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FIRMANDO “EMOCIONES CAPACITANTES”

portadaQué mejor forma de terminar la semana del libro que firmando ejemplares de mi libro “Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación”. Lo haré el sábado, 26 de 17:30-19:30 en la librería de El Corte Inglés en EXPOCOACHING.

Y antes, a las 15.30 compartiré con todos los asistentes en esa hora tan propicia a la siesta la ponencia “La aportación del coaching a la emocionalidad de un equipo”.

Será genial participar en este evento fundamental en “el desarrollo personal y/o profesional vinculado al coaching compartiendo cartel con grandes amigos y profesionales como Ovidio Peñalver, Elena Pérez-Moreiras, Techu Arranz y Josepe García. ¡¡¡A triunfar compañeros!!!

http://www.expocoaching.net/

Para los que no acudáis a este magnífico evento, podéis conseguir mi libro en las librerías de El Corte Inglés, FNAC, La Casa del libro y directamente en la editorial Rasche, tanto en papel como e-book: http://www.readontime.com/ROT/rasche/emociones-capacitantes_9788415560999.html

LA DESOLACIÓN COMPARTIDA

cresponDía de dolor resentido en la piel, en todas las fibras del cuerpo, en todo mi ser. Veo con desasosiego las imágenes de homenajes a las víctimas y los actos que pretenden aportar tranquilidad y apoyo a las familias. Hoy es un día nuevamente de luto.

Viendo estas imágenes, a mí no se me encoge el corazón, se me encoge el cuerpo, el alma, toda yo. Nunca había sentido el dolor común, la inmensa desolación compartida de las personas hasta aquel 11 M. Todavía se me contrae el cuerpo, me afloran las lágrimas y una tremenda congoja me atenaza cuando lo recuerdo. Sí, está anclado en mí, in-corporado, aprendido, sentido y resentido lo que es el dolor colectivo, la desolación que se respiraba en el Ifema.

Estuve allí soportando en mis brazos a la madre de un hijo desaparecido, al esposo anonadado al pensar que su mujer no iba a volver a casa. Estuve allí acunando su horror cuando les decían que dieran ADN para ver si… podían localizar los restos. Estuve allí compartiendo la desolación.

No es tristeza, no es dolor, es como un impacto brutal que te aplasta el torso y te deja sin vida: la desolación, y que sientes repetido e incrementado en cada una de las personas que te rodea: la desolación colectiva hasta hacerse densa e irrespirable. Es una energía tan ácida e hiriente que lacera cada célula del cuerpo y cada rincón del alma. Aquella energía colectiva me impregnó para siempre. Ahora, cada vez que veo una catástrofe, me puedo imaginar el sentir colectivo que los embarga, que los anula la vida y que sin embargo aúna tanto a las personas.

Perder a un ser querido de repente genera un tremendo shock del que es difícil salir, pero perderlo por la acción asesina de otros seres humanos tiene tal carga de injusticia sobrevenida que es doblemente difícil superarlo. Como escribía tras el accidente de Santiago de Compostela el duelo puede llevarse mejor cuando estás acompañado por otras personas, cuando no te ves sólo en tu dolor, y por eso el soporte que dimos los psicólogos en aquellos momentos fue tan sustancial. “Contener” era la consigna. Pero era laborioso cuando más de cien personas se juntaban desesperadas en un mismo espacio llorando por una sola persona, alguien muy especial, un ser querido para ellos que ya sabían no verían más.

Los actos de hoy resultan valiosos para las víctimas porque las arropan en su dolor, las hacen sentir que no están solas, que no se les ha olvidado y renuevan en todos nosotros el alma colectiva que nos hace humanidad. Cada vez que veo a aquella madre en la TV vuelvo a sentirla abrazada a mí, buscando en mi cuerpo la vida que no tenía en el suyo, cogiendo de mi respiración el ánimo para respirar y poco a poco apaciguarse y, a pesar de todo, seguir viviendo.

El inmenso dolor de la desolación…

Nunca trataré de olvidar, ni de quitar de mí este resentir. Son parte de mi naturaleza humana que me ha hecho sentirme parte de la humanidad, más permeable a los sentimientos de los otros y que me ha enseñado a abrazar como si en ese abrazo pudiéramos compartir la vida.

Dedicado a todas las víctimas y a los que compartimos con ellos su desolación.

LAS PALABRAS EMOCIONALES

Imagen1¿Qué palabras utilizas en tu día a día? ¿Desde qué emoción te hablas? ¿Desde qué emoción te relacionas con los demás? ¿Qué palabras utilizas para hablar de tus sentimientos? ¿Eres consciente de las emociones que están detrás de ellas? ¿Cómo las distingues? ¿Qué expresas al hablar? ¿Qué quieres conseguir con tus palabras?

Si una situación nos impacta emocionalmente es porque la hemos interpretado de una forma determinada, vital para nosotros, de ahí su valor emocional. Otra cosa es cómo sentimos lo que esa emoción nos produce, esos sentimientos de los que muchas personas no quieren hablar, o no saben hablar, o les incomoda hablar o no se sienten capaces de expresar.

Y gestionar de forma consciente lo que sentimos y cómo lo sentimos es una de las mejores formas de gestionar nuestro mundo emocional, hablar de ello es un buen comienzo y, como indican los estudios de psicología: tener éxito y bienestar, en definitiva, calidad de vida.

Desde que en 1996, Daniel Goleman publicara su famoso libro Inteligencia emocional, que recogía la ingente investigación sobre este tema realizada en el campo de la psicología, este concepto se ha convertido en un elemento más de nuestra cultura. Se habla de inteligencia emocional en todos los ámbitos, personal, familiar, social, educativo, empresarial. En parte porque aporta respuestas a la necesidad del ser humano de entenderse y gestionarse; en parte también porque hay un interés social creciente y expreso por el bienestar personal y en parte, también, porque explica y “pone nombre” a algunos comportamientos, sistematizándolos y, por tanto, haciéndolos más manejables.

En ese libro se señalan dos grandes áreas de la inteligencia emocional, la interpersonal, que se define como la capacidad de manejar las reacciones con los demás, y la intrapersonal que indica la capacidad de relacionarme conmigo mismo.

Dentro de la inteligencia interpersonal se define la capacidad de comunicarse con otros. Tradicionalmente ha sido la comunicación con los demás lo que más peso ha tenido en nuestra educación y en la formación en el ámbito empresarial ya que con ella nos aseguramos el poder influir en los otros. Con nuestra comunicación provocamos reacciones en los demás, pero también nuestra comunicación nos “retrata” y “revela” como nos enfrentamos al mundo.

Y es aquí donde entra otra de las competencias, esta vez de la inteligencia intrapersonal, el autoliderazgo. Esta competencia nos indica la capacidad de elegir el cómo nos hablamos, qué pensamientos seleccionamos, que sentimientos y emociones primamos y el cómo nos gestionamos ante la vida. Ser conscientes de esta capacidad y de cómo podemos utilizarla, nos abre las puertas a una mayor libertad para elegir cómo sentirnos ante la vida.

Precisamente a través de nuestras palabras es cómo podemos darnos cuenta con más facilidad de nuestros pensamientos y sentimientos. Sin embargo éstos suelen ser para nosotros transparentes, no nos damos cuenta de lo que expresamos con las palabras hasta que otro nos lo hace ver.

El lenguaje es en sí mismo un prodigio de la naturaleza que nos permite tener la vida que tenemos como seres humanos. El lenguaje transcribe en símbolos lingüísticos nuestra relación con el mundo. Tenemos un patrimonio lingüístico formidable. Contamos con numerosas palabras que nos permiten expresar con especial precisión cómo es nuestra realidad, como se puede apreciar muy bien al leer relatos y especialmente poesía que nos llevan a reflexionar sobre los ricos y variados matices de las palabras. Y sin embargo parece que no tuvieramos palabras para nombrar lo que sentimos.

Lo que hacemos habitualmente es expresar nuestros sentimientos en una escala de valor positivo-negativo, así decimos “estoy bien”, “estoy mal” cuando nos preguntan cómo nos hemos sentido ante un suceso que nos ha afectado especialmente. Y expresamos también  la intensidad o grado emocional que sentimos “lo pasé fatal”, “me siento muy bien” enfatizando con palabras absolutas “nada”, “muy”, “bastante”, por ejemplo.  De ahí que habitualmente expresemos nuestros sentimientos con el componente positivo – negativo y un grado, por ejemplo “me siento muy defraudado” o “estoy muy contento”

Este lenguaje que utilizamos para hablar de nuestras emociones es categórico, absoluto, diríamos que radical. Procede directamente de una “forma de pensar emocional” para la que todo es blanco o negro, verdad o mentira. Esta forma de pensar emocional es imprecisa y rápida, sólo se fija en aquello que lo confirma y no se atiene a la situación actual, sino que se basa en las emociones del pasado para imponerlas en la situación presente. De la parte hace un todo, de tal manera que con sólo un detalle evoca toda una situación aprendida. Vive el pasado como si fuera el presente. No le importa la realidad sino lo que le evoca. Tiene su sentido ya que su finalidad principal es protegernos para sobrevivir y eso supone respuestas rápidas y unívocas. Y también permite la relación empática con los otros por cuanto podemos suponer cómo se sienten desde lo que yo he sentido.

El impactante texto extraído de Tobías y el Angel (1998), una novela de Susanna Tamaro, pone de manifiesto el poder evocador de las palabras. El libro cuenta las relaciones de Celeste con su abuelo. Sus padres, demasiado ocupados en sus propias peleas y desencuentros, no reparan en el impacto que sus discusiones tienen en la niña. Durante una de estas discusiones Celeste “encerrada en su habitación y escondida debajo de la cama, había comenzado a separar las palabras por colores: “Eres un fracasado”. Amarillo. “Ya no te aguando”. Anaranjado. “Vuelvo con mi madre”. Blanco. “Eres un borracho”. Rojo. “Y tú no sirves para nada”. Verde. “Te odio”. Negro. “Esa tonta de tu hija”. Azul. “Es también tuya”. Gris. “Está por verse”. Celeste. Había jornadas más anaranjadas y más amarillas. Jornadas más rojas, jornadas más negras. Con el tiempo, además del color les había dado también una forma. Había palabras-termita, palabras-araña, y palabras-escorpión. Tumbada en el suelo las veía correr hacia ella”.

Celeste aprendió a distanciarse del poder destructivo de esas palabras dándoles un color, otorgándoles un valor cualitativo, incluso una forma que su mente infantil interpretaba como animales peligrosos. Eso significa que era capaz de pensar sobre ellas y relativizarlas y sacarlas de sí. Desarrollaba con ello su inteligencia emocional. Aprendía a no sentirse herida por las palabras que decían sus padres nacidas desde el miedo y la rabia. Con esas palabras sus padres se atacaban mutuamente para defenderse de lo que vivían como un peligro: su propia relación. Y al oírlas Celeste recibía, a su vez, el mensaje de que estaba en peligro.

Es un ejemplo del ámbito familiar, pero en cualquier ámbito las personas utilizamos las palabras como “palabras basura” que arrojamos a los otros, como lanzas envenenadas que tratan de herir al contrario, muchas veces sólo para descargar nuestra propia emoción sin que tenga que ver con él. En el mundo empresarial se prima y valora un lenguaje neutro y “objetivo” pero siempre hay un momento para la descalificación y el desencuentro. A modo de ejemplos.

Este informe no sirve para nada”; “A ti como siempre no te interesa”; “Me parece que no entiendes”; “Pensé que sabrías hacerlo”; “No puedes estar hablando en serio”; “Si escucharas entenderías”; “No te enteras”; “Tú siempre igual”; “Tú ya se sabe …”; “Te falta compromiso”; “Te falta iniciativa”; “Te falta…”

No son necesarios momentos de crisis para que este lenguaje destructivo esté presente. Es más bien un tema de cultura empresarial y ambiente de equipo donde tiene un especial peso lo que el líder ofrece como modelo y permite entre sus colaboradores. La mordaz ironía en las conversaciones de un equipo, que resulta jocosa para algunos, no es otra cosa que la manifestación de la agresividad latente entre sus miembros.

Son palabras que proceden de las emociones negativas con las que estamos viviendo, bien la situación concreta, bien un período de nuestra vida o la vida en general, porque prima en nosotros un patrón emocional negativo. Y esto significa que estamos viviendo las situaciones como un peligro constante (ira), dañinas para nosotros (asco), donde dudamos de nuestros recursos (ansiedad) o creemos que los hemos perdido (tristeza). Son emociones que disparan en nosotros respuestas de ataque, huida o parálisis con las que luchamos por sobrevivir.

Son palabras que revelan una baja inteligencia emocional. No sólo no somos capaces de ser conscientes de lo que nuestras emociones nos indican, sino que reaccionamos en piloto automático ante ellas. La tensión que manifiestamos con ellas impacta en los otros de forma exponencial, el malestar entra en una espiral creciente que fácilmente terminará en conflictos. Pero el conflicto externo no es más que una expresión del conflicto que llevamos en el interior.

También podemos utilizar nuestras palabras para construir realidades e iluminar nuestra vida. Recurriendo al ejemplo de Celeste  “había entendido que las palabras del abuelo eran palabras-llave. Avanzaban siempre explorando el aire, transformando una cosa en otras. Palabras-llave y palabras-manta, palabras tibias bajo las que dormirse tranquilos”.

En la novela las “palabras llave” abren puertas y encuentran salidas, agregan, suman, engrandecen. Son palabras que buscan soluciones, espacios de encuentro y colaboración. Son palabras que disuelven atascos y consiguen que el diálogo fluya, no que se estanque. Son palabras positivas que abren posibilidades, dirigidas al futuro que generan “escenarios de futuro” y “espacios de posibilidad”; llevan a construir y no a destruir. Son palabras fruto de una emoción positiva como es la alegría. Con ellas la interpretación que mostramos de los hechos es muy diferente. Ahora no son una amenaza sino una oportunidad.

El lenguaje empresarial tiene también otro sentido cuando las palabras son llave: “El informe puede mejorarse”; “Puede que no te interese”; “Me pregunto qué has entendido”; “Has trabajado este tema aunque habría que darle una vuelta más”; “¿Cuál es tu propuesta para evitar que esto ocurra de nuevo?”; “Estás un 10% por debajo de lo planificado”;”Con esto no solucionamos el problema”; “¿Cómo crees que podemos solucionar esto?”; “Ya tienes… ahora hay que conseguir…”

Además estaban en la novela las “palabras manta” que acogen, consuelan y arropan. Son como anclas que nos sujetan para no perdernos en el vacío o la espiral de desaliento o son salvavidas que nos recuperan en momentos de incertidumbre, dolor o dificultad. Son palabras que nos fortalecen y hacen crecer en nosotros otra dimensión, la de la tranquilidad, la seguridad y el valor. Ya seamos receptores de ellas como Celeste o portadores de ellas como su abuelo, las palabras que aportan confianza son la expresión más sublime de la naturaleza humana porque muestran nuestro amor por nosotros mismos, por los demás y por la vida.

Esto nos lleva a una profunda reflexión, ¿qué tipo de palabras utilizo para comunicarme: basura, llave o manta? ¿Qué emociones estoy sintiendo y transmitiendo con ellas? Y lo que es más ¿qué resultados y cómo quiero conseguirlos en mi vida?

Que nuestra comunicación sea más rica en palabras-llave y palabras-manta que en palabras basura es una capacidad personal que requiere de cierto trabajo personal que empieza por ser conscientes de nuestras emociones, nuestros juicios y de nuestro estilo de comunicación, algo que se hace más fácil cuando cuentas con un profesional de las conversaciones como es un Psicólogo Experto en Coaching. ¿Lo necesitas?

ÉXITO, LOGROS, PERSONA, EVOLUCIÓN

que nadie te diga nunca¿Qué es el éxito? ¿Qué significa? ¿Qué son los logros? ¿Cómo me sobrepongo y crezco día a día para alcanzar el éxito?

Hace algunos días Cris Moltó es.linkedin.com/in/crismolto me entrevistaba como persona de éxito para que hablara del éxito. Bonita y sugerente fue la mirada de Cris. Fue una de las entrevistas más interesantes y más potentes de entre las que me han hecho. Me llevó a la reflexión sobre qué es el éxito, lo que significa para mí, cómo lo percibo y qué valoro yo de ello. Nunca me había parado a pensar en esto. Suele uno reflexionar, como mucho, sobre el éxito, queriéndolo, buscándolo, viéndolo en otros, pero no analizando qué es para uno mismo y qué significa en la propia vida.

La reflexión que Cris me propició con sus preguntas me hizo centrar mi atención en este tema y ahondar en lo que normalmente entendemos por éxito y en lo que para mí personalmente significaba. Me surgieron así perspectivas, ideas, interpretaciones que después me han hecho pensar en ello repetidamente. Gracias Cris por llevarme a esta reflexión.

Sí, para muchas personas el éxito es el triunfo, el alcanzar notoriedad, el ganar dinero, el poder, la posición que pueda generar en otros admiración y pleitesía. Sí, muchas veces nos medimos por el éxito de los otros: “Es Director General”; “Soy Regional Manager”; “Soy Ejecutivo de primer nivel”; “He sido Manager”; “He ocupado posiciones en multinacionales”. En el mundo empresarial se oyen estas frases con fervor, incluso se cambia el tono, velocidad y timbre de la voz al decirlas. Más despacio, más sonoras, más rotundas, como para dar tiempo a los otros a que puedan atender y asimilar el poder implícito en ello y la importancia de lo que decimos que hemos hecho o hacemos. Es un éxito valorado, buscado y exhibido, pero también un éxito del hacer – y con frecuencia también del tener-, un éxito de las formas, de las etiquetas, de los supuestos, que puede que se sustente en un rotundo mérito personal, o sólo sea una imagen, “marca”, forma y apariencia.

Al hilo de las preguntas de Cris, fui entramando mis ideas, mis sentimientos, mis valores sobre el éxito. No, definitivamente no le confería valor a ese éxito de fachada, para mí sólo era una información situacional de la persona. Interesante, adecuada, útil profesionalmente, pero que no me hablaba de la persona que es ante su vida, de su energía, de su momento vital, de lo que está disponible para hacer, para compartir y para vivir. No me hablaba más que de su pasado y no de quién puede ser en su futuro. Es un referente que condiciona mis expectativas sobre ella. Poco me dice de la evolución que pueda tener y lo logros que pueda alcanzar.

No me hablaba de si puedo o no conectar con esa persona, relacionarme con ella, compartir y vivir. Y esto, cada vez está adquiriendo más sentido y presencia para mí y en cómo quiero vivir mi vida, dentro de la cual mi ejercicio profesional es sólo una enorme, sustancial y magnífica faceta.

Continuamente me encuentro en mi trabajo este tipo de perfiles profesionales de “éxito” que buscan en un proceso de coaching alivio a la tensión acumulada en esta carrera por despuntar. Personas que se sienten descompensadas, que han puesto mucha energía en conseguir esos logros que tanta admiración causan en el mundo profesional, pero que se viven a sí mismas con desasosiego y dolor. Cuando les pregunto por su nivel de autoestima invariablemente ¡se suspenden a sí mismas! Su auto-concepto es pobre, deteriorado; su autoimagen distorsionada. Toda su identidad está resentida por la falta de centramiento y coherencia consigo mismas y el poco valor de su proyecto vital. Toda su energía se ha dirigido a la consecución de este logro profesional, externo, de fachada. Naturalmente no significa que todos los “ejecutivos o profesionales de éxito” estén en esta situación de descentramiento e insatisfacción, pero sí es más y más habitual que personas con un alto nivel de compromiso con su carrera aprovechen la oportunidad del proceso de coaching para “darle una vuelta” a su forma de enfrentarse a la vida, no sólo a los retos profesionales. Esto ocurre cada vez con más frecuencia en los procesos de carácter profesional, como constatamos y comentamos en los foros profesionales más representativos los expertos en entrenamiento mental.

El éxito para mí no es este éxito de fachada. Estos son sólo logros profesionales. Pero no me habla de la persona que los ha conseguido, ni del valor diferencial que aporta para lograrlos, ni de su calidad humana. Sólo habla de rótulos asociados a un nivel de decisión y a un poder que los demás alabamos y buscamos, la mayor parte de las veces pensando en cómo sacar beneficio de ello.

He descubierto que mi forma de entender el éxito tiene que ver más con los retos con uno mismo, con quién soy, con quién quiero ser, retos que tienen que ver con cómo me enfrento a mi vida, más que con los desafíos profesionales que representan lo que hago y lo que tengo. Quizás estoy equiparando el significado de “héroe”, de alguien capaz de conseguir resultados extraordinarios en situaciones críticas, con el de persona de éxito. Pero ¿qué es una situación crítica?, ¿qué es una persona de éxito?

Cris me pidió que le dijera una persona que fuera para mí un ejemplo de éxito. Y sin dudarlo hablé de Mandela. Para mí representa la persona capaz de superar sus creencias y cambiarlas por otras. Mucho se habla del impacto de su figura en el devenir de Sudáfrica y del ejemplo que dio al mundo entero con su política de unidad. En mi opinión la clave de su éxito está en que fue capaz de pasar de sus propias creencias restrictivas, de confrontación, de yo gano – tú pierdes, a unas creencias sumatorias, de colaboración, de yo gano – tú ganas. Tuvo que ir deshaciendo en su mente el sustrato emocional de ira y resentimiento hacia el establishment de Sudáfrica, y cambiando esa emoción y ese estado emocional por la aceptación y la ambición de un mundo mejor. Sólo desde esta emoción ligada al amor podía pensar en las soluciones integrativas que luego puso en marcha en su país.

Puede que la prolongada y brutal soledad en la prisión, lejos de llevarle a la amargura y el resentimiento que muchos hubieran considerado la respuesta adecuada, le hicieran explorar nuevas formas de reinventarse e interpretar el mundo. No cayó en la “indefensión aprendida” de pensar que no podía hacer nada para cambiar las circunstancias. No sé cómo hizo el click necesario para ello. Tal vez su poema favorito “Invictus” fuera la palanca de cambio apropiada.

invictus
Desde luego cambiar es más fácil cuando contamos con alguien que nos acompaña en ese afrontamiento de las circunstancias difíciles. La presencia de otro que comparte con nosotros, y mejor aún, que nos escucha, es una poderosa palanca que nos facilita tomar impulso y alcanzar niveles de excelencia antes impensables. Es lo que suele ocurrir en el entrenamiento mental: se aceleran estos procesos de cambio y empoderamiento gracias a la facilitación profesional de un experto, especialmente de un psicólogo experto en coaching.

Es propio de las personas recuperarse, salir más fuertes y capaces de las situaciones difíciles que se les plantean. La capacidad de resiliencia del ser humano es un fenómeno extraordinario que nos habla de una cualidad formidable. Tendemos a la recuperación, al equilibrio, a salir fortalecidos y con nuevos recursos de nuestros conflictos. Nos reestructuramos, nos empoderamos, aprendemos de las situaciones difíciles y conseguimos una nueva forma más rica, evolucionada y poderosa de afrontar lo que nos ocurre. Mandela, de forma similar a Vicktor Frankl, fue capaz de superar la inmediatez de sus circunstancias y pensar en un mundo mejor, en nuevas posibilidades de acción, en nuevas formas de afrontar la tremenda dureza de sus circunstancias.

Puede que lo que convierte a alguien en un héroe es que, ante circunstancias durísimas, reacciona de forma constructiva, generando opciones y abriendo posibilidades, algo que los demás admiramos precisamente por la energía generadora de su potencia positiva.

Sin embargo, las personas no sólo nos enfrentamos a circunstancias duras situacionales. En el día a día también nos encontramos con situaciones durísimas, no sólo física sino psicológicamente. Pensemos por un momento en el adolescente al que todo su entorno califica de incapaz. No dejan de ser los juicios de las personas que le miran y que lo hacen desde su propio juicio sobre sí mismos, pero la verdad es que para un adolescente la presión social de “no puedes”, “no llegas”, “no lo vas a conseguir”, “no vales” es absolutamente demoledora. Recientemente en un programa de “coaching constructivo” trabajaba con un grupo de adolescentes la construcción de su identidad. ¡Tremendo el reto! Si pensamos que las circunstancias de Mandela eran duras, pensemos por un momento en las circunstancias de una criatura que aún no tiene identificados sus recursos, que aún sigue tomando la fuerza de los otros. Los adolescentes están forjando su identidad a través de lo que los demás les dicen, sobre quiénes son y sobre qué son capaces de hacer. Mandela o Vicktor Frankl eran hombres maduros, capaces para elegir sus pensamientos, sus sentimientos y sus comportamientos. Los adolescentes aún están en ese proceso de aprender a elegir, “eres lo que piensas”, y sin embargo ellos son en gran parte lo que piensan los demás de ellos. Si en los adultos sus pensamientos son los que les llevan a dónde y cómo están, en los adolescentes son los pensamientos de otros: padres, profesores, compañeros, conocidos, amigos los que les llevan a concebir su propio auto-concepto. Aún están desarrollando la “moral heterónoma” que les permita elegir su propio posicionamiento ante la vida.

Cris me preguntó por otra persona de éxito. No lo dudé, mi nuevo símbolo de persona de éxito, mi nuevo héroe, era un adolescente cercano al que he visto superar las limitaciones que otros le imponían, las creencias de otros sobre él que le espetaban. Encontrar la fuerza dentro de uno mismo para superar no sólo a uno mismo sino las creencias de otros sobre uno mismo me parece un logro aún mayor que el de superar circunstancias adversas. Porque ¿con qué cuentas cuando todos te dicen que no puedes, que no vales, que no llegas? El problema no es pensar qué malos son los demás, o qué injusto es el mundo, sino pensar en qué malo soy yo que me merezco el fracaso que me pasa.

La clave no es tanto lo que hacemos sino lo que pensamos. Nuestros pensamientos moldean la persona en la que nos convertimos cada día. Influyen en nuestro vivir diario, afectan nuestras decisiones, determinan nuestras relaciones y, en definitiva, la calidad de la persona que somos. Siendo tan potente y sustancial la formación de la identidad en nuestra vida resulta desalentador ver lo poco que se trabaja en el sistema educativo la importancia del pensamiento sobre uno mismo. Educamos en contenidos, en qués, pero no en cómos. Pretendemos llenar con la educación el recipiente con contenidos en vez de alentar el fuego del ser humano que se está forjando. Llenamos a los adolescentes de nuestros conocimientos, nuestras creencias y nuestras limitaciones. Por eso terminamos haciendo coaching reparativo, facilitando la reconstrucción de sí mismos en personas adultas. Y sin embargo, ¡cuán potente sería hacer un coaching constructivo! Un coaching en el que los adolescentes aprendieran a pensar sobre sí mismos de forma que les empoderase, les hiciera superar sus circunstancias y vivir acorde con su propio proyecto vital. Este es el programa que estamos llevando a cabo en la Fundación Aprender http://www.fundacion-aprender.es del colegio Brot de Madrid y el tema que desarrollaré en el congreso INFAD de la Universidad de Extremadura http://www.viicongresopsicologiayeducacion.com/.

Ambos dos, Mandela y el adolescente son mis “héroes”, las personas que materializan para mí el éxito, porque, ambos dos, han sido capaces de saltar por encima de su paradigma habitual lleno de juicios de imposibilidad, de confrontación y de rabia, para construirse un nuevo paradigma de capacidad, posibilidad y acción personal. Es muy fácil construir un paradigma de hábito, costumbre e irreflexión.

Definitivamente para mí el éxito consiste en la superación de uno mismo, en ser capaz de construirse y de evolucionar, en ser más capaz de afrontar con consciencia y satisfacción nuestro gran reto de vivir.

LA EMOCIÓN QUE NOS CAPACITA PARA LA ACCIÓN

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En cualquier emoción y desde cualquier emoción hay una posibilidad de acción para las personas. Si considero que una emoción como la del miedo es sólo un obstáculo, focalizaré mi atención en enfadarme por ello y, como mucho en eliminarlo –o superarlo-. ¿Es esta la forma más útil de utilizar mis emociones?

¿Cómo reaccionas tú ante las situaciones de tu vida?

Si considero que la emoción es una información, una energía que genera modos de actuar que me son útiles para mi propio bienestar y capacidad de acción, puede que no tenga inconvenientes en ser consciente de ella, aceptarla y gestionarla a mi favor.

Darse cuenta es el primer paso. En el momento en que aceptas la situación deja de dominarte, ya puedes gestionarla tú.

Esta es la propuesta de mi libro “Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación” que presentaré el día 21 de noviembre en la sede de Lider-haz-go.

Y si quieres vivir desde dentro las emociones participa en el talller que impartiré en esta escuela el día 30 de noviembre.

Lider-haz-go C/ O´Donnell, 18 // 91 431 11 62 // info@lider-haz-go.es

Y para que sepas un poco más de cómo sentimos las emociones, aquí tienes un fragmento de mi libro.

¿En qué consiste la capacidad de darnos cuenta? En esa línea evolutiva de cada vez mejorar la capacidad de respuesta para sobrevivir, surgió una nueva capacidad, la de “darse cuenta” de lo que se siente. Ese darse cuenta, la consciencia, nace del trabajo conjunto de todo el cerebro tal y como ha comprobado un equipo de neurocientíficos franceses del INSERM en 2009. Incluso han identificado una “marca de consciencia”, es decir, un patrón de actividad neuronal correspondiente a la consciencia, y que tal como había planteado el profesor de genética molecular Johnjoe McFadden es el resultado de la interacción electromagnética de las neuronas. Cada vez que una neurona se activa, envía una señal electromagnética al cerebro, que queda retenida automáticamente junto con el resto de información cerebral, creando un “espacio consciente”.

Es precisamente la capacidad de darnos cuenta, es decir la consciencia, la que nos permite pasar de la respuesta automática a elegir la respuesta más adecuada a la situación.

La consciencia tiene un papel clave en la gestión de la información. Nos permite agrupar y compactar la información relativa a un tema, identificarla, interpretarla, evaluarla y actuar en función de ella.

Pensemos, por ejemplo, en la situación de encontrarnos en un acto social con una persona que se dirige a nosotros. Por un momento no sabemos quién es. A los pocos segundos la reconocemos. En ese micro espacio de tiempo se ha producido una búsqueda de información en relación a esa cara y toda la información que tenemos asociada a ella: su nombre, dónde la vimos antes, qué relación tenemos con ella, cómo la valoramos, etc. De repente tomamos consciencia de quién es, y actuamos en consecuencia. Puede que queramos eludirla, o que queramos saludarla, y en ese caso elegimos también el tipo e intensidad del saludo.

Por lo tanto, la consciencia induce una determinada conducta pero de forma inmediata no elimina la emoción ya que como hemos visto los procesos intelectivos son más lentos que los emocionales. El papel de la consciencia en la gestión de las emociones es precisamente “darnos cuenta” del estado físico del cuerpo emocionado, es decir, sentir las sensaciones que se producen en el cuerpo tales como una taquicardia, o una contracción muscular, si no, y esto es lo más relevante, como una sensación global, y a la vez, específica, que afecta a todo el cuerpo y que las personas identificaremos, gracias a la socialización, como un sentimiento al que podemos nombrar.

Desde los primeros tiempos de la investigación en psicología Henry James (1842 -1910) ya había propuesto que los cambios que ocurrían en nuestro cuerpo en una determinada situación, hacían que el cerebro elaborase una representación mental de ellos, el sentimiento. El reconocido investigador Antonio Damasio ha comprobado que los cambios que ocurren cuando una persona tiene miedo, como la liberación de la adrenalina o el aumento de latidos cardiacos, son lo que hace que sienta el miedo, y no al revés, que como consecuencia de tener miedo se produzcan los cambios en el cuerpo. Sin embargo aún hay quien se sigue haciendo la pregunta qué es antes si el sentimiento o la emoción, ¿tiemblo porque tengo miedo, o tengo miedo porque tiemblo?

Los cambios fisiológicos que origina la emoción son percibidos como sensaciones corporales a los que llamamos sentimientos. Así pues los sentimientos son la experiencia consciente del estado del cuerpo. Nos “sentimos emocionados” al darnos cuenta de los cambios que ocurren en el cuerpo por una respuesta emocional. Y este uso del lenguaje donde mezclamos de forma indiferenciada emoción, sensación y sentimiento nos lleva a decir “estoy emocionado” cuando lo que siento son las sensaciones que producen una emoción. Esto es indicativo del desconocimiento que existe en torno a las emociones, lo que son y cómo nos afectan. A la luz de los descubrimientos de la neurociencia, y considerando la importancia de las distinciones que con el lenguaje hacemos de nuestra realidad, deberíamos decir “siento un sentimiento” o “tengo una emoción”.

Ser conscientes de que sentimos las emociones, supone evolutivamente un cambio cualitativo impresionante en nuestra naturaleza humana, aunque hay que señalar que se han identificado ciertos niveles de consciencia en otras especies, especialmente en los primates.

Cada emoción provoca un patrón diferente de respuesta, todo un programa corporal, cognitivo y conductual, que el cerebro percibe como diferentes y que interpretamos como sentimientos diferentes.

Gracias al avance tecnológico, y especialmente con las neuroimágenes funcionales, actualmente es posible estudiar lo que ocurre en el cerebro de una persona cuando “siente una emoción”. Las neuroimágenes funcionales son imágenes de resonancia magnética que muestran, mediante colores graduados el aporte de sangre en una zona. Cuando una zona del cerebro está más activada, y por lo tanto, implicada en una actividad, demanda un mayor aporte de riego sanguíneo, de ahí que podamos saber con estas neuroimágenes qué zonas se activan ante un determinado estímulo o tarea, y también conocer cuando una persona está experimentando un sentimiento u otro. Así se ha identificado que los sentimientos se localizan principalmente en la corteza cerebral, especialmente en las zonas de la corteza cingulada anterior, la corteza somatosensorial, la corteza ínsula, aunque también están implicados el hipotálamo y núcleos del tronco del encéfalo. Como ya se ha indicado el cerebro trabaja como un sistema abierto y todas las zonas especializadas en una función determinada se implican de forma coordinada en las tareas necesarias para vivir.

¿Qué activa a estas áreas de los sentimientos?

En realidad hay diferentes formas de provocar un sentimiento. Las personas somos sistemas abiertos y recibimos información de múltiples fuentes, todas interconectadas: cognitivas como el pensamiento o el recuerdo o la imaginación; corporales como la postura, la expresión facial o la respiración; sociales como el contagio de las emociones de otros y externas como hechos que nos generan ese sentimiento.

Los sentimientos y el sentido propioceptivo, es decir, el sentido de cómo están las diferentes partes del cuerpo, se localiza en estas mismas áreas cerebrales, por ello se mezclan las sensaciones y los sentimientos, y nos resultan indiferenciables.

En definitiva, los sentimientos no sólo se corresponden con hechos, también pueden originarse en representaciones cerebrales (pensamientos, imágenes), es decir, sentimientos, diferentes de los que corresponderían de forma habitual a lo que está ocurriendo, y por ello podemos decidir sentir los sentimientos que elegimos sentir.

Y este potencial de elección está ligado a algo que nos hace personas: la autoconsciencia. El darnos cuenta de que nos damos cuenta. Puedo sentir que siento. Como señala el neurocientífico Antonio Damasio, “Soy en cuanto que me doy cuenta que soy, de que eso que pasa, me pasa a mí” Lo que siento me permite darle a mis sentimientos la dimensión que yo elijo. Puedo recrear un sentimiento de plenitud y calma interior o puedo sentirme resentido con alguien, el mundo, o la vida. El psiquiatra Viktor Frank (1905-1997) en su obra El hombre en busca de sentido, ha ilustrado cómo, hasta en la peor de las circunstancias una persona es capaz de elegir los sentimientos con los que afronta lo que le ocurre.

Podemos pensar sobre nuestro pensamiento, y nuestros sentimientos, meta-representarlos, y modificarlos, porque los sentimientos son una representación de lo que nos ocurre, y pueden estar más allá de los estímulos que los originaron.

Si quieres saber más, puedes leerlo en mi libro «Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación».

Ahora mismo está distribuyéndose en los principales puntos del país, pero si no lo encuentras ponte en contacto conmigo respondiendo a esta entrada o si lo que deseas es un coaching del máximo nivel emocional.

LOS INGREDIENTES DE LA FELICIDAD

Imagen2El día 13 de noviembre presentaré de nuevo mi libro “Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación”. Esta vez en un espacio único por el respeto y aceptación de la otra persona, sea quien sea ésta. Es un espacio donde la utopía de la felicidad se materializa cada día en los procesos de desarrollo personal que allí tienen lugar. Es el espacio de CIVSEM donde se produce el “milagro personal” de facilitar que cientos de personas se sientan dueños de su vida y capaces de elegir cómo sentirse ante ella. Un espacio donde muchos descubren por primera vez cómo se relacionan con sus emociones, cuáles son sus sentamientos y cómo su pensamiento influye en su propio bienestar.

Decía Martin Seligman, el autor de “La auténtica felicidad” y psicólogo clave en la Psicología Positiva que hay tres caminos para alcanzarla. El camino de la vida agradable a través de las emociones, el de la vida comprometida a través de la conexión entre la actividad interna o externa y el de la vida personal a través del significado personal.

Habitualmente pensamos que estar contentos es el camino de la felicidad, sin embargo las emociones pueden ser diversas y no sólo desde la alegría se siente uno feliz. Además, no es el único camino para la felicidad. De hecho los dos caminos del compromiso y el significado aportan más satisfacción a la vida que el pasar un buen rato, a pesar de que esto sea estupendo en sí mismo. La vida comprometida implica estar involucrado en la actividad que uno realiza, en sus relaciones y vocación. Emoción positiva y compromiso juntos no conducen a la satisfacción profunda, por ejemplo, uno puede sentirse felizmente comprometido en dejar su vida. El tercer camino por el que encontramos significado, propósito y el sentido con una causa mayor es el ingrediente que faltaba. Los tres juntos agrado, compromiso y significado nos llevan a crear una vida plena.

Y estos son los caminos que se trabajan en CIVSEM y son los caminos en los que trabajo, ¿puede haber rutas más atractivas?

Un espacio perfecto para hablar de emociones capacitantes.

Será el miércoles13 a las 19,30 h. en la C/ Rufino González 14 Escalera 1. 1ª Planta T. 91 449 08 61

EMOCIONES, BIENESTAR Y TRABAJO

seccion con ponentesEmociones, bienestar y trabajo. Por fin se unen. Eso hemos podido ver en una jornada en la que hemos conocido innovadoreas iniciativas empresariales para cuidar el bienestar de sus trabajadores.
El pasado 30 de octubre se ha celebrado en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid la II Jornada sobre “Bienestar y eficacia en el trabajo” que, por su interés y contenido, se ha convertido ya en el foro referente para conocer la innovación que se está llevando a cabo en las organizaciones. Se ha podido conocer el qué, el cómo, el para qué,… de cómo las organizaciones están realizando proyectos punteros en esta área del bienestar y la eficacia de las personas, en la mayoría de los casos liderados por psicólogos expertos en el Desarrollo Organizacional.

Se pudieron conocer ejemplos de productividad asociada al sentido holístico de la Salud, abarcando lo fisiológico, lo emocional, lo cognitivo, el desarrollo profesional y la conciliación laboral y familiar. Apareció con claridad en todos los ponentes, la relación que existe entre efectividad empresarial y el cuidado del bienestar personal, en aspectos concretos como la racionalización de los horarios. También quedó patente la importancia de un Cuadro de Mando con indicadores que evidencien la relación entre el cumplimiento de los resultados asociado al cuidado de las personas.

Seis empresas expusieron los proyectos en los que se asociaba claramente la eficacia empresarial y el bienestar.

• Consultora 1×1=3 con D. Angel Aledo, “Visión de helicóptero, ¿dónde estamos en RRHH?
• ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE con Dª Silvina Campanini
• SEDECAL con Dª Carmen Martín
• CIVSEM, con D. Miguel Ángel Velázquez
• ENDESA (Grupo ENEL) con Dª Pepa Teno, Dª Mercedes García V. y Javier Prieto
• CETELEM con D. Gonzalo de la Rosa

Una de las conclusiones de la jornada es la necesidad de reinventar la función del Director de Personal y de los Psicólogos en las Empresas, como impulsores del Desarrollo Humano vinculado a resultados.
Sobre las ponencias:

Ángel Aledo de la consultora “1 + 1 = 3 Recursos Humanos” expuso con » Visión de helicóptero: Dónde estamos en RRHH», cómo y por qué, desde su perspectiva, durante la crisis se ha reducido el compromiso de los empleados con el proyecto de empresa, así como un plan de 10 pasos para recuperar el compromiso de los “supervivientes” para que, en el futuro, todo sume en la empresa. Destacó especialmente que el compromiso no es un lujo para tiempos de bonanza, sino una condición para el éxito de la empresa en cualquier situación económica.

Silvina Campanini, Responsable de Selección y Desarrollo de ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE nos mostró cuán importante es trabajar en el acompañamiento de los profesionales cooperantes, sometidos a situaciones extremas (guerra, hambre, exclusión…), en el conocimiento y gestión de sus emociones, estados de estrés y el efecto de este trabajo en la calidad de sus intervenciones sobre el terreno. Compartió con el auditorio el programa de apoyo psicológico que su organización ha puesto en marcha hace unos meses con sustanciales resultados de eficacia y ahorro para la organización, así como de satisfacción y bienestar para los profesionales.
Endesa evidenció su fuerte compromiso con la Salud, Seguridad y el Desarrollo de las Personas. “El bienestar de todas las personas que trabajamos en la compañía es la preocupación fundamental. Sin las personas, con la aportación mejor de cada una de ellas, nuestra empresa no alcanzaría sus mejores resultados” comentó Pepa Teno, Responsable de Desarrollo de RRHH de la organización.

“Para IKEA, es prioritario alinear las necesidades de la organización y el negocio, con las motivaciones de los empleados”, explicó Olga Ramos, especialista en Desarrollo de RRHH de IKEA Ibérica. “A través del programa de desarrollo Self Managed Learning, ayudamos a nuestros profesionales a identificar dónde han estado en su carrera profesional y en su vida, dónde quieren ir y cómo establecer un plan de desarrollo individual para conseguir su sueño vital”.
Las experiencias en España impulsadas por estos equipos de psicólogos empresariales de IKEA y ENDESA han servido de ejemplo e inspiración en sus matrices a nivel mundial dando como resultado la implantación de estas mismas iniciativas en todo el mundo.

Miguel Angel Velázquez director de CIVSEM (Centro de Investigación en Valores) expuso una experiencia sin precedentes en nuestro país. A través del programa Desarrollo Personal y Orientación Profesional (DPOP) ya por su 14 edición, está acompañando a miles de personas en un programa de tres meses de crecimiento personal con proyección laboral trabajando en un Proyecto de Vida personal, diseñado y construido desde la consciencia. Para ello se trabaja con formación y coaching en áreas profundas del individuo que fomentan la autoestima, la seguridad personal y la fuerza para asumir las riendas de su propia vida.
Carmen Martin de SEDECAL mostró muy claramente cómo invertir en equilibrar lo personal y lo profesional está repercutiendo directamente en la calidad y cantidad del trabajo realizado. Mostró un elenco de buenas prácticas llevadas a cabo por la dirección de RRHH de la compañía con la total implicación de la dirección general, que están repercutiendo en hacer de esta organización un referente en su sector a nivel mundial.

Gonzalo de la Rosa de CETELEM cerró la intensa jornada, dándonos a conocer el proyecto estratégico llevado a cabo por la empresa en España, desde hace dos años, en el que el Desarrollo de los profesionales es una pieza esencial para el logro de los objetivos. Un proyecto que afecta a toda la plantilla, en el que el foco se ha puesto en analizar la Experiencia Cliente (externo e interno), para lograr que cada interacción entre las personas sea una oportunidad para velar conscientemente por el bienestar del interlocutor, convencidos de que cuidando al otro (cliente externo y/o interno) la relación en más fácil, fluida y se logran mejores resultados. El volumen de negocio de estos últimos años están evidenciando estas mejoras.

Después de estas interesantes exposiciones, las Jornadas sobre Bienestar y eficacia en el trabajo promovidas por la Sección de Psicología del Trabajo, RRHH y Organizaciones del COPM se han constituido en el referente para conocer las innovaciones más exitosas en la gestión de personas.

En este foro tuvimos el honor Ovidio Peñalver y yo misma, en nombre de toda la Sección, de presentar la convocatoria a la 1ª edición de los premios a «Proyectos Emocionalmente Responsables en Organizaciones de la Comunidad de Madrid» promovido por el COPM y con la colaboración de la Consejería de Trabajo de la Comunidad de Madrid, CEIM, Psicofundación, cuyas bases se podrán consultar en la web del COPM http://www.copmadrid.org.

UNA HORA EMOCIONANTE

BX1XSKgIgAAfvxt Hablando de emociones se pasan las horas. Sí, me gusta hablar de emociones, me gusta poner en valor las emociones, me gusta llevar las emociones al mundo de las empresas tanto o más que a las personas. Me gustan las personas que quieren estar emocionados, que quieren reconocerse en las emociones, que quieren aceptarlas, valorarlas, usarlas.

Las emociones son nuestra naturaleza, son parte de nosotros mismos y con ellas interpretamos lo que ocurre, actuamos, trabajamos, ¡¡VIVIMOS!!

No puede concebirse el comportamiento de las personas como un acto de lógica matemática, lejos de ello los actos de las personas están pasados por el filtro del significado para uno mismo. ¿Qué significa esto? ¿Me ayuda a sobrevivir o por el contrario entra en conflicto con ello?; ¿me ayuda a estar bien o por el contrario me hace pensar que estoy en peligro, en pérdida, en amenaza? Para eso están las emociones, para filtrar y ayudarnos a entender y responder con rapidez y certeza.

Claro que otra cosa es cómo entendemos las cosas  y lo peor de todo, si sólo lo entendemos de una determinada forma (pero ese será el tema de otro libro)

Las emociones son el filtro básico y sin ellas no salimos a la calle. ¿Cómo es posible entonces pensar que en el trabajo no tienen cabida? Cualquiera que quiera evitar esto se hace un flaco favor a sí mismo ya que interpreta la vida de forma parcial, limitada, eludiendo precisamente la información más básica: la emocional.

Con motivo de la presentación de mi libro “Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación”, estuve en Zenworking radio estupendamente acompañada por otro experto en emociones y gran amigo, además de prologuista de mi libro, Ovidio Peñalver (es.linkedin.com/pub/ovidio-peñalver/11/238/805; @ovidioisavia). Allí estuvimos hablando durante un “buen rato” con otra coach Elena Mendoza (es.linkedin.com/pub/elena-mendoza-de-la-fuente/15/a09/752; @zenworking) en su programa de Zenworking. Aquí tenéis el enlace para que podáis disfrutar de nuestro fluir en el programa.

http://zenworking.radio3w.com/conocer-las-emociones-que-son-y-como-utilizarlas/

Sera magnífico contar con vuestros comentarios.

 

Y si queréis aprender mucho más de cómo gestionar vuestras propias emociones y las del coachee, la cita está muy próxima, el próximo 30 de noviembre. Más información en info@lider-haz-go.es

CRÓNICA DE UNA PRESENTACIÓN EMOCIONANTE

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Presentar un libro dicen que siempre es un acto emocionante, sobre todo para el autor. Doy fe, yo diría que CON-MOCIONANTE. Contaba yo ese día que no tenía mariposas en el estómago, tenía dragones bellos y candentes con una energía contenida e intensa que me hacían sentirme llena de calor. Ganas de compartir, ganas de fluir, ganas de estrenar y disfrutar con amigos, colegas, curiosos de esta primera entrega al público de mi intenso e ilusionante trabajo con las EMOCIONES CAPACITANTES.

Presenté mi libro en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid ante un público entregado, amable y atento al que doy unas sentidas gracias por su confianza en mí. De la mano de mi estimado prologuista, Ovidio Peñalver, quien también se estrenaba en este rol, con quien comparto, además de magníficos momentos de trabajo y aprendizaje, la pasión y la dedicación en el terreno de la divulgación emocional, disfrutamos con el diálogo fresco y fluido que da la confianza, como amigos que comentaran las últimas actividades de nuestro año pasado.

Ha sido un momento muy especial, único en la vida, pasar de la intimidad de la reflexión, del estudio y la experimentación en la que yo me planteaba con mentalidad de coach, entre otras muchas, las preguntas “¿para qué hago lo que hago?”; “¿es esto lo que necesita conocer un coach para relacionarse con las emociones de sí mismo y de su cliente?”; “¿en qué medida esta información puede llevarnos tanto a mi cliente como a mí a resultados extra-ordinarios?”, a compartir con los demás, a esperar sus comentarios, a ver sus caras de alegría y reconocimiento.

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Reconozco que los años de investigar para realizar mi tesis doctoral han marcado mis hábitos al abordar este tema.

Primero una exhaustiva revisión bibliográfica y netgráfica (blogs, e-books, webs): ¡qué interesante, qué confuso, qué sosería!: de todo. Pero leer de todo ofrece perspectiva y visión global y lleva a ver los puntos en común, las constantes, los contrastes y las diferencias.

Después, la experimentación, la observación, el ensayo, la recogida de feedback. ¿Cómo aparecen las emociones en la sesión?, ¿cómo afectan a los objetivos del cliente?; ¿cómo me afectan a mí coach sus emociones?; ¿cómo actúo con ellas? Y dónde digo coach, digo director de personas y digo educador y digo padres.

Más tarde, la elaboración de toda esa información. El modelo salía con nitidez como fruto de la experimentación de más de 1000 h. de coaching en las que poder apreciar, comprobar y actuar. De nuevo a contrastar, esta vez con numerosos Focus Group. El modelo daba luz en un terreno hasta ahora confuso y desconocido. Ofrecía distinciones emocionales que permitían diferenciar las experiencias emocionales.

Hay una típica frase de empresa, “lo que no se puede ver, no se puede medir, lo que no se puede medir, no se puede cambiar” En la medida en que algo se hace tangible se puede gestionar y gestionar exitosamente. Y así ocurre con las emociones y con los sentimientos y con las sensaciones. En cuanto las ponemos nombre se hacen manejables, se pueden gestionar y llevarnos a acciones, en psicología se llaman funcionales, en lenguaje común diríamos acciones apropiadas, acordes con nuestros objetivos y la situación, en definitiva acciones exitosas.

Y una vez elaborado el modelo, vuelta a experimentarlo, a cuestionarlo: ¿clarificaba el mundo emocional?; ¿ofrecía distinciones operativas tanto para cualquier persona como para un coach / director de personas / educador / padre?; ¿permitía entender sencillamente las experiencias emocionales?; ¿en qué medida podía facilitar la comprensión y gestión emocional propia y de otros?

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Los resultados extra-ordinarios de mis coachees, cada vez mejores, me hicieron ratificarme en que el modelo era altamente operativo en todas aquellas actividades en las que comprender a los otros era necesario o al menos especialmente útil.

Ya sólo me quedaba organizar la información para ofrecerla a otros, ¿qué mejor vía que la pregunta?: ¿qué es?; ¿para qué sirve?; ¿cuánto dura?; ¿cómo afecta?,… la pregunta cuando se entiende como generativa, abre puertas, genera posibilidades, aunque sólo ofrezca respuestas cortas, pequeñas, circunscritas expresamente a la pregunta, siempre queda la posibilidad de añadir más, de generar nuevos espacios. Mejor esto que categorías cerradas, sin duda. Añadir un caso en el manejo de cada emoción creí que ayudaría a comprender mejor las propuestas del modelo.

Y con mi libro escrito, ya sólo faltaba encontrar editorial. Tuve la suerte de encontrarme con la editorial Rasche quien apostó por esta “joya” como ellos dicen nada más leerlo.

Y hasta aquí la crónica de cómo llegué a la presentación del libro. Más de 6 años de trabajo que adquirían todo su valor ante un salón lleno a rebosar de personas que siguieron con asombro y entrega la presentación. Gracias a todos los que me acompañasteis en ese momento, que alguien calificó de fresco, fluido, seductor. Y gracias a todos los que en la distancia me acompañabais con vuestro cariño y energía.

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Atentos porque muy pronto podréis ver la grabación de la presentación.
El libro está ya en los puntos principales de distribución, pero si queréis recibirlo en casa podéis pedirlo en esta dirección sin gastos de envío http://www.editorialrasche.es/tienda/es/home/29-emociones-capacitantes.html
Vuestros comentarios serán muy bien recibidos.
Que lo disfrutéis y os sea, al menos, tan útil como la ha sido para mí.