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¿TRANSMITIR EMOCIONES ES SER MÁS HONESTO?

Me llama la atención por dos razones. La primera es la sensibilidad cada vez más extendida entre los profesionales del marketing, el  management, la educación, la salud, el bienestar,…  hacia las emociones y su esencial papel en quiénes somos, y cómo somos, y en general, hacia los conocimientos de las neurociencia generados por los psicólogos. No es de extrañar, son sectores orientados a cómo influir en las personas y conseguir que hagan determinadas cosas, tales como, por poner algunos ejemplos, conseguir objetivos, realizar aprendizajes, o tomarse un medicamento.

La segunda, porque afirma que transmitir emociones está relacionado con la honestidad. Yo me pregunto: ¿Y si las emociones que transmito son elegidas deliberada y perversamente, es eso honesto, ¿Es esto un juicio de valor de todo o nada? ¿Es que no somos honestos si no mostramos emociones? ¿De qué emociones estamos hablando?   

Identificar nuestras emociones tiene que ver con reconocer nuestras reacciones, no porque sean más auténticas, sino porque son más automáticas ante lo que nos ocurre. Me plantea una reflexión ¿Se es más auténtico por responder desde nuestra primera reacción, o se es más auténtico por asumir nuestras reacciones como propias?

Es cierto que empiezan a aceptarse las emociones como parte esencial de nuestro equipamiento biológico para vivir, y no sólo como fuerza ignotas que nos arrastran y despersonalizan. Lo peor, cuando se perciben como fuerzas incontrolada o seres ignotos, “aliens” que nos habitan y están dentro de nosotros. ¡uff!

Sin duda estamos viviendo un cambio de paradigma con respecto a las personas. En este siglo algo ha cambiado. Las personas se están convirtiendo en el eje central de la conciencia colectiva. No hay más que seguir la actualidad de blogs, cursos, congresos, etc., para darnos cuenta de cómo el interés por la persona y su propio desarrollo se está convirtiendo en un trending topic.

Sí, sí y sí a la responsabilidad personal con la propia vida. ¿Seguimos necesitando figuras de autoridad que nos digan cómo vivir nuestra vida, que nos creen certezas y modelos? Creo que sí, y en estos tiempos de incertidumbre puede que incluso se incremente la necesidad de figuras que nos arrastren y den instrucciones sobre cómo vivir y sentir que nos resultan tan útiles porque reducen la incertidumbre de nuestra vida.

Sin embargo, hay muchas personas que se dan cuenta de su insatisfacción, de su desencaje, incluso de su dolor ante la forma en que se sienten ante la vida y, en algunos casos, buscan cómo cambiar su forma de enfrentarse a la vida, en sí mismos y no en figuras de autoridad, dogmas de fe, o creencias colectivas. Es algo que aparece de forma constante en los procesos de coaching, y en los talleres de desarrollo personal en los que trabajo.   

Ya lo decían los griegos en el frontispicio del templo de Delfos: “conócete a ti mismo”, darte cuenta de cómo reaccionas, de qué te “saca de quicio”, de cómo interpretas lo que te ocurre, pienso que es el primer paso para ser coherente contigo mismo, y no un ser al vaivén de las circunstancias.  

Puede que el segundo paso sea no ocultarte, engañarte o eliminar ese darte cuenta, y aceptarlo y comprender qué te ocurre. Un tercer paso es actuar en consecuencia. ¡Todo un reto!

Pero si apuestas por la identidad, el bienestar y la vida plena puede que este reto sea tuyo.

Algo se mueve imparable en la Psicología

IMG_3831En estos días dos actos diferentes y de gran importancia celebrados en el Colegio Oficial de psicólogos de Madrid han venido a señalar el esfuerzo de los psicólogos por compartir con la sociedad una imagen actual, competente y positiva de su trabajo.

El primero la elección de la nueva Junta Directiva de la Sección de RRHH del COPM, de la que tengo el honor de formar parte, y el segundo, el Acto de Reconocimiento a los psicólogos que divulgamos el papel de la psicología con la presencia de conocidos psicólogos como Javier Urra, Rocío Ramos-Paul, Mª Jesús Álava Reyes, Bernabé Tierno, y así hasta 60 colegiados que hacemos llegar a los medios de comunicación el valor para la sociedad del trabajo de los psicólogos. Preciosas las palabras, que desde su experiencia trabajando con psicólogos, nos ofreció Mamen Asensio, Directora del programa de RNE, «España directo»

Los psicólogos del Trabajo, RRHH y Organizaciones trabajamos en los diversos aspectos que tienen que ver con el bienestar y el rendimiento en las empresas: selección, evaluación, formación, prevención de riesgos, especialmente los psicosociales, desarrollo organizacional, desarrollo de personas (incluido el coaching).

No siempre ha sido visto y valorado este trabajo. La psicología ha tenido y aún tiene una imagen cuando menos extraña y dispersa. Para algunos es algo tipo mágico, para otros incluso tiene que ver más con no estar bien de la cabeza.

Sin embargo, para sorpresa de muchos que consideran la actividad de los psicólogos como un trabajo dirigido a aquellos que no están bien, que tienen problemas, un trabajo clínico en definitiva, la psicología no se centra sólo en el malestar.

Una de sus áreas de trabajo de largo desarrollo y demanda creciente precisamente es la de la psicología del bienestar. Una psicología centrada en el desarrollo de las personas, en conseguir que se sientan más capaces, sean más felices y vivan con más calidad.

Dos teorías claves fundamentan este desarrollo de personas. Una la Teoría de la inteligencia emocional que con tanto acierto nos ha permitido entender cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, y la segunda la Psicología Positiva que nos ilustra de aquello que nos hace más humanos: nuestras fortalezas, valores y virtudes, que son el motor de nuestra construcción como personas.

El bienestar se está convirtiendo a pasos agigantados en el área de trabajo más de moda y más activa en estos momentos. No es de extrañar que precisamente por los tiempos de incertidumbre y desesperanza que vivimos se vea prioritaria la necesidad de aprender a movernos en este nuevo escenario, ya que es ahora cuando esas cualidades que nos diferencian como humanos se hacen más necesarias, tiene más sentido y valor.

La oferta de actividades vinculadas con el bienestar personal es inmensa. Las hay de todo tipo y valor. Pero reflejan una demanda imparable de las personas. Nunca como ahora ha habido un interés similar por conocernos, por explorar nuestras capacidades.

Esta Psicología del desarrollo y del bienestar nos ha ido abriendo las puertas a un mundo fascinante: a la posibilidad de la elección personal. El  paradigma del constructivismo personal está calando. La idea de que las personas podemos elegir como ser y sentirnos es tan potente que, una vez conocida, es difícil de abandonar. Las explicaciones y técnicas que nos ofrece la Psicología Positiva son sencillas e importantes. Decía el Dr. Martin Seligman que el objetivo de esta psicología es “Descubrir y promover los factores que le permiten al individuo y a las comunidades vivir en plenitud. La Psicología Positiva estudia la capacidad humana para generar orden y significado en nuestra experiencia, enfatiza el potencial creativo de las personas y las muchas maneras en las que podemos construir una “buena vida”.  La Psicología Positiva no es un ejercicio de autoayuda ni un método mágico para alcanzar la felicidad…lo que busca es ampliar la perspectiva con la que las personas se explican el mundo y puedan elegir cómo vivir tu vida.

Son muchos los psicólogos que actualmente estamos trabajando por el bienestar, y muchos los renombrados. Vamos a vivir un gran momento de la psicología.

CAPACES DE SER o DE HACER

negativaEntorno incierto, dificultades, limitaciones, lo llaman “crisis”
Es un hecho que para muchísimas personas hoy en día es más difícil salir adelante, ganarse la vida, casi sobrevivir. Es un hecho que es más complicado conseguir contratos, ganar clientes, ofrecer servicios. Pero esta situación no deja de ser un escenario en el que nos movemos. Nuevo escenario, nuevas necesidades, nueva forma de actuar. Son necesarias nuevas capacidades. Siendo un poco darwinistas podríamos pensar que sólo los que se adapten al medio y generen nuevas capacidades, funciones o comportamientos serán capaces de sobrevivir con éxito. Puede que este escenario esté pidiendo más de nosotros mismos, más de nuestra capacidad de ser tanto como de nuestra capacidad de hacer. Puede que este escenario negativo sea, al igual que ocurre con el revelado de fotos, el origen del lado positivo de la imagen.
Tal vez se deba a estas necesidades la ingente oferta de servicios relacionados con el bienestar: talleres de desarrollo personal, libros de autoayuda, conferencias motivadoras y lo más numeroso, el coaching. Ofertas variadas, a veces pintorescas, ofertadas por todo tipo de perfiles profesionales que llaman la atención sobre un hecho importante: la necesidad de las personas de empoderarse y sentirse capaces de manejar su situación.
En un marco de rigor científico, la Psicología Positiva (esa gran desconocida por muchos que piensa que la psicología sólo es para quien tiene problemas) estudia y desarrolla aquello que hace que las personas nos sobrepongamos a nuestros problemas, tengamos fuerza para iniciar nuevos retos y persistamos hasta conseguir nuestros objetivos: emociones positivas, pensamientos positivos, fortalezas, proyecto de vida.
Una fortaleza es la “Capacidad natural para pensar, actuar y sentir de una manera que permite el funcionamiento óptimo y el rendimiento en la búsqueda de resultados valorados” (Linley y Harrington, en prensa )
Las fortalezas: sabiduría, coraje, humanidad, trascendencia, moderación y justicia, nos empoderan, nos hacen sentirnos dueños de nuestra vida y hacen que ésta tenga significado para nosotros.
Dice Rafael Echevarría en “Ontología del lenguaje” que “El atributo fundamental de los seres humanos es su capacidad de actuar y, a través de ella, su capacidad de participar en la generación de sí mismo y de su mundo” Cierto, al hacer configuramos nuestro mundo, pero para hacer es necesaria la fuerza que dimana de nuestras fortalezas. Desde el desánimo, la negatividad, el miedo o la ira, desde el pensar que “no se puede hacer nada”, o que ”no soy capaz de conseguirlo” difícilmente tendré una capacidad de actuar adaptada a las demandas de este entorno tan exigente. Con fortalezas más trabajadas, mayor capacidad de acción.
Como dice el Dr. Martin Seligman «Las personas llevan escrito un SI o un NO en su interior, y eso lo define todo. Lo importante es que puede cambiarse”
Veamos un sencillo ejemplo del entrenamiento mental de la psicología positiva que se lleva a cabo en una sesión de coaching para rebatir pensamientos positivos:
Adversidad: Mi jefe me ha dicho en la reunión que lo he vuelto a hacer mal.
Creencia: Me la tiene jurada, me considera poco inteligente y encima mis compañeros también piensan lo mismo.
Consecuencia: Me he sentido inútil, avergonzado e incapaz.
Rebatimiento: El hecho de que el jefe me haya dicho que lo he vuelto a hacer mal no significa que piense que soy poco inteligente. Se ha referido a algo que he hecho, no a cómo soy yo. Además, el jefe siempre es igual con todos, nos suelta lo que piensa sin más. Por otro lado, su trabajo es estar pendiente de que estén bien hechas las cosas.
Resolución: No me siento inútil, ni avergonzado ni incapaz.
Esta secuencia tan sencilla de mostrar en realidad es complicada y laboriosa de conseguir, de ahí la importancia del papel de un coach que sepa guiarla.
Para hacer, primero ser, o tal vez ser siendo mientras se hace. Lo importante es trabajarnos el ser al igual que nos trabajamos el hacer, porque de aquel se consigue esto.
Las claves para el desarrollo de nuestro ser, son tomar consciencia de nuestros pensamientos, emociones y fortalezas y trabajar su desarrollo, en definitiva al igual que entrenamos nuestro cuerpo, entrenar nuestra mente para el éxito.

LA CONVERSACIÓN CAPACITANTE O POR QUÉ SER ESCUCHADO TE HACE SENTIR BIEN

¿Qué tiene de especial una buen conversación?

¿Cómo nos afecta emocionalmente?

¿Por qué una conversación de coaching impacta tan profundamente en la persona?

¿Por qué la demanda reiterada en las empresas es “que me escuche mi jefe”?

Seguro que tenemos la experiencia de una buena conversación, esa en la que nos hemos sentido escuchados, comprendidos, aceptados. Esa conversación de la que te queda un regusto a buen sabor, a bienestar.

Sí, no hay nada como una buena conversación para generar en nosotros cambios hormonales que afectan nuestro ánimo, nuestro pensamiento, nuestro cuerpo y nuestra acción. Nuestra biología tiene la clave, miles de años formándonos como seres sociales han hecho de nosotros criaturas muy sensibles a cómo nos relacionamos con los otros.

Así que cuando tengo una conversación con otra persona donde hay escucha empática, es decir una escucha desde el otro, comprendiendo su punto de vista, y una aceptación incondicional del otro, es decir, donde no hay un enjuiciamiento descalificador, sino todo lo contrario, una confianza plena en su capacidad, se crea por contagio hormonal un espacio energético entre ambas personas que modifica los niveles de nuestras hormonas cuantitativa y cualitativamente. Unas se reducen, otras se incrementan. Así los niveles de los neurotransmisores epinefrina, norepinefrina y cortisol se reducen. Y esto es realmente importante para lo que somos capaces de hacer. Este tipo de neurotransmisores son necesarios en nuestra vida, naturalmente, en el momento y por el motivo adecuado, pero mantenidos en el tiempo o en altas dosis, nos pueden llevar a actuar con errores, a tener stress, “sufrir”, enfermar, ser disfuncionales.

Cuando un líder es capaz de dirigirse a los miembros de su equipo desde la escucha empática y la aceptación incondicional reduce estos niveles, y por lo tanto actúa facilitando una capacidad de acción más exitosa. De igual manera, cuando un coach ofrece este espacio en la sesión de coaching abre para el coachee la posibilidad de reducir sus niveles de ansiedad y le dispone para nuevas acciones más eficaces. Como educadores y como padres, ¿ocurre lo mismo?

Al sentirnos escuchados en un contexto de confianza, no sólo se reducen los neurotransmisores asociados a la ansiedad y al malestar, en paralelo se incrementan otros neurotransmisores asociados al bienestar como la oxitocina y la vasopresina que nos hace sentir confiados, la dopamina que incrementa el placer y  la atención, y la serotonina que reduce el miedo y la inquietud. Todo el equilibrio hormonal cambia con ello, todo nuestro organismo se ve afectado. (Edward Hallowell, The Human Moment at work, HBR, enero-febrero 1999)

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¿Hay un mejor argumento para practicar la escucha empática?

Si eres un líder y escuchas empáticamente puedes generar unos mejores resultados en tu equipo generando un clima de capacidad, un ambiente de posibilidad, una apertura a la innovación y un mayor rango de acción. Si eres un coach, una burbuja de confianza donde el coachee se abre y desarrolla desde la aceptación que tú proyectas sobre él. ¿Y si eres un educador, o un padre?

En esto de escuchar empáticamente y eliminar el juicio de nuestra mente hay que entrenarse. Al igual que los deportistas, al igual que los expertos en artes marciales, al igual que los que practican mindfulness, los  que se forman como coaches, … el entrenamiento mental es la clave.

Suelen decirme en los cursos que imparto que es difícil, incluso imposible, dejar de escucharte a ti para escuchar al otro, dejar de juzgar si lo que te dice el otro es cierto o ¡real!, “apagar la radio” que dicen algunos coaches. Entrenamiento, entrenamiento, entrenamiento. Naturalmente dirigido no sólo a tener técnica, sino también a saber qué persona eres cuando escuchas. No es una cuestión de acción, sino del agente que eres cuando haces esa acción, no es cuestión de talento, sino de personas.

¿Qué tipo de persona quieres ser: de los que se escuchan o de los que escuchan?

LA EXPRESIÓN DE LAS EMOCIONES ES UN PASO PARA GESTIONARLAS FUNCIONALMENTE

Un estudio realizado por Psicólogos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) publicado en la edición electrónica de la revista Psychological Science, ha revelado que cuando las emociones “negativas” como el miedo se expresan, es más fácil gestionarlas.

El estudio realizado con 88 personas aracnofóbicas ha llevado a los psicólogos a encontrar que expresar los temores ayuda a superarlos con mayor rapidez. Esta evidencia refuerza el trabajo de los especialistas en desarrollo de inteligencia emocional que trabajamos precisamente en facilitar que las personas sean más capaces y tengan un mayor bienestar.

Michelle Craske, catedrática de psicología de UCLA y una de las investigadoras, señala que: “Varias investigaciones han demostrado que la gente teme expresar sus miedos con palabras negativas al ver una imagen desagradable  porque creen que las palabras subrayan la emoción, la hacen más fuerte. Pero en esta investigación descubrimos que en realidad es mejor explicitar el miedo”

El estudio con personas con miedo a las arañas consistió en enseñarles una caja con una tarántula viva dentro y se les pidió que se acercaran y tocaran. Los participantes fueron divididos en cuatro grupos y les enseñaron otra tarántula.

A los miembros del primer grupo se le pidió que expresaran sus emociones al respecto, por ejemplo, “me da mucho miedo esta araña monstruosa”.

Al segundo grupo se les pidió que usaran expresiones neutras que disminuían el miedo, por ejemplo, “la araña no me hará daño, no me da miedo”, es decir, una técnica similar a la que se emplea actualmente en el tratamiento de fobias.

Al tercer grupo se le solicitó que dijera algo referido a la situación.

Para el cuarto grupo, las instrucciones eran que contemplaran la araña sin decir nada.

Al cabo de una semana los psicólogos repitieron la situación con los participantes, y volvieron a pedirles que se acercaran a la araña en una caja abierta lo más posible y que la tocaran. Con indicadores como la distancia a la que se situaban de la araña, el nivel de estrés referido y el estado físico de los participantes, los científicos descubrieron que los participantes del primer grupo habían avanzado mucho más que los de los otros grupos, se acercaron a la araña más, y estaban menos nerviosos.

Matthew Lieberman, catedrático de psicología y psiquiatría de UCLA dice “Por razones que aún desconocemos, cuando los aracnofóbicos expresan su miedo, el miedo se reduce”.

Ambos psicólogos están investigando cómo pueden aplicarse los resultados de su estudio y el nuevo método al tratamiento de traumas psicológicos de víctimas de violación o de violencia familiar, o a situaciones post-traumáticas.

Es una nueva evidencia científica de lo que en desarrollo de inteligencia emocional trabajamos. La consciencia, la expresión, la gestión de cómo afrontas tu realidad te hace más capaz de actuar en el día a día. Te hace más “funcional”, entendido como una respuesta más acorde con la situación y con un mayor bienestar personal.

Craske dice que la gente piensa que mejor no hablar de lo que tememos, de lo que no soportamos, de lo que nos incomoda. Y ciertamente hay una gran verdad en ello: “la deseabilidad social” te lleva a hablar o no de lo que sientes en función de tu entorno, y de lo que es apropiado o no en él. Y, además, la cultura, la socialización y nuestra historia de aprendizaje nos lleva a tener respuestas rápidas, automáticas, irreflexivas para el actuar.

Llevado a las empresas las implicaciones de este estudio supondrían que hablar de lo que sentimos ante nuestras tareas o nuestros objetivos, o nuestras decisiones, nos llevaría a ser profesionales más capaces y seguramente más eficaces.

Eses es el motivo del creciente interés por trabajar esta inteligencia emocional en las empresas y de seguir el concepto de “emociones capacitantes”©. Hay ya una certidumbre de que ese es el camino del desarrollo de personas, y ellas son los agentes de los resultados de la empresa, de ahí la espectacular demanda de este trabajo en las organizaciones.

EMOCIONES CAPACITANTES. APRENDER A GESTIONARLAS

Emociones capacitantes sí porque las emociones nos capacitan para la acción. Su papel motivacional es tan importante como su función. Las emociones nos permiten valorar lo que ocurre, interpretarlo y actuar en consecuencia.

Pero ¿cuáles son las emociones?, ¿qué me permiten hacer?, ¿puedo elegirlas?

Importantes preguntas que nos hicimos en mi promoción de coaches al acabar la certificación. Preguntas sin respuestas en ese momento, y que me llevaron a investigar y experimentar, desarrollando un modelo sencillo y operativo no sólo para el trabajo en coaching sino para el desarrollo de personas en sus diferentes facetas, liderazgo, educación, convivencia.

Un modelo de trabajo con las emociones fundamentado en la función de las emociones y su papel en la “forma de ser” y comportarse de las personas, que permite conocer y comprender su función para gestionarlas con más facilidad, y conseguir una mayor capacidad de acción y un mayor bienestar personal.

Dado que el coaching facilita acciones diferentes, trabajar las emociones en las que se fundamentan las nuevas acciones se convierte en una técnica esencial para el coach.

El modelo de emociones capacitantes se caracteriza por su carácter integrador, sistémico y práctico que convierten a sus propuestas en una guía útil para que los Coaches puedan facilitar emociones capacitantes a sus coachees.

Es fruto de una exhaustiva revisión bibliográfica, del trabajo con focus group y la experiencia acumulada en el ejercicio del desarrollo de personas. Cada emoción es abordada de forma multidimensional contemplando a la persona como un sistema en sí misma, y teniendo como foco principal a qué responde la emoción, y las posibilidades de acción que genera. Con ello se clarifica el papel de las emociones y se consigue un marco operativo sencillo para entenderlas y gestionarlas, que es especialmente útil en el coaching.

El modelo de emociones capacitantes constituye una guía esencial no sólo para comprender y gestionar las emociones de forma funcional, sino para aprender a generar emociones adecuadas a los objetivos que nos planteamos.

Su valor en los procesos de coaching es especialmente significativo ya que lo que una persona termina haciendo, tanto en fondo como en forma, está fundamentado en una emoción, y así lo ha reconocido la ICF valorando mi curso “Habilidades y técnicas para el manejo de las emociones en el Coaching. Con el cuerpo, la mente y la acción en el coaching”  con 13,5 créditos como CCE (Continuing Credit Education) para la renovación de la acreditación como coach.

Si quieres conocer cómo trabajar con él, apúntate al curso que imparto los días 3, 10 y 17 de mayo. Puedes tener más información hablando con  mpineiro@lider-haz-go.es,  627 997 986

NUEVOS CONCEPTOS, NUEVOS FOCOS, NUEVAS INTERPRETACIONES

En este siglo que ha comenzado centrándose en la persona, el foco se está poniendo en las emociones, en cómo vivimos el día a día y nos sentimos en nuestra vida. Desde que Daniel Goleman difundiera la Teoría de la Inteligencia Emocional desarrollada por Peter Salovey y John Mayer, en los años 90, el interés por conocer cómo las personas actuamos, qué nos mueve y, lo más importante hoy, cómo nos sentimos con ello, está presente en toda actividad social. Probablemente las aportaciones de esta teoría han sido dos, de gran trascendencia. Por un lado, la difusión del concepto de inteligencia emocional que ha permitido comprender nuestra naturaleza humana mucho más allá del racionalismo y el aprendizaje formal, nos ha permitido comprender que el sobrevivir y el bienestar, tienen más que ver con cómo nos relacionamos las personas unas con otras, que con la capacidad intelectual que tengamos. Por otro, la popularización de las ideas que aporta la teoría. Hasta ahora especialmente a nivel de las empresas, la inteligencia emocional se ha convertido en el gran campo del desarrollo de las personas para convertirlas en profesionales eficientes y satisfechos.

Últimamente el concepto de felicidad, y la idea de que ésta puede estar en el trabajo están siendo el foco de atención de congresos, cursos y propuestas. Recuperamos con ello, los argumentos de Rousseau o Benjamin Franklin, quienes en el siglo XVIII ya defendían que la vida laboral podría ser un centro de felicidad. En el fondo no deja de ser un tema de elección personal, de cómo vives tú tu vida, de cómo te enfrentas a lo que ocurre. Como decía Locke “Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”.

En este marco de interés han surgido nuevos conceptos en la empresa que contemplan este nuevo foco por las personas y su bienestar.

Engaging Nivel superior al del compromiso tradicional de un profesional con su empresa. Significa una alta involucración, mostrando un elevado grado de atención y dedicación con el trabajo. Es un nivel que se alcanza cuando se disfruta plenamente con el trabajo y se identifica uno con los fines de su empresa. En Psicología positiva hablamos de “estados de flujo” para designar a esa forma de sentirse plenamente involucrado y entusiasmado, el tiempo parece detenerse y el esfuerzo pasa desapercibido. Es un estado de disfrute que va más allá de la tarea o su significado.

Happyshifting  Búsqueda de la felicidad en el trabajo, al igual que hiciera Will Smith en la película del mismo nombre. Implica la decisión de convertir la felicidad en el centro de nuestra vida, y ello pasa por entender el trabajo como un medio para ello. El círculo se cierra ya que la felicidad, conduce al éxito.

Reskiling  Proceso de desarrollo de nuevas habilidades con el fin de reorientar la carrera profesional. Supone considerar la evolución personal como punto de partida para la gestión de la carrera profesional. Está implicado el desarrollo de la inteligencia emocional mediante el aprendizaje de nuevas habilidades.

Inteligencia emocional Modelo teórico que explica los comportamientos de relación de las personas, consigo mismo y con los demás. Tiene un elevado carácter predictivo del éxito personal y profesional de alguien, independientemente de su coeficiente intelectual, en base al manejo de sus emociones, empatía, auto-motivación y sus habilidades en la interrelación con otros.

Personal branding Concepto “explotado” por su enorme atractivo comercial. Implica un modelo de gestión de la imagen y de los servicios de un profesional con un fuerte carácter de marketing. En paralelo es utilizado por un gran número de profesionales que intentan revalorizar sus servicios, o dar un nuevo enfoque a su carrera profesional. Destaca el valor del yo como un valor en sí mismo, y la gestión de la marca basada en los intereses personales como fuente de motivación y en el desarrollo de la persona como fin último.

No es de extrañar que estos nuevos desarrollos demanden nuevos métodos de abordaje. Para todos y cada uno de ellos, surgen nuevas soluciones, nuevos modelos de aprendizaje: Coaching, mentoring, métodos que facilitan que una persona decida cómo quiere vivir el resto de su vida y tome las decisiones para conseguirlo.

EL SISTEMA PERSONA

Cuando has estudiado durante años a las personas, el cómo nos relacionamos con el mundo, el cómo procesamos la información, el cómo respondemos ante lo que nos ocurre, tienes más posibilidades de entender a la persona, comprender al extraordinario ser que tienes delante y trabajar desde un marco de comprensión y valoración. El estudio de la persona nos permite entender a la persona en su conjunto como un sistema, con el concepto que propongo de “sistema-persona” en el artículo publicado en la revista de ICF nº 7 dentro de la separata de Capital Humano de este mes. Resulta gratificante ver cómo encajan las piezas del puzle, o mejor dicho, de los sucesivos puzles que a lo largo de la vida te van surgiendo, según vas aprendiendo, experimentando, viviendo. Psicología y coaching, más experiencia, más vida. Entiendes mejor cómo actúa el coaching cuando entiendes cómo pensamos las personas. Os invito a leerlo en las páginas 12 y 13

Cuadernos de Coaching 7: El sistema persona, páginas 12 y 13

LA LIBERTAD DE ELEGIR

Hace unos días en un foro de debate entre coaches (había unos 30), alguien se lamentaba de la pérdida de valores de la gente, de la necesidad de volver a los valores. Su idea fue secundada, “Sí, se han perdido los valores”, “la gente necesita recuperar los valores”, “si, sí, hay que volver a tomar conciencia”,…
El debate abierto me trajo a la mente una perspectiva diferente de la realidad social. Esa misma semana acababa de verme entera la magnífica serie de “Los pilares de la tierra” ¡lástima que sea tan corta y no dure más la recreación del libro! En ella se ve con claridad una sociedad aletargada bajo el dominio, el miedo, el dogma y el deber. La belleza de la historia, y la magia de sus protagonistas, mostraban también el eterno juego bipolar del hombre siempre fluctuando entre el bien y el mal, entre el varón y la mujer, entre el sometimiento y la rebeldía, entre el pasado y el futuro, entre el status quo y la innovación, entre la norma social y la elección personal, entre el individuo y el grupo.
La historia ubicada en el medievo, no estaba lejos de nuestro marco social. Ciertamente hemos cambiado dogmas y deberes, tenemos nuevos modelos, nuevos púlpitos, nuevos temores, renovadas amenazas, ahora masivos y constantes a través de los medios de comunicación. Y sin embargo…
Creí llegado el momento de discrepar. Para mí era evidente, nunca como ahora las personas, -y elijo la palabra persona para resaltar el valor del individuo-, en vez de un genérico difuso como gente, las personas estamos tomando consciencia de nuestra propia naturaleza, de lo que somos como seres vivos.
Nuestra sed de conocimiento no sólo es científica, o restringida a unos pocos individuos exploradores o doctos. De una forma general, masiva, se palpa las ganas de conocer las respuestas a por qué reacciono así, por qué me siento así; de aprender nuevas formas de actuar ¿qué hago para sentirme mejor?, ¿cómo puedo comunicarme mejor?, ¿cómo puedo liderar a mi equipo?, ¿cómo educo a mis hijos para que sean autónomos y felices?; yo mismo, ¿puedo ser más feliz?
Pienso que estamos viviendo un momento excepcional en el desarrollo de la consciencia sobre nuestra naturaleza, queremos saber más de nosotros mismos, de lo que nos mueve a hacer o nos paraliza, de lo que nos hace sufrir o nos llena de capacidad, nos empodera para conseguir lo que queramos, nos hace sentirnos personas “poderosas” como dice la gran Leila Navarro.
Lo que hemos aprendido y lo que de verdad es importante para una persona, no son los modelos sociales, culturales, religiosos, ni los valores de antaño, ni los nuevos valores, ni los valores de otros. Lo que importa es sentirte libre. Y la única libertad que tenemos las personas es la capacidad de elegir cómo sentirnos ante lo que nos ocurre, que tan magistralmente transmitió Vicktor Frankl (1905-1997) en su libro El hombre en busca de sentido. Es algo que ya afirmaban los clásicos. Es ahora cuando las personas nos estamos haciendo conscientes de nuestra capacidad para conocer nuestra biología, nuestra forma de sentir, nuestra forma de pensar, nuestra forma de actuar y de cómo cambiarlo a voluntad.
El mismo desarrollo exponencial del coaching lo avala. La demanda y la oferta no dejan de crecer. La oferta de información en psicología positiva es ingente.
Si en algún momento de la historia de la humanidad ha habido una voluntad por ser conscientes de lo que somos de una forma masiva, creo que es ahora. Si en algún momento de la humanidad, las personas nos esforzamos por elegir nuestra vida y cómo vivirla es ahora. Si en algún momento de la humanidad nos sentimos libres para elegir nuestros valores es ahora. No deja de ser una creencia. Lo que para mí es una evidencia es lo que demandan mis coachees y lo que logran con su trabajo en el coaching: Ser conscientes de que pueden elegir.

LAS EMOCIONES ¡FUERA DE LA OFICINA!

El presidente de una empresa en la que trabajé gritó en la reunión del Comité de Dirección: “las emociones fuera de la oficina” Han pasado doce años de eso y aún recuerdo su rabia constreñida y su indignación ante la situación que realmente le incomodaba. En este cambio de siglo si algo precisamente ha supuesto una innovación en las organizaciones es la aceptación, por evidente, de que las emociones son parte de nosotros y que la razón no existe sin la emoción. Los ingentes aportes científicos de la neurociencia muestran de forma irrefutable que las emociones son parte esencial de nuestra forma de atender, entender, recordar, en definitiva, de nuestro pensar y actuar.
¿Qué estaba diciendo mi estimado jefe? Estaba hablando de su miedo a no controlar, de su miedo a no entender, de su miedo a no saber cómo responder. Parapetado tras una fachada de racionalidad, como si la razón tuviera un valor absoluto, exigía con esa frase suprimir toda referencia a los sentimientos, a las relaciones y al bienestar. Y lo hacía precisamente con una respuesta emocional. Su racionalidad, quedó al descubierto con esta frase como una defensa, un parapeto para su inseguridad. La exigencia al Comité de Dirección no hacía más que poner en evidencia su falta de confianza en sí mismo y en las personas.
A día de hoy resulta ya impensable que un líder o cualquier persona interesada en el desarrollo de personas acepte una afirmación como esa. Aunque sigue siendo un pensamiento habitual en las organizaciones y hay mucho trabajo por delante si queremos facilitar el desarrollo y bienestar de las personas. Falta “alfabetismo emocional”. En el lenguaje cotidiano confundimos sentimientos con emociones, emociones con sensaciones. Desde esta confusión difícilmente podemos comprender lo que nos ocurre. Un primer paso, por lo tanto, para desarrollar esa inteligencia emocional que nos permita tomar decisiones más acertadas, vivir con una mayor satisfacción, ser más conscientes y autónomos, mantener unas relaciones más satisfactorias, un mayor bienestar en definitiva, consiste en aprender distinciones para nombrar lo que sentimos, lo que nos ocurre, lo que notamos.
Alguien podría preguntarse “¿a mi edad tengo que aprender a nombrar lo que llevo sintiendo toda la vida? Pues probablemente sí, las distinciones nos permiten responder de una manera más adecuada, más útil a las circunstancias. Como ejemplo, para un esquiador conocer lo que es nieve dura o nieve en polvo le permite tomar decisiones más ajustadas a la situación en la que está, adaptar su técnica, sacar más partido a sus descensos y evitar accidentes. Reconocer que lo que sientes es miedo, envidia, lástima,…, te permite preguntarte a qué responde ese sentimiento y entender mucha información que de forma inconsciente tienes y que no estás aprovechando.
Sin aprender a distinguir nuestros sentimientos, nuestras sensaciones, nuestras emociones, no podemos conocernos, gestionarnos, evolucionar en función de nuestros propios valores y desafíos.
¿Cuándo empiezas?