mejor.
  8. Contribuye. Este es un aspecto sustancial de la esencia humana que da sentido a la vida, contribuir es aportar algo a la humanidad. Trabajar, donar, escuchar, acompañar a otros seres humanos despierta nuestro sentido de ser parte, de conectar, de la pertenencia a la humanidad. Hazlo en la medida de tus posibilidades.
  9. Cuida tus hábitos. Ejercicio, dieta y sueño son los tres básicos para la salud. Practica hábitos que te ayuden a estar bien y sentirte bien.
  10. Busca atención psicológica. Si sientes que te desborda la realidad que te resulta abrumador cómo te sientes o que tienes dificultades para el día a día, busca atención psicológica cuanto antes.

Con todo mi cariño hacia los valencianos y con ellos en mente, una canción de Silvio Rodríguez, “Sólo el amor convierte en milagro el barro”.

CÚAL SERÍA EL PLAN DE BIENESTAR PERFECTO

No existe.

Dicho así, parece que no tendría sentido la estrategia de gestión de personas que trate de desarrollar planes de bienestar en una organización.

Pero la afirmación tiene trampa. Lo que no existe es “el plan”.

A medida que las organizaciones están adquiriendo experiencia en la implantación de estos programas, se va viendo que hay algunos aspectos que son clave para su éxito, pero que otros son claramente diferenciales de cada organización.

Una de las ventajas de seguir los encuentros de los profesionales de gestión de personas es que permite conocer cuáles son las claves de los planes de bienestar y cuáles sus palancas de éxito en cada organización.

Por citar los últimos en los que he participado o asistido en el mes de junio:

#Wellbeing Summit de Intrama

Jornada de Salud Mental en el Trabajo

Entrega de los premisos MEES 2024 de Mi empresa es saludable

Jornada de bienestar psicológico laboral con generaciones diversas en el Colegio de la Psicología de Madrid.

Estos foros son lugares de excepción para conocer cuáles son los puntos en común, pero también los puntos diferenciales. Veamos cuáles.

EL CONCEPTO DE BIENESTAR

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) el bienestar es el estado en el que “una persona puede realizar sus propias habilidades y puede hacer frente a factores que pueden perturbarla”. Es un concepto genérico, holístico, funcional. Remite al funcionamiento óptimo de la persona y su florecimiento, conceptos clave de la Psicología Positiva.

Para entender bien el concepto conviene remitirse a la Ciencia del Bienestar, que ofrece un enfoque integral para mejorar la calidad de vida a través de la comprensión y promoción de factores que contribuyen al bienestar físico y mental. Al aplicar los conocimientos de este campo, las personas pueden desarrollar estrategias efectivas para vivir de manera más saludable y satisfactoria.

Por ello, se trasciende la prevención de riesgos laborales, buscando una mayor proacción que genere una cultura del cuidado de todas las dimensiones que afectan el bienestar: ecosistema laboral; liderazgo; tareas, relaciones y personas.

La OMS, en su documento de Constitución de 1946, ya señalaba la salud como un derecho humano en todos los ámbitos. Ahondando en esta idea, Amparo Merino, Secretaria de Estado de Economía Social, ponía el foco en el ámbito laboral cuando afirmaba en la Jornada de Salud Mental en el Trabajo que «la salud mental en el trabajo no es solo una cuestión de bienestar, sino de derechos laborales y justicia social. Es nuestra prioridad crear políticas que fomenten entornos laborales saludables”. 

Hablar de bienestar laboral refiere a que un empleado se sienta bien con quien es, con lo que hace, con el grupo y la organización, de forma que pueda desarrollarse personal y profesionalmente aportando valor al equipo y a la organización.

El interés por el bienestar está íntimamente relacionado con el enfoque hacia la humanización de las organizaciones como una necesidad estratégica de éstas en el contexto socio-económico actual.

LAS DIMENSIONES DEL BIENESTAR

Al contrario de lo que muchos piensan, el bienestar no consiste en ser feliz. Tampoco se trata únicamente de gozar de buena salud o de tener éxito. Para Tom Rath y Jim Harter, en su libro La Ciencia del bienestar, el bienestar es la interacción de cinco elementos: el bienestar profesional, el bienestar social, el bienestar económico, el bienestar físico y el bienestar comunitario. En definitiva, consiste en nuestra satisfacción con lo que hacemos cada día, la calidad de nuestras relaciones, la confianza en nuestro estado financiero, nuestra buena salud y el orgullo con el que asumimos cómo hemos contribuido en nuestras comunidades. 

Pongamos un ejemplo, mantienes unas excelentes relaciones, estás en forma física, tienes seguridad económica, pero no te gusta lo que haces. Lo más probable es que te pases el tiempo de trabajo quejándote, de mal humor y deseando escapar. Este malestar se generalizará a todas las áreas de tu vida y terminarás diciendo que tienes estrés o que estás quemado.

El trabajo tiene un profundo efecto en nuestra identidad. Un estudio publicado en The Economic Journal, que citan en la obra, reveló que el desempleo podría ser el suceso vital del que una persona no se recupera por completo hasta pasados cinco años.

Aunque cada organización va a poner el foco en algún aspecto que le resulte prioritario en función de su momento y necesidades, suele haber un cierto consenso en que hay cinco dimensiones básicas.

Las 5 dimensiones básicas trabajadas en las organizaciones suelen ser:

  1. Bienestar físico. Fue el primer tipo de bienestar y es el más visible, tanto por la tradición de prevención ergonómica como por la necesidad de estar en forma. Habitualmente consiste en formaciones, programas monográficos, ayudas. Suelen incluirse: seguro médico, facilidades para asistir a gimnasios, desarrollo de hábitos saludables, programas de prevención de ciertas enfermedades; anti tabaco; nutrición; dietas en los comedores corporativos; fisioterapia; reconocimientos médicos. Actualmente se está poniendo mucho interés en los hábitos de desconexión y de sueño.
  2. Bienestar psicológico. El bienestar que más preocupa actualmente debido al incremento incesante de bajas laborales y la percepción generalizada de estrés y burnout. Los riesgos psicosociales son actualmente la preocupación principal en materia de salud laboral. Se ofrece formación psicoeducativa, talleres de gestión del estrés, afrontamiento, positividad, gestión de conflictos, relaciones positivas, etc.; prácticas de mindfullnes, yoga, etc.; protocolos de actuación con carácter de prevención, intervención o postvención en temas como acoso, bajas laborales, problemas de salud mental, DEI (diversidad, equidad e inclusión) y atención psicológica a demanda del trabajador, habitualmente online.
  3. Bienestar financiero. A veces olvidada y, sin embargo, absolutamente esencial. Las claves son que los salarios permitan la autonomía vital a las personas y que el compromiso y dedicación se vean específicamente recompensados. Sin embargo, con frecuencia, lo que se presenta son cursos de finanzas para trabajadores, autogestión de nómina, beneficios en servicios como los cheques guardería o tickets restaurante. En este sentido señalar el mal llamado salario emocional, bajo cuyo concepto hay empresas que amparan diferentes beneficios con la idea de incrementar la percepción del salario. Los planes de compensación total buscan ampliar la retribución directa, indirecta, reducción de costes y otros beneficios de orden económico y fiscal.
  4. Bienestar social. La experiencia de contribuir al bien común es altamente motivadora y se sabe que tiene un efecto protector frente al estrés. Las organizaciones que cuidan su responsabilidad social, lo tienen que hacer en las dos direcciones: hacia afuera, la sociedad y hacia dentro, los trabajadores. Por ello, no sólo tienen en cuenta el impacto de su actividad en la sociedad en la que se integran, sino que fomentan prácticas de contribución de los trabajadores, por ejemplo, con voluntariado o atención familiar. Dirigiéndose hacia adentro, establecen los mecanismos adecuados para fomentar el sentido de pertenencia, la motivación y la calidez humana, creando estructuras organizativas más flexibles y en red; estimulando el trabajo en equipo y la autonomía personal; estableciendo un estilo de liderazgo humanista y poniendo en valor el propósito del trabajo. La propuesta de valor adquiere un protagonismo inédito. Elementos como crear una historia con futuro en el que todos participen se convierte en una narrativa que implica y fideliza. Se ha estudiado que precisamente tener el futuro en mente es clave para el bienestar de los trabajadores.
  5. Bienestar del desarrollo personal. Las personas tenemos un impulso natural al desarrollo, a aprender e investigar y a dar un sentido último, un propósito, a lo que hacemos. En esta dimensión se suelen establecer programas de aprendizaje no sólo en competencias técnicas sino específicamente en competencias personales que permiten un mejor afrontamiento del día a día y, por lo tanto, gestionar mejor las dificultades y conflictos, reduciendo así el estrés. Además de medidas que permiten un equilibrio en la vida tales como horarios flexibles, teletrabajo, bolsas de horas, permisos, etc.

En definitiva, cuidar el bienestar de los trabajadores requiere una estrategia clara en la gestión de personas que recoja las diferentes dimensiones que se consideran claves en el bienestar laboral y, a partir de ahí, empezar a elaborar un plan a medida del momento y las necesidades de cada organización.

HAY QUE HABLAR DE SALUD MENTAL EN LAS ORGANIZACIONES

Hoy en día la sensibilización sobre la importancia de la salud parece un punto de encuentro entre todos los interlocutores sociales.

En las empresas, la salud se ha convertido en un problema crítico ya, que se traduce en bajas laborales, absentismo, rotación, accidentes y pérdida de productividad (producción, errores, costes).

Parece que no hay duda de que el cuidado de la salud física es imprescindible y desde las organizaciones se fomentan hábitos saludables como una alimentación equilibrada, dejar de fumar, hacer ejercicio y últimamente, con especial interés, seguir unas pautas de sueño saludables.

Sin embargo, el interés por la salud mental ha venido de la mano de los efectos de su debilitamiento y carencia. Trastornos como la ansiedad, la depresión, trastornos del ánimo y trastornos de conducta, se generalizaron en la época del COVID y se ha podido constatar la permanencia de altos niveles de incidencia de estos trastornos.

ALGUNOS DATOS SOBRE LAS BAJAS LABORALES

El número de bajas no ha hecho sino aumentar progresivamente, se ha duplicado en los últimos siete años.

En 2023 España registró casi 600.000 bajas relacionadas con problemas de salud mental y trastorno de conducta

Las bajas de las personas jóvenes han aumentado un 90% desde la pandemia según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, según una consulta a través del Portal de Transparencia realizada por ABC.

Algunos efectos de este incremento de trastornos de salud mental son:

  1. Normalización de hablar de salud mental
  2. Disminución del estigma tradicionalmente asociado a la enfermedad mental
  3. Incremento de la demanda de servicios psicológicos

ALGUNOS DATOS SOBRE LA DEMANDA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA

Según datos de la plataforma de terapia online Therapyside, sobre 7500 pacientes, el 51% de los pacientes tienen entre 25 y 34 años y el 21% entre 35-44. El porcentaje de mujeres es del 64,05.

La pandemia aumentó los trastornos de salud mental entre los jóvenes. Especialmente problemas de gestión del día a día (estrés, síndromes de adaptación cotidianos, malestar emocional); ansiedad; trastornos alimentarios; adicciones; ideación suicida y el suicidio, que es la principal causa de muerte entre los jóvenes.

Además de los efectos de la pandemia, el complicado contexto socioeconómico, la pérdida de referentes y valores en el que están inmersos los jóvenes, así como la falta de recursos psicológicos para afrontar la incertidumbre y el malestar han propiciado un deterioro de su salud mental.

Junto a estas circunstancias, hay que señalar la progresiva normalización entre las nuevas generaciones de la expresión emocional; el debate público abierto en torno a la salud mental, la existencia de modelos sociales que abiertamente hablan de sus problemas mentales y su terapia y la progresiva eliminación de los estigmas asociados a todo lo relativo a enfermedad mental que hacen más cercano y visible el hablar de estos temas. No es de extrañar, por tanto, que la demanda de atención psicológica por los jóvenes se haya disparado.

Por lo tanto, parece oportuno poner el acento en las generaciones centennials y millennials y en las mujeres. La experiencia trabajando con estos colectivos nos lleva la consideración de que las generaciones más jóvenes necesitan desarrollar su inteligencia emocional para hacer frente a la vida con más aplomo y seguridad. Por mi experiencia, trabajando en procesos de psicología coaching la baja autoestima y la gestión de las emociones negativas son dos necesidades clave de estas generaciones.

Joven, mujer y trabajadora parece una combinación clave para demandar servicios de atención psicológica, los estudios nos refieren a factores sociales y a la mayor permisividad para hablar de los sentimientos y las relaciones como elementos claves de esta demanda.

Esto nos lleva a una conclusión que empieza a abrirse como un camino claro en muchas organizaciones y es la necesidad de hacer protocolos de salud mental intervención diferenciados por género.

CÓMO AFECTA EL TELETRABAJO A NUESTRA SALUD

Es un tema de actualidad, la salud mental. De repente, numerosas personas, instituciones, administraciones hablan de salud mental. Ha sido uno de los efectos que la pandemia ha provocado y de los que habrá que hablar mucho y durante mucho tiempo.

En este contexto, surgen también los interrogantes sobre el teletrabajo, ¿cómo afectan a nuestra salud? Es un tema de actualidad sobre el que he comentado en el programa de radio En casa de Herrero donde han abordado el trabajo, la salud y las mujeres.

https://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2021-12-17/las-noticias-de-herrero-el-teletrabajo-afecta-mas-a-la-salud-de-las-mujeres-que-a-la-de-los-hombres-6848137.html

Hay que tener presente que el teletrabajo es un modo específico de trabajar que requiere de condiciones adecuadas, de una prevención de riesgos laborales concreta y de unos hábitos específicos.

A nadie se le escapa que la continuidad de horas delante de un ordenador puede tener unos efectos adversos.

Las bajas por contracturas y afecciones del sistema musculoesquelético han sido numerosas, de ahí las recomendaciones que los profesionales médicos y fisioterapeutas han venido dando,  incluso la OMS ha ofrecido pautas de estiramientos.

Los oftalmólogos también han apreciado más complicaciones con los ojos y han dado recomendaciones para relajar los ojos y flexibilizar la mirada.

Y, como no puede ser de otra forma, los psicólogos, también, hemos ofrecido análisis, criterio y recomendación sobre cómo actuar.

Los efectos a nivel psicológico tienen que ver con una mayor exigencia mental por el exceso de información y por la falta de contexto social.

1. La acumulación de estímulos visuales y auditivos concentrados y continuados produce un mayor desgaste, un estrés digital y un incremento de la fatiga mental, lo que lleva a más errores en la atención, interpretación y ejecución de la información. Vaya, que malinterpretamos con más frecuencia los mensajes o nos equivocamos al escribir o enviar un mail o no nos enteramos de lo que leemos.

2. La falta de contexto hace que nos cueste entender más la información. Nos falta la información informal y la comunicación no verbal y paraverbal por lo que nos cuesta  relativizar los datos y darles un valor adecuado. De ahí que haya más malentendidos e incluso malestar por mensajes recibidos.

Para paliar este incremento del estrés, son numerosas las empresas que están ofreciendo a sus trabajadores programas para aprender a afrontar el estrés y también para conectar y desconectar del teletrabajo.

En cuanto a los aspectos relacionales, se habla mucho de la soledad que sienten algunos teletrabajadores. El aislamiento no ayuda al equilibrio y el bienestar. De ahí la importancia de que las empresas apliquen políticas específicas que garanticen el contacto y la interacción social más allá de la ejecución de la tarea. Por ejemplo, programando reuniones de contacto social, espacios informales en los que no se habla de trabajo sino de quienes son, cómo están, dónde y cómo viven los miembros de un equipo. Otra de las medidas necesarias es el feedback continuado y la organización del trabajo con base en resultados y no en presencialismo.

El estudio que se cita en el programa de radio concluye que las mujeres se sienten más solas que los hombres cuando teletrabajan. Otro estudios, también han señalado que las mujeres han acusado más negativamente el teletrabajo estrés, fatiga mental, soledad. Además, de las limitaciones que pueden ocasionar en la asignación de responsabilidades y proyección de carrera. Designar a un responsable es cuestión de confianza y el vínculo y la confianza es difícil de generar a distancia. De ahí que haya que pensar en modalidades mixtas presencial-híbrido como las más necesarias a futuro.

El teletrabajo probablemente se quede como una modalidad de trabajo y nos conviene aprender a cuidarnos en este contexto específico.

La salud mental ahora nos preocupa, debe ocuparnos, debemos aprender a cuidarnos. En esta línea comparto desde aquí la guía que elaboré para el Colegio de la Psicología de Madrid con algunas recomendaciones para cuidar nuestra salud en el teletrabajo.

https://www.copmadrid.org/web/publicaciones/recomendaciones-para-el-teletrabajo

VACACIONES, ¿HAY QUE IRSE A LA PLAYA O EL CAMPO PARA DISFRUTARLAS?

Vacación significa en su origen etimológico vacío. Y este es precisamente el sentido que para nosotros debería tener, el de vaciar nuestro día a día del deber del horario y del deber de las tareas del trabajo. Vaciar nuestras mentes y nuestras agendas. Dejar de lado los hábitos cotidianos de mirar continuamente el whatsup, el correo o las redes. Un tiempo de vacío en el que inventar libremente nuestra actividad y vivir a otro ritmo. Pero no es así como se habla de las vacaciones en los medios donde vacaciones se identifica con irse a la playa y así lo he podido constatar esta semana con mis colaboraciones en la Sexta y en TVE1.

Para muchas personas, las vacaciones es sinónimo de viaje a cualquier destino con tal de salir de casa. Algunas, incluso, se quejan amargamente de no poder salir de casa y, por ello, de no desconectar y que su ansiedad se ve incrementada por ello. Ahora que está de moda hablar de salud psicológica y de los efectos que los acontecimientos tienen en nuestro bienestar, es fácil señalar que o no hay vacaciones o hay una pérdida de salud.

Pero, la verdad es que las vacaciones no requieren de viajes para conseguir ese vacío sino de la actitud con la que nos planteamos nuestra jornada.

No es lo que ocurre sino cómo nos tomamos lo que ocurre, no son las vacaciones sino lo que hacemos en ese tiempo lo que va a marcar la diferencia en nuestro bienestar psicológico y fisiológico.

Lo que importa No es lo que te sucede, sino cómo reaccionas a lo que te sucede (Epícteto)

Puede que permanezcamos en casa por diversas razones, de salud, de elección, por precaución por el COVID19, por razones familiares, económicas o de oportunidad y, sin embargo, creemos ese vacío que es la esencia de las vacaciones.

Para algunas personas no es nada fácil ni siquiera plateárselo. Dejar el ritmo apresurado y lleno de acción de la jornada laboral les puede costar un esfuerzo especial. Acostumbrados a altos niveles de adrenalina por el ritmo de su trabajo y/o las implicaciones que tienen sus decisiones, de repente, dejar de ocuparse de ellas no es algo fácil. Un vértigo al vacío puede dominarles y cambian la sobreactividad laboral por la sobreactividad de actividades de ocio, el “no parar” en vacaciones como fruto de la necesidad imperiosa de acción.

El descanso y la desconexión pasan, como primer paso, por poner tu mente en blanco con respecto a lo habitual, parar el ritmo frenético de las preocupaciones. El segundo paso, es dar otro ritmo a tu día, llenarlo de estímulos enriquecedores, novedad y belleza.

Para algunos, las actividades físicas que les permitan la descarga de la adrenalina será perfecto, el deporte, y cuanto mayor nivel de cardio, mejor; para otros, la quietud de la contemplación de un paisaje o la meditación será lo adecuado. El punto en común de ambas formas de descansar es la desconexión mental del día a día.

Ya hace más de cien años que los psicólogos estudiamos los ritmos de productividad y los efectos de la combinación de períodos de actividad y de períodos de descanso.

Un correcto descanso nos facilita la vuelta a la actividad con la mente en disposición de analizar, comprender y manejar mejor la información, tomar decisiones más eficientes y optimizar nuestro rendimiento. También nos permite relativizar los eventos y no experimentar la vida como una línea uniforme y continua. Todo ello, facilita nuestro equilibrio mental y nuestro bienestar psicológico.

Son razones suficientes para tomarnos el descanso como una actividad en sí misma, como parte de nuestra responsabilidad de tratarnos bien y cuidarnos.

Y, como suele pasar en temas de psicología, esto no es algo que los demás puedan hacer por ti sino que es algo que, al final, sólo depende de uno mismo.

DIA DEL TRABAJO

Los días internacionales sirven para tomar consciencia y poner foco en los temas. El día del #trabajo, es especialmente relevante en el contexto del #COVID19 donde el teletrabajo o el trabajo hibrido se han convertido en nuestra realidad.

Reflexionar sobre la #Psicologíadeltrabajo en estos momentos donde el #bienestarpsicológico se ha convertido en una prioridad para las empresas y los trabajadores es un gran tema de gran interés. En este video puedes oír una conversación realmente interesante con dos #psicologos excepcionales Francisco Javier Cantera Herrero y Yolanda García reflexionando sobre las necesidades, inquietudes y proyección de la #Psicologíadeltrabajo

Y de paso conocer las propuestas de las candidaturas a las elecciones al COPMadrid en materia de #psicologíadeltrabajo #PsicologíaMadrid_avanzamos

El teletrabajo, una nueva forma de entender la actividad laboral         

Es uno de los temas de moda y no va dejar de serlo. De golpe hemos aprendido que muchas cosas se pueden hacer diferente y ¡mejor! sin necesidad de estar todos en la oficinal.

El COVID19 ha originado un choque abrupto de paradigmas laborales entre el tradicional y el digital. El paradigma tradicional, desarrollado en la revolución industrial, sigue vigente en nuestro espacio laboral manteniendo estructuras, normas, procedimientos y entornos laborales donde se prioriza el presentismo, el control horario y el puesto de trabajo. Junto a ese paradigma tradicional, el paradigma digital conlleva cambios drásticos en aspectos como la interacción social, la socialización organizacional, la humanización de las empresas, la orientación a organizaciones saludables y el foco en los valores compartidos. Supone una reconceptualización de las normas, procedimientos y estructuras poniendo el foco en el cambio de las relaciones laborales, la coordinación, la supervisión, el liderazgo y otros parámetros sustanciales del trabajo como el tiempo y el espacio.

stos paradigmas venían conviviendo de forma más o menos explícita y, en los últimos años, de forma creciente, diferentes agentes sociales, tanto institucionales, como sociales y los propios trabajadores demandaban una mayor velocidad en la progresión hacia el paradigma digital y el entorno laboral que conlleva.

Conceptos como «organizaciones que aprenden» de Senge; «organizaciones TEAL» de Laloux o la «Teoría U» de Sharmer, habían ofrecido ya una visión dinámica y evolutiva de las organizaciones. Las empresas están vivas y nacen, crecen se desarrolla y adaptan a su entorno, maduran y mueren en un ciclo vital similar al de un ser vivo.

La idea que se desprende de las teorías anteriores es que las organizaciones necesitan adaptarse continuamente a las necesidades y requerimientos de su entorno para poder sobrevivir y, en la medida en que lo hagan considerando el factor humano, más probabilidades tienen de ser exitosas.

Puedes leer el artículo completo publicado en: Capital Humano

https://bit.ly/3miNgo1

         

Estados emocionales de los equipos

estados emocionales CHLos equipos también tienen emociones y también se quedan anclados en estados emocionales y ésto marca lo que son capaces de hacer y con qué clima.

En el entorno laboral, cada vez, somos más conscientes de que las emociones y los estados emocionales tienen un impacto significativo en el bienestar de los trabajadores y en los resultados de negocio.

Trabajo y emociones se vinculan actualmente con la salud psicológica de los trabajadores porque no se consigue el mismo rendimiento cuando la emocionalidad es positiva que cuando es negativa y no, no se consigue la misma eficiencia cuando la emoción no es congruente con la situación. Estar hablando de estar felices y positivos no sería congruente con la tensión emocional a la que están sometidos los trabajadores actualmente.

La crisis sanitaria y el confinamiento han incrementado la visibilidad e importancia que nuestras emociones y salud psicológica tienen en relación a la actividad laboral. Como resultado, son numerosas las empresas que ya están atendiendo las  dificultades provocadas en los trabajadores en activo por el miedo al contagio, el stress de las medidas preventivas y la preocupación por la incertidumbre. Y serán muchas las que tengan que buscar respuestas a los retos de la reincorporación progresiva que traerán asociados las emociones predominantes de miedo, tristeza y rabia, por tantos meses ya mantenidas. La necesidad de atender la prevención de los riesgos psicosociales que el virus del COVID19 ha traído hace más necesario tener claro qué son las emociones y qué son los estados emocionales porque ambos van a tener un claro protagonismo en cómo los trabajadores volverán al trabajo.

El artículo ha sido publicado en Capital Humano y puedes leerlo en: https://bit.ly/3eujU0G #emocion #eevolucionemocional

El difícil papel de los directores de personas en la vuelta al trabajo

gestionemocionalEstamos viviendo un tiempo donde las emociones se han impuesto en nuestra vida. Por un lado, el miedo al contagio por el #COVID19 y a contagiar, por otro, la rabia por la pérdida de libertad y la gestión que se ha venido haciendo desde el gobierno, por otro, la tristeza por la pérdida de allegados, conocidos y seres humanos, en general. Eso en el supuesto de que, además no hayamos perdido el trabajo, nuestro medio de subsistencia y la dignidad de la autonomía personal.

Volver al trabajo no va a significar correr una cortina y ya está, todo ha quedado atrás.

Volver al trabajo lo hacemos con todo ese vaivén de emociones negativas que como un péndulo constante fluctúa entre unas y otras y no nos deja cambiar el tono emocional.

El riesgo psicosocial en el trabajo se dispara en esta situación. La probabilidad de accidentes, de desencuentros, de conflictos, de bajas médicas, de absentismo mental, de desconexión de la empresa y de somatizaciones como problemas de sueño y desconexión mental,  de stress en general, seguro que es mayor, mucho mayor, porque nuestra mente no está disponible para concentrarnos en el trabajo. Es como si tuviéramos un programa que da error abierto en el ordenador mientras intentamos seguir trabajando.

Cuando las emociones negativas imperan en nuestra vida con la intensidad y permanencia como lo están haciendo ahora sus efectos sobre nuestra mente y cuerpo son importantes, dejan huella y, en algunos casos, traumática, hasta el punto de que necesiten ayuda de profesionales de la psicología.

Una experiencia tan intensa y prolongada de emociones negativas tiene importantes efectos. Perdemos la confianza en la vida, que ahora vemos tan frágil, perdemos la confianza en los otros, que ahora vemos como fuente de contagio y a los que no nos podemos arrimar porque son, en sí mismos, una amenaza, perdemos la confianza en nuestros dirigentes y no creemos que sus decisiones sean las mejores para nosotros, incluso, perdemos la confianza en nosotros mismos y pensamos que no vamos a poder recuperarnos de ésta.

Cuando la mente piensa sólo desde una perspectiva emocional ve la vida en términos dicotómicos de todo o nada, amigo o enemigo, blanco o negro. Para tener perspectiva y analizar los hechos y separarlos de nuestros sentimientos necesitamos la mente analítica que, en estos momentos, ha pasado a la reserva, a un segundo plano, como consecuencia de la intensidad del peligro en el que estamos viviendo desde hace meses.

En definitiva, volvemos al trabajo con nuestra mente y cuerpo sintonizados con el peligro, llenos de sentimientos negativos y en una parálisis cognitiva para movernos en este mundo ya no #VICA (Volátil, incierto, complejo, ambiguo) sino #VICAI (Volátil, incierto, complejo, ambiguo, inseguro)

Y, con toda esa carga emocional volvemos al trabajo. ¿Cómo dirigir a las personas en esta situación donde el trabajo emocional es tan intenso?

Es un enorme reto para los directores de personas, sea cual sea el tamaño y sector de actividad porque ellos mismos están inmersos en esta dinámica de emocionalidad negativa y VOCAI.

¿Cómo dirigir a las personas en este entorno? No cabe otra línea que la de generar proyección, confianza, perspectiva, la de promover la proactividad y la colaboración, pero ¿cómo hacer todo esto cuando el tono emocional es tan negativo?

El ser humano tiene una capacidad inmensa de autoregeneración, es capaz de sacar fuerza de flaqueza, incrementar su resiliencia, adaptarse a las circunstancias y responder de forma novedosa y eficaz a los retos del medio ambiente. Esta es la historia de la humanidad vista en términos de evolución y grandeza.

Contamos por lo tanto, con un medio adverso y unos recursos potentes, sólo falta ser conscientes desde dónde los aplicamos ¿desde las emociones negativas? Será complejo y limitado en este caso, siempre en la lucha, siempre en lo que falta y en la defensa de lo nuestro. Pasar a una emoción de aceptación que genere confianza va a ser el gran reto de los dirigentes en, al menos el próximo año y medio, porque si no,…

O cuidamos la emocionalidad colectiva de nuestra organización o los trabajadores van a enfrentarse a una situación difícil, nueva y muy, compleja sin los recursos mentales necesarios para ello.

Es responsabilidad de la organización cuidar de la salud laboral de sus trabajadores y esto incluye su salud psicológica.

Si quieres saber cómo hacerlo en este curso podrás conocer las claves para esa gestión emocional de las personas de tu empresa.

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LA PANDEMIA DEL MIEDO

coronavirusMucho se está hablando de las consecuencias económicas y laborales de la pandemia de coronavirus. Ahora, también, comienza a hablarse de las consecuencias psicológicas del stress prolongado al que estamos sometidos los ciudadanos.

Y, éstas las consecuencias psicológicas tienen una gravedad de gran alcance. Al final, saldremos de la crisis, agotados, debilitados, con peor salud o renovados y más resilientes, pero en muchos casos con un alto coste bio-psico-social. El stress continuado no deja indemne a las personas que sufrimos y somatizamos esa tensión sostenida lo que afecta nuestra salud, nuestra capacidad de afrontar la realidad y nuestras relaciones.

Los contagios masivos como éste que estamos viviendo son situaciones que provocan respuestas como las que tienen las personas en situaciones de catástrofes y emergencias.

Las personas respondemos con una respuesta emocional de miedo, en principio, debida a que se vive la situación como una amenaza para nuestra supervivencia ante la que nos vemos sin capacidad de acción. Ante las amenazas, se producen tres tipos de respuesta: evitación, lucha o huída.

Al ser una situación difundida en los medios con un continuo “en directo” se produce una constante sobreactivación de los niveles de alarma  y stress de la población, el componente emocional (el miedo) se ve activado una y otra vez ante la amenaza y la salud psicológica se ve afectada.

El miedo se contagia con gran celeridad y hace que colectivamente tengamos reacciones simultáneas y coincidentes que se refuerzan mutuamente. Mientras nos paralice y las autoridades nos hablen de que se sabe qué hacer evitaremos entrar en el pánico colectivo.

La Asociación Americana de Psicología (APA-American Psychological Association), en un artículo publicado en su página Web (Five Ways to View Coverage of the Coronavirus), aborda que las últimas noticias sobre nuevos brotes de Coronavirus en todo el mundo, sumado a la especulación que surge en torno a la generalización de esta problemática, están provocando un incremento de la ansiedad en toda la población y son necesarias medidas para controlar los altos niveles de ansiedad colectiva.

En este contexto, puede llegar a ser más potente el virus del miedo que el propio virus. ¿Cómo se podría negar el impacto y peligro del coronavirus? Pero, ahora, más que nunca es importante darnos cuenta de las consecuencias  que tiene el cómo nos tomamos lo que está pasando.

Las reacciones colectivas tienen una evolución estudiada por los profesionales de la psicología. Son fases previsibles en las que nuestras reacciones van variando y también nuestras necesidades, sobre todo de información y gestión, para salir de la situación. Afectan nuestra forma de pensar, de sentir y, también, nuestra conducta.

FASES DE EVOLUCIÓN DE LA EPIDEMIA EFECTOS PSICOLÓGICOS SOBRE LAS PERSONAS
FASE PREVIA

La amenaza se minimiza o niega tanto por las autoridades como por la colectividad.

Está en China, lejos, es un virus más, no nos afecta

Los medios de comunicación incentivan la atención.

Los más alarmistas se preocupan y comienzan a oírse  premoniciones apocalípticas.

Hay una baja alarma, “podría afectarnos”.

FASE ALERTA

Hay señales de alerta que crean una atención especial, una vigilancia útil, prevención y protección.

Ya está cerca, en Italia.

La atención pasa a convertirse en una preocupación. Nos puede afectar.

Los niveles de stress comienzan a elevarse mucho.

El miedo se convierte en colectivo, ahora la población se ve amenazada y responde con parálisis esperando que las autoridades respondan adecuadamente para proteger sus vidas.

Se busca la guía de las autoridades sobre qué esperar.

Circula mucha información inadecuada: bulos, rumores, alarmismos que no hacen más que focalizar la atención en el problema y crear alarmismo.

CHOQUE o REACCIÓN

Medidas de contención particulares y a medida de lo que va ocurriendo.

El virus está entre nosotros, primeros contagios y fallecimientos.

El impacto psicológico es muy alto. Se producen alteraciones cognitivas, afectivas y conductuales que afectan a toda la población.

–          Stress colectivo

–          Alteraciones afectivas

–          Sensación de irrealidad

–          Suspensión de la actividad

–          Desconcentración

Ahora se necesita que las autoridades muestren control y dominio de los diferentes escenarios para no entrar en pánico.

Las consultas a los profesionales de la Psicología por ansiedad se disparan.

EMERGENCIA

Medidas de aislamiento.

Es la fase de contagio masivo y el número de fallecimientos se incrementa.

En esta fase el impacto psicológico es tan alto que se convierte en una necesidad prioritaria darle respuesta.

–          Alta ansiedad.

–          Intensa necesidad de compartir la angustia.

–          Pensamientos repetitivos (y catastróficos) sobre lo que ocurre.

–          Se necesita

Se apela a la responsabilidad individual por el bien social, el individuo siente que no es importante y la reacción depresiva puede generalizarse.

Las consultas a los profesionales de la Psicología por desánimo y depresión son las más numerosas ahora.

RESOLUCIÓN     .

El contagio va disminuyendo, los contagiados se van recuperando.

Las personas nos hemos ido acostumbrando y ahora las necesidades psicológicas tienen que ver con pasar página lo antes posible.

–          Disminuye el stress.

–          Aumentan las conductas solidarias que facilitan una recuperación social.

–          Habituación a la situación.

–          Hay ganas de volver a las rutinas lo antes posible.

En parte por la habituación y en parte por la resolución del problema, las personas nos enfocamos en retomar nuestras vidas.

Para algunos, en especial los autónomos, con especial dureza, debido a la que la pérdida de actividad ha limitado sus ingresos y, en algunos casos, llevado a un nivel de subsistencia económica del que será doblemente difícil recuperarse.

ADAPTACIÓN POSTERIOR Una situación tan prolongada de miedo y los niveles de stress sufridos tardan en desaparecer del todo.

Si a eso se le suma la pérdida de empleo o la actividad económica, los efectos post-traumáticos pueden prolongarse.

Habrá cambios en las creencias individuales y colectivas sobre el afrontamiento de la vida, el modelo de vida, las prioridades, las relaciones, etc. que pueden acelerar cambios sociales ya emergentes previamente.

 

En la fase de alerta, la falta de información técnica permite rumores y priman las opiniones personales y los bulos. Los medios que dan el titular más catastrofista son los más oídos. La información negativa se difunde con más rapidez que la información positiva, no se cuestiona, sino que se acepta inmediatamente sin comprobarla, precisamente por su carácter de peligro percibido. Entre los efectos que se producen están una ilusión de invulnerabilidad grupal, el ostracismo, el aislamiento y el rechazo o incluso el ataque a aquellos colectivos a los que se les atribuye la responsabilidad de lo ocurrido. Hay una necesidad de atribuir de asignar la responsabilidad a alguien como mecanismo de defensa ante esta amenaza. La preocupación no es una respuesta eficiente, es darle vueltas a algo que puede ocurrir o no. Es muy diferente de ocuparse y buscar cómo afrontar la situación eficientemente.

En la fase de choque se produce una reacción. El peligro ya está aquí. Hay una reacción colectiva vinculada con la conmoción de la noticia, una inhibición y estupor. Los efectos en las personas afectan tanto a la cognición, como a las respuestas emocionales y conductuales. Se produce:

  • Stress colectivo
  • Alteraciones afectivas
  • Sensación de irrealidad
  • Suspensión de la actividad
  • Desconcentración

Se sabe que la reacción tiene una distribución de curva normal, es decir, una pequeña parte de la población, en torno al 15% tendrá una reacción patologizada, sentirán la catástrofe como propia, su pánico será desmedida y las reacciones hipocondríacas estarán presentes. Otro 15% se mantendrán estables con una baja respuesta de alarma aunque atentos y, un 70% se mantendrá en una calma aparente, en parte sumidos en una evitación cognitiva y una anestesia emocional ante la conmoción por la noticia de que el virus está entre nosotros y el peligro que supone.

El goteo constante de noticias que incrementan nuestra alarma, como que hayan enviado a todos los trabajadores de una empresa a casa, o que el número de contagios se expande geográficamente, o que los restaurantes chinos hayan cerrado hace que suframos la situación con una incertidumbre aún mayor. Nos preguntamos si ellos saben algo que nosotros no sabemos y si el peligro es mayor del que creemos. El desconcierto se generaliza.

Este grueso de la población es el que necesita más saber qué se va a hacer, cuáles son los escenarios posibles, cuáles son las medidas de coordinación y actuación que se prevén eficaces y cómo tienen que actuar. La actuación de las autoridades tiene que ser clara, precisa y constante, informando de los diferentes escenarios de evolución y las medidas a tomar en cada caso. Tienen que transmitir la sensación de que, aunque el contagio siga avanzando, todo está bajo control.

En la fase de emergencia, la alteración cognitiva, afectiva y conductual se ve incrementada ante las constantes malas noticias.

  • Alta ansiedad.
  • Intensa necesidad de compartir la angustia con otras personas.
  • Pensamientos repetitivos (y catastróficos) sobre lo que ocurre.

Las medidas de aislamiento social y la parada de la actividad productiva que se realizan en esta fase para contener el avance del contagio, no ayudan precisamente a relativizar la situación y afrontarla con los menores efectos secundarios en nuestra salud.

En esta fase es esencial, para no entrar en pánico, saber que, aunque el contagio esté avanzando, está bajo control, las autoridades sanitarias saben qué hacer y se está tratando y recuperando a los contagiados y, sobre todo, que estas situaciones tienen una evolución y un tiempo determinado, no son para siempre, la vida continuará después de la pandemia de coronavirus.

La comunicación con otras personas por teléfono, mensajería o videos nos ayuda a desahogar la tensión que acumulamos, especialmente necesario para aquellas personas que están solas. Es el lado positivo, si por una parte es el medio por el que se difunden bulos y rumores, también es el medio para recibir información técnica y apoyo social.

Fase de resolución, las cifras de contagio comienzan a bajar, la curva de afectados se enlentece y las cifras de curados comienza a subir significativamente. Las reacciones psicológicas van evolucionando:

  • Disminuye el stress.
  • Aumentan las conductas solidarias que facilitan una recuperación social.
  • Habituación a la situación.
  • Hay ganas de volver a las rutinas lo antes posible.

Fase de adaptación posterior. Una epidemia de estas dimensiones no desaparece sin dejar efectos secundarios en la población. Habrá un porcentaje de personas que mantendrán síntomas psicosomáticos incluso dos meses después de que se deje de hablar del coronavirus. Síntomas como tristeza, agresividad, respuestas exageradas, rumiación, hiperactividad, se mantendrán en un cuadro de stress post-traumático por el miedo acumulado ante el virus.

Muchas personas habrán sufrido, no sólo el confinamiento obligado, sino la pérdida de sus ingresos económicos por la falta de actividad. Tanto autónomos como despedidos sin paro, vivirán una prolongación de la situación de estrés debido a que sus necesidades de supervivencia no sólo se han visto afectadas a nivel la salud (y el riesgo de muerte), sino que se mantienen durante meses a nivel de supervivencia en el día a día (sus ingresos se han limitado).

Por otro lado, las creencias compartidas sobre uno mismo, el mundo y los otros podrán verse afectadas. ¿El mundo no será igual después de la crisis del coronavirus? Las personas nos acostumbramos con una enorme facilidad a lo que ocurre, nos adaptamos y generamos nuevas respuestas continuamente. La pandemia nos hará más sensibles a nuestra naturaleza, al sentido de lo global y a la necesidad de la investigación sanitaria. Ojalá también nos hiciera más sensibles a que todos, absolutamente todas las personas de todo el planeta compartimos la misma naturaleza y los mismos problemas.

PD: Si crees que necesitas apoyo para superar esta crisis, no corras el riesgo de cronificar el stress, incrementar conductas obsesivas, inducir conductas sobredimensionadas que no permiten manejar la situación eficientemente,  contacta con un profesional de la Psicología, que son los que tienen el conocimiento y la capacidad para atenderte sin provocar nuevos Te dejo el enlace al directorio del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid  o directorio@cop.es