Sí, porque las emociones nos capacitan para un tipo de acción u otro. ¿Quieres saber más? Te invito a una tertulia muy especial, un encuentro con los lectores de mi libro “Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación” Será muy especial.
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¿Quieres ser más eficiente y tener un mayor bienestar este otoño?
Iniciamos el curso. No sólo el escolar -que nos marca el rimo en muchas familias-, sino el curso que se vincula a las estaciones climáticas que es el que verdaderamente organiza nuestra actividad psíquica, física, laboral y social. No somos ajenos al ritmo de las estaciones sino que, por el contrario, éstas marcan, y mucho, nuestra disposición a hacer unas cosas u otras, a sentirnos de una determinada manera y a afrontar la vida de forma diferente.
Venimos de la expansión y luminosidad del verano y, poco a poco, vamos entrando en el otoño, un tiempo de gran actividad para casi todos, la luz comienza a disminuir visiblemente, la temperatura disminuye a trompicones, pasamos mucho tiempo en las oficinas y casas y nos centramos en nuestras tareas. Ponemos nuestra atención en las rutinas de la vuelta al trabajo. Como siempre, lo externo puede deslumbrarnos por su ritmo frenético. Pero, no podemos dejarnos de vista a nosotros mismos. Como siempre, la tensión entre el mundo de fuera y el mundo de dentro.
El otoño: una estación para el encuentro con uno mismo
Del otoño suele decirse que es la estación de la melancolía, propicia balances y cambios. Las crecientes disminuciones de luz y calor y los intensos colores de la naturaleza, nos conducen a contemplar la lluvia, a largos paseos otoñales, a pisar los mantos de hojas caídas, a ver cómo el viento las levanta y mueve.
A nivel anímico, es frecuente entrar en dinámicas de desánimo creciente, melancolía, pesimismo y cansancio otoñal.
A nivel psicológico, se agudiza, en muchas personas, la auto-exigencia con uno mismo, la preocupación, el egoísmo, los recuerdos obsesivos, la intolerancia, la vulnerabilidad, la sensación de esfuerzo y sacrificio y el stress continuado para hacer frente a las demandas de nuestra actividad. Puede que evitemos escucharnos, mirarnos, atendernos y nos volquemos en una actividad sin freno. Tendemos a retomar los temas y a mantenernos agarrados a los modos de antaño. Volvemos al trabajo, tal vez descansados, pero eso no es suficiente para conseguir un mayor bienestar y eficiencia. Volver a viejas rutinas cuando se pierde la perspectiva puede llevarnos al victimismo, al pesimismo y la desgana.
También, a nivel corporal, hay cambios importantes, hay menos energía para movernos y un mayor esfuerzo por interactuar con el medio ambiente, sea físico o social. Llegan los resfriados y los virus gripales.
En el otoño la energía se recoge, se vuelve hacia el interior. Los árboles se desprenden de las hojas. Los últimos frutos están maduros. El crecimiento vegetal se ralentiza. Hay que hacer las podas otoñales y sanear las plantas. Igual ocurre con nosotros, también tenemos que soltar, podar, reorganizar las fuerzas.
Es tiempo de soltar

Es el mejor momento del año para mirar hacia adentro, para reflexionar sobre ti mismo y tu vida. Es el mejor momento para el recogimiento y la conexión interior, para la contemplación y la reflexión constructiva. El otoño invita a la intimidad, al encuentro con uno mismo, al recuerdo, a la propia complicidad. Es tiempo de reordenar: la casa, la mesa de trabajo, los armarios y también tus pensamientos, recuerdos, tus relaciones, tus objetivos, tu vida en general. Es tiempo de escuchar a tu cuerpo y aligerarlo. Es tiempo de reorganizar.
Es tiempo de desprender, de decir “esto no”, de olvidar rencores, enganches relacionales, de pasar página, de cerrar libros de historias inconclusas, de soltar lastres. Es un tiempo para poner la mirada en lo esencial y reordenarte a ti mismo.
Necesitamos innovar para coger fuerza, para convivir con la melancolía otoñal. Necesitamos despejar el espacio.
Necesitamos pensar en “base 0”, es decir, pensar realmente en lo que hay que hacer y en lo que ya no hay que hacer para conseguir nuestros objetivos, sin el lastre de lo que ya estamos haciendo.
No pienses en qué más hacer, sino en qué hacer diferente y si eso es realmente eficiente para conseguir lo que te propones.
Ahhh! Esa es otra, ¿tienes ya tus objetivos para este cuatrimestre? ¿Qué quieres conseguir antes de acabar el año? A veces, sólo a veces, actuar radicalmente puede sernos de gran utilidad, y éste es uno de esos momentos. Elimina de tu vida rutinas obsoletas, modos de trabajar ineficientes, cajones llenos de viejos documentos, ropa que no te pones,… Despréndete de todo lo que sobre.
Es un tiempo para revisar los ideales y recuperar la fuerza que nos aportan. Es un tiempo de valorar nuestras raíces y apoyarnos en ellas. Es un tiempo de nutrirnos de belleza otoñal que nos llene de endorfinas: el espectáculo fascinante de la naturaleza, los colores otoñales, exposiciones de arte, nuevas colecciones de ropa, nuevas series de TV, actualizar las apps,…, estímulos nuevos que nos ayuden a revitalizarnos.
Cuida tu alimentación para eliminar toxinas. Establece una buena dinámica de respiración con ejercicios al aire libre.
Para ello, necesitas poner atención y cierta autodisciplina
Si, aún no lo tienes, busca una idea, una imagen, un recuerdo, una frase que te inspire y eleve tu espíritu y te permita trascender y conectar con tu esencia humana y con la vida. Algo que te de la certeza de que la vida sigue su perfecto ritmo, por encima de las incidencias diarias, del sinsentido disociado. Busca un pensamiento elevado o mantra, que te posicione en tu centro, una declaración de tus ideales y valores profundos.
Empieza por ti mismo (que ere el protagonista de eso que haces y sientes)

¿Tienes síndrome post-vacacional? Claves para volver al trabajo
Regresamos de vacaciones, dejamos atrás ricas y variadas experiencias, un ritmo de vida relajado, un ir a nuestra bola. ¿Cómo afrontas el regreso al trabajo? Ahora es cuando me dices que sí, que tienes síndrome post-vacacional y, lo primero que hay que decir es que no existe como tal síndrome, no tiene entidad clínica.
Se trata de un proceso de adaptación a las circunstancias normal desde un entorno y ritmo relajado a un entorno estresado y rutinario que suele presentar un conjunto de síntomas pasajeros como son el cansancio, el insomnio, la dificultad para concentrarse, alteraciones en el sueño, alteraciones digestivas, embotamiento o dolor de cabeza e incluso la irascibilidad en los primeros días.
Cuanto más largas sean las vacaciones, idealizamos el período vacacional, sentimos desmotivación por el trabajo o gestionamos mal nuestro estrés más fácil es que nos cueste adaptarnos. De dos a tres días y hasta tres semanas, suelen tardar algunas personas en conectar con sus rutinas horarias, obligaciones laborales y maximizar su actividad cerebral. El cuerpo y la mente se van adaptando poco a poco. Sólo cuando esa adaptación no se realiza al cabo de tres meses, podríamos hablar de un trastorno de ansiedad o depresivo. Pero para la mayoría de las personas es una cuestión de adaptación. Pocas son las que recurren a ayuda de un profesional de la Psicología por el estres postvacional y suele ser porque no se sienten cómodos en su trabajo, no por la tarea en sí, sino por sus creencias sobre su capacidad para hacerlo (“auto-eficacia” de A. Bandura)
Claro que las circunstancias pueden ser complicadas e incluso algo duras o duras de verdad. La necesidad de cumplir con horarios y con tareas se puede volver difícil. La exigencia nos puede. Sin embargo, el problema no es lo que pasa, sino lo que nos pasa. El cómo interpretamos esa vuelta. El que consideremos la vuelta como una “tortura” o un nuevo reto, es simplemente el resultado de cómo interpretamos el trabajo y cómo nos interpretamos con respecto a él.
Así que sí, no sólo tiene que ver con biorritmos, también tiene que ver con nuestros pensamientos y nuestras evaluaciones.
Cuando tu autoestima baja, el reto del trabajo se puede convertir en algo inabordable.
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Algunos mitos sobre el trabajo que no nos ayudan ¡¡nada!! · El trabajo es un castigo (divino) · No es bueno trabajar y si puedes no trabajas (juega a la lotería) · Idealizar el trabajo y pensar que tiene que ser nuestra pasión · El trabajo te tiene que gustar · Con el trabajo te realizas · Tienes que ser feliz con tu trabajo · Siempre tienes que estar positivo · La cultura del hedonismo: tienes que ser feliz continuamente
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Claves para volver al trabajo
- Deja algún día para que tu cuerpo se adapte a los horarios y biorritmos habituales, sobre todo en horario de comidas y sueño.
- Vueve paulatinamente, por ejemplo, a mitad de semana o todavía con el horario de verano.
- Incrementa el ritmo poco a poco, comienza por lo prioritario.
- Comienza con una visión general de qué te espera hasta final de año o del próximo curso.
- Es el momento de pensar también en mejorar en tu forma de trabajar que te permitan una mayor calidad de vida.
- Mantén en tu agenda un tiempo para el deporte y el ocio. Una vida equilibrada es la mejor forma de tener la fuerza necesaria para afrontar el día a día.
- Mirar lo bueno o positivo es esencial, en cualquier trabajo hay algo que nos resulta agradable: las relaciones, el lugar, las condiciones, nuevos retos, nuevas experiencias, el logro del trabajo,…
- Muchas veces nos cuesta adaptarnos porque seguimos pensando en las vacaciones, llevar tu atención al aquí y ahora, a lo que estás haciendo en este momento, sin darle vueltas ni al pasado ni al futuro “todo lo que tengo pendiente”. Las prácticas de mindfullness nos son utilísimas para ello.
- Fluir es un concepto que describe a la perfección el estado de una persona cuando hace algo a conciencia, concentrado, disfrutando de ello, marcándose pequeños retos simplemente por el placer de hacerlo bien. Si quieres ver una escena preciosa sobre ello en el film “El último Samurai” el protagonista hablaba asombrado de cómo los japoneses realizaban sus tareas cotidianas.
- Sé consciente de tus pensamientos y aprende a valerte de ellos para tener mayor fuerza mental, a ser más resiliente y adaptarte mejor. Cuanto antes te adaptes, menos coste mental y físico tendrás.
No sobreviven los más fuertes sino los que mejor se adaptan a las circunstancias.
Espero que estas recomendaciones te sean útiles para tener una mejor calidad en tu vuelta al trabajo.
El arte de ser uno mismo
Quiero desearte unas vacaciones llenas de lo que más quieras: descanso, playa, montaña, seres queridos, deporte, relax,…, mi deseo: que elijas lo mejor para ti.
Y por si quieres algo de lectura y reflexión personal, te invito a seguir mis dos nuevos e-books que puedes descargar gratuitamente en los enlaces.
El arte de elegirme a través del autoliderazgo: Conviértete en una obra de arte arte
https://bookboon.com/es/el-arte-de-elegirme-a-traves-del-autoliderazgo-ebook
El arte de brillar a través de tu marca personal: Muéstrate como una obra de arte
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¡¡Feliz verano!!
Y DESPUÉS DEL ÉXITO, ¿QUÉ?
Un empresario de éxito me hacía esta pregunta: «Y después del éxito, ¿qué? Llevaba algo más de 6 meses estancado, en un limbo de indiferencia e indecisión. Y ahora ¿qué? Fue la pregunta que se le iluminó en su mente y me transmitió como reto para empezar un proceso de coaching.
Su empresa había crecido rápida y exponencialmente, sus objetivos se habían cumplido con creces. Ni él mismo se creía tanto éxito. Estaba falto de inspiración, de ilusión y energía en todos los órdenes de su vida. Era como si hubiera llegado a la meta en una larga carrera y no supiera a continuación qué hacer.
Desde luego no era por falta de capacidad personal, ni por falta de un plan estratégico para su empresa y su vida, era simplemente que había entrado en una “espiral de desánimo” eso sí muy ligeramente. Pero el hecho es que andaba por la vida más como un zombi que como una persona llena de vitalidad y ánimo como había sido su costumbre.
No era la primera vez que me encontraba con un caso idéntico, he trabajado con varios empresarios que tras su éxito empresarial entran en este bucle de desánimo, de “falta de ideas” y de interés.
¿Será un nuevo “Síndrome del empresario con éxito rápido”?
El caso es que Borja quiere probar a ver si con coaching se aclara. Ya lo ha intentado sin éxito, pero está dispuesto de nuevo a intentarlo.
El coaching que hacemos los Psicólogos Expertos en Coaching no tiene nada que ver con cómo actúan “coaches” que vemos en la TV. En esos casos son jueces, asesores y mentores. En nuestro caso partimos de que las respuestas las tiene el cliente y las va a encontrar por sí mismo con el acompañamiento (eso sí, altamente cualificado) de un coach.
Borja tenía todas las respuestas para ilusionarse, sólo necesitaba poner perspectiva en su vida, levantar la mirada y mirar hacia el futuro. Revisar su “propósito de vida”, la línea temporal que quería seguir, sus valores, sus áreas de resultado.
Él mismo vio desde el primer momento que el estancamiento era sólo un pararse a tomar aliento y que, precisamente su voluntad de mejora, era la que le llevaba a reflexionar sobre dónde estaba.
La ligera tristeza y parálisis que le mantenía anclado en el desánimo tenía que ver con la pérdida del “suelo”, el crecimiento tan rápido de su empresa suponía una realidad tan diferente que le llevaba a sentirse inseguro sobre lo que tenía que hacer a continuación, a pesar de que tenía muy claro hacia dónde crecer.
No era por falta de estrategia, a nivel de pensamiento lo tenía claro, era por falta de ánimo, de energía vital para hacerlo. En este caso nos damos cuenta de lo importante que es desde dónde hacemos las cosas y no tanto lo que hacemos. Y es precisamente en ese nivel de identidad donde trabajamos los Psicólogos Expertos en Coaching, PsEC®.
Lo que lleva a Borja a convertirse en un empresario extra-ordinario es que se pregunta no sólo lo que hacer sino cómo hacerlo. Tiene claro que la calidad de su vida pasa porque sea consciente de lo que quiere pero también de cómo lo quiere. Para él las relaciones sociales, su familia, el deporte, el aprendizaje continuo, el reto intelectual son elementos sustanciales de su “Rueda de la vida” y tienen que estar armónicamente equilibrados para que su vida ruede en plenitud.
El que una persona sea consciente de dónde está y dónde quiere estar ya hace que su vida sea más rotunda y de mayor calado.
Hacerse responsable de su capacidad para ir a donde quiere ir, implica voluntad y determinación, la generación de hábitos de comportamiento eficientes, rutas neuronales nuevas, soltar lastres de comportamientos ineficaces para sus objetivos, creencias limitantes y sentimientos incapacitantes. Y, por último, la acción. Sí, porque si no hay comportamientos nuevos la elucubración reflexiva sólo lleva a la parálisis por análisis. Hacer lo que hay que hacer para llegar a donde se quiere.
Estas son las fases claves que subyacen a todo proceso de coaching: CRA: consciencia, responsabilidad y acción.
Cuando el cliente, como en el caso de Borja, está entregado a ello, el proceso de diseño de su futuro es sencillo y la voluntad de acción está casi garantizada. No es de extrañar que sea un hombre que obtiene resultados extra-ordinarios en sus proyectos simplemente porque su estrategia mental para abordarlos es, en sí misma, una estrategia de éxito. Y, de eso ha sido consciente con el proceso de coaching.
OBJETIVOS, RESULTADOS, LOGRO
Objetivo, resultado, logro son palabras potentes, que están de moda, muy vinculadas e incluso, a veces, utilizadas como sinónimos pero que encierran en sí mismas una gran diferencia, algo que resulta de gran importancia al trabajar en psicología coaching.
Una a una, estas palabras tienen puntos en común pero hay matices que muestran su gran diferencia. Las “distinciones lingüísticas”, una técnica habitualmente utilizada para contrastar y diferenciar el significado de las palabras, nos permiten dominar su contenido. Las palabras no sólo describen la realidad, tienen una potente capacidad constructiva. Con ellas abrimos o cerramos las posibilidades de nuestra acción. Si decimos “puedo” nos lleva a consecuencias diferentes que si decimos:”no puedo”. De ahí que utilizar unas palabras u otras tenga unas consecuencias importantes en lo que llegamos a conseguir. Por lo tanto, no es lo mismo decirnos que tenemos que conseguir un objetivo, alcanzar un resultado u obtener un logro.
Las diferencias no son sólo con respecto al sentido semántico de las palabras, conllevan unas implicaciones diferentes en términos de lo que se consigue y requieren un ejercicio técnico diferente para alcanzarlos.
Así que analicemos el significado de cada una de ellas:
OBJETIVO
El objetivo: es algo que se quiere alcanzar y que moviliza las acciones necesarias para conseguirlo.
De forma habitual, las personas nos planteamos objetivos constantemente, desde objetivos muy pequeños, como comer a una determinada hora, a objetivos grandes como sacar un grado o adelgazar 10 kg. A nivel laboral es muy frecuente que la actividad esté planificada, en torno, precisamente, a alcanzar determinados objetivos empresariales. Se dice que hay que escribir los objetivos para que tengan fuerza y estén claramente definidos y es que tienen que reunir unas determinadas condiciones. El acrónimo SMARTER (eSpecífico, medible, alcanzable, retador, temporalizado, ecológico y recompensante) nos ayuda a hacerlo. En coaching las personas se plantean objetivos, es imprescindible, son los que dan sentido al proceso, se trabaja para ello y todo lo que se hace gira en torno a conseguirlos. Los procesos de coaching que sólo se ciñen al objetivo son muy útiles cuando el planteamiento tiene que ver con hacer algo. Se corresponden habitualmente con un nivel de aprendizaje de tipo 1 dentro de la Teoría de la acción de Argyris, es decir, se aprende a hacer algo, no se necesita nada más. Para este tipo de coaching es muy habitual utilizar la técnica GROW (Goal, Reality, Objects, Will) para trabajar con objetivos. En algunos casos, si se produce un cambio de percepción e interpretación en la forma en que la persona se plantea el objetivo y hablaríamos de un aprendizaje de tipo 2. Es lo que en coaching ontológico denominan “cambio de observador”.
RESULTADO
Resultado: es lo que obtenemos como consecuencia de nuestros actos.
Pueden ser más o menos buenos, más o menos grandes, más o menos esperados. En los resultados entran factores que pueden estar bajo nuestro control y otros que no lo están. Por ejemplo, por mucho que nos esforcemos en conseguir la cifra de ventas, las circunstancias de nuestros clientes no les permiten comprarnos. O por mucho que estudiemos, hay otros opositores que obtienen mejor nota y consiguen plaza antes que nosotros. En las empresas hay una fuerte tendencia a medir sólo en función de los resultados el esfuerzo y valía de las personas. Igual ocurre en el contexto educativo. Muchas personas, especialmente cuando hablan de trabajo, también miden en base a sus resultados su propia valía, pero no sólo en el trabajo, además lo hacen con respecto a su valía personal, “tanto consigo – tanto valgo”. Muchas personas piensan que obtener resultados es igual a éxito. Pero los resultados no tienen por qué ser necesariamente lo mejor que podemos conseguir. Se habla de orientación a resultados como una competencia profesional del profesional proactivo y luchador. El resultado tiene un valor tangible. Incluso podemos apreciar un “resultadismo” casi obsesivo en determinados contextos muy competitivos. En psicología coaching hablamos de “resultados extra-ordinarios” cuando conseguimos alcanzar no sólo lo que nos proponíamos como resultado de conseguir nuestros objetivos, sino incluso más o en menor tiempo, es decir, pasan de ser resultados esperados u ordinarios a extra-ordinarios.
LOGRO
Logro: tiene que ver con obtener algo que se ha venido persiguiendo y a lo que hemos destinado esfuerzos y tiempo.
No es el resultado casual del azar o la suerte, no tiene que ver con agentes externos sino, muy al contrario, es un concepto directamente vinculado con algo que los psicólogos conocemos en la Teoría de la atribución, como el “locus de control interno”, es decir, la atribución que hacemos nosotros mismos al efecto de nuestros actos. En coaching ontológico se conoce como hacerse “responsable”. Su contrario es el “locus de control externo”, el pensar que lo que nos ocurre es responsabilidad de otros, como la suerte, Dios o el destino, esto es lo que en coaching ontológico denominan “víctima”. De todos los conceptos sobre lo que conseguimos las personas, el concepto de logro es el que se relaciona directamente con el compromiso y la voluntad personal, nos habla de qué conseguimos. Pero, a la vez, está teñido, además de los componentes del flujo. El concepto de “Flow” de Csíkszentmihályi nos da el matiz del cómo se consigue el logro. Cuando las personas sentimos que hemos alcanzado un logro, la sensación de triunfo y capacidad es plena. Es una experiencia que nos permite evolucionar como personas, madurar, hacernos cada vez más capaces y confiadas en nuestra capacidad. El logro no es alcanzar una meta sólo, es, además, evolucionar como personas. Por lo tanto, al valor tangible del resultado añade un valor intangible ligado con el proceso seguido para conseguirlo y la satisfacción y crecimiento como consecuencia de alcanzarlo. Conseguir un logro se asocia a intensas emociones positivas y sensaciones de relajación, lógicas después de la tensión que ha supuesto alcanzarlo. El logro tiene que ver con el aprendizaje de 3er. nivel de Argyris. La persona cambia como resultado del aprendizaje, ya no hablamos de un hacer, sino de un ser diferente. Ser más capaz, ser más confiado, ser más…, se ha producido una evolución personal que ha cambiado a la persona. No sólo ha cambiado su concepción de su auto-eficacia (Bandura), sino su identidad reflejada en sus tres componentes: autoconcepto, autoimagen y autoestima. Es en este nivel donde los psicólogos expertos en coaching PseC® actuamos con soltura. Aprender a hacer cosas nuevas es relativamente fácil, pero aprender a valorarte de forma tal que seas capaz de optimizar tu creatividad y capacidad y hacer cosas extra-ordinarias es algo más complicado.
Hablar de estas distinciones es importante con un cliente que requiere un proceso de coaching para que entienda el alcance de sus propios requerimientos y de las implicaciones que implica. ¿Qué quiere? ¿Qué está dispuesto a alcanzar? El cliente decide.
http://www.psicologosexpertosencoaching.com
¿Soy adicto a las emociones negativas?
Me dicen que soy negativo. Yo mismo me doy cuenta de que todo lo veo siempre desde lo peor que puede pasar. Me fustigo. Me culpo por lo que ocurre. Me enfado conmigo mismo por cualquier contrariedad. No veo manera de salir de aquí. Pienso en lo peor continuamente. Estoy desanimado, deprimido, frustrado. Indignado por todo lo que ocurre a mi alrededor.
¿Te ves reflejado?
Son ya varios cientos de personas y docenas de equipos con los que he trabajado sólo porque querían una cosa: cambiar. Cambiar su negatividad, su derrotismo, su insatisfacción, su miedo, su sufrimiento. Habían entrado en lo que llamo “espiral de desánimo” (de mi libro «Manual del coach»).
Querían un cambio que implica muchos temas: confianza, autoestima, relaciones, salud, finanzas, vida, etc. La verdad es que muchos querríamos cambiar algo que nos fastidia en nuestra vida. Algunos a su jefe, otros a su pareja, otros su baja autoestima…
¡¡qué fácil es ver aquello que está fuera y que decimos que nos molesta!!
Queremos ser más felices, más seguros, más positivos, confiar más en nosotros mismos, estar más sanos o tomar mejores decisiones, pero… ¡¡cambiando algo fuera!!. “Si desapareciera mi jefe estaría mejor”, “Si la empresa dejara de fastidiar”, “Si mi mujer dejara de darme la lata”, “Si….” Es más cómodo y fácil poner la responsabilidad fuera. Ojalá nos dieran una pastillita y ya está, ¡desaparecida la molestia!
Pero la realidad es que el único gran obstáculo entre lo que tienes y lo que obtienes es tu forma de pensar. El cambio no puede estar fuera, no está en tu mano, el cambio está en ti.
Decía Mahatma Gandi: “Sé tú el cambio que quieres ver en la vida”
Y así es, la responsabilidad personal con nuestra propia forma de vivir es algo que pocas veces nos enseñan, es algo que tenemos que aprender. De nuevo la idea de que
somos nosotros los que tenemos que ser proactivos y decidir lo que ser “en este tiempo que se nos ha sido dado”
como decían en el Señor de los Anillos. Pero fijaros que no he dicho «hacer», sino «ser».
¿Qué pasa cuando eres negativo?
¿De verdad eres negativo? ¿O sólo te has acostumbrado a vivir en la negatividad?
Cuando “eres negativo” te acostumbras a pensar en negativo, tu cerebro se configura con ello. Los neurotransmisores vinculados con las emociones negativas que se generan con ese tipo de pensamientos están de forma constante invadiendo tu cuerpo. El cerebro se habitúa a esos niveles hormonales. Se hace adicto a ellas.
La neurociencia ha demostrado que las conexiones neuronales se hacen profundas y fuertes a base de repetición. Así es como se generan los hábitos. Así que, a base de pensar negativamente, en tu cerebro se producen caminos que llevan por esa ruta, no sabes ir por otra. Cada vez que te das razones para estar enojado o frustrado y verte como una víctima estás incrementando los neurotransmisores de las emociones negativas, andando por esa ruta y haciéndola más y más marcada. Poco a poco esa ruta va afectando al resto del tejido nervioso y reforzando un status quo, no sólo en tu cerebro, sino en todas y cada una de las células de tu cuerpo. Como resultado de ello terminas identificándote con esas emociones y pensamientos negativos.
Si te encuentras experimentando y sintiendo la negatividad de forma frecuente o incluso constante es una señal de que tu cuerpo se ha habituado a ella y la necesita. Tu cuerpo se ha condicionado para esos neurotransmisores y quiere más y más, se ha vuelto adicto a ella. Cuando no puedes controlar tu negatividad es que debes ser adicto a ella.
Hacerte adicto a los neurotransmisores vinculados a las emociones negativas es muy fácil.
Cada situación, pensamiento, sentimiento, persona, trabajo, la vemos como una oportunidad para recibir una buena dosis de estos péptidos. Nuestro cuerpo demanda esas sustancias químicas que le hemos ido dando con tanto repetir las mismas acciones día a día. El caso es que te sientes fuera de control y tus reacciones son cada vez más intensas y desproporcionadas. Entras en una espiral de negatividad cada vez más profunda que afecta todos los órdenes de tu vida, incluida tu salud, por supuesto.
Así es muy fácil llegar a ser adicto a la negatividad. Lo que pasa con la adicción es que no sólo necesitas y quieres algo en particular, sino que cada vez necesitas un poco más que la vez anterior, tanto en cantidad como en amplitud. La negatividad irá en aumento progresivamente y tendrá un poder cada vez mayor.
La emoción de la ira estará cada vez más presente en todos los aspectos de tu vida. Cosas que antes no dabas importancia ahora desatarán reacciones descontroladas de ira rápidamente. Se pasa de una negatividad producida por unos hechos a una negatividad para interpretar la vida en general. Se puede decir entonces que ya eres un negativo.
Puedes ver tu índice de negatividad a través del test que nos ofrece la Universidad de Pensilvania en http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/default.aspx
Veamos cómo reacciona Mario. Trabaja en una oficina y vive su trabajo con mucha tensión y stress. Se ve en una posición que no se adapta a sus capacidades. Cada día se siente más y más frustrado. Piensa que su jefe está incómodo con él porque no cumple objetivos; que hay muchos otros compañeros más competentes que él. Afirma que la empresa les trata mal, que les presiona y coacciona y que las decisiones que toman de trabajo son erróneas. Cuando piensa en su trabajo, Mario llena su cuerpo de los péptidos negativos asociados a la ira, y se ha acostumbrado a tenerlos en su cuerpo continuamente. Así que Mario se enoja consigo mismo a todas horas, con todo tipo de inconvenientes, como los atascos, las diferencias de opinión, los contratiempos. Incluso en vacaciones se enfada por las cosas más insignificantes. Su cuerpo demanda al cerebro estos péptidos debido a la fuerte conexión que ha generado con tanto pensar en negativo y su cerebro hará todo lo posible para producirlos. Su diálogo consigo mismo es de todo o nada, blanco o negro, el deber, la exigencia, el fracaso. Está instaurado en el victimismo y en echar la culpa a otros de lo que le pasa.
O la ansiedad, nos haremos temerosos, viviendo en un miedo constante a ser desaprobados y no ser aceptados.
María tiene que ser la número uno en todo. Ella es la más brillante, la más lista, la más atractiva. Necesita de forma obsesiva ser validada y reconocida como la mejor. Eso la lleva a actuar con precaución, asegurando sus decisiones y eligiendo siempre lo conocido y seguro. Y le sale bien, se ha acostumbrado a salirse con la suya en todos los contextos. Tiene necesidad de hacer y hacer para mostrar su valía. Su libertad se ve limitada y su capacidad de acción restringida, pero lo más notable es su insatisfacción constante. Tiene tal miedo a no ser reconocida como la mejor que se vuelca compulsivamente en hacerlo todo extremadamente bien. Su cuerpo se ha habituado a esa mezcla de miedo y subidones de adrenalina ante el éxito. Fluctúa entre ambos, quejándose de que “no le da la vida para más”; mostrando su indignación en todos los momentos en que no es ella el foco de atención y el centro de todas las miradas. Ha comenzado a tener vértigos frecuentemente.
Y claro ahora viene la gran pregunta:
¿es posible liberarse de una adicción emocional negativa?
Pues sí. Pero no es algo que venga dado gratuitamente. Hay que hacer algo de forma deliberada y continua. Metafóricamente la idea es sencilla, “andar por otra senda”, buscar una nueva ruta por la que dirigir tus pasos.
Cada vez que interrumpes tus pensamientos negativos se produce una respuesta química en el cuerpo distinta; la conexión neuronal automática que te lleva por la ruta de la negatividad se rompe, esas neuronas se desconectan unas de otras, es decir, el camino se va desdibujando. El mero hecho de la observación y consciencia de tus propios pensamientos rompe la conexión. Ya no actúas por estímulo – respuesta reactivamente, sino que elijes tu respuesta activamente ante el estímulo.
Cuando te acostumbras a hacer esto, tu cuerpo va disminuyendo progresivamente su dependencia de los neurotransmisores negativos.
Ante cualquier evento de la vida podemos reaccionar tomándolo como algo negativo o pensar en las posibles respuestas ante ello y elegir cómo sentirnos. Pero lo que no se puede hacer es responder de ambas formas al mismo tiempo.
| «¿En qué consiste la capacidad de darnos cuenta? En esa línea evolutiva de cada vez mejorar la capacidad de respuesta para sobrevivir, surgió una nueva capacidad, la de “darse cuenta” de lo que uno siente. Ese darse cuenta, la consciencia, nace del trabajo conjunto de todo el cerebro tal y como ha comprobado un equipo de neurocientíficos franceses del INSERM en 2009. Incluso han identificado una “marca de consciencia”, es decir, un patrón de actividad neuronal correspondiente a la consciencia, y que tal como había planteado el profesor de genética molecular Johnjoe McFadden es el resultado de la interacción electromagnética de las neuronas. Cada vez que una neurona se activa, envía una señal electromagnética al cerebro, que queda retenida automáticamente junto con el resto de información cerebral, creando un “espacio consciente”.
Es precisamente la capacidad de darnos cuenta, es decir la consciencia, la que nos permite pasar de la respuesta automática a elegir la respuesta más adecuada a la situación. La consciencia tiene un papel clave en la gestión de la información. Nos permite agrupar la información relativa a un tema, identificarla, interpretarla, evaluarla y actuar en función de ella». Del libro “Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación” |
Así que la toma de consciencia es el primer paso. No puedes cambiar algo que no sabes que existe.
Pero va a ser necesario algo más que la intención de cambiar para ello. La fuerza de voluntad por sí sola no es suficiente para superar una adicción. No se ocupa del origen de ésta. Estás tan acostumbrado psicológica y físicamente a ello que no basta un acto de voluntad para cambiarlo. Cuanto más tratas de quitar los neurotransmisores negativos, más los pide el cuerpo. Cuanto más consistentes sean las conexiones mentales más difíciles te será romperlas. El cuerpo demanda sus niveles químicos habituales y cuando, a pesar de tus intenciones, sucumbes a ellos, la sensación de impotencia y fracaso se suma a la negatividad previa. La conclusión es que se refuerza aún más el camino neuronal, y tus pensamientos negativos tienen aún más poder.

YO TE CAMBIO LA EMOCIÓN

Sí, así de rotundo Juan le afirmaba a su coachee su capacidad de acción.
“No tienes que sufrir más, te quito la emoción y listo”
Y Rafael se lo creyó, estaba ansioso porque le resolvieran su problema y le quitaran de encima su miedo. Su coach le había dicho que él le “ayudaba” a superar sus miedos.
A algunas personas les podrá parecer estupendo, a otras, simplemente, les podrá simplemente horrorizar, tal vez como un ejemplo de manipulación del otro.
¿Qué es esto de que venga uno a cambiarme mis emociones?
¿Quién es él para decidir cuál es la emoción que necesito?
¿Por qué tienen que cambiarme una emoción?
Esta situación es real y es un argumento de los más utilizados por escuelas de coaching y coaches que se otorgan el derecho a modificar a los demás como si fueran muñecos de arcilla a los que moldean a su antojo.
No todos entendemos el coaching así y no todos entendemos las emociones como algo que otro tenga que cambiarme.
Empecemos por las emociones. Actualmente es muy fácil documentarse: hay tantos blogs, tanta información disponible, tanta investigación científica,… que cualquiera que quiera comprender la naturaleza de las emociones con cierto rigor científico puede hacerlo con gran facilidad. Revisemos brevemente:
Las emociones son respuestas psicobiológicas ante las situaciones que vivimos. Son ultra-rápidas porque tienen que ver con nuestra capacidad de responder a lo que ocurre y si eso que ocurre es peligroso, nuestra respuesta debería ser lo suficientemente rápida como para que podamos hacer frente a ese peligro. Tienen que ver, por tanto, con cómo interpretamos las situaciones, lo que significan para nosotros, no con la situación en sí. Un ejemplo, dos personas van andando por la calle y se cruzan con otra que lleva un perro atado. Al llegar a la misma altura, el perro se acerca a los caminantes. Uno se sobresalta y pega un brinco asustado, el otro sigue caminando normalmente. Para ambos la situación era la misma, sin embargo, uno la interpreta como un peligro y el otro no. Uno reacciona con miedo y el otro no.
Así que aquí está la clave de las emociones ¿cómo estoy interpretando las situaciones? Si yo tengo miedo, no se trata de quitarme el miedo (por cierto, ¿cómo se hace eso?) sino de que yo entienda cómo estoy interpretando esa situación, para qué me sirve ese miedo y elija mis acciones a continuación. No necesito complicarme mucho la vida analizando por qués, simplemente tomar consciencia de mí mismo y mis reacciones y para qué me sirven. ¡Vaya!, ejercitar mi inteligencia emocional intra-personal. Pero claro, esto requiere trabajo de introspección , un mínimo de dedicación y, tal vez, hasta alto de esfuerzo. ¿Estás dispuesto a ello o prefieres oír los mensajes libertadores de ese “coach” que dice te va a salvar de ti mismo?
Por otro lado el coaching:
Entiendo que el término se esté utilizando como palabra de moda y comodín y su sentido se haya pervertido. Hoy en día podemos encontrar programas de TV donde te dicen qué comprar, ¡lo quieras o no!, y¡ a pesar de tus objeciones!, diciéndote que es lo que hay que hacer ¡¡¡y dicen que es un coach quien te lo recomienda!!! Eso es un asesor ¿no?
Podemos encontrar en you tube “consejos de Coaching”, ¿cómo es posible?, de nuevo yo, el coach, tengo la verdad y te digo desde mi opinión y perspectiva de la vida lo que tienes que hacer. Esto de siempre se ha denominado consultoría.
También hay programas de TV donde bajo el nombre de “coach” aparece un juez que te dice cómo has cantado. Esto es mentoría, no coaching.
Y ¡¡en crecimiento personal!! coaching como sinónimo de crecimiento personal. Sí que es un efecto de la reflexión y la consciencia el incremento de la inteligencia emocional y, por lo tanto, el aumento de la capacidad para afrontar la vida, pero esto pasa también con la propia vida vivida desde la consciencia. Ahora bien, llamar coaching a cursos o talleres de los que está plagada la red que te dicen cómo pensar, o qué sentir o qué hacer, unas veces para tener éxito, “lograr tus sueños”, desarrollar habilidades o ganar un montón de dinero –eso sí, sin esfuerzo alguno, sólo asistiendo al evento-, esto, de siempre, se ha llamado formación. Ojo que esto significa “dar forma” y para eso se requieren varios elementos, no sólo la charla “efecto champán” del iluminado de turno. Entre otras cosas, que tú asumas el cambio como tuyo, pero también que hagas algo para cambiar y mantenerlo en el tiempo.
¿Tan necesitados estamos de ilusión, de que nos digan que podemos controlar nuestras vidas, de que podemos hacer lo que queremos que perdemos de vista el qué hacer con nuestras vidas?
¿De verdad necesitamos al gurú de turno que nos salve de nosotros mismos?
Tal vez, en ese caso no necesitas un coach, sino un “libertador” de esos que van creando sectas.
Se utiliza la palabra Coaching como un comodín absurdo donde cualquier relación lógica se pervierte: de la parte se hace el todo, del efecto la causa, del síntoma el origen.
Para mí el Coaching es sólo un método (del griego metha: más allá y odos: camino o vía) de cambio que lleva a las personas de dónde están a dónde quieren estar. Dicho con tanta sencillez puede parecer simple sin embargo no refleja ni más ni menos que el recorrido que hace una persona para tomar una decisión. El acompañamiento y dominio técnico del coach hace que ese camino resulte más sencillo y rápido por lo que los resultados pueden ser “extra-ordinarios”, es decir, van más allá de lo esperado ordinariamente sin la utilización del coaching.

Ahora bien, si algo identifica y diferencia al coaching, es el posicionamiento humanista del coach que propicia que el cliente encuentre sus propias respuestas y soluciones. Si es el coach el que se las da está actuando como consultor, eso en el mejor de los casos. Así que sí si necesitas coaching, averigua primero de qué va tu coach. El mejor coach es aquel que te hace sentirte protagonista de tu aprendizaje y cambio.
Más de 4.500 h. de ejercicio, más de 1.000 h. como formadora y supervisora de coaches y un premio como uno de los cien coaches que lideran el coaching en el mundo me llevan a expresarlo con seguridad:
que no vengan diciéndote que te cambian, tú eres el que tienes que cambiar.
¿CÓMO INCREMENTAR LA CALIDAD DE TU VIDA?
Muchas personas se sienten incómodas, descentradas, inquietas, con un malestar difuso que no les permiten disfrutar de su vida. Otras claramente se sienten estresadas, deprimidas o claramente fuera de lugar. Y no se trata de las circunstancias externas de la vida, sino de cómo nos enfrentamos a ello. En todos los casos falta calidad de vida, el bienestar personal está deteriorado, la gestión mental que hacemos no es eficiente.
La calidad de nuestra vida es el resultado de la calidad de nuestra vida psicológica, algo que entendemos habitualmente como nuestro grado de bienestar. Para Martin Seligman, el iniciador de la Psicología Positiva http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx, este bienestar es una combinación de 5 elementos que él denomina, por sus siglas en inglés, PERMA (Positive Emotions, Engagement, Relationships, Meaning y Achievement) y que presentó en su nuevo libro “Flourish” (Florecer):
- Emociones
- Relaciones positivas
- Compromiso
- Sentido de lo que hacemos
- Logro que alcanzamos.
Puedes leer más sobre ello en: psicologia-positiva-y-coaching/
Dependiendo de cómo estemos en estos elementos, así será nuestra calidad de vida.
Afortunadamente estamos hablando de temas vinculados a nuestra inteligencia emocional, esto es, nuestra capacidad de adaptarnos a la vida y, especialmente, a la vida social que se materializa en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Y, lo mejor, es que esta inteligencia sigue desarrollándose a lo largo de toda nuestra vida, a través de nuestros aprendizajes y relaciones.
Por ello, podemos incrementar nuestro bienestar ejercitándonos en los 5 elementos PERMA. El propio Seligman indica, de forma explícita, que no es un modelo prescriptivo, sino descriptivo de aquello que las personas, con un alto grado de bienestar, hacen. Por lo tanto, no es una receta, sino una propuesta que cada uno tiene que adaptar a sus preferencias y necesidades. Y, por ello, cada persona puede empezar por dónde más le interese y desarrollarlo cuanto quiera.
Como buena Psicóloga experta en Coaching (PsEC®) no puedo dejar de ofrecerte preguntas para que seas tú mismo quien revises dónde estás y decidas si te vale para la calidad de vida que quieres o aspiras a más. Así que he aquí:
10 preguntas para revisar tu bienestar psicológico:
- ¿Estás poniendo el foco en las experiencias positivas del día? Las personas positivas se desempeñan mejor. ¿Cómo te desempeñas tú? Si quieres ser más positivo, cada noche escribe en un cuaderno las tres cosas positivas del día, no hace falta contarlas, sino expresar por qué te han resultado positivas y qué has ganado con ello. Al cabo de tres meses notarás la diferencia en tu positividad.
- ¿Te imaginas alcanzando el éxito? Imagina cómo haces algo con plena capacidad, especialmente cuando te enfrentes a retos nuevos o desafiantes. Cierra los ojos e imagínate haciéndolo desde lo mejor de ti mismo, logrando el resultado que quieres. Disfruta con ello.
- ¿Has pensado cómo te gustaría ser recordado? Escribe tu epitafio, sí: aquello que quisieras que dijeran de ti en tu despedida de la vida. Lo más seguro es que seas más consciente de tus prioridades, de lo que quieres y de lo que no quieres en tu vida, y…, con ello tomes decisiones más coherentes con la persona que quieres ser. Te preguntarás si lo que haces en tu día a día te ayudará a lograr el recuerdo que quieres dejar y al momento sabrás lo que decidir y hacer.
- ¿Cuál es el legado que quieres dejar en esta vida? ¿Contribuyes de alguna forma al bienestar de otras personas, o sólo piensas en ti mismo? Los estudios muestran que las personas nos sentimos más plenas cuando colaboramos con otros y ayudamos en temas que generan bienestar a otras personas o al bien común.
- ¿Cómo quieres que sea tu vida a 5 años vista? Tener perspectiva, proyectos e ilusión ayuda a relativizar y poner orden a nuestra vida. Imagina la vida que quieres a 5 años, no sólo lo que estarás haciendo, sino cómo quieres sentir y pensar en ese momento. Por si te sirve de inspiración, fíjate lo que decía Ortega y Gasset «La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada».
- ¿Te planteas retos? Los retos impulsan la voluntad, nos ayudan a levantarnos y actuar. Pueden ser de todo tipo, desde correr una maratón a tomarse las cosas con calma.
- ¿Te has parado a escuchar de qué te informan tus emociones? Tendemos a aceptar nuestras emociones como algo que nos pasa sin más, incluso hay quien habla de que las emociones nos habitan como si fueran entes -“unos aliens”- externos a nosotros. La verdad es, que las emociones siempre son nuestra reacción más inmediata a algo que ocurre, nos informan de cómo interpretamos las cosas, de cómo nos las tomamos. Así que la cuestión es reflexionar sobre por qué nos lo tomamos así.
- ¿Te dejas arrastrar por las emociones negativas? La gestión emocional es una habilidad que podemos desarrollar a lo largo de toda la vida. Darnos cuenta de por qué estamos tristes, airados, hartos, es el primer paso para regularnos. Preguntarte ¿para qué me sirve esto?, ¿es lo que necesito? es el siguiente paso. Decir “basta” es el tercero. ¡¡Podemos elegir nuestras emociones!!.
- ¿Cómo incrementas tus emociones positivas? Elije cómo quieres tomarte las cosas y desde dónde quieres reaccionar. Pregúntate, por ejemplo: ¿Cómo quiero sentirme ante esto? Rodéate de estímulos y personas que te aporten positividad, “¿Esto o a este lo quiero en mi vida?.
- ¿Qué haces para cuidar la calidad de tus pensamientos? Tú no eres tu pensamiento, tienes un pensamiento. Simplemente dándonos cuenta de esto tomamos distancia de ese pensamiento y podemos cambiarlo porque entonces es algo manejable.
Al final, la dedicación da resultados y al igual que ir al gimnasio produce cambios en los músculos, entrenar la mente da resultados en nuestra calidad psicológica, pero hay que hacerlo. Decía Soren Kierkegaard que “La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.”
Prefiero sugerir ideas que estimulen la responsabilidad de cada uno que dar instrucciones, así que aquí van 10 ideas para mejorar la calidad de tu vida. Como decía Ortega y Gasset: “La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha”, hay que hacer que suceda.

Y para poner el broche de oro, un maravilloso poema que nos deleita con la reflexión de lo que merece la pena en la vida, que lo disfrutes.

Con mis deseos de que la calidad de tu vida sea cada vez mayor.
¿ELIJO MIS EMOCIONES?: ¿GESTIONO MI BIENESTAR?
¿Es posible realizar una gestión inteligente de las emociones?
Para muchas personas éste es el gran reto que se plantean en sus vidas: gestionar sus emociones. Algunas dicen que se sienten arrastradas y dominadas por ellas; otras ni se han planteado gestionarlas; muchos dicen sufrir con ellas. Lo que nos están diciendo con ello es que están la mayor parte de su tiempo en emociones negativas. Que les falta la flexibilidad y la presencia para estar en cada momento. De alguna manera están fijos en una única interpretación y en una única respuesta negativa ante lo que ocurre. ¿Qué lleva a las personas a entender mayoritariamente las situaciones como una amenaza, un conflicto, un peligro y desde esta interpretación vivir su vida?
Es cierto que hay situaciones de gran dureza y dificultad, pero de ahí, a que todo sea en la confrontación y una lucha hay un trecho. Puede que, en definitiva, no sean las situaciones en sí, sino la interpretación que hago de ellas las que me hacen sufrir.
Epícteto de Frigia (55-135) el filósofo grecolatino estoicista ya nos decía que
“Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones acerca de las cosas”
También en la tradición oriental, las enseñanzas de Buda nos dicen que
“El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”.
Ambos señalan un hecho clave: una cosa son los hechos y otra es cómo vivimos esos hechos.
Las emociones es uno de los temas que más impacto y difusión están teniendo actualmente. No es de extrañar que hablemos de que este es el siglo de las emociones. Los descubrimientos neurobiológicos están aportando seriedad y rigor a un tema del que de otra forma solemos hablar en función de nuestra experiencia, criterios y debilidades. Aunque la experiencia personal sea realmente importante, el conocimiento objetivo nos permite comprender y gestionar inteligentemente, con eficiencia.
Las emociones están en la base de lo que hacemos, pensamos, sentimos y, en definitiva, de la calidad del bienestar de nuestra vida. Son estrategias ancladas en nuestro ADN que nos permiten responder a las diferentes situaciones de forma diferencial y más eficiente, en principio.
No tendríamos que interpretar una situación de peligro igual que una de confianza. ¿Es que es malo tener miedo de un peligro?, ¿Es negativo cargarnos de energía para responder ante una situación crítica?, ¿Es negativo sentir dolor por la pérdida de un ser querido, o de un trabajo, o por un mal que sufre otra persona?
Hay ciertas situaciones que son esenciales para nuestro sobrevivir y que requieren respuestas específicas que nos permitan responder con éxito. Así las situaciones que vivimos como negativas para nosotros y, en cierta medida, amenazantes, nos propician sólo tres tipos de respuesta: lucha, huida o parálisis. Responden al nivel básico de la “Pirámide de necesidades” de Maslow.
Hay otro tipo de situaciones que nos abren puertas a la convivencia, la confianza, la cooperación y la evolución personal. Son las que interpretamos como positivas. Para algunos son mucho menos frecuentes algunos. Es más fácil interpretar las situaciones como negativas porque están vinculadas a los niveles de sobrevivencia y son prioritarias. Subir por la escala de la “Pirámide de necesidades” puede ser accesorio cuando los niveles más bajos no pueden soportar la Pirámide. Aunque, esto, como se ha demostrado numerosas veces en la historia puede superarse. Hay numerosos ejemplos de personas que se centran en los niveles superiores, como la auto-realización, obviando los inferiores, incluso en lo más básico, como es la alimentación. Para muestra baste citar a Teresa de Calcuta.
Lo que suele ocurrir es que no nos focalizamos en lo positivo, en lo que hay, lo hacemos en lo que falta y eso nos lleva a no dedicar la energía suficiente para hacer de las situaciones positivas algo significativo en nuestras vidas.
Emociones negativas y positivas son esenciales por igual para que seamos capaces de responder eficientemente, aunque tendemos a ver a las emociones negativas como malas y rechazables. Al comprender la función que tienen, de qué nos están informando y cómo nos llevan
a ser más eficientes, comprendemos también cómo utilizarlas a nuestro favor.
Si quieres saber más te invito a leer mi artículo «Los juicios emocionales» publicado en Cuadernos de Coaching, nº 10, publicación de ICF (2003). http://www.cuadernosdecoaching.com/cc10/los-juicios-emocionales.pdf
Las emociones implican al ámbito personal, pero también al social, y tienen una trascendencia excepcional en ambos ámbitos. En cada momento de nuestra vida, en las conversaciones con uno mismo y en las conversaciones con otras personas; en cualquier situación: en el trabajo, en la calle, en la familia, en los colegios, universidades, empresas, asociaciones,…, las emociones están siempre presentes ya que fundamentan nuestra acción porque forman parte del equipamiento biológico que nos ha traído hasta aquí como especie humana. Y nos afectan para bien, generando espacios de cooperación, bienestar, convivencia, cohesionando grupos, y para mal, cuando propician situaciones de confrontación, aislamiento, desprecio, sometimiento de los otros y sufrimiento.
¿Cómo se puede gestionar proactivamente el bienestar?
Muchas veces, nos fustigamos con pensamientos y emociones negativas que nos llevan a sufrir y a movernos en la dureza, la confrontación y el malestar.
NARRATIVAS CAPACITANTES
A veces entramos en una espiral de vértigo inducido por “narrativas incapacitantes”. Hay quien lo llama “el loro”, “el diablillo”, “mi parte oscura”, esa parte de ti que te habla y habla sin cesar y hacen que todo parezca lo que ellos dicen: “no puedes”, “no te lo mereces”, “no vales”, “¿a dónde vas?”, “¿por qué te pasa esto a ti?”, “haga lo que haga no salgo de aquí”, «esto es una injusticia». Son nuestros pensamientos basados en un status emocional negativo. A veces es complicado salir sólo de esa deriva, sin embargo es algo que está en las manos de todos. Podemos gestionar proactivamente nuestras emociones, sólo necesitamos consciencia, comprensión y voluntad. Con estos ingredientes podemos hacer que nuestras emociones nos ayuden a vivir con un mayor bienestar.
3 pasos para cambiar nuestras emociones:

Primer paso: Tomar consciencia. Una vez que te oyes puedes puedes cuestionar lo que te estás diciendo. A partir de ahí plantearte opciones, buscar otra narrativa, buscar recursos en ti mismo o buscar apoyo en otros.
El segundo paso es comprender desde la aceptación de que lo que es es, sin más; de que esas narrativas están ahí y no te hacen “malo”, ni peor, ni es un sufrimiento, simplemente es una forma de ver las cosas, una perspectiva.
El tercer paso es la voluntad de buscar una perspectiva diferente, capacitante, lo que te puedes decir para llegar a donde quieres y cómo quieres.
Eso es inteligencia emocional, la capacidad para relacionarnos con nosotros mismo y con los demás. ¡¡Se puede desarrollar siempre!! Y el primer paso es tomar consciencia de lo que nos decimos, y qué “narrativas” nos contamos sobre nosotros mismos, la vida y los demás.
Epícteto decía: “No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz”.
Cuidarnos no es solamente elegir nuestros alimentos, nuestra actividad física o nuestras relaciones. Es también elegir nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras reacciones ante lo que ocurre.
Desde siempre, a lo largo de la historia, las personas hemos buscado las claves para sentirnos mejor y para buscar la felicidad. Lo que ocurre actualmente es que para muchas personas esto se ha convertido en un propósito de vida. Más allá de las campañas de ingenieria social o las campañas comerciales, la gestión proactiva de nuestro bienestar aparece como una de las prioridades más valoradas de las personas. En los procesos de Coaching lo dicen habitualmente: “Quiero estar tranquilo”, “Quiero sentirme bien”, “Quiero afrontar las cosas con confianza”.
La búsqueda de una mejor comprensión de uno mismo y de un mayor bienestar hace que las personas estemos muy interesadas en conocernos y en cuidarnos tanto física como mentalmente.
Así el cuidado mental emerge como un área de gran interés hoy en día: pensamiento y emoción están imbrincados totalmente, hasta el punto de que cambiando mis pensamientos puedo cambiar mi emoción y viceversa, y lo mejor de todo, ¡puedo elegirlo!
¿Cuáles son las emociones adecuadas?
Las emociones adecuadas son aquellas que te permitan conseguir lo que quieres, que sean funcionales, útiles.
Todas tienen su por qué y para qué y lo inteligente es identificar cómo te facilitan conseguir aquello que te propones. Así hablamos de “emociones capacitantes” y no de emociones positivas o negativas.
EMOCIONES INCAPACITANTES
Aquellas que no me permiten conseguir mis objetivos y que me llevan a vivir con insatisfacción, con infelicidad, con sufrimiento. Se asocian con altos niveles de la hormona cortisol, precisamente la que se genera en situaciones que vivimos con stress.

EMOCIONES CAPACITANTES
Aquellas que me dan la energía para alcanzar lo que me propongo. Las emocion
es nos hacen capaces, nos permiten tomar las decisiones que para nosotros son las más válidas en ese momento. Otra cosa es que no seamos conscientes de cómo una emoción nos dispara, o de cómo una emoción se perpetúa como nuestra estrategia básica, a veces única, desde la que vivimos.
Si quieres saber más te invito a leer mi libro:
Y si quieres oír más sobre este tema te invito a conectarte con esta webinar que impartí gracias a AICP, una asociación pionera en la difusión del coaching de calidad. http://www.aicp.es/jornadas-online/elijo-mis-emociones-gestiono-mi-bienestar

Pregunta de coaching:
¿de qué te está informando tu emoción (miedo, ira, tristeza, enfado…)?
