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VIVO EN UNA URNA DE CRISTAL, ¿SIN EMOCIONES?

urna de cristal Me preguntaba una persona en la presentación de mi libro emociones capacitantes el 9 de octubre en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid si una persona que siempre hubiera estado en una urna de cristal tendría emociones o si se necesitaban estímulos externos para que se le generaran.
Interesante pregunta, ¿verdad?

Tendemos a pensar que nuestras emociones son producidas por lo que pasa fuera de nosotros. ¿Es cierto esto? Sin duda lo que ocurre en nuestro mundo nos produce reacciones emocionales de todo tipo. Un ruido repentino genera en nosotros una reacción emocional de sorpresa, a la que sigue habitualmente otra emoción como es el miedo, la alegría, el asco. Una noticia de la pérdida de alguien querido nos produce tristeza. Un coche que nos pasa rozando nos puede generar ira. Y así sucesivamente. Lo que ocurre en el mundo físico es una fuente inagotable de emociones. También lo es lo que ocurre en nuestro mundo social, el efecto de las conductas de las otras personas en nosotros tiene tal vez un carácter más profundo y simbólico y es más fácil que afecten nuestro sentido de nosotros mismos: nuestra identidad.
Pero volvamos a la pregunta inicial, ¿sólo del mundo externo proceden mis emociones?

NO

Recuerdos, imaginaciones, pensamientos, sensaciones, cambios fisiológicos, son fuente continua de emociones, tanto o más que las anteriores. Mi naturaleza humana es mi principal fuente de emociones porque es parte de mi equipamiento para vivir.

Yo puedo imaginarme sintiéndome bien, aceptando el “aquí y ahora” y reorganizar mi mente y mi cuerpo para ello: comienzo a respirar más lento, tal vez entrecierre los ojos o incluso los cierre, mi cuerpo entero se afloja y adquiero una posición de apertura.

Yo puedo recordar el miedo que pasé en una situación cualquiera en la que no sabía cómo salir adelante y resolverla, tal vez un examen, tal vez cruzar un puente inestable, tal vez un conflicto personal con otra persona. Y esto significa que no sólo recuerdo, digamos a nivel de evocación mental, todo mi cuerpo evoca las reacciones que asocié a esa situación: encogimiento general del cuerpo, respiración mínima, entrecortada, paralización general, etc. Sólo si desorganizo / “desprogramo”, ese conjunto de reacciones asociadas al recuerdo podré en un futuro recordarlo de otra manera.

Las nuevas técnicas de neuroimagen nos han aportado también una información importante: personas en coma evocan recuerdos y experiencias emocionales.

Cuando soñamos evocamos también emociones asociadas a cómo experimentamos la situación y se ha podido comprobar que el bebé en el seno materno puede estar soñando a la vez que la madre. No podemos saber el contenido del sueño, pero lo que sí sabemos es que la neuroquímica de la madre está llegando al bebé, y por lo tanto, lo que ese set de neurotransmisores conlleva es lo que le llega al niño induciendo las respuestas propias a esos componentes químicos.

En otras palabras, sólo un cerebro dañado estructural o funcionalmente no generará respuestas emocionales.

Si recordamos el famoso caso de Phineas Gage (primer caso documentado científicamente sobre los daños cerebrales y el comportamiento), quien tras sufrir un terrible accidente que dañó la conexión entre la zona límbica y el córtex cerebral, podemos darnos cuenta de que las emociones van a estar ahí. ¿Phineas dejó de tener emociones? No, pero no podía gestionarlas. No sabía que era apropiado y qué no.

Seguimos pensando en las emociones como fuerzas independientes a nosotros mismos que nos dominan, que incluso son desagradables, como enemigos muchas veces de nosotros mismos. A veces me ha dado la impresión de que alguna persona las vivía como crías de aliens que habitaran en su interior, incluso con frases tan descriptibas como “las emociones que me habitan”.

Este siglo XXI nos está trayendo muchas inquietudes, muchos retos en la evolución humana, una de ellas, las ganas de superar la dicotomía permanente entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, entre la razón y la emoción, entre el competir y el colaborar. Hay nuevas aspiraciones de integración, de ampliación de consciencia, de ir más allá de lo límites de nuestros propios juicios y de ampliar nuestro conocimiento basándonos en las múltiples perspectivas que los múltiples observadores que somos, somos capaces de ver y aportar.

La ingente cantidad de noticias sobre emociones forma parte de esta inquietud.

Señores, señoras, reconozcamos a las emociones como parte de nuestra naturaleza humana, como parte de nuestro equipamiento para dar respuestas funcionales y mejor adaptadas a nuestros retos diarios, como un recurso valiosísimo para triunfar no sólo en el sobrevivir, sino en la calidad con lo que lo hacemos. Sin ellas y su integración con nuestro pensamiento, al igual que le ocurrió a Phineas Gage, no sabemos lo que nos conviene o lo que es más adecuado para nuestra vida.

La última película de Star Trek nos ofrece un ejemplo fantástico sobre la integración de la razón y la emoción en la persona. Dos personajes tradicionalmente enfrentados en su dualidad, aproximan en esta película sus anhelos. Spock, quien antes era pura lógica y racionalidad, lucha ahora por integrar su dimensión humana (emocional) en su vivir y tomar decisiones más acordes con su naturaleza humana y vulcaniana, en definitiva, en sacarle el mayor partido posible a todo su bagaje genético y cultural: razón (lógica) y emoción.

El capitán Kirk, quien antes podía ser el adalid de la toma de decisiones en base a la balanza de costes y beneficios, adquiere ahora una identidad “visionaria”, pasional, donde las relaciones, la fidelidad, la cohesión de equipo y la amistad son las claves de un comportamiento colaborativo excepcional que lleva a “RESULTADOS EXTRAORDINARIOS”.

Los logros del equipo son los logros de la INTEGRACIÓN, de la ACEPTACIÓN “del otro como legítimo otro” que se dice en la terapia humanística de Rogers y en el coaching ontológico.

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¿Y ahora qué?, ¿cómo vivo yo con esto?

vela
¿Cómo salir adelante tras un accidente como el de Santiago de Compostela?
Después del terrible accidente del tren en Galicia las familias se irán acostumbrando a la pérdida; los participantes en el rescate y atención a los heridos tendrán grabados en sus cuerpos para siempre la experiencia; los espectadores seguiremos recordando el sobrecogimiento y la congoja de compartir su dolor y tal vez evocaremos situaciones similares que hemos vivido anteriormente. Poco a poco iremos digiriendo la situación, iremos sobreponiéndonos a ella. Muchos llevaremos para siempre en el cuerpo el shock de la noticia que se activará ante sucesos similares. Algunos de los más allegados y de los heroicos vecinos de Angrois les costará mucho, incluso muchísimo. Habrá alguien que no pueda fácilmente con ello.

¿Qué emociones aparecen en estos trágicos momentos?

Cuando ocurre una tragedia como ésta, que no esperamos, para la que no estamos preparados, todos los que nos hemos sentido afectados pasamos por un “proceso de duelo”, un proceso de asimilación de lo que ha ocurrido, en los casos de allegados, de intensidad y duración mayor y de más calado cuanto más cercano era el familiar; en el caso de los espectadores, mucho más liviano. Es un proceso multidimensional psicológico, fisiológico y social de tal magnitud que puede llevarnos a replantearnos nuestra filosofía y estilo de vida, modificar nuestro pensamiento, nuestras emociones y nuestra conducta. Poco se ha dicho, casi diríamos que se ha evitado recordar el atentado en los trenes de Madrid, pero los que lo sufrieron directamente habrán revivido su duelo, al igual que los que participamos en la ayuda a los afectados no hemos podido evitar revivir el inmenso dolor que compartimos con las familias, para siempre grabado en nuestras vidas. Hechos como éstos en los que el dolor es compartido por una numerosa comunidad dejan una huella en el sentir colectivo y supone una fuerza superior que ayuda a los afectados a superar lo ocurrido.

Hechos como éstos en los que el dolor es compartido por una numerosa comunidad dejan una huella en el sentir colectivo
La vida ya no será igual para ninguno de los implicados directamente en el accidente y cuanta más atención reciban mejor podrán reestructurar sus vidas. El trabajo de los psicólogos será esencial para favorecer la evolución natural del proceso de duelo y también el apoyo social en general que reciban los afectados y que tiene que ser específico en cada etapa para atender la emoción que en ella impera.

¿Cuáles son estas fases y cómo actuar en cada una de ellas?

Fase 1: Sorpresa / ‘Shock’ / Negación

Cuando conocemos la noticia entramos en un estado de desorientación, desconcierto y embotamiento donde la emoción predominante es la sorpresa. Una emoción que nos descoloca de carácter predominantemente físico. En un acto de defensa ante el dolor negamos lo que ocurre porque no lo podemos aceptar. Se caracteriza por conductas automáticas, improvisadas. No podemos pensar, sólo sentir el dolor. La grabación de un vecino de los primeros momentos con su voz entrecortada y agónica, de incredulidad y negación muestra bien este estupor en sus expresiones de desolación. Viendo las primeras grabaciones, por unos momentos parecía que lo estábamos soñando, que no era real.
El contacto físico es fundamental, con él sujetamos a la persona para que no caiga en el vacío, para que se sienta amarrado a la vida

Otras personas se quedan paralizadas. Veíamos a alguna persona en la vía, inmóvil, como si no estuviera en ese lugar. Otros actúan en automático, como si fuera una situación habitual, resolviendo, tomando decisiones, actuando en cooperación espontánea, improvisando recursos y soluciones. Ahí veíamos a los vecinos de Angrois rompiendo ventanas, entrando por agujeros, tapando con las mantas de sus casas los cuerpos mostrando su respeto y dignidad hacia ellos. No nos equivoquemos, sus acciones pro-activas que consideramos heroicas no les librarán del proceso de duelo. Simplemente han manifestado su solidaridad en su actuar y ayudar, y se verán más reconfortados a la hora de pasar por el proceso. En esta fase las personas asumimos la información de lo ocurrido y su duración puede variar de horas a días, y al final de ella hay una aceptación parcial que da paso a la siguiente fase. El reto de esta fase es aceptar la pérdida, la vida se ha perdido, la seguridad se ha truncado, la persona querida se ha ido.

¿Cómo podemos ayudar en esta fase? Es el momento de abrazar, de sostener, de apoyar a los heridos, a los familiares, a los participantes en el salvamento y atención, a los espectadores, a todos los que necesitan asimilar lo ocurrido, algunos de ellos personas que en la distancia han conectado con una pérdida personal en circunstancias similares. El contacto físico es fundamental, con él sujetamos a la persona para que no caiga en el vacío, para que se sienta amarrado a la vida, arropado por otras personas. La energía de este contacto físico tranquiliza, reconforta, sostiene.

Fase 2: Ira

La negación da paso a la ira, surgen todos los ¿por qué? El pensamiento adquiere predominancia sobre la emoción física de la fase anterior. Hay que buscar culpables contra los que dirigir la ira. Es una fase muy difícil de afrontar por los familiares y los implicados directamente. La energía por un tiempo paralizada en el shock se expresa más o menos abiertamente en conductas agresivas en todas direcciones. “Todo está mal”, “todo se ha gestionado mal”, “todo es criticable”, “¡tiene que haber culpables!”. Surge el enfado con uno mismo por no haber hecho algo que lo impidiera, la ira hacia los que consideramos responsables del accidente, los sentimientos de culpabilidad, de injusticia, de desamparo. Podemos sentir que nuestra seguridad y autoestima en nosotros mismos disminuye. El impacto fisiológico también será importante en los afectados directamente: insomnio, sueño no reparador, pesadillas, menos memoria, menos capacidad de concentración, menos apetito, menos capacidad para apreciar las actividades cotidianas. Al igual que la otra fase su duración puede variar de horas a meses.

La energía por un tiempo paralizada en el ‘shock’ se expresa más o menos abiertamente en conductas agresivas en todas direcciones

La respuesta adecuada es no implicarse personalmente en esta ira, lo que incrementaría y prolongaría la agresividad de todos, sino todo lo contrario, contener, templar, dosificar, ir abriendo poco a poco camino a nuevas emociones. En este caso se ha podido ver una pauta clara de dosificación y cautela en los medios informativos que han ido ayudando a digerir esta ira, no así en las tertulias de personas que sin preparación alguna en estos temas emiten juicios ideológicos buscando su propio beneficio. También es cierto que se han visto numerosas y brevísimas intervenciones de psicólogos dando pautas sobre cómo actuar en estos momentos. En situaciones como éstas necesitamos especialmente las recomendaciones e intervenciones de los especialistas para saber más sobre cómo actuar, sobre cómo ayudar a vivir la situación para facilitar el bienestar común y no actuar desde nuestros prejuicios y ocurrencias.

Fase 3: Tristeza

La ira va dando paso a la tristeza, tomamos consciencia de que nos falta nuestro ser querido, de que hemos perdido la seguridad y confianza en el día a día, de que la vida puede truncarse sin más. Es habitual que en esta emoción, las personas se debiliten, se empequeñezcan, adelgacen incluso, se retraigan hacia sí mismas y lloren su pérdida. Los sentimientos habituales son apatía, desinterés, abandono e incluso querer cambiar el estilo de vida habitual. Con esta emoción reintegramos la información y nos preparamos para afrontar un nuevo escenario que ya nunca será igual.
Un período que también puede durar desde días a meses. El duelo oficial en este caso aúna el sentir de toda la comunidad y supone una fuerza social que facilita vivir estos momentos.
Los ritos de entierro o cremación y funeral facilitan la toma de conciencia de la separación entre los vivos y los muertos. Cuando el cuerpo no se encuentra hay una mayor dificultad en procesar esta separación, de alguna forma es como si no hubiera pruebas reales de ello.

Cada persona necesita un tiempo diferente para recomponerse ante el nuevo escenario dependiendo mucho del vínculo con la persona perdida

No es el momento de animar, ni de sugerir actividades positivas, ni de decirle que no esté triste. No es el momento. Una excesiva intervención o un querer sacar a la persona de esta emoción no harán más que interferir en su tiempo de duelo y generar una discrepancia entre la persona y su entorno por el que no se verá reconfortado. Cada persona necesita un tiempo diferente para recomponerse ante el nuevo escenario dependiendo mucho del vínculo con la persona perdida, de la brusquedad de la pérdida que lo agudiza, como es este caso, y con mucha fuerza del soporte social. El reto es experimentar la tristeza y no bloquearla, dejar salir el dolor de la pérdida. Oyendo en los siguientes días a los habitantes de la zona sentíamos con ellos su intensa pena, nos contagiábamos de sus lágrimas y desconsuelo. Se nos hacía un nudo en la garganta al verlos.

Muchas personas seguirán “sintiendo la presencia” de su familiar fallecido, especialmente en momentos de somnolencia y muchas también querrán cambios radicales en su vida, bien en su casa, en su entorno, en su trabajo, en sus relaciones. No es de extrañar, su escenario de vida se ha desintegrado y necesitan construir uno nuevo.
Es el momento de escuchar al doliente no sólo en su comunicación verbal, también la no verbal, acariciando su mano, poniendo una mano en su hombro o permaneciendo en silencio a su lado. Si se abre espacio para que exprese su dolor le será más fácil salir de esta fase y pasar a la de aceptación y reintegración.

Fase 4: Aceptación

Es una fase de reorganización. Poco a poco se va afrontando la nueva situación y nos reorganizamos ante ella. El dolor no ha desaparecido pero empieza a sentirse de otra manera, más sorda, más lejana. Empieza a sentirse poco a poco una cierta paz interior, nos vamos haciendo a la idea de la pérdida y comienzan a aparecer sentimientos de cariño y pena, en vez de dolor agudo.

El vacío que deja un ser querido perdido bruscamente es especialmente irremplazable y requerirá tiempo y esfuerzo.
Las fases anteriores se revivirán una y otra vez en secuencias cada vez más cortas, y cada vez se irán aceptando con mayor tranquilidad.

La vida no será igual, el vacío que deja un ser querido perdido bruscamente es especialmente irremplazable y requerirá tiempo, esfuerzo y acompañamiento la reconstrucción de nuestro espacio vital, eso sí, con un significado diferente.
El reto será adaptarse a una vida sin nuestro ser querido. Esto supone prescindir de nuestras expectativas sobre esta persona, su apoyo y presencia. Un punto de inflexión es cuando somos capaces de mirar al pasado y recordar a la persona y la vida compartida sin un intenso dolor.

Ya no hay tanta necesidad de hablar de la pérdida. Es el momento de apoyar a los dolientes, de hablar de otras cosas, de lo cotidiano, de lo habitual. La vida, con su ritmo, se va imponiendo.

Fase 5: Esperanza

Nunca se olvidará la pérdida, pero empiezan a verse otras posibilidades en la vida. Nos sentimos abiertos a nuevos estímulos y se comienza a mirar hacia el futuro abriendo espacio a nuevas relaciones, a nuevos vínculos.
Reelaboramos lo ocurrido intentando darle un sentido y confiamos que la vida nos puede traer algo más. Buscar una misión que dé sentido a la vida es un gran estímulo.

Todos los que hemos seguido este terrible accidente pasamos por el proceso en alguna medida, y especialmente los que hemos vivido situaciones similares, todos necesitamos reintegrar también los hechos, la fragilidad de la vida y la fuerza del destino.

Aquí aparece la increíble capacidad humana de la resiliencia para superar las situaciones difíciles y el dolor emocional, e incluso salir fortalecidos de ellas. Desde la psicología positiva comprendemos mejor la naturaleza del ser humano tendente a la superación y al futuro. Las personas contamos con sólidos recursos para afrontar hechos como éstos y encontrar la fuerza para seguir viviendo que adquiere más valor cuando nos sentimos arropados por los demás. Como sociedad nuestro interés no sólo tiene que estar en poner los medios para que no ocurran accidentes similares. sino en facilitar que sus miembros puedan recorrer su proceso de duelo con el apoyo necesario en cada momento.

Publicado en El Confidencial el 3 de agosto del 2013
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-08-03/como-salir-adelante-tras-un-accidente-como-el-de-santiago-de-compostela_14764/

LA VOLUNTAD UN AS PARA EL CAMBIO

VOLUNTAD

¿Puede impulsar el coaching la voluntad?

Con el coaching la consciencia necesaria, la visión, la definición de objetivos, el plan de acción necesario para alcanzarlo y el convencimiento en su capacidad para conseguirlo del coachee no sólo se construyen sino que pueden alcanzar la intensidad necesaria para lograrlo. El desarrollo de la voluntad se ve iniciada y reforzada en el espacio del coaching muy por encima y en menor tiempo de lo que por sí mismo el coachee hubiera podido conseguir.

Luego al igual que un músculo, la voluntad se fortalecerá con el ejercicio. Si se deja de ejercitar se debilita. Cada situación que requiere un esfuerzo de voluntad es una oportunidad para cultivarla, lo que implica trabajo, esfuerzo, dedicación y constancia.

Diferentes voluntades en las diferentes fases de la acción

Para conseguir un propósito se requiere una voluntad diferenciada según sea el momento de la acción: el inicio, la persistencia, la superación de obstáculos y la orientación a un logro excelente. En cada momento el componente de la acción y la voluntad requerida para empezar, persistir y culminar, es diferente y el papel del coach también puede ser diferente.

Voluntad para empezar algo: Voluntad inicial: La voluntad para romper con la inercia, la deriva en la rutina cómoda, la “caja de confort” de lo conocido y habitual, los hábitos consolidados y el descenso continuado en la espiral de la inconsciencia y, a la vez, impulsarse hacia la toma de consciencia de lo que se quiere y ponerse en marcha hacia ello. Sin ella no habrá cambio posible. Por sí sola no será suficiente para alcanzar la meta, necesitará de la constancia para superar las dificultades que irán surgiendo o sólo será un intento y se abandonará. La voluntad inicial se refuerza intensamente con la ayuda de otra persona y especialmente de un coach. El coach facilita que la persona elija si quiere dirigir proactivamente sus decisiones y actos o prefiere seguir igual o dejar la responsabilidad en manos ajenas. La distinción entre locus de control externo o interno de la Teoría de la atribución resulta tan esclarecedora, que el coachee se muestra con frecuencia sorprendido al descubrir donde sitúa su control. Descubrir que ha asumido un papel de “victima” de sí mismo muchas veces es el detonante de una explosión de indignación, estupor, sorpresa, seguido en muchos casos de tristeza, enfado o rabia. Este descubrimiento supone un cambio de observador en términos de coaching y resulta sumamente esclarecedor para el coachee y necesario para su avance en el coaching. Es, probablemente uno de los aspectos del cambio donde más impacto puede tener el coaching, por cuanto es el gran detonante de un cambio de dirección hacia la toma activa de responsabilidad sobre las decisiones.

Voluntad para mantenerse en lograrlo: Voluntad perseverante: Compuesta de tesón, empeño, firmeza, la voluntad perseverante permite persistir en el esfuerzo por conseguir la meta, y se va robusteciendo a medida que se repite el esfuerzo en conseguirlo. Esta voluntad es la que permite alcanzar cualquier meta. También aquí el acompañamiento del coach en el proceso facilita el fortalecimiento de esta voluntad perseverante, bien con su presencia, bien con el propio proceso de coaching que supone un seguimiento continuado de los planes de acción, bien con la energía que adquiere el coachee con el proceso mismo.

Voluntad para superar los inconvenientes: En el proceso de conseguir una meta pueden surgir inconvenientes que dificulten el avance e incluso la consecución. Es fácil dejar de hacer algo cuando sólo se encuentran obstáculos y para mantenerse con la voluntad firme de alcanzarlo es necesario tener muy claro el objetivo y una “visión” definida de lo que quiero conseguir. El papel del coach facilitando la clarificación de objetivos y el diseño de la visión, van más allá del aporte técnico que puedan ofrecer al coachee ya que precisamente son dos de los contenidos claves en los que se ha formado. Además su presencia sirve de acicate y estímulo para el coachee  

Voluntad para superar las frustraciones: La frustración es el valor que damos a tener un obstáculo entre la meta y yo, que vivimos como un bloqueo o impedimento. La persona fuerte se crece y madura superando sus frustraciones, gracias a la capacidad de resiliencia, capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación. Para Boris Cyrulnik (neurólogo y psiquiatra) “Es el factor diferenciador entre las personas que logran superarse y triunfar, mientras que otros arrastran su frustración toda la vida”. Las distinciones que ofrece el coach, especialmente la de víctima-responsable, y otras como error – fracaso, facilitan que el coachee elija cómo afrontar las circunstancias de su vida y pueda desarrollar la voluntad de superarse e incrementar su resiliencia.

Para terminar lo empezado: Voluntad para terminar bien la tarea comenzada: Unida íntimamente al placer por la excelencia y el gusto por un trabajo bien hecho, es la voluntad de logro; requiere también la perseverancia y el trabajo continuado. Para fortalecer esta voluntad, el coach aporta nuevas distinciones: excelencia – exigencia, eficacia – eficiencia, que ayudan al coachee a reconocer sus criterios de acción y la utilidad y sentido que tienen.

“Hay en el mundo un lenguaje que todos comprenden, es el lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en busca de aquello que se desea o en lo que se cree  Paulo Coelho, escritor

Esto es parte de mi último artículo publicado en Capital Humano, 275 que te invito a leer en el siguiente enlace. https://elblogdeisabelaranda.com/wp-content/uploads/2011/12/la-voluntad-un-as-para-el-cambio_capital-humano.pdf

 

 

SOMOS QUIENES SEREMOS

ESTRELLASLa idea de que somos como somos y no podemos cambiar ha marcado la vida ¡y la incapacidad! de muchas personas. ¡Cuántas veces hemos oído decir: “Yo soy así”, “Así me parió mi madre”, “Yo a mi edad no pienso cambiar”, y muchas otras frases similares que muestran la reducción de la persona de sí mismo a una cosa inmutable. No somos nuestro pasado, o al menos podemos no serlo si queremos.

Estamos tan acostumbrados a tener como referente único el pasado que admitimos como criterio esencial el feed-back. “Dime cómo lo he hecho” preguntamos, poniendo el foco en lo que tengo que mejorar, en lo que debo cambiar para la próxima vez.

Y no sólo a nivel personal, en el mundo empresarial también se utiliza el pasado como criterio único. Bien dice mi querido amigo Josepe (http://josepegarcia.blogspot.com.es/) en el libro 2001 Odisea Management, de editorial Rasche  (http://www.editorialrasche.es/) “Desgraciadamente, en el mundo de la empresa todavía se evalúa mayormente desde el desempeño (lo que he hecho) y se deja de lado lo más importante (lo que soy capaz de hacer)”

 Para muchos coachees el darse cuenta de que puede elegir es un auténtico descubrimiento que abre las puertas a una “segunda vida” en la que la consciencia y la elección personal se convierten en la brújula para no perder el rumbo de su vida.

 We are what we become: somos aquello que llegamos a ser. Preciosa frase que cambia el foco del pasado al presente. Ya no se trata sólo de lo que he sido, sino de lo que soy ahora.

Lo más impresionante del ser humano es su capacidad para construirse día a día. Por mucho que nuestro equipamiento genético nos predisponga e incluso determine en algunos aspectos como la constitución física, la altura, o ciertos rasgos del carácter y la personalidad, la realidad es que no tenemos límites cuando nos proponemos ser de una determinada manera.

 Esto es fácil de apreciar cuando se trabaja en desarrollo de personas, y especialmente con coaching. La idea de que una persona puede elegir cómo sentirse ante algo que le ocurre, diseñar su futuro, y conseguir sus sueños no sólo es fascinante, impresiona profundamente. El constructivismo personal es el planteamiento que subyace en la psicología positiva y en el coaching. Si no pensaramos que la persona puede elegir cómo ser y qué hacer diferente para ello, no tendría sentido el desarrollo personal.

Resulta sorprendente ver los potentes recursos que las personas tenemos para hacer frente a nuestra vida, las “fortalezas” que hacen de nuestra mente una auténtica fábrica de poder personal. Con frecuencia difuminadas, con frecuencia desconocidas son, sin embargo, fáciles de desarrollar.  Podemos entrenarnos en pensar en positivo, aumentar nuestro tiempo emocionalmente positivo, reforzar nuestro sentido de valía, autoestima y ejercitar la resiliencia entre otros. Es un ejercicio en el presente que nos empodera y nos permite sentirnos más capaces y satisfechos.

Aquí ya no importa tanto el feed-back como el feed-within de quiénes estamos siendo.

Pero no hay nada tan potente como partir de la visión del futuro. Acostumbramos a soñar desde el me gustaría ser, pero menos frecuentemente a soñar desde el quiero ser. Y esto es probablemente la acción más potente y rica para el desarrollo de uno mismo. Es un ejercicio esencial en coaching y también en el desarrollo de un equipo. Se trata ahora del feed-forward, de recibir la información de lo que quiero llegar a ser que se convierte en mi meta, y a la vez en mi camino hacia ella. Nada mueve más a una persona que verse a sí misma haciendo algo ya. Nada impulsa más que la propia idea de uno mismo. Así que para cerrar esta línea de tiempo de la propia vida es imprescindible contar con el futuro en el que queremos vivir.

Si el feed-back nos dice que hemos hecho en el pasado, nuestros actos, el feed-within nos informa de cómo nos enfrentamos al aquí y ahora, nuestros pensamientos y sentimientos en el presente, y el feed-forward nos dice quienes queremos ser, nuestros sueños desde el futuro.

Ojalá cale poco a poco esta idea también en el ámbito educativo y se trabajen más la construcción voluntaria y decidida de uno mismo desde la adolescencia.

Nunca es demasiado tarde para elegir cómo sentirse ante la propia vida, y no hay nada como hacerlo desde nuestro ideal de nosotros mismos.

Algo se mueve imparable en la Psicología

IMG_3831En estos días dos actos diferentes y de gran importancia celebrados en el Colegio Oficial de psicólogos de Madrid han venido a señalar el esfuerzo de los psicólogos por compartir con la sociedad una imagen actual, competente y positiva de su trabajo.

El primero la elección de la nueva Junta Directiva de la Sección de RRHH del COPM, de la que tengo el honor de formar parte, y el segundo, el Acto de Reconocimiento a los psicólogos que divulgamos el papel de la psicología con la presencia de conocidos psicólogos como Javier Urra, Rocío Ramos-Paul, Mª Jesús Álava Reyes, Bernabé Tierno, y así hasta 60 colegiados que hacemos llegar a los medios de comunicación el valor para la sociedad del trabajo de los psicólogos. Preciosas las palabras, que desde su experiencia trabajando con psicólogos, nos ofreció Mamen Asensio, Directora del programa de RNE, «España directo»

Los psicólogos del Trabajo, RRHH y Organizaciones trabajamos en los diversos aspectos que tienen que ver con el bienestar y el rendimiento en las empresas: selección, evaluación, formación, prevención de riesgos, especialmente los psicosociales, desarrollo organizacional, desarrollo de personas (incluido el coaching).

No siempre ha sido visto y valorado este trabajo. La psicología ha tenido y aún tiene una imagen cuando menos extraña y dispersa. Para algunos es algo tipo mágico, para otros incluso tiene que ver más con no estar bien de la cabeza.

Sin embargo, para sorpresa de muchos que consideran la actividad de los psicólogos como un trabajo dirigido a aquellos que no están bien, que tienen problemas, un trabajo clínico en definitiva, la psicología no se centra sólo en el malestar.

Una de sus áreas de trabajo de largo desarrollo y demanda creciente precisamente es la de la psicología del bienestar. Una psicología centrada en el desarrollo de las personas, en conseguir que se sientan más capaces, sean más felices y vivan con más calidad.

Dos teorías claves fundamentan este desarrollo de personas. Una la Teoría de la inteligencia emocional que con tanto acierto nos ha permitido entender cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, y la segunda la Psicología Positiva que nos ilustra de aquello que nos hace más humanos: nuestras fortalezas, valores y virtudes, que son el motor de nuestra construcción como personas.

El bienestar se está convirtiendo a pasos agigantados en el área de trabajo más de moda y más activa en estos momentos. No es de extrañar que precisamente por los tiempos de incertidumbre y desesperanza que vivimos se vea prioritaria la necesidad de aprender a movernos en este nuevo escenario, ya que es ahora cuando esas cualidades que nos diferencian como humanos se hacen más necesarias, tiene más sentido y valor.

La oferta de actividades vinculadas con el bienestar personal es inmensa. Las hay de todo tipo y valor. Pero reflejan una demanda imparable de las personas. Nunca como ahora ha habido un interés similar por conocernos, por explorar nuestras capacidades.

Esta Psicología del desarrollo y del bienestar nos ha ido abriendo las puertas a un mundo fascinante: a la posibilidad de la elección personal. El  paradigma del constructivismo personal está calando. La idea de que las personas podemos elegir como ser y sentirnos es tan potente que, una vez conocida, es difícil de abandonar. Las explicaciones y técnicas que nos ofrece la Psicología Positiva son sencillas e importantes. Decía el Dr. Martin Seligman que el objetivo de esta psicología es “Descubrir y promover los factores que le permiten al individuo y a las comunidades vivir en plenitud. La Psicología Positiva estudia la capacidad humana para generar orden y significado en nuestra experiencia, enfatiza el potencial creativo de las personas y las muchas maneras en las que podemos construir una “buena vida”.  La Psicología Positiva no es un ejercicio de autoayuda ni un método mágico para alcanzar la felicidad…lo que busca es ampliar la perspectiva con la que las personas se explican el mundo y puedan elegir cómo vivir tu vida.

Son muchos los psicólogos que actualmente estamos trabajando por el bienestar, y muchos los renombrados. Vamos a vivir un gran momento de la psicología.

CAPACES DE SER o DE HACER

negativaEntorno incierto, dificultades, limitaciones, lo llaman “crisis”
Es un hecho que para muchísimas personas hoy en día es más difícil salir adelante, ganarse la vida, casi sobrevivir. Es un hecho que es más complicado conseguir contratos, ganar clientes, ofrecer servicios. Pero esta situación no deja de ser un escenario en el que nos movemos. Nuevo escenario, nuevas necesidades, nueva forma de actuar. Son necesarias nuevas capacidades. Siendo un poco darwinistas podríamos pensar que sólo los que se adapten al medio y generen nuevas capacidades, funciones o comportamientos serán capaces de sobrevivir con éxito. Puede que este escenario esté pidiendo más de nosotros mismos, más de nuestra capacidad de ser tanto como de nuestra capacidad de hacer. Puede que este escenario negativo sea, al igual que ocurre con el revelado de fotos, el origen del lado positivo de la imagen.
Tal vez se deba a estas necesidades la ingente oferta de servicios relacionados con el bienestar: talleres de desarrollo personal, libros de autoayuda, conferencias motivadoras y lo más numeroso, el coaching. Ofertas variadas, a veces pintorescas, ofertadas por todo tipo de perfiles profesionales que llaman la atención sobre un hecho importante: la necesidad de las personas de empoderarse y sentirse capaces de manejar su situación.
En un marco de rigor científico, la Psicología Positiva (esa gran desconocida por muchos que piensa que la psicología sólo es para quien tiene problemas) estudia y desarrolla aquello que hace que las personas nos sobrepongamos a nuestros problemas, tengamos fuerza para iniciar nuevos retos y persistamos hasta conseguir nuestros objetivos: emociones positivas, pensamientos positivos, fortalezas, proyecto de vida.
Una fortaleza es la “Capacidad natural para pensar, actuar y sentir de una manera que permite el funcionamiento óptimo y el rendimiento en la búsqueda de resultados valorados” (Linley y Harrington, en prensa )
Las fortalezas: sabiduría, coraje, humanidad, trascendencia, moderación y justicia, nos empoderan, nos hacen sentirnos dueños de nuestra vida y hacen que ésta tenga significado para nosotros.
Dice Rafael Echevarría en “Ontología del lenguaje” que “El atributo fundamental de los seres humanos es su capacidad de actuar y, a través de ella, su capacidad de participar en la generación de sí mismo y de su mundo” Cierto, al hacer configuramos nuestro mundo, pero para hacer es necesaria la fuerza que dimana de nuestras fortalezas. Desde el desánimo, la negatividad, el miedo o la ira, desde el pensar que “no se puede hacer nada”, o que ”no soy capaz de conseguirlo” difícilmente tendré una capacidad de actuar adaptada a las demandas de este entorno tan exigente. Con fortalezas más trabajadas, mayor capacidad de acción.
Como dice el Dr. Martin Seligman «Las personas llevan escrito un SI o un NO en su interior, y eso lo define todo. Lo importante es que puede cambiarse”
Veamos un sencillo ejemplo del entrenamiento mental de la psicología positiva que se lleva a cabo en una sesión de coaching para rebatir pensamientos positivos:
Adversidad: Mi jefe me ha dicho en la reunión que lo he vuelto a hacer mal.
Creencia: Me la tiene jurada, me considera poco inteligente y encima mis compañeros también piensan lo mismo.
Consecuencia: Me he sentido inútil, avergonzado e incapaz.
Rebatimiento: El hecho de que el jefe me haya dicho que lo he vuelto a hacer mal no significa que piense que soy poco inteligente. Se ha referido a algo que he hecho, no a cómo soy yo. Además, el jefe siempre es igual con todos, nos suelta lo que piensa sin más. Por otro lado, su trabajo es estar pendiente de que estén bien hechas las cosas.
Resolución: No me siento inútil, ni avergonzado ni incapaz.
Esta secuencia tan sencilla de mostrar en realidad es complicada y laboriosa de conseguir, de ahí la importancia del papel de un coach que sepa guiarla.
Para hacer, primero ser, o tal vez ser siendo mientras se hace. Lo importante es trabajarnos el ser al igual que nos trabajamos el hacer, porque de aquel se consigue esto.
Las claves para el desarrollo de nuestro ser, son tomar consciencia de nuestros pensamientos, emociones y fortalezas y trabajar su desarrollo, en definitiva al igual que entrenamos nuestro cuerpo, entrenar nuestra mente para el éxito.