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Tomar decisiones sin que «me lleven los diablos»

lluvia-de-ideas«Ah… o sea que tienes un forma de diseñar que te funciona y es desde el resultado que te imaginas».

«Sí, claro».

Martín, 38 años, Director de una pequeña empresa de diseño gráfico, Licenciado en diseño industrial, soltero sin hijos. Alumno destacado en la facultad, ha tenido ocasión de trabajar en principales estudios de diseño gráfico del mundo. Desde hace cinco años ha iniciado un proyecto empresarial para poner en práctica sus propias ideas y estilo. En este momento la carga de trabajo es importante y le lleva mucho tiempo, pero lo que más le preocupa es cómo dirigir a su equipo. Para él, le falta formación sobre el tema, experiencia y claridad de ideas, se siente indeciso y con frecuencia se enfada consigo mismo y tiene respuestas airadas con los demás. Decide empezar un proceso de coaching para gestionar su ira y aprender a tomar decisiones.

Al establecer el acuerdo de coaching, Martín inquiere todo tipo de detalles, quiere saber cómo se va a trabajar y qué tiene que hacer. Para él es fundamental la experiencia del coach y la sintonía que desde el primer momento hay. Ha investigado a fondo el perfil de su coach, visionado sus videos, leído su blog. Tenía que tener claro que le otorgaba autoridad suficiente y que podía confiar en ella.

A la hora de definir la finalidad del proceso, Martín se enreda en todas las necesidades que tiene. Es necesario acotar y termina diciendo: «tomar decisiones sin que me «lleven los diablos».

Antes de definir los objetivos concretos, revisamos sus necesidades:

  1. cognitiva: cómo procesar los datos y evaluar opciones.
  2. emocional: gestionar mejor su ira.
  3. física: mantenerse calmado en las situaciones de tensión.

Y, a partir de ahí, ya es más fácil definir mejor los objetivos concretos de trabajo que se propone en ocho meses:

  1. «Tener criterios claros, vinculados al negocio, para tomar decisiones».
  2. «Saber distanciarme y controlarme en los momentos de tensión».
  3. «Responder con tranquilidad cuando las cosas van mal».

Martín necesita desahogarse, liberarse de toda la tensión acumulada. No lo ha compartido con nadie y le resulta muy agobiante. En vez de seguir una conversación semi estructurada, inicialmente la coach deja que Martín se exprese libremente. Para que después, desde los hechos que narra, le resulta más cercano entender sus propias reacciones. En cada sesión ocurre lo mismo, Martín no se centra en el avance sino en lo que experimenta, en lo que ha sucedido, en su incapacidad para manejar las situaciones con el equipo, en su desbordamiento emocional, en su insatisfacción con todo lo que tiene que ver con la empresa.

«¿Qué es lo que te preocupa?»

«Es que no sé cómo hablarles. Yo tengo muy claro lo que hay que hacer pero no me entienden cuando digo que esto es urgente».

«¿Qué criterios sigues para saber que esto es urgente?»

«Pues está claro, las cosas tienen que salir de inmediato».

«¿Cómo organizas las tareas?»

«Aquí me falta mucho. En mi experiencia anterior el trabajo me venía dado, ahora tengo que decidir qué va primero, cuándo, quién,… y todos son dudas porque además veo que no responden como quiero».

«¿Qué pasa si dudas?»

«Empiezo a pensar que no merece la pena este esfuerzo».

«¿Y…?».

«Es que yo quiero levantar esta empresa, me gusta lo que hago, lo que me saca de quicio es no saber controlarme».

El compromiso con su proyecto está claro, no tiene dudas al respecto. Quiere apostar por hacerlo bien. Pasamos entonces a analizar cómo se organiza y luego cómo organiza al equipo. Identifica muchas lagunas de perspectiva global, se da cuenta de que pone toda su atención en el detalle.

«Cuando tienes que hacer un diseño, ¿qué haces?»

«Lo primero imaginarme cómo quiero que quede, tener una idea global y después ya empiezo a definir los detalles».

«¿Y cómo te va con eso?».

«Bien, es la forma de hacerlo, desde el resultado».

«Ah… o sea que tienes un forma de diseñar que te funciona y es desde el resultado que te imaginas».

«Sí, claro».

«¿Y si aplicaras eso que ya sabes y que te funciona a la organización de las tareas?».

«¿Se puede hacer eso?… no se me había ocurrido».

«¿Cómo podrías hacerlo?».

Hemos partido de lo que ya sabe hacer bien, de algo que le resulta habitual y exitoso. Simplemente hemos aplicado un aprendizaje a otro contexto. Para Martín esto es muy útil porque piensa que no sabe dirigir una empresa y ahora se da cuenta de que algo que sabe puede aplicarlo perfectamente en la empresa. Se centra en ponerlo en práctica, durante los dos meses siguientes, sus avances en la organización de las tareas son decisivos en la empresa. Las cosas ruedan ya de otra manera y él se siente más tranquilo.

Ya está dispuesto para centrarse en su gestión emocional.

«¿Cuándo reaccionas de esa manera que dices tan airada?».

«Básicamente cuando veo que no se ha hecho lo que he dicho».

«¿Y qué es lo que te afecta?».

«Que no me hagan caso».

«Que no te hagan caso…»

«Sí, es que no respetan mi autoridad cuando digo que se haga algo».

«¿Y…?»

«Que pienso que no lo estoy haciendo bien, que no sé manejar a la gente, que no voy a poder sacar la empresa adelante».

¿En qué te basas para decir eso?.

«Es que parece que no me entienden».

«O sea, que hay dificultades en la comunicación».

«¿Cuántas veces pasa eso?».

«Pues una o dos veces a la semana».

«¿En realidad puedes deducir de una o dos veces lo que has dicho?».

«Visto así tampoco es para tanto, pero si es importante».

«¿Y qué puedes hacer?».

«Mejorar mi comunicación, ¿no?».

Ahondamos entonces en ello, en como transmite las instrucciones, cómo las contextualiza, cómo establece mecanismos de seguimiento. Nuevas y muy interesantes ideas van surgiendo de cómo comunicarse de una forma más asertiva con el equipo.

Queda por abordar sus desbordamientos emocionales. Como Martín ha ido ganando confianza al ver que sus nuevas medidas funcionan, ahora está más tranquilo y dispuesto a darse cuenta de qué le lleva a sentirse amenazado continuamente y lógicamente responder desde la ira. Trabajamos pautas fisiológicas como la respiración, la postura corporal, el step up; cognitivas como el parar y pensar en qué amenaza siente en ese momento y comportamentales, en concreto darse diez minutos antes de contestar, volver a su despacho y sentarse mirando por la ventana antes de hablar con su gente.

Al cabo de cuatro meses Martín se gestiona mucho mejor. Tiene una mayor claridad de ideas  distancia de los problemas y se pueden trabajar con él técnicas de toma de decisiones, análisis causales y generación de opciones acordes a sus necesidades.

Cuando finaliza el proceso, Martín está gestionando de una forma diferente sus relaciones, primero consigo mismo y después con su equipo.  Ha aprendido a distanciarse y tener perspectiva, ha perdido el miedo a la gestión de personas y es mucho más consciente de lo que piensa y siente. Su creencia de autoeficacia ha cambiado y ahora se siente realmente capaz de dirigir su empresa.

Este es otro proceso de coaching que he publicado en mi sección mensual «conversaciones de coachin»

http://www.tdd-online.es/content/martin-decisiones.

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LA IRA: UNA EMOCION PARA LA ACCION

iraLa ira: la energía para la acción. Es una estrategia de respuesta para actuar ante una situación que interpretamos como amenazante tanto física como personalmente y que nos impide alcanzar lo que deseamos. Esa amenaza puede ser a nuestra integridad física, o psicológica, por ejemplo, cuando nos sentimos provocados, engañados, heridos, indignados o traicionados por situaciones, actos de personas o lo que entendemos es su intención; o por nuestros pensamientos, imaginaciones o recuerdos de la vivencia de una amenaza.

Juanjo, 34 años, ingeniero, empresario, con pareja y sin hijos. Solicita un proceso de coaching para mejorar su toma de decisiones empresariales. Cree que tiene las cosas claras, pero a la hora de decidir qué hacer, tiende a tomar las decisiones con prisa y por las bravas. De hecho una de las conductas que más le reprochan sus socios es precisamente la forma en que aborda los temas, parece que siempre estuviera enfadado. Para él no tienen razón, pero afirma que se siente de mal humor y «no disfruta de la vida». Comienza a estar un poco harto de todo. Juanjo es muy hablador y divertido, fundamenta en hechos lo que dice, responde rápidamente a cualquier cuestión, parece que hubiera reflexionado ya sobre todo y todo lo tuviera controlado.

Iniciamos el proceso buscando una foto de su estar ante la vida. La «rueda de la vida» le permite ver gráficamente cómo está gestionando las diferentes áreas que son consideradas esenciales en la vida. Trabajo y Familia son los aspectos en los que quiere trabajar para tomar decisiones correctas.

Definimos los objetivos, utilizando el acrónimo CREMA.

¿Cómo se relacionan estos objetivos con el resto de tu vida?

¿Qué va a ser diferente cuando lo hayas conseguido?

¿Cuál es la importancia que este proceso de coaching tiene para ti?

Son preguntas indagatorias que permiten calibrar la importancia que da a conseguir sus objetivos, a definirlos mejor y sobre todo, a asegurar que son realmente los objetivos que quiere conseguir. Y no lo son. Ya no se trata de tomar decisiones, sino de controlarse a sí mismo, de tomarse las cosas de otra forma. Los objetivos derivan hacia el desarrollo de su inteligencia emocional intrapersonal y volvemos a definirlos.

Esto es muy habitual en los procesos de coaching, el cliente se plantea un objetivo «más razonable», objetivo, impersonal y concreto que, en el fondo, le permita mantenerse en su zona de comodidad. La habilidad del coach aquí es fundamental para asegurar que los objetivos de trabajo son lo suficientemente retadores y amplios como para movilizar el cambio del cliente y potenciar su transformación personal.

Por lo tanto, la finalidad del proceso ahora es desarrollar su inteligencia emocional intrapersonal, incrementando su consciencia y regulación emocional. Definimos los nuevos objetivos y los indicadores de logro que nos van a ir informando de los avances del cliente.

Evaluamos con una “Escala de desarrollo” el dónde está ante estos objetivos tanto cognitiva, emocional como conductualmente.

Con el modelo de emociones capacitantes®, indagamos las distinciones emocionales que le llevan a identificar lo que dice, lo que siente y lo que hace y desde dónde. Juanjo toma consciencia de que su emoción básica, con la que trabaja y con la que se relaciona con su pareja es la ira. Y que, en realidad, todo lo que tiene que ver con «demostrar lo que vale» lo hace desde esa emoción.

¿Qué utilidad ha tenido esta emoción para ti?

Mucha, me ha dado fuerza, empeño en conseguir lo que quiero.

¿Cómo afecta tu día a día?

Por un lado me da fuerza, pero desmedida, descontrolada, no soy consciente de ella, me arrastra y por lo que estoy viendo no precisamente hacia donde quiero ir, que es a vivir bien, tener bienestar y alegría.

¿Qué sería para ti una buena gestión de tu ira?

Ser consciente de que estoy en ella, no responder encendido y hablar a mi gente como una fiera.

Consciencia y regulación. ¿Cómo podrías ser más consciente?

¡Eso!, cómo podría… Supongo que pensando un poco antes de lanzarme.

Ensayamos algunas de las técnicas para incrementar la consciencia emocional. Juanjo las practica con soltura y está dispuesto a avanzar. A continuación, toca la regulación.

¿Qué quieres hacer con tu ira?

… mmm, bajarla de intensidad. Sería estupendo que yo eligiera cuánta ira quiero.

¿La necesitas?

Creo que sí, hasta ahora me ha dado fuerza para salir adelante. ¿Es que podría hacerlo sin ira?

¿Tú qué crees?

No había pensado en ello. Es como si fuera mi forma natural de ser. ¿Podría reaccionar desde la tranquilidad, desde la confianza…? En un principio te diría que no, pero el caso es que en otros contextos sí que lo hago… Bien mirado sólo reacciono con ira cuando creo que tengo que demostrar lo que valgo.

¿Y si no tuvieras que hacerlo?

Podría reaccionar con confianza, seguro y tranquilo. La verdad es que es desde aquí desde donde quiero tomar las decisiones, no atacando como hago desde la ira.

¿Y…?

Juanjo establece nuevos compromisos consigo mismo que pone en práctica hasta una nueva sesión.

Se ha vuelto más consciente de sus «prontos» que ahora regula deliberadamente. Ha aprendido a notar la tensión en su cuerpo, a detectar los pensamientos que le disparan y a poner atención en cómo se siente con ellos. Cada vez le cuesta menos, lo hace de manera más automatizada y se consolida más como un hábito de regulación.

Pide feedback a sus socios mediante un ejercicio de imagen pública adaptado. Definitivamente le ven más tranquilo y dialogante. Los objetivos previstos están conseguidos.

Juanjo quiere ir un paso más allá. Si la ira que mostraba era una expresión de su lucha por conseguir lo que quería, el enfado era la ira que sentía hacia sí mismo por sentirse obligado a estar permanentemente luchando para demostrar lo que vale. Se plantea antes de terminar el proceso acabar con su enfado.

¿Por dónde quieres empezar?

Por sentirme bien conmigo mismo, no estarme midiendo con otros, no tener que demostrar nada.

¿Y para eso, qué necesitas?

Darme mi sitio. No tener que pelear por demostrar que tengo derecho a él.

¿Y…?

… Darme cuenta de quién soy, …valorarme, …darme permiso. Sí, darme permiso para equivocarme o para acertar.

¿Y si lo haces, qué pasaría?

 Que me aceptaría como soy, con tranquilidad.

Definitivamente Juanjo ha ganado en consciencia y regulación. Ahora interpreta con agilidad y rapidez sus propias emociones y eso redunda tanto en su gestión de sí mismo como de sus relaciones. La toma de decisiones quedó muy lejos, es un proceso que se realiza desde un plano emocional y Juanjo sabe ahora identificar en qué plano está y gestionarlo para tomar las decisiones con la confianza que quiere.

articulo publicado en mi sección mensual de CONVERSACIONES DE COACHING en Training&Development on line. Puedes leerlo directamente en: http://www.tdd-online.es/content/juanjo-iralogo training and digest

¿Qué es la ira?

La ira: energía para la acción. La ira es una estrategia de respuesta para actuar ante una situación que interpretamos como amenazante tanto física como personalmente y que nos impide alcanzar lo que deseamos. Esa amenaza puede ser a nuestra integridad física, como una agresión, o incluso el hecho de que nos adelante un coche; o psicológica, por ejemplo, cuando nos sentimos provocados, engañados, heridos, indignados o traicionados por situaciones, actos de personas o lo que entendemos es su intención; o por nuestros pensamientos, imaginaciones o recuerdos de la vivencia de una amenaza.

La percepción de que sentimos ira en nuestra vida social es una información muy útil cuando consideramos que afecta nuestra dignidad. Expresa nuestra necesidad de que se repare algo, como una situación que vivimos como un abuso o injusticia. Al expresarla hacemos patente hasta qué punto es importante para nosotros o estamos dispuestos a defendernos. Gestionada de una forma funcional nos permite tomar consciencia de lo que vivimos como injusto o amenazante y podemos expresarla para desahogarnos, defendernos, marcar límites o buscar una solución pactada. Se asocia al color rojo.

¿Cuál es la función de la ira?

La expresión de la ira está muy vinculada con las relaciones sistémicas de la persona. Se ha podido comprobar que:

La expresión está vinculada con el rol social de la persona. A lo largo de nuestra evolución como especie la expresión de la ira ha ido regulándose y modelando en relación con los roles sociales ejercidos, aspecto que señala Averill (1993). Esto significaría que podría expresar más abiertamente su ira aquel que ejerza un rol de dominio sobre los demás. Recientemente se ha propuesto, a la luz de estudios con primates, que los miembros de más bajo rango en un grupo están más expuestos al stress precisamente por no poder expresar abiertamente su ira.

  1. Se podría expresar a través de un acto de descarga del displacer emocional más o menos agresivo, y en este sentido  valdría  un portazo, un golpe sobre la mesa, un grito, un insulto o un gesto contenido, por ejemplo.
  2. Permite regular las relaciones con los otros ya que la expresión de la ira puede cortar respuestas hostiles de otra persona, o distanciarla, o someterla, “impresionada” ante la expresión de la ira, y prevenir el paso a respuestas de más intensidad agresiva.

(Seleccionado de mi libro «Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación»). portada en pequeño

LAS EMOCIONES AL MANDO

inside-outLas emociones lideran nuestra forma de vivir. Son el tono vital con el que entendemos lo que pasa y respondemos. Es fácil de explicar pero es más fácil de entender si lo ves representado, a modo de historia de la experiencia de una niña, cómo vive lo que le pasa y cómo reacciona. Cada emoción nos permite hacer ciertas cosas y no otras.

Magnífica la película INSIDE OUT, magistral. He tenido la ocasión de verla en la premier organizada por Psicofundación y PSICOFUNDACIONel Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y no tengo más que palabras de grandes elogios. Creo que no es para niños, sino para toda persona que quiera entender cómo las emociones toman el mando de sus conductas.logocopmadrid

Una de las mejores aportaciones que hace es distinguir y delimitar las emociones. Otra cómo toman el control según los acontecimientos. Otra cómo se relacionan entre sí. Otra cómo se vinculan con el aprendizaje, los recuerdos, los patrones de conducta, el pensamiento, las relaciones con otras personas. En fin, una joya que pone de manifiesto la emoción y el sentir de la protagonista.

Añado algunas líneas de la introducción de mi libro «emociones capacitantes. Su gestion en el coaching, el lidrazgo y la educación» porque define lo que el film ilustra tan bien. No os la perdáis.

«Hablamos a todas horas de las emociones. Tenemos numerosos términos para denominar emociones. Decimos que hay innumerables emociones. Los medios informativos hablan de emociones continuamente. Llamamos emociones a todo lo que sentimos, sean emociones, sentimientos o sensaciones. Mezclamos indiferenciadamente y confundimos lo que sentimos, y eso hace que nos sea difícil identificar lo que nos pasa y por qué.

A veces leemos textos que hablan de las emociones como de entes ajenas a nosotros, que “nos tienen”, “nos habitan” o “nos dominan”. A veces oímos decir que las emociones son negativas, que nos hacen sufrir y que hay que eliminarlas de nuestra vida. Leemos también y oímos hablar de que es necesario controlar nuestras emociones y ser racionales. También oímos decir que hay que expresar los sentimientos, y otras veces, que hay que controlarlos.portada en pequeño

La confusión es general y no es de extrañar. Nuestra tradición cultural es racional, somos herederos del pensamiento de Descartes y seguimos en un paradigma en el que la razón es el criterio esencial en nuestra vida y el eje de todo nuestro comportamiento. Entendemos a las emociones como algo que nos descontrola, e incluso domina, y la mayoría de las veces, además, les adjudicamos un valor negativo, tanto por nuestro desconocimiento sobre ellas, cómo por la forma en que nos afectan en nuestra vida.

Para añadir más confusión mezclamos los fenómenos: sensaciones, sentimientos y emociones. Nos damos cuenta de las sensaciones que nos han provocado las emociones y decimos “me siento emocionado”, y luego interpretamos esas sensaciones y le damos un valor convirtiéndolo en un sentimiento, por ejemplo “me siento triste”.

Decimos “sentir la emoción” cuando a la luz de los descubrimientos de las neurociencia, deberíamos decir:

  • “noto sensaciones”, aludiendo a los cambios fisiológicos en nuestro cuerpo
  •  “siento un sentimiento” refiriéndonos a cómo interpretamos esas sensaciones: placenteras, displacenteras, de tensión, etc.
  •  “tengo una emoción” aludiendo a la respuesta de valoración ante lo que ocurre.

Estas distinciones emocionales son claves para los fines de este libro ya que nos van a permitir identificar la emoción que está en la base de nuestro comportamiento conociendo de qué nos informa, tomando consciencia de nuestras sensaciones corporales, analizando los sentimientos que eso nos produce, comprobando las acciones que nos posibilita y la forma de ser y comportarnos que origina. Un planteamiento en línea con el que realiza la Teoría de la Inteligencia Emocional, de tomar consciencia de uno mismo y autogestionarnos de forma funcional, es decir, en función de nuestros objetivos y nuestro entorno.

Así que éstas serán las claves del desarrollo de personas: la toma de consciencia de cómo está interpretando lo que pasa, del valor y significado que tiene para ella, la identificación de las acciones que puede llegar a hacer desde ello, el impacto que tiene en su personalidad, y la elección y generación de la emoción que mejor le venga a sus objetivos«. Y éstas son las bases del trabajo que realizamos en la escuela de evolución emocional. Es el trabajo del futuro porque liderar a nuestras emociones es liderarnos a nosotros mismos.

 

La acción no puede venirle del «¿qué vas a hacer?» Es necesario cambiarle el paso, retarla con preguntas inesperadas, romperle los esquemas con una estrategia paradógica de empeoramiento.

Pilar, 45 años, empresaria, casada con dos hijos. Desde hace 20 años en que fundó su empresa de distribución, la ha llegado a posicionar en el mercado con gran éxito. Empresarialmente está donde quiere, habiendo sorteado estos años difíciles precisamente por su buen posicionamiento. Desde hace unos seis meses, está desanimada, sin ideas, no tiene fuerza creativa más que para mantener el negocio. Se siente dispersa y «floja». La educación de sus hijos la tiene agobiada, exigen mucha atención y aunque tiene organizado su tiempo eficientemente entre familia y empresa, no ve cómo hacer frente a sus inquietudes. Anteriormente ha recurrido al coaching en otras dos ocasiones para solucionar diferentes temas vinculados con su papel de empresaria y su estrategia empresarial y no duda en volver a contratar a su coach para afrontar esta situación.

Pilar se describe actualmente a sí misma como una mujer de aguda y rápida inteligencia, orientada a resultados, capaz de ver con rapidez el beneficio de las acciones y sus inconvenientes y tomar decisiones arriesgadas rápidamente. Lidera sin titubear un equipo de 15 personas, 14 de ellos varones. Se siente cómoda como es y cree que eso es bueno para su negocio.

Centra la finalidad del proceso en «superar su dispersión y sentirse más creativa, tener ideas frescas que la ilusionen y le permitan mejorar la calidad de su empresa, y como resultado la haga crecer, y sentirse con más ganas».

Definimos operativamente objetivos de trabajo e indicadores de logro, y habiendo explorado el cómo está actualmente, nos lanzamos al cómo quiere estar, tomando distancia de la situación actual que la incomoda, porque como decía Einstein “Los problemas no se pueden solucionar en el mismo nivel de conciencia en el que fueron creados”

Para ello planteamos hacer un ejercicio de visión que le permita proyectarse al futuro y salir del momento actual.

 «¿Cómo te ves de aquí a… un año?»

Pilar domina el ejercicio, no tiene dudas: «creativa, fuerte, ilusionada, haciendo crecer mi empresa y estando tranquila con mis hijos».

«¿Qué has aprendido para conseguirlo?»

«A aclararme, a salir de esta confusión que tengo».

«¿De dónde has sacado la fuerza para hacerlo»?

«De mis hijos, de mi marido, de mí misma, soy fuerte y tengo claro que yo puedo conseguir mis objetivos».

«¿Qué te ha limitado?»

«Pues eso, la falta de creatividad, la dispersión mental, esta niebla mental, este desánimo, ¿…estoy dudando de mi?».

El ejercicio la ayuda a clarificarse y ganar confianza en sí misma. «De esta salgo ya»

Pero aún no sabe cómo hacerlo, a Pilar hay que retarla, no le valen preguntas del tipo ¿cuáles son tus recursos para alcanzarlo?,  ¿qué vas a hacer para conseguirlo?. Por sí misma es capaz de hacérselas, de hecho, ya se las ha hecho sin encontrar las respuestas deseadas y por eso ha recurrido a su coach.

Parece una buena opción cambiarle el paso, retarla con preguntas inesperadas, romperle los esquemas con una estrategia paradógica de empeoramiento.

«¿Qué puedes hacer para agravar más esta situación?»

Pilar se queda desconcertada. Como si le hubieran noqueado. No sabe cómo responder. Podría decirse que ha dejado de respirar incluso. Definitivamente ha sido una pregunta «poderosa». No termina de reaccionar, tan profundo ha sido el impacto.

«¿Qué quieres decir? ¿¡Cómo que agravarlo!? ¿Pero no se trata de superarlo? Sí, claro si no hago nada lo mismo va a más. ¿Agravarlo…? Pero yo no me puedo permitir eso. No va conmigo. No había pensado que podía empeorar,…, pero ahora que lo pienso… Claro que puedo empeorar, no teniendo ganas, ni ideas, ni fuerza, ni alegría… quedándome en esto de lo mal que estoy ahora y sí que lo puedo hacer todavía peor y dejar de atender a mis hijos, y desocuparme de la empresa y dedicarme a pensar en que no puedo hacerlo bien. Sí, ja, ja, podría empeorarlo, pero para eso estoy aquí para que ¡¡no ocurra!! 

«¿Qué es lo peor que puede pasar si se agrava la situación?»

«Si, lo que te he dicho, abandonarme y abandonar todo, huir de todo, desaparecer».

«Y si ese fuese tu objetivo, ¿cómo lo harías?»

«Pues en realidad un poco haciendo lo que estoy haciendo…perderme en las menudencias del día a día, olvidarme de coger perspectiva, no mirar de frente, estar ahí mirando el suelo sólo, dejando que cada contratiempo se me haga un muro infranqueable, olvidandome de quién soy y quien quiero ser,…»

«¿Cómo podrías hacer esto que estás haciendo aún más intensamente?»

«Tirando la toalla. Dejando de sentirme viva»

«¿Qué harías para hacer las cosas de forma diferente?»

«Está claro que me he metido en una espiral de desánimo. Supongo que estaba cansada de la vorágine del ritmo diario y no me estaba dando espacio para coger distancia, ni para cuidarme físicamente. Está claro, estas conversaciones como siempre me hacen coger perspectiva y tener una buena visión de conjunto»

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Ha funcionado. Es como si mentalmente Pilar se estuviera hundiendo en el agua y hubiera llegado al fondo y entonces se pudiera impulsar hacia arriba.

Pilar da importancia al desarrollo de su inteligencia intrapersonal. Sabe lo importantes que es el diálogo interior y el ser consciente de cómo estás ante las cosas. Lo aprendió muy bien en los anteriores procesos de coaching y ese entrenamiento anterior la está ayudando a avanzar muy rápidamente en esta ocasión.

«¿Cuáles serán tus próximos pasos?»

 «De momento apuntarme a yoga, ya he visto dónde y cuándo, siempre me da mucha paz mental y bienestar físico. Además, tengo ya una idea clara de cómo afrontar estratégicamente el próximo año con la empresa y hasta tengo decididos los pasos inmediatos para alcanzar esos resultados que ya me ilusionan. En cuanto a la familia, confiar más en que mi marido puede hacerse cargo tan bien como yo de los chicos, no es necesario que esté yo encima a todas horas. Confianza y espacio, si.»

«¿Cómo definirías este proceso?»

«Inspirador, es como cuando se disuelve la niebla que te deja ver el paisaje y a lo lejos ves el horizonte»

Pilar ha avanzado y conseguido sus resultados rápidamente. En apenas tres meses está llena de energía y con nuevos desafíos profesionales en el horizonte. Sabe que a veces es necesario dar un paso atrás para coger impulso o incluso dar marcha atrás para elegir otro camino y, aunque a veces eso la confunda, es precisamente su gran fuerza para llegar donde quiere en su vida.

Artículo publicado en mi sección mensual «Conversaciones de coaching» en Training & Develpment Digest, julio 2015.

Si te ha gustado, aprendido, sorprendido o interesado… te agradeceré que lo valores, ¡¡puntúalo!! en:

http://www.tdd-online.es/content/pilar-desanimo

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Una estrategia paradógica de empeoramiento es un recurso potente, propio de los psicólogos expertos en coaching, cuando otras estrategias convencionales no tienen suficiente fuerza para generar el cambio. «¡¡Sorprendemos!!» (de ahí su nombre) al cliente introduciendo una pregunta que provoca un cortocircuito en su lógica habitual de pensamiento y en su respuesta de acción-reacción, que tienden a estar cronificados y se repiten una y otra vez, por lo que no es capaz de ver más allá o de innovar y adaptar sus respuestas a sus propias necesidades.

Es una técnica no estructurada propia de la psicología, aplicada en todo contexto y situación, para provocar un cambio de perspectiva y modificar la conducta cuando hay que utilizar un recurso potente que desbloquee al cliente. Al dirigir al cliente a los resultados contrarios a los que espera, se confronta consigo mismo y genera un cambio drástico en su forma de sentir, entender y afrontar la situación. En términos generales, implica pedir al cliente que incremente lo que hace para empeorar la situación o justo para llegar a esa situación que quiere evitar. Suele estar asociado a la ansiedad anticipatoria provocada por vivir el futuro como presente, o dicho coloquialmente, «estar preocupado».

Para utilizarla se requiere una competencia profesional alta ya que hay que evaluar con precisión la idoneidad de utilizarla y prever que las respuestas pueden ser variadas, incluso elevando la ansiedad del cliente. El psicólogo experto en coaching lo aplica según su competencia y presencia en el proceso que está realizando, eligiendo su idoneidad según las necesidades del cliente para que ejerza efectos positivos.

Algunos ejemplos de PREGUNTAS PARADÓGICAS DE EMPEORAMIENTO (tomadas de mi próximo libro):

  • ¿Qué puedes hacer para agravar más esta situación?
  • ¿Qué es lo peor que puede pasar?
  • ¿Y si no lo consigues, qué pasa?
  • ¿Cuál sería tu peor opción?
  • Si la situación empeorase lo más posible, ¿cómo sería?
  • Si deseases fracasar completamente, ¿cómo lo harías?
  • Si ese fuese tu objetivo, ¿cómo conseguirías que todo tu equipo / pareja / jefe, etc. se pusiese en contra tuya?”
  • ¿Qué harías si este problema aparentemente difícil fuese realmente una oportunidad para comenzar a pensar en cambios importantes?
  • ¿Cómo reaccionarías ante esta situación aparentemente negativa si fuese realmente una
  • solución a muchos de tus problemas?
  • ¿Qué deberías comenzar a cambiar dentro de tí para acoger de forma positiva este suceso aparentemente problemático?
  • Si este problema fuese en realidad una oportunidad de crecimiento, ¿qué empezarías a
  • cambiar en ti mismo?
  • ¿Y si esta ‘persona problemática’ te estuviese ofreciendo una oportunidad para aprender algo sobre ti mismo?

Uno de los grandes referentes en este tipo de estrategias es el Dr. Victor Frankl, a quien tuve el honor de conocer en su última visita a España, y  quien lo denominaba «intención paradógica». Quien más lo ha acercado a la realidad empresarial ha sido Giorgio_Nardone, director de la Escuela de Postgrado de Psicoterapia breve estratégica, (Arezzo, Italia) y de la Escuela de Formación Empresarial en Comunicación y “Problem Solving Estratégico”.

BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA

  • Nardone G., C. Portelli (2005). Conocer a través de Cambio, La Evolución de la Terapia Breve Estratégica, Crown Publishing House, Carmarthen Reino Unido.
  • Nardone, Giorgio y Giulio De Santis (2012). Pienso luego sufro. Cuando pensar demasiado hace daño. Ed. Paidós.

EMOCIONES, ¡¡EN SERIO!!

radio sapiens XXIHablando de emociones, de lo que son, de por qué no puedes ni siquiera pensar en prescindir de ellas, de lo valiosas que son las emociones negativas y de lo buenas que son las positivas para nuestro bienestar. Hablando desde la investigación, la psicología, y el compañerismo con alguien excepcional,  José Francisco González Ramírez,  https://es.linkedin.com/pub/jos%C3%A9-francisco-gonz%C3%A1lez-ram%C3%ADrez/45/314/3b2, ¡más que un gran psicólogo!  un enorme escritor, editor, alguien con una capacidad de escucha, indagación, integración y conocimiento excepcionales  http://www.josefranciscogonzalez.com/quién-soy/ con quien tengo el gran placer de hablar de emociones y que me presenta en su programa de www.radiosapiens.es así: 

ISABEL ARANDA me obsequió con un libro cuyo título también da nombre a este programa radiofónico: EMOCIONES CAPACITANTES (Su gestión en el desarrollo de personas: coaching, liderazgo y educación)  publicado en la Editorial RASCHE, con prólogo del eminente Psicólogo Social y organizacional OVIDIO PEÑALVER. Cuando un autor entrega un libro suyo creo que también dona parte importante de su alma; por eso, dediqué un tiempo pausado y reflexivo a su lectura. Se me brindó así la oportunidad de encontrarme de nuevo con el universo de mis propias emociones y con la de los demás. En la dedicatoria que escribió ISABEL ARANDA se lee: “Para José Francisco, con la esperanza de un mundo mejor.

Y vaya que da ideas y propone asuntos prácticos para una transformación personal y colectiva!, que a lo largo de la entrevista se va desgranando como una posibilidad absolutamente realista y realizable: llegar a una sociedad emocionalmente equilibrada.

El libro EMOCIONES CAPACITANTES forma ya parte de mi biblioteca como una obra esencial, que, iré comentando muy brevemente a modo de interludio a lo largo de la entrevista, según se desarrolla mi conversación con ISABEL ARANDA. El diálogo con ella,  no solo resulta apasionante sino que nos marca líneas y posibilidades de trabajar adecuadamente para llegar a un MUNDO MEJOR. Quién escuche esta conversación se dará cuenta que si nos lo proponemos las cosas pueden ser diferentes en términos de Bienestar y Salud.

Como dice ISABEL ARANDA, las personas, en su mayor parte, piden que se les dejen vivir según su propia esencia vital, desarrollarse en plenitud y armonía, viviendo en positivo sus emociones y sentimientos, individuales y colectivos, con total libertad de consciencia para lograr la satisfacción y la dicha de vivir una vida irrepetible y maravillosa, en paz. Solamente tenemos que aprender a mirar. Como en El Principito de Antoine de Saint-Exupéry“Lo esencial es invisible a los ojos”, pero, además hay que saber que eso invisible se puede ver desde los ojos de la propia consciencia.

Te invito a disfrutarlo en http://www.radiosapiens.es/54-emociones-capacitantes/

En colaboración con el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid http://www.copmadrid.org/web/

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CREENCIAS Y RESULTADOS

imagen negociacionJavier se las sabe todas en negociación, o al menos eso es lo que dice él. Lleva toda su vida haciéndolo y se ha hecho todos los cursos “del mundo” en técnicas de negociación. No ve la necesidad de aprender nada más.

Con 43 años, en trámites de divorcio, Licenciado en empresariales, Responsable Comercial de una consultora tecnológica  en la que lleva 7 años. Necesita afrontar negociaciones y gestión de conflictos con clientes continuamente y su ejecución suele ser tensa y confrontativa.

En la reunión tripartita inicial la empresa plantea como objetivo que Javier  desarrolle su potencial para gestionar con más eficiencia las negociaciones de cara a asumir mayores responsabilidades en la organización, siempre y cuando su estilo negociador, su capacidad de liderazgo, comunicación y persuasión sean más eficientes.

Accede al proceso de coaching que le ofrece la empresa como una obligación más del puesto. En parte por estos motivos, en parte por su forma de ver las cosas, Javier inicia el proceso sin saber qué objetivos trabajar. Por ello en la primera sesión la coach le plantea hablar de la inteligencia emocional y el papel que ésta tiene como competencia crítica en los resultados de la negociación.

“¿Cómo afrontas las negociaciones?”

“Está claro que firme, con dureza, es como hay que hacerlo, es cuestión de fuerza”

“¿Has valorado cómo impacta una actitud  dura en la negociación?”

“Sí yo lo tengo claro, hay que ser duro para que no se te suban a las barbas. Yo tuve un jefe que me lo dejó muy claro, “mano dura”, nunca ceder. Y además en esta empresa lo que han valorado son mis resultados. No sé qué quieren que haga ahora”.

No era fácil definir los objetivos de trabajo. Javier estaba profundamente convencido de que su forma de actuar era la correcta y no había más que hablar. Había que cambiar la estrategia, en vez de trabajar por objetivos, trabajar desde sus necesidades. Era un buen momento para retarle:

“¿Cuál es la situación más comprometida que tienes ahora mismo entre manos?”.

“Un tema con un cliente que me tiene harto. Es una implantación de software importante, de más de 100.000 €. Se han producido muchas incidencias porque el cliente no domina el software, pero también porque hemos tenido algunos errores lógicos en los proyectos de esta envergadura. El caso es que el cliente se ha negado en banda porque dice que no hemos cumplido el contrato y nos va a demandar”.

“¿Cómo estás afrontando esta situación?”

“Pues como siempre lo hago, defendiendo a ultranza nuestra posición, no cabe otra”.

“Bien, los resultados ya los tienes, vais a terminar en el juzgado”.

“Sí, eso parece”.

“¿Qué te parecería ensayar otra estrategia para abordar esta situación?”

“No se me ocurre otra. Ya te he dicho que esta es mi forma de actuar y la que me ha dado estupendos resultados en mi carrera profesional”.

“Precisamente por eso de que ésta es tu forma de actuar, podríamos ensayar otra diferente a ver si producen resultados más eficientes, ¿qué te parece?”.

“Bueno, siempre y cuando no me perjudique, aunque no tengo claro qué es lo que se puede hacer”.

Trabajamos entonces sus creencias clave sobre las relaciones comerciales, la negociación, las posiciones, las necesidades, win-lose versus win-win, el principio del intercambio, las bandas de negociación, el qué  y el cómo negociar.

La técnica básica fue “cuestionar la creencia”, confrontarla con su opuesto, ver la viabilidad de un punto de vista diferente. Una técnica que procede de la “terapia racional emotiva” de Albert Ellis. La segunda técnica utilizada el juego de “posiciones 1, 2, 3 y 4” de PNL con ampliación sistémica. La tercera técnica “el balance de pros y contra” de cada creencia y la cuarta el análisis DAFO de ellas.

Javier ya estaba más flexible. Ya entendía que no había un punto de vista único, sino que siempre cabían los opuestos que abrían o cerraban opciones diferentes. Esto suponía un cambio de paradigma sustancial en su forma de pensar. Podría decirse que ya no pensaba igual. Incluso bromeaba hablando de sus puntos de vista en su divorcio desde otra perspectiva y de cómo iba a afectar esto al hasta ahora tenso proceso de divorcio. Este era un magnífico indicio del cambio en Javier, no sólo era capaz de aplicarlo al ámbito profesional sino que trascendía su nueva forma de pensar al ámbito personal.

Ahora tocaba pasarlo a la acción en el caso del que partíamos. Planteamos para ello preparar una reunión con el cliente. El “diseño de conversaciones” es una de las técnicas más utilizadas en coaching para mejorar las relaciones.

En el ensayo de la conversación  se hizo evidente la necesidad de que Javier tomara distancia y se serenara para afrontar la conversación con una actitud positiva y también que transmitiera confianza y seguridad, en vez de tensión y confrontación. Practicamos técnicas de respiración a diferentes ritmos para tomar el control fisiológico. Ensayamos la gestualidad, la proxémica, el conjunto de su comunicación no verbal.

“¿Cómo crees que te puede escuchar mejor?”

“Después de lo que hemos hablado creo que tengo que partir de sus supuestos, mostrar que comprendo sus quejas, entender que esté enfadado, ¿no?”

“¿Cómo lo harías?”

“Entiendo tu enfado por los problemas que han surgido. Después de informarme a fondo de todo lo que ha pasado, puedo decirte que vamos a hacer todo lo necesario para que tengáis el servicio que necesitáis, aunque necesitamos vuestra ayuda. Tenemos muy claro que si no estáis satisfechos os perderemos como cliente y eso es algo que no estamos dispuestos a que ocurra. ¿Qué te parece que lo intentemos desde cero, definimos pormenorizadamente todas las incidencias, vemos las causas y las solucionamos con el compromiso de una atención permanente?”

En el role play, Javier lo decía con serenidad, respirando con suavidad, mirando a los ojos, con las palmas abiertas, los hombros relajados. Todo en él mostraba confianza. Cuidaba con esmero todos los matices de la credibilidad de la comunicación. Estaba listo para hablar con el cliente.

Así que llamó al cliente y concertó una cita. El cliente renuente le recibió y tras escuchar al “nuevo” Javier quedó pensativo en silencio para terminar diciendo “Está bien, qué necesitas para empezar hoy mismo”.

En pocos días los problemas críticos fueron solucionados, después de todo no eran tan terribles, sino más bien errores de comunicación entre los técnicos y los usuarios que necesitaban hacerse con el nuevo software.

Javier tras los resultados obtenidos estaba eufórico. Había conseguido evitar una pérdida a la empresa de miles de euros, salvaguardar su imagen de marca y mantener al cliente.

Ahora sí que estaba dispuesto a plantearse mejorar en su ejecución. Había experimentado y triunfado poniendo el énfasis en los “cómo” hacer las cosas.

A partir de este momento se planteó mejorar su inteligencia emocional, en primer lugar la interpersonal para conseguir mayor empatía y capacidad de persuasión, por lo que el proceso le permitió ahondar en estas habilidades y en segundo lugar su inteligencia intrapersonal, siendo más consciente de cómo actuaba en las negociaciones.

Tras seis meses de trabajo, en la reunión final con la empresa se planteó la resolución del caso con el cliente y las nuevas competencias de Javier. Su satisfacción era total. Se preguntaban cuánto dinero se habían ahorrado con el proceso y cuánto podían ganar más a partir de ahora.

Artículo publicado en mi sección: conversaciones de coaching, junio 2015

http://www.tdd-online.es/content/marian-gestion-de-expectativas

CREENCIAS Y RESULTADOS

mente-llave“¿Cómo crees que te puede escuchar mejor?” “Después de lo que hemos hablado creo que tengo que partir de sus supuestos, mostrar que comprendo sus quejas, entender que esté enfadado, ¿no?” Javier, 43 años, en trámites de divorcio, Licenciado en empresariales, Responsable Comercial de una consultora tecnológica  en la que lleva 7 años. Necesita afrontar negociaciones y gestión de conflictos con clientes continuamente y su ejecución suele ser tensa y confrontativa. En la reunión tripartita inicial la empresa plantea como objetivo que Javier  desarrolle su potencial para gestionar con más eficiencia las negociaciones de cara a asumir mayores responsabilidades en la organización, siempre y cuando su estilo negociador, su capacidad de liderazgo, comunicación y persuasión sean más eficientes. Javier se las sabe todas en negociación, o al menos eso es lo que dice él. Lleva toda su vida haciéndolo y se ha hecho todos los cursos “del mundo” en técnicas de negociación. No ve la necesidad de aprender nada más, pero accede al proceso de coaching que le ofrece la empresa como una obligación más del puesto. En parte por estos motivos, en parte por su forma de ver las cosas, Javier inicia el proceso sin saber qué objetivos trabajar. Por ello en la primera sesión la coach le plantea hablar de la inteligencia emocional y el papel que ésta tiene como competencia crítica en los resultados de la negociación. “¿Cómo afrontas las negociaciones?” “Está claro que firme, con dureza, es como hay que hacerlo, es cuestión de fuerza” “¿Has valorado cómo impacta una actitud  dura en la negociación?” “Sí yo lo tengo claro, hay que ser duro para que no se te suban a las barbas. Yo tuve un jefe que me lo dejó muy claro, “mano dura”, nunca ceder. Y además en esta empresa lo que han valorado son mis resultados. No sé qué quieren que haga ahora”. No era fácil definir los objetivos de trabajo. Javier estaba profundamente convencido de que su forma de actuar era la correcta y no había más que hablar. Había que cambiar la estrategia, en vez de trabajar por objetivos, trabajar desde sus necesidades. Era un buen momento para retarle: “¿Cuál es la situación más comprometida que tienes ahora mismo entre manos?”. “Un tema con un cliente que me tiene harto. Es una implantación de software importante, de más de 100.000 €. Se han producido muchas incidencias porque el cliente no domina el software, pero también porque hemos tenido algunos errores lógicos en los proyectos de esta envergadura. El caso es que el cliente se ha negado en banda porque dice que no hemos cumplido el contrato y nos va a demandar”. “¿Cómo estás afrontando esta situación?” “Pues como siempre lo hago, defendiendo a ultranza nuestra posición, no cabe otra”. “Bien, los resultados ya los tienes, vais a terminar en el juzgado”. “Sí, eso parece”. “¿Qué te parecería ensayar otra estrategia para abordar esta situación?” “No se me ocurre otra. Ya te he dicho que esta es mi forma de actuar y la que me ha dado estupendos resultados en mi carrera profesional”. “Precisamente por eso de que ésta es tu forma de actuar, podríamos ensayar otra diferente a ver si producen resultados más eficientes, ¿qué te parece?”. “Bueno, siempre y cuando no me perjudique, aunque no tengo claro qué es lo que se puede hacer”. Trabajamos entonces sus creencias clave sobre las relaciones comerciales, la negociación, las posiciones, las necesidades, win-lose versus win-win, el principio del intercambio, las bandas de negociación, el qué  y el cómo negociar. La técnica básica fue “cuestionar la creencia”, confrontarla con su opuesto, ver la viabilidad de un punto de vista diferente. Una técnica que procede de la “terapia racional emotiva” de Albert Ellis. La segunda técnica utilizada el juego de “posiciones 1, 2, 3 y 4” de PNL con ampliación sistémica. La tercera técnica “el balance de pros y contra” de cada creencia y la cuarta el análisis DAFO de ellas. Javier ya estaba más flexible. Ya entendía que no había un punto de vista único, sino que siempre cabían los opuestos que abrían o cerraban opciones diferentes. Esto suponía un cambio de paradigma sustancial en su forma de pensar. Podría decirse que ya no pensaba igual. Incluso bromeaba hablando de sus puntos de vista en su divorcio desde otra perspectiva y de cómo iba a afectar esto al hasta ahora tenso proceso de divorcio. Este era un magnífico indicio del cambio en Javier, no sólo era capaz de aplicarlo al ámbito profesional sino que trascendía su nueva forma de pensar al ámbito personal. Ahora tocaba pasarlo a la acción en el caso del que partíamos. Planteamos para ello preparar una reunión con el cliente. El “diseño de conversaciones” es una de las técnicas más utilizadas en coaching para mejorar las relaciones. En el ensayo de la conversación  se hizo evidente la necesidad de que Javier tomara distancia y se serenara para afrontar la conversación con una actitud positiva y también que transmitiera confianza y seguridad, en vez de tensión y confrontación. Practicamos técnicas de respiración a diferentes ritmos para tomar el control fisiológico. Ensayamos la gestualidad, la proxémica, el conjunto de su comunicación no verbal. “¿Cómo crees que te puede escuchar mejor?” “Después de lo que hemos hablado creo que tengo que partir de sus supuestos, mostrar que comprendo sus quejas, entender que esté enfadado, ¿no?” “¿Cómo lo harías?” “Entiendo tu enfado por los problemas que han surgido. Después de informarme a fondo de todo lo que ha pasado, puedo decirte que vamos a hacer todo lo necesario para que tengáis el servicio que necesitáis, aunque necesitamos vuestra ayuda. Tenemos muy claro que si no estáis satisfechos os perderemos como cliente y eso es algo que no estamos dispuestos a que ocurra. ¿Qué te parece que lo intentemos desde cero, definimos pormenorizadamente todas las incidencias, vemos las causas y las solucionamos con el compromiso de una atención permanente?” En el role play, Javier lo decía con serenidad, respirando con suavidad, mirando a los ojos, con las palmas abiertas, los hombros relajados. Todo en él mostraba confianza. Cuidaba con esmero todos los matices de la credibilidad de la comunicación. Estaba listo para hablar con el cliente. Así que llamó al cliente y concertó una cita. El cliente renuente le recibió y tras escuchar al “nuevo” Javier quedó pensativo en silencio para terminar diciendo “Está bien, qué necesitas para empezar hoy mismo”. En pocos días los problemas críticos fueron solucionados, después de todo no eran tan terribles, sino más bien errores de comunicación entre los técnicos y los usuarios que necesitaban hacerse con el nuevo software. Javier tras los resultados obtenidos estaba eufórico. Había conseguido evitar una pérdida a la empresa de miles de euros, salvaguardar su imagen de marca y mantener al cliente. Ahora sí que estaba dispuesto a plantearse mejorar en su ejecución. Había experimentado y triunfado poniendo el énfasis en los “cómo” hacer las cosas. A partir de este momento se planteó mejorar su inteligencia emocional, en primer lugar la interpersonal para conseguir mayor empatía y capacidad de persuasión, por lo que el proceso le permitió ahondar en estas habilidades y en segundo lugar su inteligencia intrapersonal, siendo más consciente de cómo actuaba en las negociaciones. Tras seis meses de trabajo, en la reunión final con la empresa se planteó la resolución del caso con el cliente y las nuevas competencias de Javier. Su satisfacción era total. Se preguntaban cuánto dinero se habían ahorrado con el proceso y cuánto podían ganar más a partir de ahora. Artículo publicado en mi sección mensual con Training and Develpment Digest on line: http://www.tdd-online.es/content/javier-creencias-y-resultados

EL PUNTO DE VISTA

perspectiva-3Entrenamos el pensar desde otro punto de vista. No se trata de lo que piensa, de lo que hace o de lo que siente, sino desde qué perspectiva lo hace.

Flora, 49 años, casada, jefe de área en una multinacional en la que lleva 23 años. Está viviendo momentos de grandes cambios en su empresa con reestructuraciones y mira las posibilidades de su futuro profesional con dudas e incertidumbre. Siente un intenso stress que está afectando todos los ámbitos de su vida. Después de consultar con el departamento de RRHH de su empresa, solicita un proceso de coaching que le permita gestionar mejor el día a día.

En la sesión inicial Flora se lanza sin ambages a expresar cómo se siente. Se describe a sí misma como desmotivada, desilusionada, stresada e incluso asustada. Ha pensado seriamente en hacer un cambio radical de vida y dedicarse a otra cosa. Relaciona su stress con una contractura que en los últimos meses ha necesitado tratamiento médico. Flora muestra una gran capacidad de introspección y también una fluida capacidad de expresión. Tiene una “narrativa” bien estructurada sobre su vida, el cómo actúa, qué la lleva a decidir, cuáles son sus márgenes de libertad y de acción. Para ella el mundo de la multinacional significa un marco de trabajo bastante restringido, se considera un mero peón en manos de los jefes de turno. En el ámbito familiar también se ve en la obligación y el deber de estar a la altura como hija, hermana, esposa, madre. Todos los papeles que desempeña en su vida tienen para ella un carácter de obligación donde necesita controlar lo que ocurre.

Los objetivos de trabajo que concretan son:

  1. Gestionar de forma eficiente su tiempo
  2. Reducir el stress y sentirse en paz consigo mismo
  3. Afrontar positivamente la vida

No resulta fácil centrar las conversaciones con Flora. Necesita primero abrir la espita de la tensión acumulada. Dedicamos la primera parte de las sesiones a que exprese cómo se está sintiendo ante los diferentes eventos que la stresan. Es una narrativa sólida, parece que todas las explicaciones que da de cómo ha reaccionado son lógicas y “normales”. Tiene buenas razones para actuar como lo hace. Y para ella tiene todo el sentido también que se sienta agobiada y con ganas de huir de todo. No cabe otra forma de ver las cosas.

Las preguntas la desconciertan, la sacan de su discurso narrativo y la llevan a la confrontación con él. Pero no ve otra forma de abordar nada.

Flora cuenta con algo muy positivo para el proceso. Confía en que le va a ser útil y aunque a veces le pueda parecer extraño algo, siempre está animada a probar cómo hacerlo diferente.

Trabajamos distinciones lingüísticas: exigencia / excelencia; deber / elección; soportar / aceptar; control /gestión. Esta última le encanta.

Sí, eso, gestionar. Gestionar significa resolver pero sin sufrimiento. Eso es lo que quiero.

Las distinciones lingüísticas resultan un recurso potente para ella. Le atraen los opuestos a aquellos que describen su situación actual.

En términos de la “Teoría de la atribución”, Flora está poniendo el “locus de control” fuera de ella. Lo ha hecho siempre en realidad, pero hay momentos en la vida donde esta forma de ver las cosas se convierte en un lastre. Muchas personas en torno a su edad se cuestionan su forma de vivir y el grado de felicidad con la que lo están haciendo. De alguna forma, al igual que Flora, están enfrentándose ante sí mismos, en algunos casos por primera vez en su vida.

Nos planteamos hacer una “reconstrucción cognitiva”, es decir, mirar la realidad desde otro punto de vista. Ella está atribuyendo a las circunstancias de su vida el control sobre ella misma. Al fin y al cabo se ve como un peón. Tiene que obedecer en el trabajo y tiene también que obedecer a lo que considera que está bien en su vida personal. Es una profesional resolutiva y capaz que siente que actúa desde el deber, la obediencia, la dureza y la tensión. En el fondo esto no es más que un reflejo de cómo se ve a sí misma.

Trabajamos las autoinstrucciones, es decir el qué se dice a sí misma antes de afrontar cualquier tema. Entrenamos el pensar desde otro punto de vista. No se trata de lo que piensa, de lo que hace o de lo que siente, sino desde qué perspectiva lo hace.

¿Cómo quieres vivir, desde el control externo donde estás obligada, no tienes capacidad de elección, siempre hay exigencia?

Si te digo la verdad, no soy capaz de verlo de otra forma, pero quiero hacerlo.

Este es un caso sumamente habitual. El problema de Flora es el hábito de pensamiento que tiene. En sí no es malo ni bueno, pero a ella (en realidad como a todos los que lo tienen) le lleva a sentirse insatisfecha consigo misma, con su vida y a sentir una tensión y un stress agobiante.

¿O quieres vivir desde el control interno donde el listón lo pones tú misma, eliges cómo afrontar los temas y fluir con ellos?

Sí, esto, ¿pero cómo se hace? ¿Es posible cambiar el pensamiento simplemente con querer hacerlo? ¿Puedo cambiar mi punto de vista?

¿Pero cómo hago para parar mis pensamientos? ¿Se puede hacer?

Flora muestra una gran disposición a hacer las cosas desde otro punto de vista. Practicamos técnicas de parada de pensamiento, de visualización y de mindfulness.

Estoy dispuesta, ¿cómo lo hago?

Quiero ensayar otra vez.

Ahora sabe hacia dónde va.

Lo que veo es que hay otro punto de vista. Y no se trata de lo que te suelen decir de sé más positiva o a ver si eres menos negativa, esto es otra cosa. Tengo un modelo de actuación  y tiene un objetivo y con esto me siento cómoda.

Vale, ya sé lo que quiero. Elegir desde donde mirar las cosas. Y puedo hacerlo. Lo estoy haciendo en este momento. Puedo hacerlo.

Poco a poco Flora se habitúa a parar su pensamiento y preguntarse ¿Desde dónde estoy mirando esto? ¿Desde la exigencia o desde la excelencia? La frecuencia genera una nueva ruta neuronal, un nuevo hábito de pensamiento. El tercer objetivo es el primero en conseguirse y casi a la vez el segundo. Sólo falta organizarse de otra forma, pero esto, para una persona con sus competencias, resulta fácil una vez que cambia el lugar desde donde lo hace. Ahora está en el fluir, en el disfrutar, ha dejado de compararse con lo que supone esperan de ella y se pone el listón consigo misma.

En realidad, la mayoría de los casos que se trabajan en coaching tienen que ver con esta situación, la atribución que hacemos del control de nuestra vida. Cuando reestructuramos cognitivamente el punto de vista, simplemente cambia la forma en que vemos las cosas. En coaching ontológico se habla metafóricamente de dos puntos de vista: el de víctima o el de responsable. ¿Han cambiado las cosas? No, pero cambia el punto de vista desde el cual la persona las recibe, interpreta y responde. Y con ello todo ha cambiado.

 

Artículo publicado en mi sección mensual: «Conversaciones de coaching» de Training & Development Digest donde narro procesos de coaching:

http://www.tdd-online.es/content/flora-el-punto-de-vista

 

RESPONSABLE DE MI MISMO

liderReconoce que le cuesta coordinar las acciones del equipo, no sabe cómo decirles las cosas para que le entiendan de tal forma que sean proactivos…

Antonio, 41 años, casado, técnico de desarrollo en una empresa del sector inmobiliario. Coordina un equipo de 5 personas y es clave en el desarrollo de la gestión on line de los servicios empresariales. La empresa le ofrece un proceso de coaching con el fin de que mejore su capacidad de gestionar el equipo y con ello la eficacia de los procesos de trabajo.

En la reunión tripartita, intervienen la Jefe de su Área, el Director de RRHH y el propio Antonio junto con la coach. La jefa de Antonio tiene claro que el equipo puede ser más productivo y ágil en su tarea y que mucho tiene que ver con cómo  Antonio está liderando a su equipo.

Señala como indicadores de ineficiencia del equipo: excesiva duración de las reuniones, fallos reiterados en el cumplimiento de los plazos, confusión en las prioridades, incumplimiento de tareas y desánimo general del equipo.

El Director de RRHH, por su parte, señala que Antonio tendría que mejorar sus habilidades de relación con el equipo, especialmente en su capacidad de escucha y comunicación. En términos de la “vida de un equipo” indica que tanto el tono socio-emocional como el tono de tarea son especialmente bajos en comparación con otros equipos.

Por su parte Antonio, reonoce que le cuesta coordinar las acciones del equipo, no sabe cómo decirles las cosas para que le entiendan de tal forma que sean proactivos.

Los objetivos que se consensuan para el proceso de coaching son, por tanto:

  1. Comunicarse de forma persuasiva con el equipo
  2. Coordinar las acciones del equipo de forma eficiente
  3. Asumir el liderazgo del equipo

Una vez acordados los objetivos, iniciamos el proceso evaluando con una “Escala de progreso” su situación ante estos objetivos tanto cognitiva, emocional como conductualmente, con el fin de comprobar el punto de partida y el progreso en la consecución de los objetivos acordados.

Antonio se puntúa de 6 en todas. Se aprueba y no se encuentra mal ahí. Ha aceptado el proceso como una decisión más de su jefa, pero no entiende muy bien cómo esto le va a ayudar, ni qué es lo que tiene que hacer en realidad. Aunque Antonio ha aceptado los objetivos y el proceso, no cree que sea él el que necesite cambiar nada. Se muestra tenso, cerrado, distante. Para él son los miembros de su equipo los que tienen que cambiar. Se hace necesario cuidar especialmente la relación de coaching para que Antonio se sienta cómodo y se pueda hacer cargo de los objetivos acordados.

Tras cierta indecisión previa, Antonio termina por hacer explícitas sus dificultades.

¡Si yo doy las instrucciones claras y específicas! No entiendo por qué dicen que no  me comunico bien.

¿Confirmas lo que han entendido?

¿Cómo que cómo confirmo? ¿Para qué? ¿Es que tengo que estar pendiente de ver qué han entendido? Son mayorcitos, es su trabajo y se supone que saben de lo que les hablo.

¿Y qué resultados estás obteniendo actuando así?

La actitud de Antonio con respecto a su equipo ha quedado manifiesta. Sus escasas habilidades para escuchar, asegurar la comunicación, persuadir, no le están permitiendo ejercer el rol de líder que tiene con el equipo. Antonio está trasladando la responsabilidad de lo que ocurre a los miembros de su equipo. Su forma de percibir la situación hace que responsabilice al equipo de los fallos en la comunicación y, como consecuencia, de la eficiencia deficiente. Es lo que en la “teoría de la atribución” se denomina “locus de control” externo. Antonio no asume las consecuencias de sus acciones, sino que se las atribuye a otros.

Por un lado, Antonio tiene que encontrar la forma de comunicarse mejor y, por otro, tiene que cambiar el lugar desde donde lo hace, es decir, el paradigma mental desde donde actúa. Si sigue atribuyendo a los demás la responsabilidad de lo que él hace, es difícil que pueda adquirir nuevas habilidades.

Así que centrados en cómo él mira sus acciones y dónde pone la responsabilidad de lo que ocurre con ellas, Antonio explora sus creencias sobre sí mismo, sobre su equipo, sobre la capacidad de comunicarse, sobre el trabajo,…

A mí me gustan las cosas sencillas, simples, no quiero estar pensando en cómo me van a interpretar, eso es cosa de ellos, ¿no?

 ¿Qué te pasa a ti cuando es tu Jefa la que te da instrucciones?

 Bueno, es diferente, porque yo asumo que ella es la que manda y tengo que hacer lo que me dice.

 Tengo que hacer lo que me dice…

 Sí, claro, es cuestión de eso, de obedecer, ¿no?

 ¡ no!

 ¿Cómo, si no es cuestión de obedecer, de qué es? No entiendo cómo puedes hacer que la gente haga cosas si no es así.

 Y si pudieras imaginarte que tu equipo te entiende bien, los seguimientos muestran una coordinación de acciones perfecta, la eficiencia es cada vez mejor, vamos, una situación ideal entre tú y el equipo, ¿cómo sería?

 Bueno lo que has dicho y que yo estaría más relajado. No tendría que estar encima a todas horas, las reuniones serían cortitas, las cosas saldrían…

 Es decir, tú actuarías de otra forma.

 Sí claro.

 Es un buen punto de arranque para que Antonio se de cuenta de que el cómo actúa él tiene mucho que ver con cómo lo hace su equipo. Le ha costado darse cuenta de que es él el que tiene que cambiar para que lo haga su equipo, pero ya está en esa perspectiva. Si pone el foco en su propia responsabilidad puede hacerse cargo de lo que hace y de las consecuencias que esto tiene. Ha cambiado el observador que es ante sí mismo. Ahora el “locus de control” es interno. Sin este paso previo, no se produce un “aprendizaje de segundo orden” imprescindible para que la persona sea capaz de hacer las cosas desde un paradigma diferente y, por lo tanto, obtenga resultados diferentes. Basado en los “bucles de aprendizaje” de Arqyris y Schön, este tipo a aprendizaje tiene que ver con darse cuenta de cómo mira o afronta uno mismo la situación y no con el qué hacer en la situación.

Un potente ejercicio de “catálogo de creencias” permite a Antonio darse cuenta de qué es lo que pensaba con respecto a sí mismo y a su equipo y qué puede pensar desde su nueva perspectiva que le sea útil para los objetivos del coaching. Él maneja bien la “ley de causa-efecto” y establece rápidamente la relación entre unas creencias y sus actos.

Una vez que Antonio, se da cuenta de cómo su forma de actuar influye en su equipo e identifica las creencias básicas que tiene con respecto a sus colaboradores, tiene claro desde dónde está actuando y las consecuencias que esto tiene. Ha conseguido lo esencial, el “darse cuenta” sustancial que subyace a todo posible progreso. Desde el punto de vista de la Teoría de la Inteligencia Emocional, ha mejorado su inteligencia intrapersonal, gracias al conocimiento de sí mismo y, desde ahí, es desde donde se puede mejorar su relación con los demás, su inteligencia interpersonal.

Por lo tanto, el siguiente paso tiene el terreno abonado y es más sencillo: explorar las conductas que le van a llevar a conseguir esa mejor comunicación y establecer un plan de acción para implementarlas con el equipo.

Reformular, resumir, preguntar, escuchar y, sobre todo, asumir que la comunicación no consiste en hablar, sino en ser comprendido, son los retos inmediatos que se plantea. Ensayamos cómo hacerlo. Antonio ha revisado y actualizado sus creencias sobre el deber, la responsabilidad, la colaboración, el trabajo en equipo, la autoridad y el liderazgo.

Ya no ve las cosas igual, no piensa igual y no actúa igual. Esto es muy evidente en su forma de dirigirse al equipo y organizar las reuniones diarias. También en su comunicación corporal: más distendido, abierto y cercano. Se puntúa ahora en la escala de progreso de 9 ya que todavía actúa pensándoselo y cree que le queda aún integrar estos comportamientos como nuevos hábitos.

En la reunión de evaluación tripartita final, su Jefa muestra su sorpresa por el rápido cambio de Antonio, “le has dado la vuelta como a un calcetín”, de forma coloquial está expresando el gran cambio que se ha percibido en él. Los objetivos se han cumplido en cuatro meses. El equipo se muestra más alegre y comprometido y los fallos de eficiencia se han reducido en un 20%.

Antonio no ha cambiado, ha evolucionado en su inteligencia emocional, la que nos permite relacionarnos con nosotros mismos y con los demás y con ello ha abierto la puerta a su progreso continuo como persona y como líder.

Artículo publicado en http://www.tdd-online.es/content/antonio-responsabilidad en mi sección mensual «conversaciones de coaching»

DISTINCIONES EN COACHING

reloj El resultado del proceso será aquel que el cliente esté disponible para conseguir y no otro. El coaching no resuelve nada, es el cliente el que encuentra sus respuestas. Un nuevo proceso contado en mi sección de «Conversaciones de coaching» publicado en Training & Digest.

Carlos, 49 años, divorciado, con un hijo adolescente, diplomado en magisterio. Trabaja desde hace 24 años en una multinacional de distribución. Lleva ya 15 años como Jefe de RRHH. Llegó a la posición por la experiencia adquirida como asistente en el desempeño de las funciones del departamento, sin una formación específica previa, ni posterior, ni una pasión concreta por este trabajo. Sus funciones son de carácter muy operativo ya que toda la estrategia le viene dictada por la casa matriz europea.

Aunque dice estar contento con su posición y empresa, su queja constante es que no puede asumir todas las tareas del departamento. Ahora sólo cuenta con un asistente para todas las tareas que no tengan un carácter confidencial. Tanto el Director General, como otros Directores de departamentos reportan falta de agilidad en las gestiones propias de RRHH. Carlos trata de cumplir con todos los compromisos y eso le lleva a dedicarle una cantidad de horas desproporcionadas al trabajo, tanto en la oficina, como conectándose por las noches desde casa.

En la evaluación de desempeño anual, los indicadores clave de rendimiento indican una falta de agilidad y respuesta en la gestión de sus tareas que llevan a la Dirección a proponer a Carlos un programa personalizado para que aprenda a gestionar de forma más eficiente su trabajo de forma prioritaria. Para ello seleccionan a una coach con amplia experiencia en el desarrollo de competencias profesionales.

En la reunión tripartita entre la Dirección General, Carlos y la coach; la Dirección señala como objetivo prioritario que Carlos mejore su eficiencia, pero también que se sienta más cómodo con lo que hace. La buena y prolongada relación que existe entre los empleados les lleva a estar preocupados por el bienestar de Carlos. Concretamente a los compañeros del staff directivo les preocupa el exceso de dedicación al trabajo que está realizando y que pudiera estar afectando ya a su equilibrio psicológico e incluso salud. Carlos coincide en que su dedicación es desmedida, pero no sabe cómo hacerlo de otra forma. Se ve incapaz de organizarse de forma diferente. Y no lo entiende porque no será por experiencia… En el fondo, tampoco piensa que sea para tanto.

En esta reunión tripartita se decide pasar primero un 360º para evaluar con precisión cómo se ve Carlos y cómo le ven los compañeros y jefe en su desempeño profesional y a partir de esa información concretar los objetivos de trabajo.

El 360º permite operativizar con claridad lo que ya se habló en la reunión tripartita. Hay tres áreas competenciales, consistentes entre sí, que muestran la percepción de su jefe y compañeros de la baja ejecución de Carlos, de hecho no superan el 3,10 sobre 5 en la heteroevaluación, mientras que en la autoevaluación está en un 4,35. Hay, por tanto un gap sustancial entre cómo se ve él y cómo le están viendo compañeros y jefe en:

Adaptabilidad: afronta con eficacia diversos estilos de trabajo y en diferentes circunstancias. Se adapta de manera constructiva ante los reveses y plantifica el cambio. Fomenta la creatividad, la innovación y el asumir riesgos.

Gestión de tareas. Utiliza la tecnología, los recursos y el tiempo de manera eficiente. Aprende rápidamente y aplica la información actual a las tareas apropiadas.

Productividad. Inicia la acción. Es una persona emprendedora y decidida. Supera los obstáculos para alcanzar resultados beneficiosos, de alta calidad.
Con los resultados del 360º, una segunda reunión tripartita permite acordar los objetivos de trabajo con mayor precisión:
1. Incrementar la adaptabilidad de Carlos para que sea capaz de modificar su forma de trabajar, mejorando su eficiencia, menos horas, mejores resultados.
2. Mejorar la eficiencia en la gestión de tareas, para priorizar, delegar, organizarse en el día a día e incluso decir no a determinadas demandas de los diferentes departamentos.
3. Salir 1 h. más tarde de su horario, habiendo resuelto los asuntos prioritarios (Carlos sólo este reto con el que está conforme).

Una vez acordados los objetivos, iniciamos el proceso evaluando con una Escala de progreso su situación ante estos objetivos tanto cognitiva, emocional como conductualmente, con el fin de comprobar su punto de partida personal y el progreso en la consecución de los objetivos acordados, independientemente de la evaluación organizacional de contraste que se haga más adelante con un nuevo 360º.

Carlos inicia el proceso de coaching como una carga más en sus tareas. No es que no confíe en que el proceso funciona, de hecho, lo ha podido comprobar con otros directivos de la empresa, es que él no se ve haciéndolo diferente. Hay un rechazo claro a reconocer que necesita ayuda. “Sólo está en el proceso de coaching porque su jefe le ha metido, que si no, ¿para qué?”

“¿Para qué haces tú todo?”
“¿Qué pasa si no lo haces tú todo?”
“¿Qué pasaría si tú no estuvieras para hacerlo todo?”
“Ah no, yo nunca he faltado al trabajo, incluso vine con un brazo en cabestrillo”

No, definitivamente, no ve otras opciones. O lo hace él o no se hace. La técnica utilizada en coaching de desmontar la creencia todavía no funciona.
Entramos en su autoexigencia.

“¿Qué ganas con esta forma de ver las cosas?”
“¿Qué estás perdiendo?”
“¿Para quién estás haciendo esto?”

¡Ah! Balanza de pérdidas y ganancias. Parece que Carlos comienza a analizar la situación con perspectiva diferente. Él valora los beneficios especialmente. Esto ya le ha llegado. Está perdiendo más,… mucho. No sólo tiempo con su hijo, sino para sí mismo y, ¡¡lo peor!! es que lo que hace no es valorado por su jefe y compañeros. Esto le confunde.

“Yo creo que tengo que hacerlo al máximo. No puedo delegar en nadie. Tengo que hacerlo yo todo. Cuánto más me dedique, más me valorarán. Y ahora veo que esto no es así…” Carlos intenta disimular su decepción y desconcierto.

“¿Qué estás compensando con tu trabajo?”

Entramos en el “dar y recibir”.

“Pues sí, sí que hay desequilibrio. Creo que tengo que darlo todo, pero no se me había ocurrido pensar en qué recibir. Casi no sé de qué estamos hablando. Ya me pagan, y la empresa tiene un paquete de beneficios sociales estupendo”.
Trabajamos distinciones lingüísticas: dar, recibir, exigencia, excelencia, rendimiento, gestionarme.

Carlos está ya preparado para ver con nuevos ojos. “Tampoco es para tanto. Bien pensado sí que me puede apoyar más en la asesoría que nos lleva ya determinados temas” “Y, además, puede traspasar ciertas actividades al departamento financiero” “Y, además, puede pedir que cada departamento…” “y, además…”

Carlos ve desde una perspectiva diferente su trabajo, ha conseguido un “cambio de observador sobre su actividad”, está disponible para actuar por sí mismo buscando soluciones diferentes a las que era capaz de ver hasta ahora.

Su nivel de introspección ha sido mínimo y sus barreras muy altas ante la tarea de tener que pensar de forma diferente, sin embargo ha conseguido un hacer diferente que le proporciona la eficiencia que habíamos marcado como objetivo.

Seis meses después de iniciar el proceso, Carlos ha delegado un 30% de su actividad, gestiona un 15% por prioridades y sale 1 h. después del horario y los viernes desconecta. Eso sí, aún se conecta desde casa unas 4 h. semanales, más por hábito que por necesidad.

Hay temas que no se han abordado, no porque no se diera el espacio para ello, sino porque Carlos no estaba preparado para hacerlo.

Esta es una gran conclusión de coaching. El resultado del proceso será aquel que el cliente esté disponible para conseguir y no otro. El coaching no resuelve nada, es el cliente el que encuentra sus respuestas.

Conversaciones de coaching 5. Publicado en http://www.tdd-online.es/content/carlos-distinciones