Mucho se está hablando de las consecuencias económicas y laborales de la pandemia de coronavirus. Ahora, también, comienza a hablarse de las consecuencias psicológicas del stress prolongado al que estamos sometidos los ciudadanos.
Y, éstas las consecuencias psicológicas tienen una gravedad de gran alcance. Al final, saldremos de la crisis, agotados, debilitados, con peor salud o renovados y más resilientes, pero en muchos casos con un alto coste bio-psico-social. El stress continuado no deja indemne a las personas que sufrimos y somatizamos esa tensión sostenida lo que afecta nuestra salud, nuestra capacidad de afrontar la realidad y nuestras relaciones.
Los contagios masivos como éste que estamos viviendo son situaciones que provocan respuestas como las que tienen las personas en situaciones de catástrofes y emergencias.
Las personas respondemos con una respuesta emocional de miedo, en principio, debida a que se vive la situación como una amenaza para nuestra supervivencia ante la que nos vemos sin capacidad de acción. Ante las amenazas, se producen tres tipos de respuesta: evitación, lucha o huída.
Al ser una situación difundida en los medios con un continuo “en directo” se produce una constante sobreactivación de los niveles de alarma y stress de la población, el componente emocional (el miedo) se ve activado una y otra vez ante la amenaza y la salud psicológica se ve afectada.
El miedo se contagia con gran celeridad y hace que colectivamente tengamos reacciones simultáneas y coincidentes que se refuerzan mutuamente. Mientras nos paralice y las autoridades nos hablen de que se sabe qué hacer evitaremos entrar en el pánico colectivo.
La Asociación Americana de Psicología (APA-American Psychological Association), en un artículo publicado en su página Web (Five Ways to View Coverage of the Coronavirus), aborda que las últimas noticias sobre nuevos brotes de Coronavirus en todo el mundo, sumado a la especulación que surge en torno a la generalización de esta problemática, están provocando un incremento de la ansiedad en toda la población y son necesarias medidas para controlar los altos niveles de ansiedad colectiva.
En este contexto, puede llegar a ser más potente el virus del miedo que el propio virus. ¿Cómo se podría negar el impacto y peligro del coronavirus? Pero, ahora, más que nunca es importante darnos cuenta de las consecuencias que tiene el cómo nos tomamos lo que está pasando.
Las reacciones colectivas tienen una evolución estudiada por los profesionales de la psicología. Son fases previsibles en las que nuestras reacciones van variando y también nuestras necesidades, sobre todo de información y gestión, para salir de la situación. Afectan nuestra forma de pensar, de sentir y, también, nuestra conducta.
| FASES DE EVOLUCIÓN DE LA EPIDEMIA | EFECTOS PSICOLÓGICOS SOBRE LAS PERSONAS |
| FASE PREVIA
La amenaza se minimiza o niega tanto por las autoridades como por la colectividad. Está en China, lejos, es un virus más, no nos afecta |
Los medios de comunicación incentivan la atención.
Los más alarmistas se preocupan y comienzan a oírse premoniciones apocalípticas. Hay una baja alarma, “podría afectarnos”. |
| FASE ALERTA
Hay señales de alerta que crean una atención especial, una vigilancia útil, prevención y protección. Ya está cerca, en Italia. |
La atención pasa a convertirse en una preocupación. Nos puede afectar.
Los niveles de stress comienzan a elevarse mucho. El miedo se convierte en colectivo, ahora la población se ve amenazada y responde con parálisis esperando que las autoridades respondan adecuadamente para proteger sus vidas. Se busca la guía de las autoridades sobre qué esperar. Circula mucha información inadecuada: bulos, rumores, alarmismos que no hacen más que focalizar la atención en el problema y crear alarmismo. |
| CHOQUE o REACCIÓN
Medidas de contención particulares y a medida de lo que va ocurriendo. El virus está entre nosotros, primeros contagios y fallecimientos. |
El impacto psicológico es muy alto. Se producen alteraciones cognitivas, afectivas y conductuales que afectan a toda la población.
– Stress colectivo – Alteraciones afectivas – Sensación de irrealidad – Suspensión de la actividad – Desconcentración Ahora se necesita que las autoridades muestren control y dominio de los diferentes escenarios para no entrar en pánico. Las consultas a los profesionales de la Psicología por ansiedad se disparan. |
| EMERGENCIA
Medidas de aislamiento. Es la fase de contagio masivo y el número de fallecimientos se incrementa. |
En esta fase el impacto psicológico es tan alto que se convierte en una necesidad prioritaria darle respuesta.
– Alta ansiedad. – Intensa necesidad de compartir la angustia. – Pensamientos repetitivos (y catastróficos) sobre lo que ocurre. – Se necesita Se apela a la responsabilidad individual por el bien social, el individuo siente que no es importante y la reacción depresiva puede generalizarse. Las consultas a los profesionales de la Psicología por desánimo y depresión son las más numerosas ahora. |
| RESOLUCIÓN .
El contagio va disminuyendo, los contagiados se van recuperando. |
Las personas nos hemos ido acostumbrando y ahora las necesidades psicológicas tienen que ver con pasar página lo antes posible.
– Disminuye el stress. – Aumentan las conductas solidarias que facilitan una recuperación social. – Habituación a la situación. – Hay ganas de volver a las rutinas lo antes posible. En parte por la habituación y en parte por la resolución del problema, las personas nos enfocamos en retomar nuestras vidas. Para algunos, en especial los autónomos, con especial dureza, debido a la que la pérdida de actividad ha limitado sus ingresos y, en algunos casos, llevado a un nivel de subsistencia económica del que será doblemente difícil recuperarse. |
| ADAPTACIÓN POSTERIOR | Una situación tan prolongada de miedo y los niveles de stress sufridos tardan en desaparecer del todo.
Si a eso se le suma la pérdida de empleo o la actividad económica, los efectos post-traumáticos pueden prolongarse. Habrá cambios en las creencias individuales y colectivas sobre el afrontamiento de la vida, el modelo de vida, las prioridades, las relaciones, etc. que pueden acelerar cambios sociales ya emergentes previamente. |
En la fase de alerta, la falta de información técnica permite rumores y priman las opiniones personales y los bulos. Los medios que dan el titular más catastrofista son los más oídos. La información negativa se difunde con más rapidez que la información positiva, no se cuestiona, sino que se acepta inmediatamente sin comprobarla, precisamente por su carácter de peligro percibido. Entre los efectos que se producen están una ilusión de invulnerabilidad grupal, el ostracismo, el aislamiento y el rechazo o incluso el ataque a aquellos colectivos a los que se les atribuye la responsabilidad de lo ocurrido. Hay una necesidad de atribuir de asignar la responsabilidad a alguien como mecanismo de defensa ante esta amenaza. La preocupación no es una respuesta eficiente, es darle vueltas a algo que puede ocurrir o no. Es muy diferente de ocuparse y buscar cómo afrontar la situación eficientemente.
En la fase de choque se produce una reacción. El peligro ya está aquí. Hay una reacción colectiva vinculada con la conmoción de la noticia, una inhibición y estupor. Los efectos en las personas afectan tanto a la cognición, como a las respuestas emocionales y conductuales. Se produce:
- Stress colectivo
- Alteraciones afectivas
- Sensación de irrealidad
- Suspensión de la actividad
- Desconcentración
Se sabe que la reacción tiene una distribución de curva normal, es decir, una pequeña parte de la población, en torno al 15% tendrá una reacción patologizada, sentirán la catástrofe como propia, su pánico será desmedida y las reacciones hipocondríacas estarán presentes. Otro 15% se mantendrán estables con una baja respuesta de alarma aunque atentos y, un 70% se mantendrá en una calma aparente, en parte sumidos en una evitación cognitiva y una anestesia emocional ante la conmoción por la noticia de que el virus está entre nosotros y el peligro que supone.
El goteo constante de noticias que incrementan nuestra alarma, como que hayan enviado a todos los trabajadores de una empresa a casa, o que el número de contagios se expande geográficamente, o que los restaurantes chinos hayan cerrado hace que suframos la situación con una incertidumbre aún mayor. Nos preguntamos si ellos saben algo que nosotros no sabemos y si el peligro es mayor del que creemos. El desconcierto se generaliza.
Este grueso de la población es el que necesita más saber qué se va a hacer, cuáles son los escenarios posibles, cuáles son las medidas de coordinación y actuación que se prevén eficaces y cómo tienen que actuar. La actuación de las autoridades tiene que ser clara, precisa y constante, informando de los diferentes escenarios de evolución y las medidas a tomar en cada caso. Tienen que transmitir la sensación de que, aunque el contagio siga avanzando, todo está bajo control.
En la fase de emergencia, la alteración cognitiva, afectiva y conductual se ve incrementada ante las constantes malas noticias.
- Alta ansiedad.
- Intensa necesidad de compartir la angustia con otras personas.
- Pensamientos repetitivos (y catastróficos) sobre lo que ocurre.
Las medidas de aislamiento social y la parada de la actividad productiva que se realizan en esta fase para contener el avance del contagio, no ayudan precisamente a relativizar la situación y afrontarla con los menores efectos secundarios en nuestra salud.
En esta fase es esencial, para no entrar en pánico, saber que, aunque el contagio esté avanzando, está bajo control, las autoridades sanitarias saben qué hacer y se está tratando y recuperando a los contagiados y, sobre todo, que estas situaciones tienen una evolución y un tiempo determinado, no son para siempre, la vida continuará después de la pandemia de coronavirus.
La comunicación con otras personas por teléfono, mensajería o videos nos ayuda a desahogar la tensión que acumulamos, especialmente necesario para aquellas personas que están solas. Es el lado positivo, si por una parte es el medio por el que se difunden bulos y rumores, también es el medio para recibir información técnica y apoyo social.
Fase de resolución, las cifras de contagio comienzan a bajar, la curva de afectados se enlentece y las cifras de curados comienza a subir significativamente. Las reacciones psicológicas van evolucionando:
- Disminuye el stress.
- Aumentan las conductas solidarias que facilitan una recuperación social.
- Habituación a la situación.
- Hay ganas de volver a las rutinas lo antes posible.
Fase de adaptación posterior. Una epidemia de estas dimensiones no desaparece sin dejar efectos secundarios en la población. Habrá un porcentaje de personas que mantendrán síntomas psicosomáticos incluso dos meses después de que se deje de hablar del coronavirus. Síntomas como tristeza, agresividad, respuestas exageradas, rumiación, hiperactividad, se mantendrán en un cuadro de stress post-traumático por el miedo acumulado ante el virus.
Muchas personas habrán sufrido, no sólo el confinamiento obligado, sino la pérdida de sus ingresos económicos por la falta de actividad. Tanto autónomos como despedidos sin paro, vivirán una prolongación de la situación de estrés debido a que sus necesidades de supervivencia no sólo se han visto afectadas a nivel la salud (y el riesgo de muerte), sino que se mantienen durante meses a nivel de supervivencia en el día a día (sus ingresos se han limitado).
Por otro lado, las creencias compartidas sobre uno mismo, el mundo y los otros podrán verse afectadas. ¿El mundo no será igual después de la crisis del coronavirus? Las personas nos acostumbramos con una enorme facilidad a lo que ocurre, nos adaptamos y generamos nuevas respuestas continuamente. La pandemia nos hará más sensibles a nuestra naturaleza, al sentido de lo global y a la necesidad de la investigación sanitaria. Ojalá también nos hiciera más sensibles a que todos, absolutamente todas las personas de todo el planeta compartimos la misma naturaleza y los mismos problemas.
PD: Si crees que necesitas apoyo para superar esta crisis, no corras el riesgo de cronificar el stress, incrementar conductas obsesivas, inducir conductas sobredimensionadas que no permiten manejar la situación eficientemente, contacta con un profesional de la Psicología, que son los que tienen el conocimiento y la capacidad para atenderte sin provocar nuevos Te dejo el enlace al directorio del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid o directorio@cop.es

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