Hoy en día la sensibilización sobre la importancia de la salud parece un punto de encuentro entre todos los interlocutores sociales.
En las empresas, la salud se ha convertido en un problema crítico ya, que se traduce en bajas laborales, absentismo, rotación, accidentes y pérdida de productividad (producción, errores, costes).
Parece que no hay duda de que el cuidado de la salud física es imprescindible y desde las organizaciones se fomentan hábitos saludables como una alimentación equilibrada, dejar de fumar, hacer ejercicio y últimamente, con especial interés, seguir unas pautas de sueño saludables.
Sin embargo, el interés por la salud mental ha venido de la mano de los efectos de su debilitamiento y carencia. Trastornos como la ansiedad, la depresión, trastornos del ánimo y trastornos de conducta, se generalizaron en la época del COVID y se ha podido constatar la permanencia de altos niveles de incidencia de estos trastornos.
ALGUNOS DATOS SOBRE LAS BAJAS LABORALES
El número de bajas no ha hecho sino aumentar progresivamente, se ha duplicado en los últimos siete años.
En 2023 España registró casi 600.000 bajas relacionadas con problemas de salud mental y trastorno de conducta
Algunos efectos de este incremento de trastornos de salud mental son:
Normalización de hablar de salud mental
Disminución del estigma tradicionalmente asociado a la enfermedad mental
Incremento de la demanda de servicios psicológicos
ALGUNOS DATOS SOBRE LA DEMANDA DE ATENCIÓN PSICOLÓGICA
Según datos de la plataforma de terapia online Therapyside, sobre 7500 pacientes, el 51% de los pacientes tienen entre 25 y 34 años y el 21% entre 35-44. El porcentaje de mujeres es del 64,05.
La pandemia aumentó los trastornos de salud mental entre los jóvenes. Especialmente problemas de gestión del día a día (estrés, síndromes de adaptación cotidianos, malestar emocional); ansiedad; trastornos alimentarios; adicciones; ideación suicida y el suicidio, que es la principal causa de muerte entre los jóvenes.
Además de los efectos de la pandemia, el complicado contexto socioeconómico, la pérdida de referentes y valores en el que están inmersos los jóvenes, así como la falta de recursos psicológicos para afrontar la incertidumbre y el malestar han propiciado un deterioro de su salud mental.
Junto a estas circunstancias, hay que señalar la progresiva normalización entre las nuevas generaciones de la expresión emocional; el debate público abierto en torno a la salud mental, la existencia de modelos sociales que abiertamente hablan de sus problemas mentales y su terapia y la progresiva eliminación de los estigmas asociados a todo lo relativo a enfermedad mental que hacen más cercano y visible el hablar de estos temas. No es de extrañar, por tanto, que la demanda de atención psicológica por los jóvenes se haya disparado.
Por lo tanto, parece oportuno poner el acento en las generaciones centennials y millennials y en las mujeres. La experiencia trabajando con estos colectivos nos lleva la consideración de que las generaciones más jóvenes necesitan desarrollar su inteligencia emocional para hacer frente a la vida con más aplomo y seguridad. Por mi experiencia, trabajando en procesos de psicología coaching la baja autoestima y la gestión de las emociones negativas son dos necesidades clave de estas generaciones.
Joven, mujer y trabajadora parece una combinación clave para demandar servicios de atención psicológica, los estudios nos refieren a factores sociales y a la mayor permisividad para hablar de los sentimientos y las relaciones como elementos claves de esta demanda.
Esto nos lleva a una conclusión que empieza a abrirse como un camino claro en muchas organizaciones y es la necesidad de hacer protocolos de salud mental intervención diferenciados por género.
Los indicadores de tendencias empresariales hablan de dos ejes que van a vertebrar el desarrollo de las empresas de forma inmediata. Uno el incremento de uso de la tecnología y el fuerte impacto de las inteligencias artificiales y la robótica y otro la humanización de las organizaciones.
Es en este eje donde el desarrollo de personas viene adquiriendo una importancia sustancial.
Toda mi vida laboral la he dedicado al desarrollo de personas, equipos y organizaciones, pero nunca como ahora he constatado una sensibilidad e interés por cuidar tan cuidadosamente a las personas en las empresas.
La humanización de la gestión de personas en las organizaciones se refiere a la aplicación de enfoques y prácticas que cuidan, reconocen y valoran la singularidad, el bienestar y el desarrollo de los empleados como elementos fundamentales para el éxito organizacional.
Este enfoque busca crear entornos laborales más saludables, flexibles, inclusivos, colaborativos y orientados al crecimiento personal y profesional de los individuos.
Algunos de los aspectos clave de esta humanización son:
La atención a la salud mental de los trabajadores
A raíz del COVID se constató la necesidad de cuidar la salud mental de los trabajadores y de dotarles de atención psicológica para que pudieran hacer frente a una nueva realidad donde la incertidumbre y la inseguridad están plenamente presentes. Las bajas laborales por salud mental son la segunda causa actualmente y según un informe de UGT, hasta 1 de octubre de 2023, se registraron 451.646 bajas laborales por salud mental; el mes de mayo del 2023 fue el mes récord en la historia con 56.600 incapacidades laborales temporales por salud mental (superando los meses de confinamiento del 2020 que eran 51.000 bajas); los días de baja por trastornos mentales son ya el 15% del total (17% en las mujeres, 12,4% en los hombres). Estas bajas tienen una larga duración media de 108 días, solo superado por los tumores y los problemas circulatorios.
No es, por tanto, de extrañar que las empresas hayan puesto el foco en la salud mental, tanto por la pérdida de productividad como por las obligaciones legales del tratamiento de prevención de riesgos laborales y vigilancia de la salud laboral.
Los planes de salud mental se centran en prevenir e intervenir ante los riesgos psicosociales como son el estrés laboral, el burnout, el boring, el acoso laboral y las bajas por salud mental debida tanto a estos riesgos como a depresión, ansiedad y enfermedades mentales. Esto implica ofrecer acciones de prevención, sensibilización ante la salud mental, formación específica para el manejo de estas situaciones y programas de reingreso al puesto de trabajo tras una baja.
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Las organizaciones están reconociendo cada vez más la importancia de cuidar la salud mental de sus empleados. Esto no solo se considera como una responsabilidad social, sino también como una estrategia clave para mejorar el rendimiento laboral y la retención de talento.
La humanización implica reconocer las necesidades individuales de los empleados y proporcionar oportunidades para su desarrollo tanto personal como profesional. Esto puede incluir programas de capacitación, mentoría, coaching y planes de carrera personalizados.
El acrónimo BANI (Brittle, Anxious, Nonlinear e Incomprehensible), para definir el escenario actual, se queda pequeño ante las constantes noticias geopolíticas y sociales que impactan directamente en el devenir de las empresas y el estado de ánimo de las personas, haciendo, cada vez más difícil, el día a día de los trabajadores.
No es de extrañar, por tanto, que haya una demanda creciente de las organizaciones de una formación en recursos psicológicos. Ya no se trata de desarrollar sólo las competencias de la inteligencia emocional para relacionarse y trabajar, sino que se trata de reparar, en muchos casos, procesos de duelo laboral, relaciones tóxicas o liderazgos inapropiados. También, y con una gran demanda de aprender a movernos en este entorno BANI, aprender cómo actuar, por ejemplo: aprender a ser resilientes, aprender a gestionarse en la incertidumbre y en la inseguridad, aprender a desconectar, aprender a pensar positivamente, dar sentido trascendente al trabajo, dotar de valor al legado que dejas en tu organización, manejarte en remoto lejos de tu equipo.
“La persona en el centro” puede que sea una mera frase para muchos, pero se aprecia en el sector de la gestión de personas una fuerte tendencia a considerar que, si sus trabajadores están bien, trabajarán bien.
Esto pasa, además de las formaciones tradicionales en inteligencia emocional que siguen siendo muy necesarias, por adquirir recursos específicos para hacer frente a este nuevo escenario. Necesitamos aprender a manejarnos en este entorno BANI y esto supone adquirir nuevas competencias de carácter psicológico.
Muchas empresas están implementando programas de bienestar que atienden las necesidades globales de la persona trabajadora.
Según «Sharecare community», el bienestar laboral podría abordar 5 dimensiones: bienestar de carrera, bienestar emocional, bienestar financiero, bienestar físico y bienestar comunitario.
Los planes de bienestar tratan de dar respuesta a las necesidades de los trabajadores, atendiendo su momento vital, intereses y prioridades, e incluyen desde seguros de salud, de vida, guardería, tickets restaurante, gimnasio, compensación a medida, talleres de mindfulness o yoga, educación financiera, asesoramiento fiscal, programas de desarrollo personal, etc. Combinan aspectos de carrera, financieros, de salud física y mental y, a veces, social. Están ligados a los planes de compensación total donde la retribución flexible y los beneficios se han convertido en un poderoso estímulo para mejorar el employer branding de las organizaciones y aumentar la satisfacción de sus equipos.
Con estos planes, las organizaciones tratan de mejorar la “Experiencia empleado” como estrategia de optimización del engagement con la empresa y están adoptando un enfoque más holístico hacia el bienestar laboral y la salud mental, reconociendo que estos aspectos no solo afectan la vida personal de los empleados, sino que también tienen un impacto directo en el rendimiento y la eficacia organizativa.
No sólo la carga tiene que estar en el desarrollo de las personas, en paralelo, es imprescindible cambios en las estructuras y funcionamiento de las organizaciones. Sin duda tienen que avanzar para ser más horizontales, más trasparentes, más participativas.
El término “agilidad” ha aparecido con mucha fuerza en este contexto. Se necesitan equipos que funcionen con mucha más flexibilidad y capacidad de adaptación inmediata a las necesidades de la actividad empresarial y esto supone cambios estructurales y funcionales que impliquen a los propios trabajadores en su diseño.
Innovación y adaptabilidad tienen que ser dos ejes de desarrollo de la actividad empresarial, pero no sólo orientados a la tarea sino a la humanización. Esto implica permitir la expresión de ideas, el aprendizaje continuo y la disposición para ajustar las prácticas y políticas en respuesta a las necesidades cambiantes de los empleados y del entorno empresarial.
Y, no podía faltar el desarrollo de un liderazgo actual, no se puede dirigir igual que antes. Las teorías y modelos sobre liderazgo no ofrecen respuesta a las nuevas necesidades que plantean los trabajadores. El concepto de autoridad se percibe de forma diferente y los trabajadores buscan otro tipo de relación más igualitaria y directa. Es habitual oír en los procesos de selección “busco un proyecto” cuando antes se buscaba un puesto de trabajo. Esto marca significativamente la diferencia en la relación que los trabajadores buscan actualmente con su empresa.
Un aspecto fundamental de estos líderes va a ser sus competencias comunicativas. Los líderes actuales no sólo necesitan mostrar empatía, tienen que aprender un rol más abierto a escuchar las necesidades, ideas, estados de ánimo, prioridades, diversidad de sus equipos y a dar cabida a todos estos en el día a día.
Hemos citado empatía y escucha, pero, también y muy importante, cómo dan la retroinformación. Necesitan aprender un rol más de líder-coach fomentando la mejora y aprendizaje continuo utilizando el feedforward en vez del feedback y ofreciendo climas de seguridad psicológica en los que los equipos puedan ofrecer libremente ideas, aprender de los fallos e innovar en las soluciones que creen.
Artículo relacionado publicado en Observatorio de Recursos Humanos:
En definitiva, los líderes tienen un papel esencial en la relación humana de las empresas. Tienen que fomentar una comunicación abierta y honesta, escuchar y responder a las inquietudes de los trabajadores y compartir información relevante sobre la organización y su aportación con su desempeño al proyecto común.
Multigeneraciones
Las diferencias generacionales son especialmente marcadas ahora y, aunque toda generalización lleva inexactitudes, lo que se constata en las empresas es que las generaciones mayores afrontaban el trabajo como forma de vida, mientras que las más jóvenes afrontan el trabajo sólo como un medio para vivir. Su engagement con la empresa va a depender de varios factores, entre ellos, precisamente la humanización que ésta haga de su relación interpersonal laboral.
Asumiendo el sesgo de error que supone generalizar, podríamos decir que las diferentes generaciones interpretan el bienestar de formas diferentes, así:
Baby boomer: asocian el bienestar a estabilidad, seguridad económica, tener una carrera exitosa, un hogar propio.
Generación X: asocian el bienestar a equilibrio entre trabajo y vida personal, control sobre su tiempo, conciliación, estabilidad y seguridad financiera. Buscan experiencias más gratificantes.
Milennials: asocian el bienestar a una combinación y equilibrio entre el trabajo y su vida personal, una conexión social y un propósito en todo lo que hacen.
Zentennials: asocian el bienestar a mental y valoran la diversidad, inclusión, libertad para expresarse y contribuir a causas que importan.
La humanización necesita crear una cultura que celebre la diversidad y fomente un sentido de pertenencia. Esto implica la promoción de prácticas inclusivas, la igualdad de oportunidades y la creación de un entorno donde cada empleado se sienta valorado.
El término que más se está repitiendo actualmente en los foros de gestión de personas es flexibilidad. Si estamos hablando de dar respuestas personalizadas, no valen las medidas genéricas y las normas únicas. Impulsado por la demanda de los trabajadores de un mejor equilibrio entre trabajo y vida personal, unas generaciones por sus necesidades personales, otras por sus necesidades familiares, en definitiva, todas reclaman políticas horarias flexibles y opciones de trabajo remoto. Reconocer la importancia en el bienestar de los trabajadores de un equilibrio sano entre el trabajo y la vida personal e incorporar medidas que lo faciliten es crucial para la humanización de la gestión de personas.
Si en algo parece que hay consenso en los foros de RRHH es que la humanización de la gestión de personas no sólo beneficia a los empleados, mejorando el clima, el engagement, la fidelización del talento, sino que también contribuye al rendimiento, la marca de empresa y su percepción en el mercado y en la sociedad y favorece la sostenibilidad a largo plazo de la organización.
En definitiva, la humanización es el eje de desarrollo que actualmente necesitan las organizaciones para hacer frente a estos entornos tan desafiantes y que está demostrando ser la vía de diferenciación de las organizaciones más exitosas y sostenibles socialmente.
¡Qué importante es hacer revisión de tus logros!. El fin de año es un buen momento para hacerlo. Por ello, termino el 2022 dando la bienvenida a mi último libro «Guía para la supervisión de coaches» y haciendo recuento de todos los libros escritos en estos últimos años.
¿Alguna vez te han dicho que tú no podrías hacer algo?
Tener metas que te ilusionen y motiven son parte esencial de nuestro vivir bien. Las necesitamos y aunque parezcan a veces inalcanzables son una fuente de energía y bienestar.
En mi caso, escribir es algo que me produce un tremendo bienestar, me ayuda a organizar las ideas, a crear modelos para entenderlas, a comprender mejor el alcance que tienen y a poderlas transmitir con sencillez.
Te hablo de estos logros porque para mí han significado buenos momentos que me gustaría formaran parte de mi vida. Y, ahora, en el final de año, es el momento perfecto para plantearnos aquello que sí queremos en nuestras vidas y lo que no queremos. Te animo a hacer ese ejercicio de verte con lo que quieres, no hace falta que sean objetivos, simplemente imagínate rodeado de aquello que te da bienestar, te servirá como ejercicio motivacional y, algo muy importante le dará a tu mente un escenario al que acercarse.
¿Sabías que cuando un deportista se imagina a sí mismo desempeñando su juego se activan en el cerebro las mismas áreas que si estuviera realmente haciéndolo?
Imaginarte en tu vida no significa que ocurra por ello, pero sí te prepara y orienta para que tus decisiones te lleven a conseguirlo.
Ánimo, es el mejor momento para hacerlo.
Que tu vida se llene de ilusión y bienestar en el 2023.
Esta ha sido mi conferencia de esta semana: «llamando al coraje», un título de lo más sugerente y, llamándolo, he vuelto a plantearme qué nos hace salir adelante cada día, a pesar de las malas noticias, de las traiciones y ataques, de los miedos y los sinsabores.
“Llamando al coraje” esta semana con el #DPOP de CIVSEM, gracias CIVSEM y @Miguel Angel Velázquez, por darme de nuevo la oportunidad, ya son muchos años despertando juntos la reflexión sobre nuestra responsabilidad en elegirnos y disfrutando del encuentro con grandes personas dispuestas a pensarse y repensarse para ser mejores personas, para vivir con más sentido su vida y sentirse mejor consigo mismos.
El tema del coraje es uno de mis favoritos, siempre me ha despertado la curiosidad qué hace que una persona se enfrente a sus retos diarios, no sólo a grandes hazañas sino a esas hazañas diarias de levantarte y elegir cómo vas a vivir ese día, algo, que a veces, hacemos con voluntad y con mucho esfuerzo.
El coraje junto con el conocimiento y sabiduría, la humanidad, la justicia, la templanza y la trascendencia es uno de los fenómenos psicológicos que la Psicología Positiva denomina virtudes. Lo interesante de estos fenómenos es que tienen que ver con la esencia de lo humano y la calidad personal que tenemos.
Cuando el coraje forma parte de nuestro bagaje, le echamos valor para vivir. Entre los elementos que forman el coraje está la vitalidad, la autenticidad, la persistencia y la valentía.
Cuando pregunto a los participantes a quiénes consideran personas con coraje siempre citan a grandes personajes de la historia: Gandhi, Mandela, Helen Keller, Nadal. Y mi pregunta siempre es ¿Y tú? ¿Has tenido coraje alguna vez en tu vida? ¿Has sido alguna vez valiente? ¿Qué hiciste que marcó la diferencia en tu vida?
Es un momento de gran impacto en mi intervención porque de repente, se dan cuenta de que todos y cada unos de ellos han sido capaces de cambiar situaciones trascendentales de su vida, de hacer otras cosas, de tomar decisiones difíciles, de seguir su propio camino. Lo que han ganado con ello ha sido asertividad, autoestima, confianza, vivir para mí y por mí, fuerza, satisfacción. Practicar el coraje te hace tener más coraje, al igual que la práctica hace el músculo, las fortalezas y virtudes psicológicas también crecen con la práctica.
La valentía no sólo nos lleva a hacer actos de gran visibilidad y trascendencia heroica. Cada día la ponemos en práctica en sus tres vertientes:
Valentía psicológica: enfrentando con valentía nuestros conflictos internos, nuestro mundo interior, nuestros miedos, inseguridades y preocupaciones.
Valentía moral: manteniendo criterios éticos y valores morales en momentos difíciles aún a riesgo de oponerse a otros.
Valentía física: actuar ante un riesgo físico.
No es necesario ser un héroe de película para darte cuenta de que eres un gran héroe. Como yo les decía estáis llenos de coraje, “corajudos” es un adjetivo que podemos apuntarnos.
Necesitamos empoderarnos, coger fuerzas para afrontar cada día las múltiples vicisitudes y los bloqueos y las dificultades que nos vamos a encontrar y no estamos obligados ni a ser los más valientes, ni a ser los más persistentes, ni a luchar sin parar. Parte de nuestra naturaleza humana es darnos cuenta de dónde estamos y cómo y esa capacidad de reflexionar, el metapensamiento, es lo que nos hace realmente más poderosos al dotarnos de perspectiva para actuar.
Algunos de mis clientes de psicología-coaching vienen buscando estar bien, en paz, su falta de bienestar se traduce en un malestar difuso que les lleva a no darse cuenta de la fuerza que tienen para vivir bien. Y todos tenemos esa fuerza, ese coraje interno que nos hace salir de las dificultades, levantarnos cada día y hacer que nuestra vida y la de los demás sea mejor o tal vez dediquemos nuestra fuerza a que la vida de los demás sea peor, que los hay.
En estos momentos en los que se habla de la necesidad de cuidar la salud mental de las personas y que el bienestar psicológico se ha convertido en un tema de empresa, hablar de las fortalezas y virtudes psicológicas es hablar de la capacidad humana para regenerarnos y progresar. El papel de lo psicológico es crucial para entender que entre la realidad y nosotros está nuestra mente y el procesamiento de la información que hacemos, la interpretación que le damos a los hechos es lo que marca la diferencia en nuestro malestar o nuestro bienestar.
En cualquier caso, el coraje es una palabra que deberíamos tener muy presente para ser conscientes de quienes somos y de cómo vivimos nuestra vida.
Muchas veces nuestros clientes de Psicología Coaching vienen quejándose de los otros, que si el jefe, que si sus compañeros, que si su pareja, que si sus hijos y, muchas veces vienen quejándose de las circunstancias, de la vida, de lo que ocurre. Quieren que cambie lo de fuera que les molesta y que incluso no aguantan. Cuando llega un nuevo año, naturalmente, le piden al año sus deseos de que les traiga los cambios que quieren en su vida.
La queja está instaurada en nuestra sociedad como una forma correcta, incluso simpática de relacionarnos y de vivir. Ha
blar mal del otro, criticarle, juzgarle, incluso desear que no exista es parte del espectáculo mediático que nos ofrecen las cadenas televisivas. Hablar de lo mal que estoy, de lo mal que me va está de moda. El victimismo se ha instaurado como una forma de vida, soy un pobrecito, tengo mala suerte, las circunstancias, la vida, …
Poco favor nos hace esto a nuestro bienestar psicológico. Pensar en lo que falta, en los problemas, en el odio, mantenerse en el resentimiento y en una emocionalidad negativa entre la ira y el asco no nos ayuda nada a estar bien, al bienestar.
EMPECEMOS EL AÑO CON RESPONSABILIDAD
Siempre empezamos el año pidiéndole que se cumplan nuestros deseos y deseando a los demás todo lo mejor. Pero en este post no vamos a pedirle nada al nuevo año sino a pedírnoslo a nosotros mismos. Mis deseos de nuevo año son para que sea más consciente, más responsable y mantenga una conducta impecable con todo lo que me puede aportar buen trato y bienestar.
Empezamos el año nuevo y mi propuesta es precisamente pedirnos a nosotros mismos los deseos que lleven a cambios.
Se basa en la consciencia, en la responsabilidad y en la conducta elegida y no actuar en el piloto automático de una emocionalidad inconsciente y negativa.
Así que sí, mis deseos son conmigo misma.
No hay nada que desee para mí que no desee para todos, especialmente para todos aquellos clientes de Psicología Coaching que tratan de resolver su inquietud fuera de sí mismos. Seamos responsables con nosotros mismos y cuidémonos.
Es un tema de actualidad, la salud mental. De repente, numerosas personas, instituciones, administraciones hablan de salud mental. Ha sido uno de los efectos que la pandemia ha provocado y de los que habrá que hablar mucho y durante mucho tiempo.
En este contexto, surgen también los interrogantes sobre el teletrabajo, ¿cómo afectan a nuestra salud? Es un tema de actualidad sobre el que he comentado en el programa de radio En casa de Herrero donde han abordado el trabajo, la salud y las mujeres.
Hay que tener presente que el teletrabajo es un modo específico de trabajar que requiere de condiciones adecuadas, de una prevención de riesgos laborales concreta y de unos hábitos específicos.
A nadie se le escapa que la continuidad de horas delante de un ordenador puede tener unos efectos adversos.
Las bajas por contracturas y afecciones del sistema musculoesquelético han sido numerosas, de ahí las recomendaciones que los profesionales médicos y fisioterapeutas han venido dando, incluso la OMS ha ofrecido pautas de estiramientos.
Los oftalmólogos también han apreciado más complicaciones con los ojos y han dado recomendaciones para relajar los ojos y flexibilizar la mirada.
Y, como no puede ser de otra forma, los psicólogos, también, hemos ofrecido análisis, criterio y recomendación sobre cómo actuar.
Los efectos a nivel psicológico tienen que ver con una mayor exigencia mental por el exceso de información y por la falta de contexto social.
1. La acumulación de estímulos visuales y auditivos concentrados y continuados produce un mayor desgaste, un estrés digital y un incremento de la fatiga mental, lo que lleva a más errores en la atención, interpretación y ejecución de la información. Vaya, que malinterpretamos con más frecuencia los mensajes o nos equivocamos al escribir o enviar un mail o no nos enteramos de lo que leemos.
2. La falta de contexto hace que nos cueste entender más la información. Nos falta la información informal y la comunicación no verbal y paraverbal por lo que nos cuesta relativizar los datos y darles un valor adecuado. De ahí que haya más malentendidos e incluso malestar por mensajes recibidos.
Para paliar este incremento del estrés, son numerosas las empresas que están ofreciendo a sus trabajadores programas para aprender a afrontar el estrés y también para conectar y desconectar del teletrabajo.
En cuanto a los aspectos relacionales, se habla mucho de la soledad que sienten algunos teletrabajadores. El aislamiento no ayuda al equilibrio y el bienestar. De ahí la importancia de que las empresas apliquen políticas específicas que garanticen el contacto y la interacción social más allá de la ejecución de la tarea. Por ejemplo, programando reuniones de contacto social, espacios informales en los que no se habla de trabajo sino de quienes son, cómo están, dónde y cómo viven los miembros de un equipo. Otra de las medidas necesarias es el feedback continuado y la organización del trabajo con base en resultados y no en presencialismo.
El estudio que se cita en el programa de radio concluye que las mujeres se sienten más solas que los hombres cuando teletrabajan. Otro estudios, también han señalado que las mujeres han acusado más negativamente el teletrabajo estrés, fatiga mental, soledad. Además, de las limitaciones que pueden ocasionar en la asignación de responsabilidades y proyección de carrera. Designar a un responsable es cuestión de confianza y el vínculo y la confianza es difícil de generar a distancia. De ahí que haya que pensar en modalidades mixtas presencial-híbrido como las más necesarias a futuro.
El teletrabajo probablemente se quede como una modalidad de trabajo y nos conviene aprender a cuidarnos en este contexto específico.
La salud mental ahora nos preocupa, debe ocuparnos, debemos aprender a cuidarnos. En esta línea comparto desde aquí la guía que elaboré para el Colegio de la Psicología de Madrid con algunas recomendaciones para cuidar nuestra salud en el teletrabajo.
Comparto en el blog un artículo que ha tenido una especial trascendencia. Originariamente ha sido un artículo publicado en Capital Humano, con quien colaboro frecuentemente, el 21 de enero de 2021 . La sorpresa ha surgido cuando se ha republicado en Prevención Integral el 18 de marzo de 2021 sin que tuviéramos ninguna información ni la editora ni yo misma y, lo que realmente es sorprendente, sin citarme como autora.
Estoy encantada de colaborar en la divulgación de la Psicología del Trabajo en cualquier medio que así lo quiera, así que a vuestra disposición .
Agradezco que el artículo haya despertado tanto interés y espero que su lectura te resulte interesante.
¿Cómo afecta el teletrabajo a las relaciones sociales?
El fenómeno del teletrabajo generado a consecuencia del confinamiento por la pandemia del COVID19 y el prolongado período de aislamiento social, ha marcado disruptivamente las dinámicas laborales y las dinámicas de relación social.
Como todo fenómeno social, el teletrabajo, tiene múltiples facetas, tanto en su composición como en las perspectivas de análisis e intervención, por lo que, debido a su actualidad e interés, es un tema que está generando continuos debates entre agentes sociales, empresas y trabajadores dado que afecta a la calidad de vida de millones de personas.
El teletrabajo no es sólo trabajar desde casa, es una modalidad laboral que requiere cambios en la forma en la que los trabajadores y jefes se relacionan con el trabajo y en la concepción misma del trabajo, el trabajador y la relación con la organización.
La Psicología del trabajo señala tres áreas para la gestión del teletrabajo:
La preparación personal y el cuidado psicológico para trabajar.
La organización del trabajo siguiendo criterios de eficiencia.
El cuidado de las relaciones personales con equipo y familia.
Centrándonos en los cambios en la interacción laboral de las personas, requiere adaptar la asignación, coordinación y supervisión de tareas, liderazgo y relación de los equipos desde una concepción más evolucionada de la organización. La confianza en la autonomía, responsabilidad y capacidad del trabajador es una condición básica.
El impacto del teletrabajo en las personas
A nivel personal, el teletrabajo ha supuesto un reto excepcional. Nunca antes, de forma masiva y, en circunstancias de inseguridad, millones de personas se habían visto obligadas a asumir un cambio radical e inmediato en su comportamiento laboral.
El teletrabajo provocado por la pandemia nos ha confrontado con unos retos diferentes, además, en un tiempo de inseguridad. Por un lado, lo interpretamos como una medida que nos protege de forma preventiva y, por otro lado, nos hace ver constantemente la situación de peligro en la que vivimos. No es lo mismo adoptar el teletrabajo como medida de mejora de la calidad laboral que como medida de prevención de tu salud. La intensidad y valencia de las consecuencias en los dos diferentes casos pueden variar.
Teletrabajar es un cambio y, para las personas, todo lo que nos confronte con un cambio de nuestros hábitos normales nos supone una salida de nuestra habitualidad normal. Reaccionamos con inquietud, incomodidad por no saber lo que pasa, por cómo reaccionar y qué consecuencias va a tener. Se produce un desajuste en nuestra percepción del entorno, unas veces vivido con miedo a lo que es diferente, otras, con interés por lo nuevo pero, en cualquier caso, requiere un esfuerzo de cambio que trastoca durante algún tiempo a las personas tanto a nivel cognitivo provocando en mayor o menor medida una desorientación espacio-temporal, una distorsión de la percepción del tiempo; dificultades para concentrarse; dificultades para focalizar la atención; como a nivel de conducta: los hábitos antiguos ya no valen y no se sabe cómo actuar, el número de errores al realizar una tarea es mayor y, a nivel emocional, el miedo a no saber responder y estar a la altura suele imperar, provocando, incluso cuestionamientos sobre la propia valía, la autoestima y la seguridad en uno mismo.
Superada esa fase de inquietud entramos en la de miedo. Nuestro discurso interno se focaliza en cuestionarnos si seremos capaces de afrontar las nuevas circunstancias: “¿voy a ser capaz?”; “no me manejo”; “no me funciona nada”; “no sé cómo va esta aplicación”. Prima el pensamiento emocional dicotómico, todo es blanco o negro, bueno o malo, dudamos de nuestros mismos. Para algunas personas es una fase con fuertes consecuencias ya que la intensidad emocional unida a la percepción de no “auto-eficacia” puede llevarles a un creciente desánimo y a una incapacidad real de hacerse con las exigencias que el cambio a teletrabajar requiere.
Zona de reto, vamos viendo que se puede, aceptamos el cambio. Muchos hemos aprendido a manejamos en el zoom como antes aprendimos a manejar un móvil. El Teams se ha convertido en un espacio virtual de interacción tanto para los trabajadores como para los escolares. El whatsup ha pasado a ser un medio ágil de contraste de información para la toma de decisiones. Por sólo citar unas herramientas.
El siguiente paso es una zona de evolución, de aprendizaje progresivo donde nos vemos capaces de manejarnos en el teletrabajo y nos manejamos con soltura.
El esfuerzo progresivo que han hecho los teletrabajadores ha supuesto un desgaste y un cansancio extra. No hablamos sólo del estrés tecnológico sino del esfuerzo mental que requiere pasar por estas fases del proceso de cambio de forma abrupta, acelerada y con la amenaza del contagio.
La fatiga tecnológica, además, hace referencia al esfuerzo continuado de trabajar en el medio digital, la atención y concentración que requiere, la frustración ante los fallos tecnológicos, la dificultad de manejarnos.
Junto a todos los efectos negativos señalados también podemos indicar grandes oportunidades para que los trabajadores puedan reajustar su forma de trabajar a unos estándares de calidad de vida más modernos y saludables. Hay más oportunidades de trabajar por “ráfagas”, es decir, por períodos de concentración, de ajustar los horarios a períodos de rendimiento y resultados en vez de regirlos por presencialidad. Las interrupciones pueden minimizarse y facilitar, con ello, la concentración en las tareas. Y, desde luego, como consecuencias positivas, la reducción del estrés por los tiempos de desplazamiento y la reducción del impacto medioambiental, algo que para muchas personas se ha convertido en una prioridad en sus vidas.
El teletrabajo a nivel individual ha originado
Cambios
AislamientoInteracción digitalizadaFalta de interacción personalCambio de hábitos y rutinas laborales
Consecuencias negativas
Sentimiento de soledadEstrés por aislamientoEstrés por sobrecargaDesorientación por falta de referentes temporales y socialesDesconexión social por falta de interacciónFatiga por el sobreesfuerzo de la atención digitalFatiga tecnológicaComportamientos obsesivos Pérdida de ritmo y ruptura de hábitos de trabajoDepresión
Oportunidades
Conciliación vida personal y laboralMejor gestión del tiempoFoco en los resultadosReducción de tiempos de desplazamientoOptimización del ritmo de concentración
El impacto del teletrabajo en los equipos
El grupo social tiene un efecto modelador de nuestras conductas y, también, un efecto modulador de nuestras emociones y pensamientos. Con el teletrabajo se pierde este impacto directo y es necesario crear nuevas pautas que compensen la ausencia de interacción directa. Mucho van a tener que hacer los líderes de equipo en ese sentido.
Es evidente que el teletrabajo cambia la frecuencia de las interacciones sociales y el modo en que se realizan. En presencia, la comunicación es diferente, hay un alto componente implícito transmitido por la gestualidad, el movimiento, la proximidad que se refleja en un lenguaje más genérico, con más supuestos, más ambiguo y abstracto. Por hacer un símil, en la radio suelen comentar que la ironía no se entiende. En la comunicación on line ocurre un fenómeno similar, lo supuesto no se capta o, al menos, no con la misma facilidad y rapidez que en la comunicación presencial.
El teletrabajo supone, un cambio en la forma de comunicarnos formalmente. Al cambiar al medio digital, esa comunicación implícita se desvanece, primero por la potencia del medio, nuestra atención se dirige a los estímulos visuales y auditivos principalmente. Estamos pendiente de la pantalla, de la conexión, del micrófono, de cómo salimos en la imagen, del chat, …, demasiados elementos simultáneos como para poder concentrarnos, además, en el contenido de lo que se dice. Por ello, la forma de comunicarnos tiene que ser otra, mucho más explícita, focalizada y detallada.
La estrella de la interacción social, son las reuniones, espacios donde, además del foco en la tarea que la origina, hay contactos sociales más o menos breves, en los que se produce una socialización organizacional. Unos de otros nos modelamos y modulamos, aprendemos qué es lo correcto en esta cultura y que no lo es. Atuendo, modos, saludos, lenguaje va configurándose en estos encuentros haciendo que los trabajadores se vayan alineando y enganchando a esa cultura. Al pasar al medio digital, las reuniones han perdido gran parte de su poder socializador tradicional a la vez que han generado nuevas pautas culturales. Ahora, trabajadores que podían haber tenido unas relaciones sociales muy discretas en el entorno laboral han mostrado en la pantalla la intimidad de su hogar, su estilo de vida, su familia. Muchas de las barreras que separaban nuestras área vitales laboral-familiar, se han diluido y, muchas de las barreras entre público y privado, también. Como resultado, las reuniones on line en las que las cámaras muestran nuestro hogar, nuestro aspecto es más distendido y con un atuendo confortable, han facilitado un efecto “humanizador”, todos, sin importar jerarquía, compartimos pantalla, fondos hogareños, interrupciones familiares, etc. De una forma sutil, las reuniones on line focalizan la atención en las personas, su presencia, su participación. Justo reforzando una tendencia evolutiva de las organizaciones, poner el foco en el valor diferencial y proactivo que la persona aporta a la organización.
En cuanto a las interacciones informales que habitualmente se dan en el espacio laboral también se dan cambios importantes con el teletrabajo. En las oficinas, estamos acostumbrados a interrupciones, pequeñas interacciones ocasionales para saludarnos o comunicarnos algo breve, tiempo del café, pasillos, etc. Son momentos de intenso contacto social en los que el sentido de pertenencia, el compañerismo y el alineamiento con la organización se potencian. Al desaparecer drásticamente en el teletrabajo este “contacto humano” dejan un vacío para algunas personas insalvable con las reuniones on line. Podríamos entender que es el aspecto de las relaciones sociales más dañado en el teletrabajo, de ahí, que requiera medidas paliativas para minimizar sus efectos. En algunos equipos se ha formalizado una pequeña reunión semanal para hablar de cómo les ha ido la semana, de cómo se encuentran. Son reuniones sociales sin objetivo de trabajo. Ambientándolo incluso con un café cada uno que simbólicamente comparten. En otras, un whatsup del equipo para hablar y compartir. Son ejemplo de cómo paliar la falta de interacción informal tan necesaria para la integración y compromiso de los trabajadores.
El teletrabajo a nivel individual ha originado
Cambios
Ausencia física de las instalaciones que impide la interacción social presencial. Falta de contacto físico con compañeros. Comunicación digitalizada. Constante conexión.
Consecuencias negativas
Desconexión grupal. Riesgos psicosociales por teletrabajo.
Oportunidades
Mejor gestión del tiempo grupal (límites de las reuniones). Optimizar los tiempos personales vs tiempos grupales. Generar interacciones en remoto que, paradójicamente, pueden reforzar la sensación de pertenencia. Humanización de las relaciones poniendo más foco en la participación proactiva de cada persona.
El valor social del trabajo es evidente. En el espacio laboral las personas vamos satisfaciendo esa Pirámide de necesidades de Maslow que nos da sentido y bien sea presencial o a distancia, la organización necesita velar por crear ese espacio social en el que sus trabajadores puedan encontrarse con sus colegas, compartir y colaborar para asegurarse el cumplimiento de los objetivos y el bienestar de los trabajadores.
Aranda, I. (2020) Organizaciones emocionalmente responsables. GiuntiEOS.
Los días internacionales sirven para tomar consciencia y poner foco en los temas. El día del #trabajo, es especialmente relevante en el contexto del #COVID19 donde el teletrabajo o el trabajo hibrido se han convertido en nuestra realidad.
Reflexionar sobre la #Psicologíadeltrabajo en estos momentos donde el #bienestarpsicológico se ha convertido en una prioridad para las empresas y los trabajadores es un gran tema de gran interés. En este video puedes oír una conversación realmente interesante con dos #psicologos excepcionales Francisco Javier Cantera Herrero y Yolanda García reflexionando sobre las necesidades, inquietudes y proyección de la #Psicologíadeltrabajo
“Freud y Schopenhauer dijeron que lo mejor que podemos hacer en la vida es no sufrir, no ser miserables. Es falso. Si simplemente existes para eliminar la miseria, no haces suficiente para tu empresa, país o para ti mismo”. Así de contundente empezó Seligman una de sus masterclass.
Si hay algo que ha puesto en boca de todos el COVID19 es que la ciencia existe y es capaz de mejorar nuestras vidas. Sin embargo, desconocemos en gran medida qué es una ciencia, cómo actúa para que sea tal y sobre qué trabaja. Pensamos que los científicos están en los laboratorios, con bata blanca y tubos de ensayo pero ese enfoque biomédico no es el único en el campo científico.
La Psicología es una ciencia que nada tiene que ver con la popular afirmación de “yo tengo mucha psicología” que te puede decir cualquier vecino.
Como cuerpo de conocimientos confirmados y en desarrollo y sometidos a una férrea ética profesional, nos ofrecen cada vez más explicaciones sobre nuestra naturaleza humana y social que nos pueden permitir aprender a mejorar la calidad de nuestra vida o no cuando no se utilizan o se utilizan indebidamente.
Se suele identificar Psicología con el tratamiento de trastornos, dificultades y enfermedades mentales. Es conocido que hablando de estrés, ansiedad, burnout, depresión, fobias, traumas, obsesiones, adiciones, etc., es al profesional de la Psicología al que hay que acudir como único profesional sanitario acreditado oficialmente para atender estos temas. Estos casos, en los que el objetivo es recuperar a una persona, reparar y mejorar su equilibrio, son los más conocidos y, es normal que se asocie Psicología con el malestar psicológico.
Sin embargo, en Psicología también se hace asesoramiento psicológico que permite a una persona resolver su día a día con más facilidad. Y, también, se trabaja para optimizar situaciones que ya son de buen funcionamiento y sobre las cuales se quiere ir a más. Imaginemos por un momento a un deportista que tiene buenos resultados pero que quiere optimizarlos y mejorar sus marcas. Ahí entra la Psicología deportiva con una larguísima tradición en trabajos y publicaciones científicas desde los años 10 del siglo XX. La Psicología de Alto Rendimiento tiene una larga tradición no sólo en contexto deportivo, sino escolar y la Psicología del Trabajo trabaja con equipos de alto rendimiento en las organizaciones. La Psicología Coaching trabaja justo en este enfoque de ir a más, de conseguir una optimización de resultados y una mayor nivel de excelencia de la persona.
Recuerdo que siendo una niña leía historias de héroes y heroínas y me preguntaba de dónde sacaban la fuerza para hacer aquellas heroicidades. Desde entonces mi interés por conocer lo que hace que las personas se sientan capaces, superen las limitaciones y adversidades, se planteen retos ambiciosos y quieran escribir su futuro me ha llevado a trabajar con Psicología Coaching y a estudiar diferentes teorías y enfoques que precisamente se centran en la fuerza de la persona y en cómo hacer que vaya a más. Sea en deporte, en ámbito escolar, en relaciones, en trabajo, en la construcción de uno mismo, la Psicología Humanista nos ofrece un marco inigualable, la Psicología del alto rendimiento, unos protocolos formidables y la Psicología Positiva unas explicaciones útiles y potentes.
¿Qué es la Psicología Positiva?
Una de las corrientes más recientes en la Psicología, es la de la Psicología Positiva. Su fundador, Martin Seligman, materializó una inquietud por conocer aquello que da fuerza y voluntad a las personas, ya presentada en los años 50 del siglo XX por la Psicología Humanista. Esto significó un cambio de enfoque en la Psicología poniendo el foco en la parte fuerte y positiva del ser humano y no en la disfunción mental.
Es curioso conocer cómo Seligman llegó a este enfoque. Él era un gran especialista en uno de los fenómenos más dolorosos de la psicología tanto humana como de los mamíferos superiores, “la indefensión aprendida”. Este fenómeno muestra la desesperanza, desolación y parálisis asociada ante una situación en la que ves que hagas lo que hagas no puedes cambiar lo que está ocurriendo. No consiste sólo en “tirar la toalla” sino en algo mucho más íntimo y con enormes consecuencias, pierdes la fuerza, incluso, para querer seguir viviendo. En un momento de su carrera Seligman se planteó que sí, que las personas nos veníamos abajo pero qué, también, nos veníamos arriba, justo la situación contraria, y se preguntó ¿qué hace que una persona afronte una situación difícil, se crezca y se venga arriba?
El desarrollo de la Psicología Positiva ofrece un marco conceptual y metodológico de sumo interés puesto que está orientada a mejorar la calidad de la vida psicológica de las personas. Es, el estudio científico del funcionamiento positivo de las personas(Seligman, 1992, p.96).
Como dice Seligman:
“La psicología no es una mera rama del sistema de salud pública, ni una simple extensión de la medicina, nuestra misión es mucho más amplia. Hemos olvidado nuestro objetivo primigenio, que es el hacer mejor la vida de todas las personas”
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud no como la ausencia de enfermedad, dificultad o discapacidad sino como “el completo estado de bienestar físico, psicológico y social”. Es este el terreno en el que la Psicología Positiva aporta enfoque, criterios y técnicas.
La Psicología Positiva como disciplina científica se centra en el estudio de las experiencias subjetivas positivas (la satisfacción, el optimismo, la tranquilidad, la inspiración, el flow, etc.), las fortalezas del carácter (curiosidad e interés, perseverancia, liderazgo, autorregulación…) y las organizaciones positivas (enfocadas en cómo, a nivel colectivo, se puede impulsar a las personas hacia la mejora). Pone el foco científico en identificar los pilares de la plenitud y realización de las personas y estudia la Felicidad, el Éxito y el Bienestar.
Por favor, no confundamos felicidad con la moda hedonista de estar feliz a todas horas y en el trabajo con una sonrisa de emoticono como si fueramos el Joker de Batman.
Como bien ha estudiado Seligman y otros colegas la felicidad tiene mucho más que ver con el sentido que le das a tu vida y el propósito que le otorgas.
“Es potenciar el funcionamiento óptimo del ser humano y tratar de descubrir y promover aquellos factores que permiten prosperar tanto a los individuos como a las sociedades” (Fredrickson y Csikszentmihalyi, 1999).
Con este abordaje, se contrarresta la visión con la que mucha gente que desconoce el alcance de la Psicología la identifica como disciplina “únicamente” reparadora de situaciones de debilidad, incapacidad o patología psicológicas y sociales.
La Psicología Positiva se centra en el bienestar de las personas. Propone una visión constructivista, enfocada a las cualidades que como especie “sapiens” nos hacen ponernos metas, superar las dificultades e ir más allá, buscando hacerlo cada vez mejor.
Trabaja con aquello que nos hace fuertes y ha identificado varios conceptos que se hacen ya imprescindibles en la psicología: fortalezas, virtudes, bienestar y estados de Flow.
Estos conceptos nos van a ayudar a comprender de dónde sacamos la fuerza, el empoderamiento y la valentía para vivir cada día.
Las fortalezas se organizan en torno a las virtudes.