Una de las dimensiones clave del ecosistema laboral son las propias personas que lo componen y sus competencias y capacidades para afrontar los desafíos del trabajo.
En este sentido, este artículo comparte los planteamientos que he desarrollado para una formación en autoliderazgo como punto inicial del desarrollo del liderazgo en entornos laborales saludables.
Saber cómo actuar con las personas es una de las demandas más frecuente de los managers. Porque dirigir tareas es fruto de competencias técnicas que suelen dominar, pero “liderar” a otros es algo complejo y siempre desafiante.
El desarrollo de la inteligencia emocional intrapersonal es la base sobre la que crecerá la capacidad de liderar a otros. Es uno de los aspectos que los managers pueden desarrollar para mejorar su bienestar personal, ahora bien, no perdamos de vista que estos comportamientos tienen que integrarse en un ecosistema laboral que promueva el bienestar de forma equilibrada para ser saludable y sostenible.
Hace algunos años la demanda de la formación de managers se centraba en cómo liderar a otros, sin embargo, la experiencia ha demostrado que antes de liderar a otros, primero hay que desarrollar el propio autoliderazgo.
Por eso, es importante que los managers desarrollen su inteligencia emocional intrapersonal, se conozcan y autorregulen.
Liderar a otros comienza, sin excepción, por saber liderarse a uno mismo. Esta verdad, a veces pasada por alto en entornos organizacionales sólo orientados a resultados, se ha vuelto cada vez más evidente con el avance de las neurociencias, la psicología positiva y el enfoque de la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional
La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones y las de los demás. Su papel es fundamental en el liderazgo, ya que un líder emocionalmente inteligente puede crear climas laborales positivos, resolver conflictos, comunicar con empatía y motivar a su equipo.
La inteligencia emocional intrapersonal, es decir, la capacidad de conocerse y gestionarse a uno mismo, es la piedra angular del bienestar personal y organizacional.
La base del liderazgo saludable comienza por uno mismo. Antes de liderar a otros, un líder debe tener claridad sobre quién es, qué lo motiva, qué le distorsiona, cómo maneja sus emociones y cómo toma decisiones. Este proceso de introspección y autocontrol es lo que construye una base sólida sobre la cual se ejerce un liderazgo saludable.
Al fortalecer el autoliderazgo, no solo mejora el desempeño profesional, sino que también se potencia el bienestar personal y la capacidad para inspirar al equipo.
El autoliderazgo
El autoliderazgo no es una actitud positiva o una cuestión de voluntad. Es una competencia de la inteligencia emocional intrapersonal que se aprende, se entrena y se fortalece constantemente. Según Daniel Goleman (1995), autor clave en el campo de la inteligencia emocional, liderar implica tres competencias clave: autoconsciencia, autogestión y automotivación. A partir de su desarrollo, luego se puede empatizar, comunicar y guiar con eficacia a otros.
En otras palabras: si no gestionamos bien nuestras propias emociones, pensamientos y conducta, difícilmente podremos crear entornos donde las personas puedan florecer.
Este concepto de florecer «flourishing» proviene del ámbito de la psicología positiva, en concreto de Martin Seligman (2011) y se refiere a un estado en el que las personas experimentan un bienestar profundo y sostenido que se relaciona con el funcionamiento óptimo del ser humano.
Inteligencia emocional, liderazgo y bienestar
Diversos estudios, incluidos los de Goleman (1998) y Richard Boyatzis (2005), han demostrado que los líderes emocionalmente inteligentes no sólo obtienen mejores resultados del equipo, sino que además fomentan mayores niveles de bienestar y menor rotación de personal. Esto se debe a que estos líderes con una alta inteligencia emocional generan climas emocionales positivos, donde se validan las emociones, se regula el estrés y se actúa con empatía.
Líderes que manejan bien sus emociones promueven entornos de trabajo donde las personas se sienten valoradas, escuchadas y motivadas, lo que se traduce en menor estrés, mayor compromiso y un mejor clima laboral.
A nivel personal, tiene importantes beneficios ya que la inteligencia emocional permite al líder mantener un mejor equilibrio que redunda en su salud mental y física.
Las 3 competencias clave del autoliderazgo
1. Autoconsciencia
Es la habilidad de reconocer nuestras emociones, pensamientos y patrones de comportamiento. Un líder autoconsciente sabe qué lo activa emocionalmente, cuáles son sus valores y cómo su comportamiento impacta en su entorno.
Un líder autoconsciente puede identificar sus fortalezas, debilidades, valores y motivaciones, y actuar de manera congruente con ellos. Esta consciencia le permite actuar con autenticidad y adaptarse con mayor facilidad a situaciones cambiantes.
Ejemplo: Un líder que reconoce que la presión lo irrita puede anticipar sus reacciones y tomar medidas preventivas para responder con más calma y asertividad.
2. Autogestión
Implica la habilidad de regular nuestras emociones de forma saludable, mantener la calma en situaciones difíciles, ser adaptable y mantener el compromiso con objetivos a largo plazo. Un líder que se autogestiona bien no sólo transmite estabilidad emocional, sino que también modela comportamientos positivos ante su equipo.
Aquí se incluye también la capacidad de responder con apertura ante opiniones divergentes, lo cual fortalece la resiliencia emocional.
Ejemplo: Un líder que recibe una crítica inesperada, pero responde con asertividad en lugar de ponerse a la defensiva, está demostrando autogestión emocional.
3. Automotivación
La automotivación es una dimensión central de la autogestión e implica la capacidad de impulsarse a uno mismo hacia el logro de metas sin depender exclusivamente de estímulos externos. Un líder automotivado actúa movido por valores internos, propósito personal y compromiso con el crecimiento continuo, más allá de recompensas inmediatas o reconocimiento externo. Esta competencia permite mantener la energía, la iniciativa y la persistencia incluso en circunstancias difíciles o inciertas.
Un líder con alta automotivación inspira a otros no sólo por lo que logra, sino por la pasión, la actitud positiva y la resiliencia que demuestra frente a los desafíos. Además, al conectar su trabajo con un propósito más amplio, es capaz de mantener el entusiasmo a lo largo del tiempo y transmitir ese sentido de significado a su equipo.
La automotivación le permite mantenerse enfocado y comprometido sin depender exclusivamente de factores externos. Líderes automotivados tienen un propósito interno claro y son capaces de contagiar ese entusiasmo a su equipo.
Ejemplo: Una líder de equipo, frente a una baja en las ventas, no se desanima. Reflexiona sobre su propósito, redefine la estrategia y renueva su energía, motivando al resto.
Técnicas para desarrollar el autoliderazgo
Basado en enfoques de psicología aplicada y en la experiencia organizacional, propongo algunas técnicas para desarrollar tu autoliderazgo:
1. Diario de reflexión
Anota cada día tus reacciones emocionales, pensamientos asociados y aprendizajes y analízalos. Te permite identificar patrones de respuesta y tomar decisiones más conscientes. Pregúntate: ¿Qué sentí? ¿Por qué reaccioné así? ¿Qué puedo cambiar?
2. Mindfulness
La práctica de la atención plena en un mundo de multitarea aparece como una necesidad. Practicar la meditación guiada, la defusión o la contemplación, son ejercicios que mejoran la capacidad de respuesta frente a la presión del día a día.
3. Respiración consciente
Utiliza la respiración como herramienta para regular el estrés. Bastan 5 minutos de respiración lenta y profunda para activar el sistema nervioso parasimpático.
4. Retroalimentación
Solicita retroalimentación constructiva tras una interacción clave. Te ayuda a calibrar tu impacto y ajustar tu comunicación.
5. Autodiálogo positivo
Cambia el lenguaje interno negativo por frases de apoyo realistas. Por ejemplo: «Estoy aprendiendo a liderar y puedo pedir ayuda si lo necesito.»
6. Visualización
Antes de una presentación o decisión importante, visualízate actuando con calma, claridad y efectividad.
7. Metas con propósito
No sólo fijarse objetivos sino conectarlos con los valores personales es una potente forma de fomentar la automotivación interna y la persistencia ante los obstáculos.
Conclusión: autoliderarse es una práctica diaria
Como psicóloga organizacional, he visto que quienes desarrollan estas habilidades no solo lideran mejor, sino que también viven con más bienestar. El autoliderazgo es entrenable. No requiere condiciones ideales, sino consciencia, intención y práctica.
El verdadero liderazgo comienza por uno mismo.
Y como dice Viktor Frankl:
“Cuando no somos capaces de cambiar una situación, estamos desafiados a cambiarnos a nosotros mismos”
Referencias:
- Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. Bantam Books.
- Goleman, D. (1998). Working with Emotional Intelligence. Bantam.
- Boyatzis, R. E. (2005). Resonant Leadership. Harvard Business Press.
- Seligman, M. E. P. (2011). Flourish: A Visionary New Understanding of Happiness and Well-being. Free Press.




¿Te has dicho alguna vez “yo soy así?


Muchas personas se sienten incómodas, descentradas, inquietas, con un malestar difuso que no les permiten disfrutar de su vida. Otras claramente se sienten estresadas, deprimidas o claramente fuera de lugar. Y no se trata de las circunstancias externas de la vida, sino de cómo nos enfrentamos a ello. En todos los casos falta calidad de vida, el bienestar personal está deteriorado, la gestión mental que hacemos no es eficiente.

Mucha gente entiende la Psicología como el tratamiento de trastornos y dificultades, sin embargo, eso sólo es una de las aplicaciones de la psicología: la clínica, dirigida a personas que necesitan una ayuda profesional para salir de dónde están en temas como estrés, depresión, fobias, traumas, etc. En estos casos, se pone el foco en lo que está mal en la persona y se interviene para que pueda reparar o conseguir una mejora en su equilibrio.



