Archivo de la categoría: Calidad de vida psicologica

LOS DESEOS PARA EL NUEVO AÑO

Muchas veces nuestros clientes de Psicología Coaching vienen quejándose de los otros, que si el jefe, que si sus compañeros, que si su pareja, que si sus hijos y, muchas veces vienen quejándose de las circunstancias, de la vida, de lo que ocurre. Quieren que cambie lo de fuera que les molesta y que incluso no aguantan. Cuando llega un nuevo año, naturalmente, le piden al año sus deseos de que les traiga los cambios que quieren en su vida.

La queja está instaurada en nuestra sociedad como una forma correcta, incluso simpática de relacionarnos y de vivir. Ha

blar mal del otro, criticarle, juzgarle, incluso desear que no exista es parte del espectáculo mediático que nos ofrecen las cadenas televisivas. Hablar de lo mal que estoy, de lo mal que me va está de moda. El victimismo se ha instaurado como una forma de vida, soy un pobrecito, tengo mala suerte, las circunstancias, la vida, …

Poco favor nos hace esto a nuestro bienestar psicológico. Pensar en lo que falta, en los problemas, en el odio, mantenerse en el resentimiento y en una emocionalidad negativa entre la ira y el asco no nos ayuda nada a estar bien, al bienestar.

EMPECEMOS EL AÑO CON RESPONSABILIDAD

Siempre empezamos el año pidiéndole que se cumplan nuestros deseos y deseando a los demás todo lo mejor. Pero en este post no vamos a pedirle nada al nuevo año sino a pedírnoslo a nosotros mismos. Mis deseos de nuevo año son para que sea más consciente, más responsable y mantenga una conducta impecable con todo lo que me puede aportar buen trato y bienestar.

Empezamos el año nuevo y mi propuesta es precisamente pedirnos a nosotros mismos los deseos que lleven a cambios.

Se basa en la consciencia, en la responsabilidad y en la conducta elegida y no actuar en el piloto automático de una emocionalidad inconsciente y negativa.

Así que sí, mis deseos son conmigo misma.

No hay nada que desee para mí que no desee para todos, especialmente para todos aquellos clientes de Psicología Coaching que tratan de resolver su inquietud fuera de sí mismos. Seamos responsables con nosotros mismos y cuidémonos.

CÓMO AFECTA EL TELETRABAJO A NUESTRA SALUD

Es un tema de actualidad, la salud mental. De repente, numerosas personas, instituciones, administraciones hablan de salud mental. Ha sido uno de los efectos que la pandemia ha provocado y de los que habrá que hablar mucho y durante mucho tiempo.

En este contexto, surgen también los interrogantes sobre el teletrabajo, ¿cómo afectan a nuestra salud? Es un tema de actualidad sobre el que he comentado en el programa de radio En casa de Herrero donde han abordado el trabajo, la salud y las mujeres.

https://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2021-12-17/las-noticias-de-herrero-el-teletrabajo-afecta-mas-a-la-salud-de-las-mujeres-que-a-la-de-los-hombres-6848137.html

Hay que tener presente que el teletrabajo es un modo específico de trabajar que requiere de condiciones adecuadas, de una prevención de riesgos laborales concreta y de unos hábitos específicos.

A nadie se le escapa que la continuidad de horas delante de un ordenador puede tener unos efectos adversos.

Las bajas por contracturas y afecciones del sistema musculoesquelético han sido numerosas, de ahí las recomendaciones que los profesionales médicos y fisioterapeutas han venido dando,  incluso la OMS ha ofrecido pautas de estiramientos.

Los oftalmólogos también han apreciado más complicaciones con los ojos y han dado recomendaciones para relajar los ojos y flexibilizar la mirada.

Y, como no puede ser de otra forma, los psicólogos, también, hemos ofrecido análisis, criterio y recomendación sobre cómo actuar.

Los efectos a nivel psicológico tienen que ver con una mayor exigencia mental por el exceso de información y por la falta de contexto social.

1. La acumulación de estímulos visuales y auditivos concentrados y continuados produce un mayor desgaste, un estrés digital y un incremento de la fatiga mental, lo que lleva a más errores en la atención, interpretación y ejecución de la información. Vaya, que malinterpretamos con más frecuencia los mensajes o nos equivocamos al escribir o enviar un mail o no nos enteramos de lo que leemos.

2. La falta de contexto hace que nos cueste entender más la información. Nos falta la información informal y la comunicación no verbal y paraverbal por lo que nos cuesta  relativizar los datos y darles un valor adecuado. De ahí que haya más malentendidos e incluso malestar por mensajes recibidos.

Para paliar este incremento del estrés, son numerosas las empresas que están ofreciendo a sus trabajadores programas para aprender a afrontar el estrés y también para conectar y desconectar del teletrabajo.

En cuanto a los aspectos relacionales, se habla mucho de la soledad que sienten algunos teletrabajadores. El aislamiento no ayuda al equilibrio y el bienestar. De ahí la importancia de que las empresas apliquen políticas específicas que garanticen el contacto y la interacción social más allá de la ejecución de la tarea. Por ejemplo, programando reuniones de contacto social, espacios informales en los que no se habla de trabajo sino de quienes son, cómo están, dónde y cómo viven los miembros de un equipo. Otra de las medidas necesarias es el feedback continuado y la organización del trabajo con base en resultados y no en presencialismo.

El estudio que se cita en el programa de radio concluye que las mujeres se sienten más solas que los hombres cuando teletrabajan. Otro estudios, también han señalado que las mujeres han acusado más negativamente el teletrabajo estrés, fatiga mental, soledad. Además, de las limitaciones que pueden ocasionar en la asignación de responsabilidades y proyección de carrera. Designar a un responsable es cuestión de confianza y el vínculo y la confianza es difícil de generar a distancia. De ahí que haya que pensar en modalidades mixtas presencial-híbrido como las más necesarias a futuro.

El teletrabajo probablemente se quede como una modalidad de trabajo y nos conviene aprender a cuidarnos en este contexto específico.

La salud mental ahora nos preocupa, debe ocuparnos, debemos aprender a cuidarnos. En esta línea comparto desde aquí la guía que elaboré para el Colegio de la Psicología de Madrid con algunas recomendaciones para cuidar nuestra salud en el teletrabajo.

https://www.copmadrid.org/web/publicaciones/recomendaciones-para-el-teletrabajo

VACACIONES, ¿HAY QUE IRSE A LA PLAYA O EL CAMPO PARA DISFRUTARLAS?

Vacación significa en su origen etimológico vacío. Y este es precisamente el sentido que para nosotros debería tener, el de vaciar nuestro día a día del deber del horario y del deber de las tareas del trabajo. Vaciar nuestras mentes y nuestras agendas. Dejar de lado los hábitos cotidianos de mirar continuamente el whatsup, el correo o las redes. Un tiempo de vacío en el que inventar libremente nuestra actividad y vivir a otro ritmo. Pero no es así como se habla de las vacaciones en los medios donde vacaciones se identifica con irse a la playa y así lo he podido constatar esta semana con mis colaboraciones en la Sexta y en TVE1.

Para muchas personas, las vacaciones es sinónimo de viaje a cualquier destino con tal de salir de casa. Algunas, incluso, se quejan amargamente de no poder salir de casa y, por ello, de no desconectar y que su ansiedad se ve incrementada por ello. Ahora que está de moda hablar de salud psicológica y de los efectos que los acontecimientos tienen en nuestro bienestar, es fácil señalar que o no hay vacaciones o hay una pérdida de salud.

Pero, la verdad es que las vacaciones no requieren de viajes para conseguir ese vacío sino de la actitud con la que nos planteamos nuestra jornada.

No es lo que ocurre sino cómo nos tomamos lo que ocurre, no son las vacaciones sino lo que hacemos en ese tiempo lo que va a marcar la diferencia en nuestro bienestar psicológico y fisiológico.

Lo que importa No es lo que te sucede, sino cómo reaccionas a lo que te sucede (Epícteto)

Puede que permanezcamos en casa por diversas razones, de salud, de elección, por precaución por el COVID19, por razones familiares, económicas o de oportunidad y, sin embargo, creemos ese vacío que es la esencia de las vacaciones.

Para algunas personas no es nada fácil ni siquiera plateárselo. Dejar el ritmo apresurado y lleno de acción de la jornada laboral les puede costar un esfuerzo especial. Acostumbrados a altos niveles de adrenalina por el ritmo de su trabajo y/o las implicaciones que tienen sus decisiones, de repente, dejar de ocuparse de ellas no es algo fácil. Un vértigo al vacío puede dominarles y cambian la sobreactividad laboral por la sobreactividad de actividades de ocio, el “no parar” en vacaciones como fruto de la necesidad imperiosa de acción.

El descanso y la desconexión pasan, como primer paso, por poner tu mente en blanco con respecto a lo habitual, parar el ritmo frenético de las preocupaciones. El segundo paso, es dar otro ritmo a tu día, llenarlo de estímulos enriquecedores, novedad y belleza.

Para algunos, las actividades físicas que les permitan la descarga de la adrenalina será perfecto, el deporte, y cuanto mayor nivel de cardio, mejor; para otros, la quietud de la contemplación de un paisaje o la meditación será lo adecuado. El punto en común de ambas formas de descansar es la desconexión mental del día a día.

Ya hace más de cien años que los psicólogos estudiamos los ritmos de productividad y los efectos de la combinación de períodos de actividad y de períodos de descanso.

Un correcto descanso nos facilita la vuelta a la actividad con la mente en disposición de analizar, comprender y manejar mejor la información, tomar decisiones más eficientes y optimizar nuestro rendimiento. También nos permite relativizar los eventos y no experimentar la vida como una línea uniforme y continua. Todo ello, facilita nuestro equilibrio mental y nuestro bienestar psicológico.

Son razones suficientes para tomarnos el descanso como una actividad en sí misma, como parte de nuestra responsabilidad de tratarnos bien y cuidarnos.

Y, como suele pasar en temas de psicología, esto no es algo que los demás puedan hacer por ti sino que es algo que, al final, sólo depende de uno mismo.

DIA DEL TRABAJO

Los días internacionales sirven para tomar consciencia y poner foco en los temas. El día del #trabajo, es especialmente relevante en el contexto del #COVID19 donde el teletrabajo o el trabajo hibrido se han convertido en nuestra realidad.

Reflexionar sobre la #Psicologíadeltrabajo en estos momentos donde el #bienestarpsicológico se ha convertido en una prioridad para las empresas y los trabajadores es un gran tema de gran interés. En este video puedes oír una conversación realmente interesante con dos #psicologos excepcionales Francisco Javier Cantera Herrero y Yolanda García reflexionando sobre las necesidades, inquietudes y proyección de la #Psicologíadeltrabajo

Y de paso conocer las propuestas de las candidaturas a las elecciones al COPMadrid en materia de #psicologíadeltrabajo #PsicologíaMadrid_avanzamos

10 claves para que el trabajo no te agote psicológicamente

Teletrabajar no es conectarse al ordenador desde casa. Es otra forma de interpretar el trabajo que no es nueva, en algunas profesiones que ya hacen parte de su trabajo en casa, por ejemplo, periodistas o profesores o personas que elaboran algún tipo de producto en casa.

Tampoco es smart-working que significa trabajar desde dónde sea y cuando el trabajador quiera. Algo que realmente sólo algunos profesionales pueden poner en práctica.

El teletrabajo requiere una madurez de las organizaciones, de sus líderes y de los colaboradores que conlleva un cambio de paradigma de las creencias en torno al presentismo, al puesto de trabajo, el rendimiento, la autonomía, la responsabilidad, el mérito y la dirección de personas.

Supone rediseñar procesos de trabajo, establecer métricas basadas en el rendimiento y no en el presentismo y ahora en el onlineismo y desarrollar protocolos adaptados a las necesidades tanto tecnológicas como de liderazgo que requiere la coordinación de equipos en remoto.

Para el colaborador implica, además, establecer pautas de organización y auto-cuidado concretos ya que el aislamiento y la pérdida de referentes espaciales, temporales y relacionales provoca una serie de efectos vinculados con el agotamiento, la apatía, la desorientación y la desconexión de la organización, que pueden redundar en un stress por teletrabajo.

Estas son 10 recomendaciones a tener en cuenta a la hora de organizar el teletrabajo para evitar esos efectos psicológicos negativos y cuidar tu salud psicológica.

1. Prepárate en “modo trabajo”

Lo habitual es tener asociado trabajar con ejercer un rol determinado en unas condiciones específicas. Para ir a trabajar hemos adoptado unas rutinas diarias y semanales tanto de aseo, ropa que utilizamos y disposición actitudinal que adoptamos. Al trabajar solos en casa podemos entrar en una rutina de descuido de nuestros rituales de autocuidado, de aspecto y vestuario que no nos ayuda a entrar en programarnos para trabajar. Necesitamos establecer hábitos de cuidado personal y adoptar un aspecto profesional ante el ordenador que nos permita estar en “modo trabajo”, atentos y concentrados. Además, puede que nos conectemos en remoto y la pantalla ponga en evidencia nuestro descuido. Hay que establecer rutinas diarias y semanales, estableciendo diferencia entre los días de trabajo y los días de descanso si no vivimos el tiempo en plano, sin diferencia, ni cualidad y llegaremos a sentirnos desorientados temporalmente lo que además fomentará el que nos sintamos desanimados.

2. Créate tu espacio de trabajo

No tienes asociada tu casa a trabajar sino al descanso y la vida familiar. No tienes referentes espaciales, ni temporales ni de relación y los necesitas para que tu mente esté tranquila y asocie el sitio a trabajar, te falta la máquina del café o los encuentros en el ascensor o una mesa concreta para trabajar. Para que tu mente se sitúe con facilidad ante el trabajo tienes que rodearte de estímulos concretos que asocies con trabajar. Para ello prepara un espacio específico para ello, una mesa, una habitación, un rincón. Cuidando la ergonomía de la silla, la altura de la mesa, la luz, el reposapiés y, también, las normas de prevención de riesgos laborales en el hogar, especialmente, atendiendo a los cables de la luz y los objetos móviles. Para ambientar, puedes añadir objetos simbólicos que te ayuden a sentirte en positivo y relajar la mente, imágenes con perspectiva que produzcan sensación de lejanía para descansar la vista y ampliar el foco; elementos con colores estimulantes y formas geométricas que te permitan al mirarlos recuperar la atención; música que te ayude a la concentración. Este entorno concreto pronto se convertirá en el espacio asociado a la concentración y te programarás inconscientemente para trabajar.

3. Organiza tus áreas de vida

Teletrabajar no consiste en sentarse durante horas delante del ordenador o la máquina con la que produzcas desde casa. El teletrabajo gira en torno al rendimiento no al tiempo dedicado. El criterio tradicional está basado en indicadores temporales y procede del siglo XVI cuando Felipe II estableció con un Edicto Real la distribución del tiempo en 8×3 horas: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 para temas personales. Es una organización adecuada para el trabajo manual que tal vez no sea el más adecuado para el trabajo de servicios basados en trabajo cognitivo. Hoy en día las personas valoramos mucho el equilibrio entre nuestra áreas vitales como fuente de salud y ello implica asumir roles, prioridades y circunstancias personales y familiares que hay que integrar en nuestra jornada tal vez en otras proporciones.

Un criterio diferente, acorde con la filosofía del teletrabajo y más sostenible es el criterio de actividad de las “4D” propuesto por José Luis Casero, presidente de AROHE, organización para la racionalización de horarios. Así, tomaríamos decisiones sobre cómo  distribuir nuestra actividad entre: Descanso: específicamente el sueño; Dedicación: realizando actividades concretas de trabajo; Disponibilidad: posibilidad de contactar, por ejemplo, para reuniones y Desenganche: totalmente desconectado del trabajo.  Esta distribución permitiría adaptar con más ajuste los porcentajes a las necesidades del trabajo y de la vida personal.

Este tipo de distribución también puede dar lugar a un 6×4 a la hora de repartir el tiempo.

Sea cual sea el modelo que adoptes, que se integre lo mejor posible en tus circunstancias vitales, si hay un equilibrio es más probable mantenerlo y generará un sentido de congruencia personal y más satisfacción.

4. Establece tus prioridades para el día

En el teletrabajo la organización de las tareas es uno de los pilares fundamentales. Al cambiar el criterio de decisión de tiempo a resultado, es necesario discriminar qué actividades son las que hay que hacer para conseguir esos resultados y cuáles se pueden quedar sin hacer.

Cada día anota la lista de cosas que sí o sí tienes que hacer, que no se pueden quedar sin hacer ese día para conseguir los objetivos, esas son las prioridades. A ellas tienes que dedicar tu energía en primer lugar y, después, irás haciendo las tareas secundarias e incluso terciarias. Siempre habrá tareas que no se podrán hacer y que incluso perderán su sentido por lo que ya no habrá que hacerlas.

Para establecer esas prioridades, hay que secuenciar las actividades, lo primero es fijar metas a largo plazo, éstas las establece la empresa o tú si eres y objetivos semanales, éstos son los que hay que consensuar en equipo. Después analiza lo que es urgente e importante para conseguir esos objetivos semanales y decide cuáles son las prioridades de cada día alineadas con el equipo. Con ello tienes claro una hoja de ruta y un sentido de para qué haces lo que haces lo cual es en sí mismo una fuente de auto-motivación muy necesaria cuando estás sólo.

Esta forma de organizar la actividad tiene múltiples ventajas: evitas la improvisación, te ayuda a vencer la indecisión, tomas decisiones eficientes y eliminas la procastinación debida al perfeccionismo (dejas de hacer las cosas o te dedicas a ellas en exceso por miedo a cometer errores), la indecisión (fruto de confundir las tareas prioritarias con las secundarias) y las excusas (esperando que otro resuelva o esperando que te llegue la información, culpando a otros de lo que no haces).

5. Cierra tiempos

Las personas no rendimos de forma uniforme durante todo el tiempo. Nuestra atención, concentración y ejecución varían a modo de ráfagas, según nuestros biorritmos diarios y semanales. Una razón más para organizarnos por la cualidad de nuestra actividad y no por el tiempo dedicado.

Dependemos de un conjunto de ritmos cíclicos que explican nuestra diferencia de rendimiento según la hora del día y el día de la semana. Tienen que ver con nuestra biología, por ejemplo, el ritmo metabólico, la glucosa en sangre y nuestra interacción con el entorno, por ejemplo, la luz, la temperatura, las estaciones. Algunas personas se concentran con facilidad a primera hora de la mañana y otras lo hacen según va avanzando el día. La clave es la auto-observación y darnos cuenta de en qué horas nos es más fácil entender la información y tomar decisiones. Un análisis personal nos va a indicar en qué horas somos más eficientes, nos concentramos mejor y eso nos va a permitir tomar decisiones de cuándo hacer las tareas de alta concentración y cuando es más rentable realizar actividades de menor concentración.

No por estar más tiempo rendimos más. La ley de Yerkes-Dodson, descrita en 1908, muestra la relación entre nivel de activación y rendimiento en forma de U invertida. Pasado un determinado momento la concentración decae y dejamos de ser eficientes. Un argumento más en contra de la prolongación de las jornadas de trabajo. 

Nuestra percepción del tiempo es subjetiva, equívoca y difusa, de ahí que necesitemos regularlo externamente para tener la sensación de avance. No tenemos un órgano como la vista o el oído que nos indique el paso del tiempo. Nuestro cerebro lo percibe como imágenes aisladas según la valencia que le damos. Pasa deprisa en situaciones positivas y despacio en situaciones negativas. Este sentido del tiempo, nuestro” reloj interno” se modifica según nuestro estado interno. Por ejemplo, cuando tenemos fiebre corre el tiempo más rápido. Se regula en las mismas estructuras cerebrales; hipotálamo y glándula pineal que controlan el ciclo de sueño-vigilia.

La vivencia del tiempo es un fenómeno subjetivo y el ritmo es personal. Experimentamos los tiempos cortos mientras que inferimos los tiempos largos. Esta es la razón por la que se nos pueden hacer eternas las semanas o por el contrario no darnos cuenta de que ya han pasado semanas. Gestionar el tiempo interior es necesario para sentirnos bien por lo que tenemos que establecer marcadores externos que nos ayuden a regular nuestra percepción del tiempo porque si no caemos en una sensación de pérdida de anclajes temporales que puede llegar a asociarse con síntomas depresivos. Cuando el tiempo interno es muy diferente del externo se incrementa el estrés y las reacciones emocionales.

Por todo ello hay que establecer rutinas semanales y diarias para darnos referentes temporales externos que nos permitan ubicarnos con cierta objetividad en el tiempo. Además, cada día hay que fijar un tiempo concreto a nuestras actividades prioritarias y secundarias con el modelo que elijamos 4D u 8×3.

Por último, marcarnos límites temporales que nos estimulen para concentrarnos y actuar.  Mejor decirnos “antes de las dos termino esta tarea” y atenernos lo máximo a esa hora que “a lo largo de la mañana acabo esta tarea”. La primera forma de darnos auto-instrucciones facilita que nos programemos para ser más eficientes y nos genera la  sensación de controlar el tiempo, algo muy necesario para nuestra satisfacción con el trabajo.

6. Negocia con los tuyos

No trates de imponer o informar de lo tuyo como la prioridad a la familia sino que negocia con ellos los tiempos y el silencio en los que necesitas que se respete tu concentración. A cambio ofrece claramente tiempos en los que estarás disponible para ellos. Las soluciones que funcionan tienen que ser válidas para el sistema familiar. Sólo los acuerdos satisfactorios para todos se pueden mantener. Esta es una buena oportunidad para poner en práctica las conductas de pedir y dar que son básicas en las relaciones humanas. Además de los resultados deseados, la negociación nos ayuda a establecer lazos de intercambio saludables con los nuestros que nos reforzarán el sentido de pertenencia grupal, algo que necesitamos y que puede verse disminuido con el teletrabajo.

7. Gestiona tu autoexigencia

Una de las barreras personales más fuertes para un teletrabajo eficiente es lo que los psicólogos denominamos “el crítico interno”. Ese crítico no es más que el discurso que mantienes contigo mismo que cuando es crítico, te habla desde la exigencia: “deberías”, “tienes que” y te lleva al perfeccionismo exagerado y la necesidad de control. Escuchando al crítico interno descalificarte porque “tardas demasiado”, “no llegas”, “no tengo tiempo”, “no me da la vida”, “es que…”, “es que…”, adoptas una posición de victimismo que no te permite afrontar con eficiencia tu actividad.

Puede que tengas que hacer una revisión de tus creencias sobre ti mismo, de tu forma de hablarte y tratarte y ver si lo haces en positivo o en negativo y, además, adquirir las pautas anteriores que te van a permitir establecer límites y gestionarte eficientemente, flexibilizando tu mente y tu conducta porque ya no te dices: “tienes que”, sino” lo que toca ahora es esto”. De esta forma pasas el foco de ti y tu capacidad a tu actividad, lo que redunda de nuevo en el rendimiento eficiente.

8. Auto-cuidado psicológico

Ya hemos visto la necesidad de establecer ritmos, tramos horarios y diferenciar lo que hacemos por su valor en nuestros objetivos, esto está bien, son rutinas externas. Si hemos establecido esas pautas llegamos aquí en un escenario que ya previene y elimina muchos de los inconvenientes del teletrabajo.

Ahora es el momento de establecer rutinas de auto-cuidado físico y psicológico que cuiden  la “maquinaria” con la que trabajamos.

Conviene establecer momentos para descansar la vista, para estimular la atención y focalizar la concentración. La atención de nuestro cerebro decae en torno a los veinte minutos de concentración en una tarea y se desconecta unos segundos en torno a los 55-60 minutos. Esto nos hace ver la necesidad de aprovechar nuestra propia tendencia a la desconexión para relajar la vista mirando una imagen, a ser posible con perspectiva, una ventana, o incluso un objeto hermoso. Reactivar nuestra concentración es más fácil con música adecuada para ello o repasando el contorno y los detalles de algún objeto. Ejercicios de relajación, de respiración consciente, estiramientos son todos apropiados para renovar la energía y mejorar nuestro rendimiento cada hora.

Tenemos que revisar ahora nuestro discurso interno ¿Cómo nos hablamos? ¡Qué pesadez!, ¡Esto no termina nunca! No se rinde igual cuando el estado anímico es de apatía, desmotivación, impotencia, sensaciones de falta de control y cuando convives con emociones negativas y sentimientos de incertidumbre e indefensión. Además, con el teletrabajo es más fácil que surja el aburrimiento por falta de estimulación variada, tensión acumulada, pensamientos y sentimientos negativos.

Por el contrario, expresiones de ánimo como: ¡vamos! ¡ya queda poco! ¡venga! son auto-instrucciones totalmente diferentes que suscitan un estado positivo que es precisamente lo que necesitamos para afrontar con tranquilidad el trabajo.

Además, es necesario que diariamente nos revisemos cómo hemos estado ante el trabajo. La autoconsciencia y el poner un nombre a como nos sentimos se han revelado como prácticas de gran ayuda para la regulación emocional. Un excelente ejercicio para fomentar positividad es anotar cada día 3 cosas positivas o 3 logros de esa jornada. Es un ejercicio de Psicología Positiva que nos hace tomar consciencia del avance de nuestro trabajo y relativizar los inconvenientes ya que si no corremos el riesgo de polarizarnos en la negatividad pensando que no salen las cosas, que todo va mal o que es imposible terminar el trabajo.

Establecer descansos, cuidar nuestros pensamientos, relativizar, dar diferente valor a lo que hacemos y flexibilizar nuestra exigencia nos va a ayudar a afrontar con más seguridad el teletrabajo.

9. Mantente comunicado

Uno de los riesgos psicológicos del teletrabajo es la pérdida de referentes relacionales, sentimos que nos falta algo esencial, el contacto con otras personas.

Teletrabajar no significa estar aislado, requiere precisamente una mayor coordinación para que las aportaciones individuales se alineen con los resultados perseguidos. Esto supone mantener conversaciones periódicas que garanticen la aportación de valor del teletrabajador a los procesos que la organización requiere.

Por ello, es necesario tener claro que los tiempos de comunicación con supervisores y equipo son parte de la propia gestión del trabajo. La falta de comunicación directa hace que nos desconectemos del equipo y que perdamos los referentes grupales que nos cohesionan y producen sinergia.

Conviene mantener tiempos para hablar de las tareas, tiempos para hablar de las relaciones y tiempos para hablar de cómo estamos afrontando el trabajo, de cómo nos sentimos y pensamos, no para desahogarnos sino para aprender de los compañeros estrategias que les funcionan y sentirnos parte de una comunidad. Un líder de equipo en remoto tiene que facilitar estos espacios pero también es cosa del teletrabajador solicitarlos y aprovecharlos.

Necesitamos mantenernos comunicados con el equipo y la organización para sentir que formamos parte del proyecto. El contacto diario es necesario. Actualmente las videoconferencias se han convertido en el vehículo perfecto para lograrlo, conexiones breves, focalizadas en un tema, con objetivos y agenda concretas y seguimiento de las acciones decididas. Idealmente una reunión de coordinación al día sería perfecta para sentirnos vinculados. Además, una reunión presencial cada cierto tiempo compensaría la falta de contacto personal.

10. Consigue retroinformación de tu actividad

Uno de los riesgos del teletrabajo es perder la perspectiva y no darnos cuenta del trabajo realizado, del avance hacia los objetivos. Necesitamos dotarnos de referentes que nos ayuden a programarnos para la eficiencia y los indicadores de avance son excelentes para ello.

Indicadores como el ok a la lista de actividades realizadas, simplemente dando el ok a nuestra lista de actividad diaria. Cualquier indicador de actividad: ratios, promedios, resultados, que nos aporte perspectiva sobre el avance en nuestro trabajo y que nos permita valorar lo que hacemos será un elemento de refuerzo de nuestra motivación.

Teletrabajar requiere hábitos concretos, algunos de ellos ya habituales en el trabajo presencial, lo que cambia es la orientación a resultados. Muchas son sus ventajas pero también son muchos los riesgos que hay que minimizar o eliminar para conseguir la eficiencia y la satisfacción del teletrabajador.

Isabel Aranda, Doctora en Psicología

Artículo publicado en ABC el 25/04/2020, en colaboración con AROHE

AGOTAMIENTO EMOCIONAL

A tiempo aún de apuntarte a un interesante debate sobre uno de los tópicos más actuales #fatigapandemica #bienestarpsicológico
https://lnkd.in/daxaawA con grandes ponentes Francisco Javier Cantera Herrero Macarena Gálvez Herrer Guillermo Tena Rogelio Iglesias Rodríguez Isabel Aranda, PhD

San Valentin, ¿UN SOLO día PARA El amor?

Hoy se celebra el día de San Valentín, un día que pone el foco en el amor y en la pareja. Más allá de su significado comercial y del hecho de las modas globales, hoy es un día especial para pensar en nuestras relaciones de pareja, en la calidad de ellas, en lo que nos lleva a iniciarlas y a mantenerlas.

Un ligero análisis nos lleva a darnos cuenta de que la vida en pareja no necesariamente está vinculada al amor. El compromiso de un matrimonio ha sido a lo largo de la historia de la humanidad una forma de generar riqueza y garantizar la supervivencia a través de la crianza de los hijos.

Pero el amor poco tiene que ver con ese compromiso. En español la palabra amor hace referencia a una emoción que nos vincula con afecto o apego a otras personas. Solemos añadirle adjetivos para especificarlo como amor romántico, amor platónico, amor pasional. También hay un amor genérico a la vida o a una divinidad que se suele vincular con un amor espiritual. Y está el “amor propio” como expresión no de un afecto hacia ti mismo sino como una fuerza de voluntad que te impulsa a hacer determinadas cosas, muchas veces de autosuperación.

Esta emoción del amor está asociada a un conjunto de sentimientos como la confianza, el embeleso, la devoción que generan conductas específicas de aproximación, quieres estar con la persona amada. Tiene una enorme importancia en nuestra vida social y muchas de nuestras actividades giran en torno a la búsqueda del amor, a encontrar el amor ideal, al romanticismo de novela, parece que estuviéramos avocados a tener que encontrar una persona (y en muchos casos, una detrás de otra) a la que dedicarle nuestra atención y afecto.

Sentir amor no es sinónimo de estar enamorado y desde luego no hay un amor ideal o no hay una persona que personifique tu amor. Puedes sentir amor como una mezcla de sentimientos de aceptación, confianza, respeto, reconocimiento, ternura e incluso deseo, atracción sexual y pasión. Y puedes decidir amar o dejar de amar, eso sí, con cierto trabajo, por ejemplo, valorando a una persona, viéndola como el ser magnífico que es. Así lo hacían en Avatar cuando decían “te veo”.

La experiencia de sentir amor por otra persona es una mezcla de aceptación del otro tal como es, confianza, respeto, pasión y la experiencia de sentirte amado es una sensación de sentirte más fuerte, más válido y más importante para otra persona. Y claro que con frecuencia se confunde el amor con impulsos de atracción sexual pero no es lo mismo. Tampoco lo es el placer de la seducción, donde entran en juego otros factores psicológicos y, a veces, manipulativos.

Emociones, impulsos y pensamientos se gestionan en distintas partes de nuestro cerebro y, aunque finalmente haya una respuesta global, son fenómenos distintos.  

No todas las personas se enamoran de otras, no es una necesidad universal, ni tampoco todas las personas son capaces de sentir esta emoción. En este sentido, tendríamos que nombrar el creciente narcisismo, en gran parte provocado por el incremento del individualismo y el impacto de influencers y fotos de uno mismo en redes, que llevan, cada vez más, a que ese amor que podrías dirigir hacia otro ser humano lo dirijas hacia ti mismo.  

Ser capaz de amar es una de las características más valiosas del ser humano pero identificar el amor con “tu amor ideal”, “el amor de tu vida”, etc. puede arrastrarnos a una búsqueda infructuosa a lo largo de toda la vida en el que, por muchas personas que encontremos dignas de nuestro afecto, ninguna llegue a cumplir las exigencias de ese mito fantasioso que buscamos conseguir.

Puedes enamorarte de cualquiera pero cuando formas una pareja lo haces por similitud o por complementariedad. Es lo que se suele decir de “compartimos muchas cosas” o justo lo contrario “es mi media naranja”, pero aquí ya no entra sólo la emoción del amor, hay una evaluación de ventajas e inconvenientes donde el saldo te resulta favorable. Amar a otra persona no asegura que se pueda mantener una relación saludable con ella. Diferenciar nuestras emociones y tomar decisiones que mejoren nuestra calidad de vida debería ser parte esencial de la educación de los adolescentes.  

A raíz de la convivencia forzosa por la pandemia muchas personas se han planteado sus relaciones, la calidad de su vida, el afecto, vínculo y compromiso con su pareja. Muchas se han dado cuenta de lo importante y beneficioso que era su relación y otras justo lo contrario. De hecho, se han incrementado sobre un 30% las demandas de divorcios.

La pandemia no ha hecho más que incrementar una tendencia que venía siendo cada vez más creciente. Son muchas las personas que buscan asesoramiento psicológico para comprender y mejorar su capacidad de amar y ser amado, de superar mandatos y creencias, de dar y recibir, de pedir y ofrecer, de darse permiso para experimentar el amor, porque

a amar también se aprende.

Enlace recomendado: http://www.elenadapra.com/index.php/diaenamorados21/

SUPER BOWL: UN FENÓMENO DE PSICOLOGÍA DE MASAS

El aislamiento provocado por la pandemia del COVID19 nos ha hecho evidente, más que nunca, que las personas somos seres sociales, nos gusta estar con los demás, sentirnos parte de un grupo, estar en contacto y compartir. Es, a través, de esa interacción social que nos reforzamos, aprendemos, modulamos, nos planteamos aspiraciones y, muy importante, nos sentimos parte de una comunidad.

El apoyo social está reconocido como uno de los elementos claves en la superación de las dificultades y la generación de resiliencia, algo que necesitamos en estos momentos especialmente.

Cuando estamos con un grupo se produce un contagio emocional, un alineamiento cognitivo, compartimos valores o por el contrario, los confrontamos. El caso es que el pensamiento, la emoción y la acción pasan de ser individuales a convertirse en una respuesta colectiva. Los psicólogos sociales conocemos bien estos fenómenos de masas.

Y hoy, es un día especialmente significativo para hablar de esta influencia del grupo sobre el individuo, de cómo la cultura conforma el comportamiento, de cómo las personas nos unimos a causas, movimientos, modas y costumbres. Cuando más de 100 millones de personas, a la vez, se sientan delante de un televisor a ver la Super Bowl, hay mucho que decir sobre el comportamiento social. Más allá del magnífico espectáculo y todas las consideraciones económicas que conlleva este evento, nuestra reflexión quiere poner el acento en que comprender lo que nos lleva a actuar así es importante para fomentar el bienestar social.  

En la actualidad se dan dos factores nuevos que modelan el comportamiento más allá de las culturas locales, la globalidad y la virtualidad. Ahora, compartimos valores, paradigmas, creencias en esa Aldea Global que nos hace cada vez más iguales y que refiere con una gran fuerza a lo que nos une como seres humanos.

La cohesión social que hasta ahora vivíamos en los grupos de los que formábamos parte: familia, amigos, compañeros del trabajo, etc., ha pasado a ser una cohesión social virtual.

Hoy te puedes sentir plenamente vinculado a alguien que, en realidad, no conoces pero que estás viendo en un video en las redes sociales y con el cual te identificas de inmediato y eso lo haces tú y tal vez miles de personas a la vez, conformando nuevos fenómenos sociales que los psicólogos sociales estamos estudiando para ofrecer criterios e información que nos permitan un sano equilibrio entre lo individual y lo colectivo.

Desde diferentes áreas como son la economía, la política y la publicidad se está muy atento a la investigación, explicación, predicción y aplicación de los conocimientos que la Psicología Social aporta en fenómenos que, como la Super Bowl, están presentes en el planeta entero. Una de las líneas de gran futuro precisamente en el trabajo de los psicólogos es el manejo de Big Data y Analítica del Comportamiento. Queremos señalar que un conocimiento semejante del comportamiento humano requiere una reflexión ética del uso de esa información y que los profesionales de la psicología colegiados se adhieren a un Código Ético que da garantías de un uso riguroso que respete los derechos de las personas.

Felicitamos a los seguidores de la Super Bowl por la gran experiencia que hoy disfrutan en estos momentos tan difíciles donde el miedo ambiente se ha convertido en la emoción colectiva. Hoy pueden ilusionarse, decepcionarse, sentir la pasión y el disfrute compartido con tal intensidad que mañana contarán con una energía renovada para fortalecer su resiliencia y hacer frente a la pandemia que afecta a la humanidad.

SINDROME POSTVACACIONAL Y COVID19

El tema de actualidad de esta semana en el sector laboral ha sido la vuelta al trabajo, una vuelta este año compleja y diferente. En este sentido he colaborado con diversos periodistas y cadenas de radio aportando ideas desde la Psicología sobre cómo volver al puesto de trabajo y cómo volver a trabajar con el mayor bienestar posible. Había gran interés en los medios por entender lo que nos pasa cada año y, muy especialmente, lo que nos pasa ante el reinicio laboral este año en el que todo es tan atípico.

Por un lado, la vuelta a la rutina laboral. Muchas personas -un 60% de los trabajadores según la Asociación Española para el estudio de la Ansiedad y Estrés (SEAS)-, presentan síntomas relacionados con la falta de energía, agotamiento y desmotivación al reinicio de la actividad laboral. Es lo que se denomina síndrome postvacacional que no es ningún tipo de enfermedad sino un conjunto de síntomas propios de un proceso de adaptación a la nueva situación de horarios y tareas. Cuanto más abrupto sea el cambio en nuestras rutinas más esfuerzo de adaptación necesitamos para adaptarnos a los nuevos biorritmos. Por eso, entre las recomendaciones que se dan para prevenirlo están el adoptar los horarios laborales algunos días antes del comienzo del trabajo.

Es frecuente que nos encontremos más cansados, que nos cueste un poco concentrarnos, que nos sintamos más desganados. Son efectos del reajuste de ritmo, el cambio de estímulos y la orientación a tareas, por lo que cuanto antes nos adaptemos mejor. No suele durar más allá de una semana o diez días. En caso contrario, sí que es conveniente recurrir a un psicólogo no sea que creamos estar pasando un síndrome postvacacional y en realidad esté ocurriendo otra cosa. Tal es el caso de la ergofobia, un miedo incontrolable, desproporcionado y persistente al propio trabajo. Conlleva diferentes síntomas fisiológicos como taquicardia, sudoración, presión en el estómago, alteraciones de la respiración, etc., síntomas, en general, de ansiedad. En este caso, es una fobia que requiere un abordaje psicoterapéutico por un psicólogo.   

Por otro lado, nos encontramos con una vuelta al trabajo compleja, en algunos casos después de 6 meses sin pisar las instalacioes debido al confinamiento. El mero hecho del tiempo transcurrido ya sería suficiente para que tuviéramos que hacer un esfuerzo de adaptación, de familiarizarnos de nuevo con todo, el espacio, los sonidos, los compañeros, los clientes, etc. Pero, este año el diferencial está en el impacto del COVID19. Mamparas, líneas, distancias, mascarillas, geles, se han convertido en parte sustancial del espacio laboral y todo eso distorsiona la idea que teníamos del espacio de trabajo. Es necesario normalizar la situación, cuando antes lo consideremos como parte de la rutina antes reduciremos la alarma que nos provocan y la tensión que nos supone estar pendiente de todo ello.

Añadamos, ahora, la tensión psicológica con la que volvemos. Para muchas personas, volver al puesto de trabajo es ir a un espacio potencialmente peligroso donde se pueden contagiar y, además, contagiar, a su vez, a sus familias. El miedo al contagio, la ira de verse en amenaza, el asco que pueden sentir hacia la cercanía y el contacto con otras personas y la tristeza por haber perdido autonomía y libertad cuando no compañeros que han perdido el trabajo y la vida de allegados y conciudadanos.     

Es fácil que estemos fluctuando en el péndulo de estas emociones negativas entre una y otra con un vaivén desgastante y agotador. La carga emocional es la mayor que hemos visto nunca a nivel laboral. Esto hace que nuestra capacidad de análisis y toma de decisiones se vea mermada y sesgada. El pensamiento emocional nos lleva a ver las cosas en términos de todo o nada, blanco o negro, imposibilidad y parálisis, a centrarnos en el problema y no en las soluciones. Difícilmente con estos sesgos podremos hacer frente de forma eficiente a los retos que nos plantea esta nueva realidad.

Las personas tenemos una gran capacidad de adaptación, fruto, por un lado, de nuestra herencia evolucionista que nos hace estar cambiando y readaptándonos constantemente para salir airosos de los constantes desafíos de la vida. Contamos, por otro lado, con una capacidad de aprendizaje desarrollada, además, con la experiencia de nuestra propia vida. No hay duda de que somos capaces de adaptarnos y buscar la mejor forma de salir bien de esta situación de pandemia y desastre económico. El tema es desde dónde lo hacemos porque si lo hacemos desde el pensamiento emocional es bastante más complicado, con resultados más escasos y un mayor desgaste que si lo hacemos desde el pensamiento racional.

Lo que está ocurriendo en los últimos años a nivel social es un claro fomento del pensamiento emocional, no olvidemos que a la masa se la controla mejor desde las emociones, según dicen los manuales de política. Este pensamiento emocional pone el énfasis en nuestra debilidad, en nuestra incapacidad y se centra en el problema. Ejemplo, las noticias que aparecen en los medios son las personas que no llevan la mascarilla y pasan de largo sobre los millones que si la llevan. Otro ejemplo, cualquier titular televisivo. No se habla de lo que se está haciendo para resolver, ganar, crecer sino que la noticia es el problema, el desastre, el paisano comentando su queja.

Al final, el pensamiento colectivo termina enfocándose en lo que está mal, lo que falta, lo que no hay, en la queja continua y la falta el impulso para superar ese sesgo catastrofista. Eso es lo que se valida como correcto.  Las estrategias que utilizamos para pensar determinan la calidad de nuestra vida, de cómo nos sentimos y también de lo que logramos.

Así que si queremos superar esta crisis social-sanitaria-económica provocada por la pandemia del COVID19 necesitaremos cambiar las estrategias de afrontamiento a nivel individual, empresarial pero, también, a nivel social y esto, ahora mismo no parece que esté en la agenda de los poderes sociales.

Individualmente es una opción, centrarnos en lo que podemos, en lo que está en nuestra mano, mantener las medidas de prevención al máximo e ir paso a paso cada día sin agobiarnos pensando en “y si pasa esto” “y si pasa lo otro”. El grado de incertidumbre e inseguridad es tal que difícilmente podemos confiar en que suceda tal o cual escenario.

Sólo podemos confiar en nuestra capacidad para hacer frente a lo que ocurra.

Centrarnos en lo que estamos haciendo hoy para que suceda lo que queremos es una buen idea pero también lo es no agobiarnos por lo que pueda ocurrir futuro.

A nivel de empresa, no es una opción, es una necesidad, el stress laboral se disparará como resultado de la incorporación al puesto de trabajo con la presión del contagio. Las empresas tendrán que apostar por prevenir este riesgo psicosocial porque forma parte de sus obligaciones y fomentar el bienestar de sus trabajadores entrenándoles en estrategias de afrontamiento psicológico más refinadas y potentes de las que habitualmente se manejan. Ahora no sirve un desarrollo de competencias hay que ir a lo nuclear, a la capacidad psicológica de afrontamiento de la realidad y eso es lo que va a marcar la diferencia de cómo los trabajadores superen esta situación.

Para muchos, volver al trabajo es un privilegio y una oportunidad, para otros es algo a evitar lo más posible. Nuestra comprensión del trabajo tiene mucho que ver con cómo vamos a vivir esa reincorporación, cómo nos va a afectar el síndrome postvacacional y cómo nos vamos a adaptar y superar los desafíos del COVID19.

El difícil papel de los directores de personas en la vuelta al trabajo

gestionemocionalEstamos viviendo un tiempo donde las emociones se han impuesto en nuestra vida. Por un lado, el miedo al contagio por el #COVID19 y a contagiar, por otro, la rabia por la pérdida de libertad y la gestión que se ha venido haciendo desde el gobierno, por otro, la tristeza por la pérdida de allegados, conocidos y seres humanos, en general. Eso en el supuesto de que, además no hayamos perdido el trabajo, nuestro medio de subsistencia y la dignidad de la autonomía personal.

Volver al trabajo no va a significar correr una cortina y ya está, todo ha quedado atrás.

Volver al trabajo lo hacemos con todo ese vaivén de emociones negativas que como un péndulo constante fluctúa entre unas y otras y no nos deja cambiar el tono emocional.

El riesgo psicosocial en el trabajo se dispara en esta situación. La probabilidad de accidentes, de desencuentros, de conflictos, de bajas médicas, de absentismo mental, de desconexión de la empresa y de somatizaciones como problemas de sueño y desconexión mental,  de stress en general, seguro que es mayor, mucho mayor, porque nuestra mente no está disponible para concentrarnos en el trabajo. Es como si tuviéramos un programa que da error abierto en el ordenador mientras intentamos seguir trabajando.

Cuando las emociones negativas imperan en nuestra vida con la intensidad y permanencia como lo están haciendo ahora sus efectos sobre nuestra mente y cuerpo son importantes, dejan huella y, en algunos casos, traumática, hasta el punto de que necesiten ayuda de profesionales de la psicología.

Una experiencia tan intensa y prolongada de emociones negativas tiene importantes efectos. Perdemos la confianza en la vida, que ahora vemos tan frágil, perdemos la confianza en los otros, que ahora vemos como fuente de contagio y a los que no nos podemos arrimar porque son, en sí mismos, una amenaza, perdemos la confianza en nuestros dirigentes y no creemos que sus decisiones sean las mejores para nosotros, incluso, perdemos la confianza en nosotros mismos y pensamos que no vamos a poder recuperarnos de ésta.

Cuando la mente piensa sólo desde una perspectiva emocional ve la vida en términos dicotómicos de todo o nada, amigo o enemigo, blanco o negro. Para tener perspectiva y analizar los hechos y separarlos de nuestros sentimientos necesitamos la mente analítica que, en estos momentos, ha pasado a la reserva, a un segundo plano, como consecuencia de la intensidad del peligro en el que estamos viviendo desde hace meses.

En definitiva, volvemos al trabajo con nuestra mente y cuerpo sintonizados con el peligro, llenos de sentimientos negativos y en una parálisis cognitiva para movernos en este mundo ya no #VICA (Volátil, incierto, complejo, ambiguo) sino #VICAI (Volátil, incierto, complejo, ambiguo, inseguro)

Y, con toda esa carga emocional volvemos al trabajo. ¿Cómo dirigir a las personas en esta situación donde el trabajo emocional es tan intenso?

Es un enorme reto para los directores de personas, sea cual sea el tamaño y sector de actividad porque ellos mismos están inmersos en esta dinámica de emocionalidad negativa y VOCAI.

¿Cómo dirigir a las personas en este entorno? No cabe otra línea que la de generar proyección, confianza, perspectiva, la de promover la proactividad y la colaboración, pero ¿cómo hacer todo esto cuando el tono emocional es tan negativo?

El ser humano tiene una capacidad inmensa de autoregeneración, es capaz de sacar fuerza de flaqueza, incrementar su resiliencia, adaptarse a las circunstancias y responder de forma novedosa y eficaz a los retos del medio ambiente. Esta es la historia de la humanidad vista en términos de evolución y grandeza.

Contamos por lo tanto, con un medio adverso y unos recursos potentes, sólo falta ser conscientes desde dónde los aplicamos ¿desde las emociones negativas? Será complejo y limitado en este caso, siempre en la lucha, siempre en lo que falta y en la defensa de lo nuestro. Pasar a una emoción de aceptación que genere confianza va a ser el gran reto de los dirigentes en, al menos el próximo año y medio, porque si no,…

O cuidamos la emocionalidad colectiva de nuestra organización o los trabajadores van a enfrentarse a una situación difícil, nueva y muy, compleja sin los recursos mentales necesarios para ello.

Es responsabilidad de la organización cuidar de la salud laboral de sus trabajadores y esto incluye su salud psicológica.

Si quieres saber cómo hacerlo en este curso podrás conocer las claves para esa gestión emocional de las personas de tu empresa.

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