Y después de la DANA ¿qué?
Cuando la tragedia se debe a la naturaleza
La inundación de la DANA es un fenómeno producido por la naturaleza que, aunque conocido de sobra en la zona levantina, no ha contado con las medidas preventivas necesarias. Los mayores aún recuerdan la riada de 1957 que vivieron entre la pena y el sentimiento solidario de sus vecinos. Para ellos, volver a vivir una experiencia similar es reabrir situaciones muy dolorosas, tal vez nunca cerradas.
Efectos de la tragedia
- La pérdida de las vidas: absolutamente lamentable. Nos unimos al dolor de los familiares y amigos de las víctimas mortales.
- Los efectos en el entorno vital: destrucción de las propiedades, pérdida de los recursos habituales para vivir.
- Impacto psicológico ante la catástrofe: Pasado el momento del shock, hay una evolución predecible de cómo se va a asimilar semejante pérdida. Ahora estamos en la fase de cohesión comunitaria, pero después es esperable una fase de desilusión de hondo calado psicológico, que se va a ver agravado por las circunstancias con que están siendo ayudados. Cuando el origen de una desgracia similar es achacable a la naturaleza, la reacción de indefensión es un tanto asumible, sin embargo, cuando la indefensión se debe a la mala actuación humana, el efecto es mucho más dramático, al dolor se suma la indignación, la sensación de injusticia. La fase de reconstrucción va a tardar porque a la pérdida, el duelo, la falta de ayuda ahora y la falta de ayuda posterior que se anticipa va a arrastrar a las víctimas a una fase profunda y prolongada de trauma antes de poder rehacerse.
- Duelo colectivo: que dejará profundas heridas en la colectividad y una profunda indignación, solo moderada por el apoyo solidario.
- Dolor agravado. Lamentablemente la falta de la respuesta esperable, correcta y obligada de las estructuras administrativas que no ha hecho más que llenar de indignación, ira y agravar la tristeza, incrementa el sufrimiento y arrastra a las víctimas directas a una situación de indefensión terrible.
Evolución psicológica
Ante una situación tan trágica como esta, suele desplegarse una curva de respuesta psicológica que explica cómo las personas solemos reaccionar.
FASE DE IMPACTO. Algunos comentan cómo no daban crédito a lo que estaba pasando o no entendían lo que ocurría. En ese momento tenemos que conceptualizar lo que está ocurriendo, dar significado y explicación y no es fácil dado que entramos en shock, un bloqueo mental que nos impide reaccionar. Entran en juego mecanismos de defensa como la racionalización o la negación: “si hubiera peligro habrían avisado”, “no puede estar pasando”, “es una pesadilla”. Muchos aún siguen en esta fase.
FASE HERÓICA. Empezamos a afrontar. Los que tenemos algo de formación en situaciones de emergencia (algo que debería tener toda la población para automatizar las respuestas) sabemos que inmediatamente hay que adoptar el principio PAS (Protegerse, Alertar, Socorrer). En sólo unos breves minutos hay que reaccionar y la fuerza de la supervivencia nos lleva a actuar, salir del coche, buscar un lugar seguro o buscar cómo socorrer a un conciudadano.
FASE DE COHESIÓN COMUNITARIA. Es el mejor ejemplo de nuestra naturaleza, de lo que nos hace miembros de la humanidad, ayudar a otra persona es una conducta prosocial que protege la vida del otro y cohesiona a las comunidades. Las personas que han participado, nunca olvidarán y evocarán entre lágrimas conmocionadas el dolor compartido con tantas personas. Lo digo con la experiencia de evocar aún con intensa emoción mi papel como psicólogo voluntario del 11 M. No se puede más que aplaudir y honrar el ejemplo histórico de las mareas de voluntarios ayudando de forma inmediata y poco se puede decir de la falta de ayuda de quienes tenían la obligación de proteger y socorrer.
FASE DE DESILUSIÓN. Cuando se acabe de eliminar el barro y los vecinos de estas localidades de Valencia arrasadas se encuentre con sus casas vacías, sus calles desiertas, sus lugares de trabajo destrozados, el entorno se les hará vacío y desconcertante, será hostil. En esta fase la adrenalina que propicia la acción decae y empezarán a surgir sentimientos profundos y muy dolorosos. La ansiedad y la depresión se generalizará, pero también la ira y los sentimientos de injusticia. Serán muchas las personas que tengan dificultades para superarlo. Y el estrés post traumático estará muy presente de forma prolongada, especialmente en aquellas personas que han perdido familiares, que no ven cómo reorganizar su vida o que se sienten incapaces de afrontar tanto dolor y pérdida. La atención psicológica será clave en estos momentos.
FASE DE RECONSTRUCCIÓN. Sí, el ser humano termina saliendo de las situaciones traumáticas como estas, con el tiempo, con las rutinas diarias, pero, sobre todo, con el apoyo social. Pero, no sale igual. La población de Valencia, guardará, una vez más en su inconsciente colectivo el drama vivido. Es importante que lejos de aceptar estas situaciones como algo inevitable e incorporen en su identidad una reacción colectiva de indefensión aprendida, existan líderes capaces de tomar acción y dar la esperanza de una realidad mejor a partir de ahora, tomando las medidas necesarias para su futura protección.
Esta curva de respuesta ante las catástrofes no sólo es aplicable a las víctimas directas, sino que muchas personas capaces de conectar empáticamente, en mayor o menor medida se van a ver afectadas por este shock psicológico siguiendo con mayor o menor intensidad las diferentes fases, algunas veces sobrepuestas.
La atención tiene que responder a la prioridad de necesidades y, aunque en estos momentos se prima la supervivencia física y la reconstrucción de los hábitats, después, el factor psicológico será esencial para afrontar el trauma vivido. De momento, a quince días de la catástrofe, sólo cabe escuchar y acompañar porque aún no hay lugar para procesar lo que están viviendo. Las víctimas irán adentrándose en el duelo que se puede prolongar durante años y en algunos casos complicar con experiencias previas. Una pérdida tan abrupta hace más difícil aún afrontar la realidad y el duelo. Habrá períodos de conmoción, incertidumbre, negación, disociación. No se puede forzar a nadie a reaccionar de una forma determinada.
Hay que diferenciar, además, la afectación diferente para prestar la atención psicológica según el impacto que han recibido. No todos los afectados están experimentando lo mismo ni de la misma forma ni intensidad. Su nivel de afectación, sus recursos psicológicos, su experiencia, el apoyo social que están recibiendo es clave en este afrontamiento.
El proceso será largo y necesitarán mucho apoyo para superarlo.
El Colegio de la psicología de Valencia ya está preparado para intervenir ofreciendo la atención psicológica a las víctimas.
https://www.infocop.es/plan-de-accion-del-copcv-frente-a-la-dana-con-apoyo-del-cop/

