Todas las entradas por isabel aranda

Conferenciante, formadora y escritora. Psicóloga experta en coaching, PsEC, PCC por ICF. Doctora en Psicología. Formadora, mentora y supervisora de coaches. Autora de "Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación" y "Manual del coach. Acompañar para conseguir resultados extraordinarios". Directora del Experto Universitario en Psicología Coaching del Centro de Estudios Universitarios Cardenal Cisneros. Coordinadora del grupo de trabajo de Psicología Coaching del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Vocal de la División de Psicología del Trabajo del Consejo de la Psicología de España. Directora de la escuela de evolución emocional.

Feedback que transforma: de la corrección al cambio

Esta semana participé en el Summit de Factorial junto con Therapyside en Madrid en la mesa redonda sobre Cómo convertir el feedback en una herramienta de crecimiento y no en desgaste.

Tomás Otero abordó la visión más macro considerando el enfoque estratégico que elige darle la organización al fedback; Carla Ripa hizo un abordaje meso y, finalmente yo, me centré en el micro, en las conductas que tienen que ver con dar el feedback. Eso hizo que la triple perspectiva realzara la mesa y enriqueciera las aportaciones de la mesa presentada por Angela Rueda.

Y estos son mis apuntes con los que puedes hacerte una idea de mi intervención.

En primer lugar, me preguntaron por los errores al dar feedback. Y desde mi punto de vista, el primer error es mirar el error.

A menudo, cuando hablamos de feedback en las organizaciones, surge en nosotros una reacción de incomodidad cuando no de bloqueo o defensa. No porque el concepto sea negativo en sí, sino porque muchas personas lo asocian con experiencias donde se sintieron juzgadas o puestas en evidencia.

Como señala David Rock (2008) en su modelo SCARF, nuestro cerebro evalúa constantemente si una interacción amenaza nuestro estatus, certeza, autonomía, relación o sensación de justicia. Cuando el feedback se ofrece desde el juicio, el ataque personal, la comparación o la desvalorización, donde no llegas o lo que haces mal, activa en nosotros los sistemas biológicos de defensa, generando reacciones de lucha, huida o bloqueo. Nuestro cuerpo y nuestra mente se activan en modo defensa generando respuestas de lucha, huida o congelamiento. En este estado es difícil entender que se nos pide salir de nuestra zona de habitualidad y avanzar hacia un cambio de conducta. Desde ahí no aprendemos ni cambiamos, sino que nos protegemos. Lo sufrimos.

Por ello, pienso que el principal error que observo hoy en la cultura del feedback empresarial es que seguimos mirándolo como un acto de corrección, no de desarrollo. El feedback se convierte en un espejo que juzga lo que hicimos mal, en lugar de ser una ventana que abre posibilidades sobre lo que podemos hacer mejor.

En lugar de decir ‘esto estuvo mal’, podríamos decir: ‘¿qué podríamos hacer diferente la próxima vez?’. Ese simple giro transforma la respuesta. Pasamos del ‘esto no funcionó’ al ‘¿qué podemos hacer diferente?’. Y ahí aparece el cambio y compromiso, porque el foco ya no es el error, sino la posibilidad”

El feedback no debería ser un espejo que juzga, de hecho, ¡debería dejar de darse! Así de claro, porque lo importante no es lo que hemos hecho, sino lo que podemos hacer. Y para ello, es necesario crear un espacio psicológico seguro, donde el otro no se siente descalificado, sino invitado a participar en un espacio de co-creacción, compromiso y cambio de mejora.

Los cuatro pilares de la retroalimentación que impulsa el cambio

Seguridad psicológica
No hay transformación sin seguridad. Si la persona siente que su identidad está en juego, no escuchará el mensaje, sino que se protegerá de él. Crear un espacio seguro es fruto de la relación diaria, la trasparencia y la congruencia.

Escucha activa y empatía
No se trata solo de hablar, sino de escuchar lo que el otro tiene que decir. El feed efectivo no busca tener razón, sino generar conciencia compartida.

Compromiso de cambio
La retroalimentación tiene que servir para darnos cuenta de cómo estamos y de cómo tenemos que estar en relación a las necesidades de la organización, sea en conductas de relación, rendimiento o cumplimiento de las reglas.

Orientación al futuro
Cuando el feedback se centra en el pasado (“esto estuvo mal”), se ancla en el error. Pero si lo enfocamos en el futuro (“¿qué podríamos hacer diferente?”), abrimos la puerta a la posibilidad y al compromiso.  

Por ello, personalmente practico el feedforward siempre y en todo contexto. Ya no hay juicio, ni corrección, sino co-creación.

No se trata de suavizar los mensajes difíciles, sino de cambiar el punto desde el que hablamos con el otro o los otros, porque la retroinformación también tiene su sentido con el equipo. Así lo hacen los equipos de alto rendimiento.

“En definitiva, el feedback se centra en el pasado, el feedforward en el futuro. Es cocreación, no corrección. Y es ahí donde realmente se convierte en una técnica para el cambio (no solo de desempeño, también conductual), sino también de bienestar y conexión humana”

Otra de las preguntas que me lanzaron fue si había diferencias generacionales: distintos canales, un mismo propósito

Y sí, sí que las hay.

Esta pregunta pone el foco en algo que solemos pasar por alto: el feedback no es sólo lo que decimos, sino cómo lo entregamos. Y ese ‘cómo’ cambia habitualmente según la generación, la personalidad y la forma en que cada uno procesa la información.

Muchos managers me comentan que las personas más jóvenes que les dicen: ‘prefiero que me lo mandes por mensaje, así tengo tiempo para pensar y responder con calma’. Y otras, con más experiencia, les dicen justo lo contrario: ‘no me pongas eso por escrito, mírame a los ojos’. Es cierto que las generaciones más jóvenes suelen preferir feedback más breve, frecuente y digital, mientras que las generaciones mayores valoran espacios personales más reflexivos y presenciales. Personalizar la comunicación es, en cualquier caso, tarea del manager.

Como recuerda Will Schutz (1958) con su modelo FIRO-B, las personas difieren en su necesidad de inclusión, control y afecto. Adaptar el feed a esas necesidades no es debilidad, es inteligencia emocional interpersonal.

Sin embargo, demos un paso atrás, si estás creando una cultura de retroinformación continuada, tengan la edad que tengan o prefieran el estilo comunicativo que prefieran, tus colaboradores estarán abiertos a ella y no necesitarán ni pensarlo con calma ni desafiarte a que se lo digas a la cara.

Otra pregunta que me hicieron fue “¿Cómo manejar feedback difícil o negativo de forma constructiva?”

Cuando hablamos de feedback difícil, muchas veces lo que más efecto tiene no es lo que decimos, sino lo que el otro siente al escucharlo. Porque en realidad, cuando alguien recibe feedback, no escucha las palabras: interpreta amenaza o seguridad.

Cuando tenemos que dar un feedback difícil, lo primero es basarnos en hechos objetivos y concretos.

Lo segundo, prepararlo desde la empatía, no desde la corrección, ni mucho menos desde el reproche. No se trata de suavizar el mensaje, sino de crear un espacio de respeto y consideración a la persona, cuidando el vínculo para que el otro pueda recibirlo sin sentirse amenazado. No hay transformación sin seguridad psicológica, y no hay seguridad sin respeto y sin escucha.

Lo tercero, abrir un espacio generativo. Por eso, para dar feedback difícil la clave no es sólo preparar el mensaje, sino preparar el espacio. Un espacio psicológico seguro donde el otro no se sienta evaluado, sino acompañado. Donde pueda escuchar sin sentir que tiene que protegerse.

Por ejemplo: imagina que un colaborador interrumpe constantemente en las reuniones.

El mensaje es el mismo, pero cambia el punto de partida y el tono: de imposición a colaboración. Y ese pequeño cambio genera apertura en lugar de resistencia.

Podríamos decirle: ‘Tienes que dejar de interrumpir’. Directo, ¿verdad? Pero muy probablemente eso active la el modo defensa y el colaborador se resista al cambio.

En cambio, podríamos decir:

‘He notado que tienes muchas ideas y energía, y eso es valioso, el caso es que a veces interrumpes a otros compañeros y el grupo necesita más espacio para expresarse.

Te propongo buscar juntos una forma de canalizar tus intervenciones a la vez que participan los demás.

¿Cómo podríamos equilibrarlo?’

  1. Datos objetivos: Hechos, sin juicio, ni crítica, se busca la colaboración y el compromiso de cambio.
  2. El segundo paso es invitar a la reflexión compartida: preguntar cómo lo ve, qué necesitaría para cambiar esa conducta. Eso no sólo activa la responsabilidad, sino también el compromiso. Cuando alguien participa en la solución, ya no se siente corregido, sino acompañado.
  3. Conseguir el compromiso de acuerdo, cerrar con una visión de futuro: qué esperamos del próximo encuentro, cómo sabremos que estamos avanzando. Esa proyección convierte el feedback en una conversación viva, no en una sentencia.

En definitiva, dar feedback no debe ser corregir. Debe ser acompañar un proceso de conciencia y cambio eficiente. Y eso requiere tres cosas: preparación, neutralidad en el lenguaje y co-creación en la solución.

La última pregunta tuvo que ver con la generación de una cultura de retroalimentación en las organizaciones

Como he expuesto, no se trata de dar un mensaje duro o difícil, sino de crear una cultura de evolución y adaptación continua hacia la excelencia.

Y esto marca la diferencia, cuando has estado creando una cultura donde el foco está en la mejora, en la excelencia, en el funcionamiento óptimo de las personas, lo que incluye, por supuesto su bienestar y salud, abrir conversaciones de retroalimentación es lo habitual.

Las personas necesitamos y queremos saber cómo hacemos las cosas, dónde estamos, hacia dónde vamos. Las barras de progreso que se utilizan en las apps o la información de uso que recibimos de las redes alimentan esta necesidad.

Así que sí, cuando hemos creado esa cultura y nos preparamos actitudinalmente no sólo el contenido, la retroalimentación adquiere valor.

En mi experiencia, siempre funciona:

Conviértelo en una conversación periódica.

De nada sirve el feedback anual.

A la semana puede ser una periodicidad a tener en cuenta o cuando sea necesario

Nunca demores abordar un problema.

Cuanto antes mejor antes de que se enquiste o las consecuencias sean irreparables.

Habla de hechos, no de personas. Nunca puedes dar pie a que la persona lo viva como un reproche o un juicio personal.
No digas: «Eres desorganizado».
Di: «Hay tareas que no están entrando en el plazo previsto».

Céntrate en el impacto, no en la intención.
No importa si alguien “no quiso” causar un problema.
Importa el efecto que tuvo y cómo afectó.

Hazlo en privado, siempre.
Corregir en público no es formativo, es humillante.

Contextualízalo: cómo hacerlo mejor
El feedforward es una actitud de compromiso, no un reproche.

Pide feed también

¿En qué puedo ayudar? Es una pregunta generativa que sitúa la mejora en la colaboración.

El feedback continuo en equipo

Crea el hábito de orientarse a soluciones y mejoras y une al equipo en ese propósito.

Conclusión

El feedback no debe quedarse en lo que fue… sino que debe abrir lo que puede ser. La retroalimentación no debe ser una evaluación del pasado, sino una invitación a la excelencia en el futuro y eso pasa por practicar el feedforward.
 

“El feedback no debe ser una evaluación del pasado, sino una invitación a la excelencia en el futuro«

Referencias

  • Rock, D. (2008). SCARF: A brain-based model for collaborating with and influencing others. NeuroLeadership Journal, (1), 1–9.
  • Schutz, W. (1958). FIRO: A Three-Dimensional Theory of Interpersonal Behavior. New York: Rinehart.
  • McClelland, D. (1987). Human Motivation. Cambridge University Press.
  • Fernández Aguado, J. (2007). Liderar en tiempos difíciles. Madrid: LID Editorial.

Bienestar de uno mismo en las organizaciones. El autoliderazgo de los líderes.

Una de las dimensiones clave del ecosistema laboral son las propias personas que lo componen y sus competencias y capacidades para afrontar los desafíos del trabajo.

En este sentido, este artículo comparte los planteamientos que he desarrollado para una formación en autoliderazgo como punto inicial del desarrollo del liderazgo en entornos laborales saludables.

Saber cómo actuar con las personas es una de las demandas más frecuente de los managers. Porque dirigir tareas es fruto de competencias técnicas que suelen dominar, pero “liderar” a otros es algo complejo y siempre desafiante.

El desarrollo de la inteligencia emocional intrapersonal es la base sobre la que crecerá la capacidad de liderar a otros. Es uno de los aspectos que los managers pueden desarrollar para mejorar su bienestar personal, ahora bien, no perdamos de vista que estos comportamientos tienen que integrarse en un ecosistema laboral que promueva el bienestar de forma equilibrada para ser saludable y sostenible.

Hace algunos años la demanda de la formación de managers se centraba en cómo liderar a otros, sin embargo, la experiencia ha demostrado que antes de liderar a otros, primero hay que desarrollar el propio autoliderazgo.

Por eso, es importante que los managers desarrollen su inteligencia emocional intrapersonal, se conozcan y autorregulen.

Liderar a otros comienza, sin excepción, por saber liderarse a uno mismo. Esta verdad, a veces pasada por alto en entornos organizacionales sólo orientados a resultados, se ha vuelto cada vez más evidente con el avance de las neurociencias, la psicología positiva y el enfoque de la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones y las de los demás. Su papel es fundamental en el liderazgo, ya que un líder emocionalmente inteligente puede crear climas laborales positivos, resolver conflictos, comunicar con empatía y motivar a su equipo.

La inteligencia emocional intrapersonal, es decir, la capacidad de conocerse y gestionarse a uno mismo, es la piedra angular del bienestar personal y organizacional.

La base del liderazgo saludable comienza por uno mismo. Antes de liderar a otros, un líder debe tener claridad sobre quién es, qué lo motiva, qué le distorsiona, cómo maneja sus emociones y cómo toma decisiones. Este proceso de introspección y autocontrol es lo que construye una base sólida sobre la cual se ejerce un liderazgo saludable.

Al fortalecer el autoliderazgo, no solo mejora el desempeño profesional, sino que también se potencia el bienestar personal y la capacidad para inspirar al equipo.

El autoliderazgo

El autoliderazgo no es una actitud positiva o una cuestión de voluntad. Es una competencia de la inteligencia emocional intrapersonal que se aprende, se entrena y se fortalece constantemente. Según Daniel Goleman (1995), autor clave en el campo de la inteligencia emocional, liderar implica tres competencias clave: autoconsciencia, autogestión y automotivación. A partir de su desarrollo, luego se puede empatizar, comunicar y guiar con eficacia a otros.

En otras palabras: si no gestionamos bien nuestras propias emociones, pensamientos y conducta, difícilmente podremos crear entornos donde las personas puedan florecer.

Este concepto de florecer «flourishing» proviene del ámbito de la psicología positiva, en concreto de Martin Seligman (2011) y se refiere a un estado en el que las personas experimentan un bienestar profundo y sostenido que se relaciona con el funcionamiento óptimo del ser humano.

Inteligencia emocional, liderazgo y bienestar

Diversos estudios, incluidos los de Goleman (1998) y Richard Boyatzis (2005), han demostrado que los líderes emocionalmente inteligentes no sólo obtienen mejores resultados del equipo, sino que además fomentan mayores niveles de bienestar y menor rotación de personal. Esto se debe a que estos líderes con una alta inteligencia emocional generan climas emocionales positivos, donde se validan las emociones, se regula el estrés y se actúa con empatía.

Líderes que manejan bien sus emociones promueven entornos de trabajo donde las personas se sienten valoradas, escuchadas y motivadas, lo que se traduce en menor estrés, mayor compromiso y un mejor clima laboral.

A nivel personal, tiene importantes beneficios ya que la inteligencia emocional permite al líder mantener un mejor equilibrio que redunda en su salud mental y física.

Las 3 competencias clave del autoliderazgo

1. Autoconsciencia

Es la habilidad de reconocer nuestras emociones, pensamientos y patrones de comportamiento. Un líder autoconsciente sabe qué lo activa emocionalmente, cuáles son sus valores y cómo su comportamiento impacta en su entorno.

Un líder autoconsciente puede identificar sus fortalezas, debilidades, valores y motivaciones, y actuar de manera congruente con ellos. Esta consciencia le permite actuar con autenticidad y adaptarse con mayor facilidad a situaciones cambiantes.

Ejemplo: Un líder que reconoce que la presión lo irrita puede anticipar sus reacciones y tomar medidas preventivas para responder con más calma y asertividad.

2. Autogestión

Implica la habilidad de regular nuestras emociones de forma saludable, mantener la calma en situaciones difíciles, ser adaptable y mantener el compromiso con objetivos a largo plazo. Un líder que se autogestiona bien no sólo transmite estabilidad emocional, sino que también modela comportamientos positivos ante su equipo.

Aquí se incluye también la capacidad de responder con apertura ante opiniones divergentes, lo cual fortalece la resiliencia emocional.

Ejemplo: Un líder que recibe una crítica inesperada, pero responde con asertividad en lugar de ponerse a la defensiva, está demostrando autogestión emocional.

3. Automotivación

La automotivación es una dimensión central de la autogestión e implica la capacidad de impulsarse a uno mismo hacia el logro de metas sin depender exclusivamente de estímulos externos. Un líder automotivado actúa movido por valores internos, propósito personal y compromiso con el crecimiento continuo, más allá de recompensas inmediatas o reconocimiento externo. Esta competencia permite mantener la energía, la iniciativa y la persistencia incluso en circunstancias difíciles o inciertas.

Un líder con alta automotivación inspira a otros no sólo por lo que logra, sino por la pasión, la actitud positiva y la resiliencia que demuestra frente a los desafíos. Además, al conectar su trabajo con un propósito más amplio, es capaz de mantener el entusiasmo a lo largo del tiempo y transmitir ese sentido de significado a su equipo.

La automotivación le permite mantenerse enfocado y comprometido sin depender exclusivamente de factores externos. Líderes automotivados tienen un propósito interno claro y son capaces de contagiar ese entusiasmo a su equipo.

Ejemplo: Una líder de equipo, frente a una baja en las ventas, no se desanima. Reflexiona sobre su propósito, redefine la estrategia y renueva su energía, motivando al resto.

Técnicas para desarrollar el autoliderazgo

Basado en enfoques de psicología aplicada y en la experiencia organizacional, propongo algunas técnicas para desarrollar tu autoliderazgo:

1. Diario de reflexión

Anota cada día tus reacciones emocionales, pensamientos asociados y aprendizajes y analízalos. Te permite identificar patrones de respuesta y tomar decisiones más conscientes. Pregúntate: ¿Qué sentí? ¿Por qué reaccioné así? ¿Qué puedo cambiar?

2. Mindfulness

La práctica de la atención plena en un mundo de multitarea aparece como una necesidad. Practicar la meditación guiada, la defusión o la contemplación, son ejercicios que mejoran la capacidad de respuesta frente a la presión del día a día.

3. Respiración consciente

Utiliza la respiración como herramienta para regular el estrés. Bastan 5 minutos de respiración lenta y profunda para activar el sistema nervioso parasimpático.

4. Retroalimentación

Solicita retroalimentación constructiva tras una interacción clave. Te ayuda a calibrar tu impacto y ajustar tu comunicación.

5. Autodiálogo positivo

Cambia el lenguaje interno negativo por frases de apoyo realistas. Por ejemplo: «Estoy aprendiendo a liderar y puedo pedir ayuda si lo necesito

6. Visualización

Antes de una presentación o decisión importante, visualízate actuando con calma, claridad y efectividad.

7. Metas con propósito

No sólo fijarse objetivos sino conectarlos con los valores personales es una potente forma de fomentar la automotivación interna y la persistencia ante los obstáculos.

Conclusión: autoliderarse es una práctica diaria

Como psicóloga organizacional, he visto que quienes desarrollan estas habilidades no solo lideran mejor, sino que también viven con más bienestar. El autoliderazgo es entrenable. No requiere condiciones ideales, sino consciencia, intención y práctica.

El verdadero liderazgo comienza por uno mismo.

Y como dice Viktor Frankl:

“Cuando no somos capaces de cambiar una situación, estamos desafiados a cambiarnos a nosotros mismos”

Referencias:

  • Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. Bantam Books.
  • Goleman, D. (1998). Working with Emotional Intelligence. Bantam.
  • Boyatzis, R. E. (2005). Resonant Leadership. Harvard Business Press.
  • Seligman, M. E. P. (2011). Flourish: A Visionary New Understanding of Happiness and Well-being. Free Press.

Burnout

Tras muchos años hablando de este síndrome -cuyo primer caso se publicó en 1953 en Psychiatry: interpersonal and biological processes-, la OMS lo ha reconocido en su 72ª Asamblea Mundial de la Salud de la OMS celebrada el 25 de mayo de 2019 como una de las patologías asociadas al empleo.

Lo ha destacado como un fenómeno de gran impacto resolviendo incluir el síndrome del burnout en la undécima edición del ICD (International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems) que será efectiva en 2022 en el epígrafe de problemas asociados con el empleo o el desempleo de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud como “El síndrome de desgaste emocional”.

Está asociado al estrés crónico en el trabajo y se caracteriza por una despersonalización de las tareas, un desgaste emocional y físico y un bajo rendimiento.

Se inscribe como síndrome asociado al agotamiento ocupacional con el código QD85, en la guía de las enfermedades que se asocian al empleo, pero no como enfermedad.

Esta consideración permitirá aplicar las medidas preventivas, correctoras y de tratamiento que tienen otros síndromes.

No se trata de una situación de estrés sin más o de una falta de motivación mal gestionada, es considerado un síndrome “producto de un estrés laboral intenso y prolongado que no se ha resuelto ni manejado exitosamente” y así aparecerá en la próxima Clasificación Internacional de enfermedades (CIE).

Cuando el trabajador tiene burnout ve imposible cumplir sus expectativas laborales y hace un afrontamiento insuficiente de la situación por lo que empieza a somatizar el estrés que se va acumulando progresivamente y a ver bloqueados sus procesos mentales y conductuales.

Se estima que afecta aentre un 10% o 12% de los profesionales y de forma más grave a un 5%, especialmente a aquellos que están en contacto diario con personas en situaciones de vulnerabilidad, problemáticas o muy demandantes psicológicamente, como es el caso de enfermería, trabajadores sociales, funcionarios de prisiones, cuidadores de personas dependientes, educadores, bomberos, policías. En estas profesiones más que haber una conexión empática con las personas que se atienden se llega a producir una conexión simpática que impide la desconexión y el distanciamiento y termina haciendo que el problema se viva como propio.

La OMS define el bournout como el resultado de un estrés crónico en lo relacionado con el trabajo que no se maneja correctamente. Cuando aparece, debido al estrés excesivo y prolongado, se produce un conjunto de síntomas bien definidos a 3 niveles:

  1. nivel fisiológico: sensación de profundo cansancio o disminución de la energía que, además, suele ser el primer síntoma.
  2. nivel psicológico: incremento del distanciamiento mental del trabajo.
  3. nivel conductual: una reducción de la eficacia profesional.

Los síntomas se van incrementando e intensificando con el tiempo pudiendo llevar a la persona al bloqueo.

SINTOMAS DEL BOURNOUT
FisiológicosPsicológicosConductuales
  Agotamiento.Cansancio extremo.Disminución de la energía.Dolores de cabeza.Dolores de estómago.Dolores en el sistema locomotor: musculares y articulares, especialmente cuello, hombros y zona lumbar.Alteraciones intestinales.Presión alta.Tensión muscular.Trastornos del sueño.Dificultades sexuales.Afecciones de la piel.Alteraciones en el apetito.Alteraciones en el peso.Sensibilidad alta a contraer enfermedades.    Embotamiento.Aislamiento del entorno.Negatividad.Cinismo laboral.Irritabilidad.Frustración.Deterioro cognitivo: pérdida de memoria, falta de concentración, dificultad para aprender tareas nuevas.Cambios bruscos del estado de ánimo.Desgaste emocional.Desmotivación.Agotamiento mental.Disminución de la autoestima.Falta de realización personal.  Cambios en los hábitos alimenticios.Conductas de riesgo.Descenso del rendimiento.Relaciones conflictivas, evitación y rupturas.  
Elaboración propia  

Caer en bournout es un proceso progresivo de niveles de estrés elevados y sostenidos que puede tardar entre cinco y ocho años en materializarse por completo.

El bournout se relaciona con el desequilibrio percibido entre el esfuerzo y la recompensa. Se inicia con la aparición progresiva de bajos niveles de ilusión y motivación por el trabajo y la percepción de baja auto-eficacia; la persona no se ve capaz de hacer cosas que, en principio, podría y se siente desgastado psicológicamente. Además, comienza a sufrir un desgaste psicológico que le lleva a distanciarse de las personas y las tareas que antes le gustaban.

FASES DEL BOURNOUT
Fase de ilusión y entusiasmoSuele ocurrir al comenzar a trabajar. La persona está entusiasmada por tener trabajo o por desempeñar una labor vocacional y se emplea a fondo tanto en esfuerzo como en tiempo. Se focaliza en demostrar lo que vale y “estar a la altura”. Tiene unas expectativas muy altas sobre cómo tiene que ser el trabajo y el trabajar que puede dar lugar a una sería diferencia entre expectativas-realidad sobre la que es posible que se forme el burnout más adelante.
Fase de desilusiónEl trabajador se da cuenta de una forma más o menos consciente de la distancia entre sus expectativas y la realidad laboral. Comienza una respuesta de estrés con varias fases: hiperactividad laboral, trabajar más horas de las pactadas, progresiva disminución del compromiso, pérdida de la ilusión, problemas en la relación con el equipo, inseguridad. Hay un desgaste psicológico importante.
Fase de frustraciónAparece irritabilidad, ansiedad y fatiga. Puede haber un intento de recomprometerse con la empresa, trabajando más horas, pero percibe que el esfuerzo extra no es capaz de cubrir las demandas laborales. La vida familiar se resiente por su dedicación al trabajo y el estrés manifestado.
Fase de apatíaAparecen mecanismos defensivos para protegerse de la situación, comenzando el distanciamiento del trabajo y la frialdad con los demás. Evita tareas y comienza a defenderse con hostilidad. Aparecen sentimientos de culpa (por hacer mal su trabajo), depresión, agresividad. Desciende la capacidad cognitiva, la creatividad y la motivación.
Fase de desesperaciónLos síntomas defensivos se agudizan: insensibilización ante los problemas que requieren su intervención. Sentimientos negativos de fracaso, vacío, apatía y soledad. Pensamientos y conductas autodestructivas (alimentación desordenada, alcohol, juego, drogas, conductas de riesgo). Deseos de hacer algo diferente. Fatiga crónica física y psicológica, implicación laboral mínima, fuertes cambios de ánimo que le llevan a enredarse en conflictos y situaciones desagradables; problemas de concentración, síntomas de ansiedad; síntomas depresivos. Colapso físico y psicológico que requeriría baja laboral.

Maslach (1981) dio a conocer el Maslach burnout inventory, un cuestionario que sigue siendo referencia para diagnosticar. Con él realizó la primera investigación sobre burnout, en su caso dirigido a determinadas profesiones, lo que hizo pensar que era un fenómeno relacionado con los trabajos de ayuda (medicina, enfermería, docencia, bomberos, …). En la actualidad, se entiende que lo determinante no es la naturaleza de la actividad profesional sino las variables psicológicas asociadas al desempeño.

La teoría de Maslach, que sigue hoy vigente, es que hay seis problemas que pueden provocar el burnout:

  1. Trabajar demasiado.
  2. Trabajar en un entorno injusto.
  3. Trabajar con escaso apoyo social.
  4. Trabajar con poco margen de acción.
  5. Trabajar a favor de valores que odiamos.
  6. Sentirse poco recompensado (sueldo, el prestigio, la consideración, reconocimiento, …).
FACTORES DE RIESGO DE BURNOUT
RELACIONADOS CON LA ORGANIZACIÓNElevadas y exigentes demandas, por ejemplo, con respecto a la consecución de objetivos, nivel de ejecución o ritmo de trabajo.Falta de tiempo para realizar las tareas.Prolongados horarios de trabajo.Sobrecarga de tareas.Estructura rígida, lenta y con escasa capacidad de respuesta funcional.Descoordinación funcional de la organización.Incongruencia cultural (planteamientos modernos en el nivel estratégico acompañado de medidas tácticas obsoletas sobre todo en el nivel de gestión de personas).Injusticia organizativa (desigualdad de valoración de funciones, de retribución, oportunidades, desarrollo).Falta de compromiso con valores sociales predominantes actualmente vinculados a reciclar, consumo responsable, integración de la diversidad, medidas de conciliación, impacto social, etc.
RELACIONADOS CON LA TAREARequieren la puesta en práctica de un alto grado de empatía.Requieren de una alta regulación emocional.Relacionadas con ayudar a personas en situaciones de dificultad o vulnerabilidad de sí mismos y de la vida, en general.Tareas percibidas sin propósito, sentido, sin retroalimentación sobre la ejecución y sin fin.
RELACIONADOS CON CARACTERÍSTICAS PERSONALES (Potencian el riesgo de burnout de los otros factores)Alto grado de expectativas sobre el trabajo.Alto grado de idealismo utópico.Vocación idealizada.Elevado perfeccionismo y auto-exigencia.Baja autovaloración y autoestimaReducidas habilidades sociales.Reducida asertividad.Pensamiento negativo.Juicios y creencias absolutas.Pensamiento dicotómico de todo o nada.Baja regulación emocional.
RELACIONADOS CON LAS RELACIONES INTERPERSONALES LABORALESEstilo de liderazgo: poco participativo, poco delegativo, poco reforzador.Relaciones patológicas: hostigamiento, acoso.Entorno inseguro psicológicamente.
Elaboración propia 

Hay características personales que aumentan la probabilidad de que la situación laboral se viva con estrés y llegue a desencadenar burnout. Por ejemplo, el elegir la profesión por vocación con una concepción idealizada de cómo debe llevarla a cabo. Algo que, en un primer momento impulsa a una buena disposición al trabajo, puede convertirse en una vulnerabilidad cuando choca con una realidad que no se corresponde con las expectativas. Poco a poco, el desempeño se ve afectado por el conflicto interno entre lo que la persona considera que tiene que hacer y cómo y las condiciones laborales que le demandan hacer otras cosas y de otra manera por lo que ese conflicto puede terminar haciéndolo incapaz de ajustar sus expectativas a la situación real.

Otra característica personal que aumenta la probabilidad de burnout es el elevado perfeccionismo y la auto-exigencia.

El factor empatía parece clave en la aparición, intensidad y alcance del burnout. Maslach mostró cómo los trabajos que requieren mostrarse empáticos sistemáticamente son más susceptibles de generar más burnout lo que hace que coincida con empleos en los que se ayuda a personas en situaciones de dificultad o vulnerabilidad y también con profesiones vocacionales: cuanto mayor es el entusiasmo con que uno aborda su trabajo al inicio, mayor es la decepción y el descreimiento después.

Hay grupos en los que se detecta una mayor frecuencia o intensidad, incluso dentro del mismo sector. Se sabe, por ejemplo, que, dentro de un hospital, afecta más al personal de UCI, de urgencias y de psiquiatría.

En un momento en el que se reclama la humanización de la asistencia médica, el burnout lo impide, precisamente porque uno de sus síntomas clave es el distanciamiento afectivo, la despersonalización y la cosificación del paciente.

Ante la aparición de burnout hay dos estilos de respuesta: el distanciamiento y la interiorización.

ESTILOS DE RESPUESTA AL BURNOUT
DISTANCIAMIENTOLa persona desarrolla los primeros síntomas (baja ilusión por el trabajo, desgaste psicológico e indolencia) y se protege distanciándose, “al fin y al cabo esto es sólo un trabajo y me pagan por ello”. Este perfil de respuesta se vincula con el presentismo y el bajo engagement, lo que tiene serios inconvenientes para las organizaciones.
INTERIORIZACIÓNLa persona interioriza sus sentimientos, se siente culpable, y tiene remordimientos por no hacer bien su trabajo, por lo que se implica aún más en su trabajo y entra en un círculo vicioso de desesperanza e indefensión. Con ello aparecen trastornos psicosomáticos, del sueño, ansiedad, etc. que requieren baja laboral. Es habitual que se diagnostique como trastorno ansioso-depresivo o depresión.
Elaboración propia 

La ley de Prevención de Riesgos Laborales de 1995 señala que los riesgos psicosociales son “riesgos laborales que tienen que ser evaluados y manejados igual que los riesgos químicos y ergonómicos”.

MEDIDAS DE PREVENCIÓN DEL BURNOUT
ORGANIZATIVASEstablecer una estrategia congruente con el bienestar, la prevención de riesgos psicosociales, facilitando una cultura, un clima y un liderazgo responsables con esa estrategia. Incluir medidas que favorezcan la concentración, el descanso y la desconexión, así como hábitos saludables de sueño, alimentación y ejercicio
TAREASImplementar medidas de gestión que faciliten: horarios flexibles, conciliadores y consistentes con la eficiencia y el negocio; una redistribución de tareas con una mayor vinculación con resultados tal y como se hace con las metodologías AGILE.
INDIVIDUALESEducación en hábitos saludables. Desarrollo de la inteligencia emocional de las personas, especialmente de las competencias de fortalecimiento mental y capacidad de afrontamiento de la realidad: concentración, control del pensamiento, desconexión, optimismo, asertividad, resiliencia, regulación emocional, hardiness, etc.
Elaboración propia 

A nivel organizacional, requiere una revisión de los planteamientos sociales para sanear aquellos aspectos que están impidiendo el bienestar de las personas. Un enfoque sistémico ayudará a entender la magnitud de la situación. Los síntomas de las personas manifiestan y reflejan dinámicas que se están originando en su contexto laboral. Por lo tanto, hoy tenemos claro que, no sólo hay que hacer frente a los síntomas de las personas sino al contexto en el que se dan y que los genera. El sistema de creencias y lealtades grupales que promueve unas conductas e impide otras es algo que hay que revisar. Por ejemplo: “aquí se sabe a qué hora entras y no a qué hora sales”;  “si no lo hago yo quién lo va a hacer”; “sólo hay sitio para el mejor”.

Hay que hacer un abordaje individual, desarrollando la inteligencia emocional de las personas que les permitan dar respuestas funcionales a los retos de su entorno. Desarrollar la atención, la concentración, la regulación emocional, la asertividad, la resiliencia son formaciones básicas para prevenir la aparición del burnout así como la educación en hábitos saludables de pensamiento, alimentación, descanso, sueño, bebida, ejercicio. El grado en que se cuente con autoestima, optimismo, resiliencia y personalidad resistente pueden ser factores protectores frente al burnout.

El diagnóstico clínico correcto y rápido del burnout evitará un agravamiento de los síntomas y la reducción de los tiempos de baja laboral que conlleva. Se suele confundir su diagnóstico con depresión y administrar antidepresivos algo que sólo reduce la intensidad inicialmente pero no lo elimina. El trabajador necesitará psicoterapia (se ha visto una gran efectividad de la psicoterapia cognitivo-conductual) para revertir los síntomas del burnout. Necesitará disminuir su sufrimiento y aumentar su bienestar personal. Esto pasa por reajustar sus expectativas laborales, desarrollar un auto-concepto fortalecido, aprender a diferenciar lo que está en su área de influencia y lo que no, reforzar su sentimiento de valía, comunicarse más asertivamente. Y, en algunos casos, no será suficiente, tendrá que cambiar de funciones e incluso de trabajo.

Por otro lado, la aparición de casos de burnout tiene es una alarma encendida en una organización de que no se están dando las condiciones saludables hoy por hoy requeridas. No se puede cargar sobre el trabajador todo el esfuerzo para superar el burnout. Un análisis preciso de las causas y contexto debe llevar a una redefinición de procesos de trabajo, cargas, funciones, de tal forma que el equilibrio entre demandas y recursos sea saludable.

Muy importante señalar la importancia también del contexto relacional. El estilo de liderazgo y de relaciones entre los miembros del equipo debe revisarse. ¿Cómo es el apoyo social? ¿Hay indicios de hostigamiento, relaciones tóxicas o discriminación? Cuando las personas se sienten apoyadas y valoradas cuentan con unos recursos importantes que actúan como protectores ante el estrés mantenido y el burnout. Y, viceversa, cuando se dan contextos relacionales patológicos, es más probable que los trabajadores sientan soledad, estrés mantenido y finalmente burnout.

Algunas conductas del líder que permiten la sinergia y la orientación a resultados de forma saludable:
Enmarca el impacto del trabajo del equipo en el propósito y en el negocio de la organizaciónConsensua los resultados buscadosDefine los objetivos con tu equipoPrioriza las tareasEstablece cargas de trabajo equitativas y equilibradasPromueve la comunicación abierta entre todosFomenta la libre expresión de opiniones diversas Brinda apoyo, despejando obstáculos y aportando recursosHabla de soluciones y de cómo hacerlo mejorReconoce y valora el esfuerzoEscucha y soluciona las sobrecargasImpide cualquier conducta de menosprecio, hostigamiento o desvalorización.Da ejemplo de autocuidado, adoptando hábitos saludablesFomenta un ambiente saludable, con pausas y tiempos de desconexión  

Desde la perspectiva de prevención de riesgos psicosociales tiene que anticiparse su posible aparición y poner todas las medidas necesarias para evitarlo. Tener un solo caso de burnout es una situación que requiere intervención inmediata por parte de una organización. Es indicativo de que la salud laboral no es la correcta y crear entornos laborales saludables deber ser una prioridad para una organización que quiera tener capacidad de respuesta exitosa en los contextos actuales tan demandantes.

Este texto está basado en el capítulo sobre Burnout de mi libro: Organizaciones emocionalmente responsables.

Interesantes recursos:

file:///C:/Users/iaisa/Downloads/wcms_475146.pdf

Bibliografía recomendada:

Peiró, J. M., & Salvador, A. (1993). Desencadenantes del estrés laboral (Vol. 2). Madrid: Eudema.

Peiró, J. M., & Rodríguez, I. (2008). Estrés laboral, liderazgo y salud organizacional. Papeles del psicólogo, 29(1), 68-82.

Atalaya, M. (2001). El estrés laboral y su influencia en el trabajo. Industrial data, 4(2), 25-36.

Maslach, C. (2009). Comprendiendo el burnout. Ciencia & Trabajo, 11(32), 37-43.

Gil-Monte, P. R., & Moreno-Jiménez, B. (2005). El síndrome de quemarse por el trabajo (burnout). Una enfermedad laboral en la sociedad del bienestar. Madrid: Pirámide, 36-37.

La Salud Mental de los jóvenes: Un problema desbordado en el ámbito laboral

La salud mental de los jóvenes es uno de los temas de especial actualidad. Según datos del Observatorio de Contingencias Comunes de 2022 elaborado por la mutua Asepeyo, el 53 % de las bajas laborales corresponden a trabajadores menores de 40 años, a pesar de que los trabajadores hasta 39 años representan solo el 35,8 % de la población activa, según la EPA del primer trimestre del mismo año. Además, las patologías psiquiátricas constituyen el 11,2 % del total de bajas laborales. Por otro lado, el informe señala que el 39,3 % de las bajas laborales totales las sufren personas que llevan menos de un año trabajando en la empresa. Estos números subrayan una tendencia alarmante que afecta tanto a los individuos como a las organizaciones.

Ante estas noticias es lógico que los medios se interesen por las opiniones de los psicólogos. Este fin de semana Antena 3 TV, y el anterior, Telemadrid me han entrevistado al respecto.

Una explicación desde el Modelo de Demanda-Recursos

Desde un punto de vista psicológico, el Modelo de Demanda-Recursos (JD-R), desarrollado por Arnold Bakker y Evangelia Demerouti, ayuda a explicar la relación entre las demandas laborales, los recursos disponibles y el bienestar de los trabajadores (Bakker et al., 2014Demerouti et al., 2001).

  • Arnold Bakker es un psicólogo organizacional destacado, especializado en temas como el compromiso laboral, el desempeño, y la gestión de recursos laborales y personales.
  • Evangelia Demerouti es una experta en psicología del trabajo y las organizaciones, con un enfoque en la salud ocupacional y el bienestar en el lugar de trabajo.

Su trabajo, publicado en el artículo «The Job Demands-Resources Model of Burnout», sentó las bases de este marco teórico que ha sido ampliamente utilizado en la psicología organizacional para explicar el estrés laboral, el burnout y el compromiso laboral.

Juntos, Bakker y Demerouti integraron el JD-R como una herramienta flexible aplicable a diferentes tipos de trabajos, considerando que cada empleo tiene sus propias demandas y recursos específicos. Este modelo es una evolución de teorías anteriores, como la de estrés laboral de Karasek y la de conservación de recursos (COR) de Hobfoll.

El JD-R se ha convertido en uno de los marcos más influyentes para estudiar el impacto de las demandas y recursos en la salud, el bienestar y el desempeño laboral.

El modelo señala cómo ciertos aspectos físicos, sociales o psicológicos del trabajo y del entorno organizacional influyen en el bienestar de los empleados y pueden afectar indirectamente a su salud, comportamiento y desempeño.

Las demandas laborales se definen como los aspectos físicos, psicológicos, sociales u organizacionales del trabajo que requieren un esfuerzo físico, cognitivo y/o emocional sostenido y, por lo tanto, están asociados con ciertos costes fisiológicos y/o psicológicos (Demerouti et al., 2001).

Los recursos laborales se definen como los aspectos físicos, psicológicos, sociales u organizacionales del trabajo que tienen potencial motivador, son funcionales para alcanzar metas laborales, regulan el impacto de las demandas laborales y estimulan el aprendizaje y el crecimiento personal (Bakker y Demerouti, 2017).

  1. Demandas laborales de los jóvenes

Los jóvenes suelen enfrentarse a:

  • Curvas de aprendizaje pronunciadas: Tienen que adaptarse a nuevas responsabilidades y demostrar competencias y a entornos normativos y orientados a objetivos por primera vez.
  • Inestabilidad laboral: Mayor exposición a contratos temporales, baja remuneración y horarios irregulares.
  • Falta de experiencia: Requieren un mayor esfuerzo emocional para cumplir expectativas.
  • Carga de trabajo: Con frecuencia asumen una mayor carga de trabajo para demostrar sus competencias.

2. Recursos laborales limitados

  • Falta de autonomía: La baja capacidad de decisión en los roles laborales genera una sensación de impotencia.
  • Apoyo social limitado: Redes de apoyo menos desarrolladas.
  • Habilidades insuficientes para gestionar el estrés.

3. Mayor riesgo de agotamiento

El desequilibrio entre altas demandas y bajos recursos incrementa el riesgo de burnout, especialmente entre los jóvenes que aún están desarrollando estrategias de resiliencia.

4. Percepción diferente del trabajo

Los jóvenes tienden a:

  • Percibir los problemas laborales como más desafiantes debido a la falta de experiencia.
  • Tener expectativas más altas sobre su entorno laboral.
  • Priorizar su bienestar psicológico, lo que los lleva a reportar bajas con mayor frecuencia.
  • Tener expectativas poco realistas en sectores exigentes como la tecnología o la consultoría que conducen a un agotamiento prematuro.

Además, tenemos que señalar otros factores como son:

1. Dificultad para Manejar el Estrés

  • La falta de experiencia en la gestión del estrés laboral hace que los jóvenes sean más propensos a la ansiedad y al agotamiento.
  • Las expectativas de cumplir con múltiples objetivos, tanto personales como profesionales y sociales, aumentan la presión.

2. Vulnerabilidad psicológica

  • Los jóvenes están en una etapa de desarrollo emocional y personal en la que aún no han desarrollado una sólida resiliencia.
  • Las transiciones vitales como mudarse, independizarse económicamente o iniciar una carrera generan un gran estrés.
  • Las generaciones jóvenes, X y Z, se caracterizan por su «yo» y «ya», la prioridad e inmediatez para obtener lo que desean.

3. Impacto de la pandemia y las crisis globales

  • La pandemia de COVID-19 y las preocupaciones sobre el cambio climático han incrementado la aparición de la ecoansiedad y el uso de las redes sociales, la tecnoansiedad.

4. Presión Social y Cultural

  • Éxito rápido: Existe una presión por alcanzar rapidamente metas como estabilidad económica y logros personales a temprana edad.
  • Redes sociales: Las comparaciones constantes en estas plataformas pueden alimentar la ansiedad y la insatisfacción personal.

5. Falta de apoyo en el lugar de trabajo

  • Muchas empresas no ofrecen políticas específicas para promover el bienestar mental, por lo que los jóvenes no cuentan con un apoyo concreto para afrontar los desafíos laborales.

A pesar de estas demandas, no todo lo relacionado con el trabajo es negativo. Tener un trabajo es una fuente también de desarrollo e integración social muy importante.

Así, el Modelo de las demandas y los recursos laborales desencadenan dos procesos diferentes (ver Figura).

En el primer proceso, denominado deterioro de la salud, la frecuencia y/o gravedad de las demandas laborales (p. ej., la carga de trabajo, las exigencias asociadas a la tarea o los conflictos interpersonales) generan un esfuerzo adicional. Este esfuerzo adicional agota los recursos físicos, emocionales y cognitivos de los empleados, lo cual puede originar tensiones laborales, agotamiento y problemas de salud (Demerouti et al., 2001Li et al., 2023).

En el segundo proceso, conocido como proceso motivacional, los recursos laborales (p. ej., la variedad de habilidades, el apoyo social o la retroalimentación) satisfacen las necesidades psicológicas básicas y fomentan el engagement de los empleados, lo que a su vez impulsa la creatividad y mejora el rendimiento (Bakker y Xanthopoulou, 2013).

Conclusión

El alto porcentaje de bajas laborales por salud mental entre los jóvenes refleja una combinación de vulnerabilidades individuales, exigencias sociales y problemas estructurales en los entornos laborales. El Modelo de Demandas y Recursos nos permite comprender cómo afrontamos los desafíos laborales con consecuencias negativas, unas veces en nuestra salud mental, y positivas otras en nuestra motivación y compromiso.

Dado el impacto del número de bajas laborales, es crucial implementar medidas que promuevan condiciones laborales saludables, apoyo psicológico y formación en manejo del estrés y hábitos saludables que permitan incrementar los recursos de los jóvenes para hacer frente a las demandas laborales. Además, trabajar en la mejora de la calidad de vida laboral fomentando condiciones laborales cada vez más saludables.

A lo largo del año 2024 personalmente he trabajado con varias organizaciones para realizar planes específicos por edad, ofreciendo formación y recursos concretos para incrementar los recursos personales y facilitar el desarrollo de competencias claves para hacer frente al trabajo como la resiliencia o la flexibilidad psicológica.

La experiencia indica un resultado inmediato que se traduce no sólo en la disminución de las bajas laborales sino también en el incremento de permanencia en la organización.

Adaptar las políticas empresariales para responder a las necesidades de los jóvenes no solo mejora su salud mental, sino que también fortalece el compromiso y la productividad de esta generación clave para el futuro de la sociedad.

Por ello es clave adoptar modelos fundamentados científicamente como el Modelo de Demandas y Recursos, a la hora de diseñar las políticas organizacionales en materia de personas.

Fuente: Bakker, A. B., Demerouti, E., Sanz-Vergel, A. y Rodríguez-Muñoz, A. (2023). La teoría de las demandas y recursos laborales: nuevos desarrollos en la última década. Journal of Work and Organizational Psychology, 39(3), 157-167. https://doi.org/10.5093/jwop2023a17

¿Cómo afecta a la Salud Mental de los trabajadores la DANA de Valencia?

Si, esta situación puede agravar la ya difícil y compleja situación actual de la salud mental que afecta tan dramáticamente a las empresas con cifras de bajas laborales que superarán las 603.521 bajas laborales por trastornos del comportamiento que se registraron en 2023 y que suponen la cifra más alta del periodo analizado, según el Informe de Salud Mental y trabajo de UGT.

El impacto en la salud mental en la población afectada por la DANA es «tan elevado» que el Ministerio de Sanidad prepara un estudio para cuantificarlo, aunque ya avisa de que los estragos de inundaciones como esta, sobre todo trastornos de estrés postraumático y del sueño, y depresión persisten durante al menos tres años. Así lo advirtieron ayer desde el Ministerio de Sanidad en el documento de estudio llamado Evaluación del Riesgo de las Lluvias torrenciales y catástrofe natural en la Comunitat Valenciana, elaborado conjuntamente por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y otros departamentos del departamento de Sanidad como el Comisionado de Salud Mental, además de la Dirección General de Salud Pública de la Generalitat y los Centros Nacionales de Epidemiología y Microbiología. En este informe, se explica, en concreto, que tras un desastre como el acontecido la pasada semana en la provincia de Valencia, el riesgo de aparición de problemas de salud mental existe desde la fase aguda hasta la de respuesta y recuperación, de forma que su impacto en los afectados «persiste durante al menos tres años» (Publicado en El Períodico, el 11-11-24)

¿Cómo pueden actuar las empresas?

Una catástrofe como esta y el dolor colectivo de nuestros compatriotas, y en muchos casos familiares, hace reaccionar a las personas de bien. No hay más que ver la reacción solidaria de los miles de voluntarios. Es el momento en el que la empresa debe mostrar su faceta más humana.

El cómo actuará la empresa, va a depender del nivel de afectación más o menos directa de sus empleados, instalaciones, negocio. En primer lugar, hay que atender a las familias de los fallecidos y ayudar a las víctimas directas. En segundo lugar, es evidente que, en este momento, hay que intentar rehacer las estructuras productivas para facilitar un retorno a la actividad. La empatía y solidaridad es clave. Si trabajadores de otras zonas pueden ayudar será algo muy valorado. Un ejemplo de este hacer es mantener a los trabajadores del centro destruido en casa mientras llegan trabajadores de otros centros a rehacerlo y volverlo a poner en marcha.

Los estudios psicológicos han demostrado que el apoyo social es un elemento clave en la forma en que las personas vamos a vivir una situación así. Ya se experimentó en la pandemia cómo el apoyo social a los sanitarios actuó como un ancla sustancial a la vida y un bálsamo para curar las heridas.

El apoyo social en la empresa es clave para que los trabajadores sientan que pertenecen a una organización donde se tiene en cuenta a las personas. La solidaridad no consiste sólo en ayuda material, sino también en una solidaridad psicológica, gracias a la cual los trabajadores saben que su empresa prima en estos momentos a los seres humanos y apoya a sus trabajadores.

¿Qué pueden hacer las empresas?

Realizar un plan de intervención para reducir la angustia y el estrés en estos días de gran intensidad emocional.

  1. Crear espacios donde se hable de qué estamos haciendo a cargo de los máximos líderes de la organización, más allá de un mero comunicado, donde haya rituales de homenaje y se refuerce el sentido de pertenencia y orgullo.
  2. Crear espacios donde hablar de cómo se sienten para que los trabajadores puedan sentir el apoyo social, la empatía y el verse unos a otros, algo esencial para tranquilizarse.
  3. Comunicar las acciones solidarias que estamos realizando y coordinar su colaboración.
  4. Ofrecer acceso a atención psicológica inmediata.
  5. Ofrecer psicoeducación sobre cómo nos afecta una catástrofe así, cuáles serán las reacciones esperables, nuestros sentimientos, cómo gestionar la angustia.
  6. Realizar sesiones de duelo, si es necesario.
  7. Crear redes de acompañamiento a los afectados para afianzar el sentido de pertenencia.
  8. Fortalecer la resiliencia, fomentando la consciencia del aprendizaje ante cómo ha reaccionado la organización en estos momentos.
  9. Facilitar una nueva normalidad: mantener rutinas, pero sin ignorar lo que ha ocurrido, por ejemplo, teniendo un recuerdo especial cada día para los valencianos. Algunas organizaciones han colgado banderas o tienen mensajes en sus pantallas digitales de recuerdo y apoyo a los afectados de Valencia y Albacete.

¿Cómo pueden actuar los líderes de equipo?

Los jefes tienen un enorme impacto en la calidad de vida de los trabajadores. Son los que están en el día a día, los que pulsan la implicación, concentración, rendimiento. Y, en mayor o menor medida, detectan y gestionan cómo las personas se sienten.

Su papel es esencial en cómo los equipos van a experimentar estos momentos, el duelo y la conexión humana tan poderosa ahora para algunas personas.

Hay que tener en cuenta que:

  1. Los tiempos de reacción pueden verse alterados, estamos en shock, traumatizados, doloridos, en duelo, nuestro pensamiento se va continuamente a nuestros hermanos valencianos.
  2. Las reacciones pueden sufrir altibajos, momentos de indignación e ira con momentos de depresión y angustia, nuestras respuestas son en estos momentos más emocionales.

¿Qué puede hacer ese líder de equipo?

  1. Es necesario tener más paciencia.
  2. Abrir espacios para hablar de lo que ocurre, comentar noticias, expresar sentimientos (tal vez una mini reunión al inicio de la jornada o a la hora del café) donde se puedan canalizar los sentimientos e incluso las acciones de solidaridad.
  3. Ser más flexibles con tiempos y reacciones.
  4. Promover el sentido de pertenencia y el apoyo social.

¿Cómo pueden actuar los trabajadores?

Es momento de combinar especialmente la ayuda a los afectados con el autocuidado a uno mismo.

Todos los que vivimos con angustia y dolor la experiencia de nuestros conciudadanos valencianos estamos afectados también de forma vicaria en mayor o menor medida.

Una especial atención a aquellos que están en la ayuda directa y los que estarán, aquellos que se enfrentan con la ruina y el dolor de otros y lo experimentan como propios. Ellos son los que necesitan en mayor medida cuidarse para poder cuidar. Como dicen en los aviones, primero ponte tú el salvavidas y después ayuda a otro a ponérselo.

La fatiga por compasión que estos profesionales pueden sufrir podría arrastrarles a situaciones de estrés y burnout y es necesario establecer medidas preventivas para que no caigan en situaciones psicológicamente inmanejables.

Para los que lo viven como espectadores indirectos y que también conectan con tanto sufrimiento humano, es importante poner énfasis en seguir pautas de autocuidado.

  1. Toma consciencia de cómo te sientes. Está bien, es lo normal, no te juzgues ni trates de eliminarlo. Reconoce tus emociones, da nombre a tus sentimientos. En estos momentos en normal experimentar emociones de intensa carga negativa como el miedo o la tristeza o la ira. Date tiempo.
  2. Mantente en contacto con familiares, amigos y compañeros. Busca grupos de apoyo si lo necesitas. Al hablar y compartir con otros aliviamos la carga emocional y sentimos el poder de la conexión humana.
  3. Sigue rutinas. El orden proporciona estructura y estabilidad en medio del caos actual y compensa la sensación de incertidumbre y descontrol.
  4. Ponte pequeñas metas cada día. Los objetivos focalizan la acción y dan sentido a nuestra vida. En estos momentos nos son especialmente útiles.
  5. Practica el aquí y ahora. Ejercicios de meditación, de atención plena, de defusión, son especialmente útiles para aliviar la tensión mental que nos origina el tsunami emocional que vivimos y reducir el estrés.
  6. Cuida tus pensamientos. Sé consciente de los pensamientos negativos, catastrofistas que te pueden inundar y dominar tu mente. Es necesario balancear los pensamientos y pensar más que en lo que ha pasado en lo que hay que hacer a futuro.
  7. Realiza alguna actividad satisfactoria. Al hacer cosas que nos satisfacen, nos sentimos bien. No sólo expresamos nuestro mundo interior, sino que lo regulamos haciendo que nos encontremos mejor.
  8. Contribuye. Este es un aspecto sustancial de la esencia humana que da sentido a la vida, contribuir es aportar algo a la humanidad. Trabajar, donar, escuchar, acompañar a otros seres humanos despierta nuestro sentido de ser parte, de conectar, de la pertenencia a la humanidad. Hazlo en la medida de tus posibilidades.
  9. Cuida tus hábitos. Ejercicio, dieta y sueño son los tres básicos para la salud. Practica hábitos que te ayuden a estar bien y sentirte bien.
  10. Busca atención psicológica. Si sientes que te desborda la realidad que te resulta abrumador cómo te sientes o que tienes dificultades para el día a día, busca atención psicológica cuanto antes.

Con todo mi cariño hacia los valencianos y con ellos en mente, una canción de Silvio Rodríguez, “Sólo el amor convierte en milagro el barro”.

El impacto de la DANA en la salud mental de los trabajadores

Y después de la DANA ¿qué?

Cuando la tragedia se debe a la naturaleza

La inundación de la DANA es un fenómeno producido por la naturaleza que, aunque conocido de sobra en la zona levantina, no ha contado con las medidas preventivas necesarias. Los mayores aún recuerdan la riada de 1957 que vivieron entre la pena y el sentimiento solidario de sus vecinos. Para ellos, volver a vivir una experiencia similar es reabrir situaciones muy dolorosas, tal vez nunca cerradas.

Efectos de la tragedia

  1. La pérdida de las vidas: absolutamente lamentable. Nos unimos al dolor de los familiares y amigos de las víctimas mortales.
  2. Los efectos en el entorno vital: destrucción de las propiedades, pérdida de los recursos habituales para vivir.
  3. Impacto psicológico ante la catástrofe: Pasado el momento del shock, hay una evolución predecible de cómo se va a asimilar semejante pérdida. Ahora estamos en la fase de cohesión comunitaria, pero después es esperable una fase de desilusión de hondo calado psicológico, que se va a ver agravado por las circunstancias con que están siendo ayudados. Cuando el origen de una desgracia similar es achacable a la naturaleza, la reacción de indefensión es un tanto asumible, sin embargo, cuando la indefensión se debe a la mala actuación humana, el efecto es mucho más dramático, al dolor se suma la indignación, la sensación de injusticia. La fase de reconstrucción va a tardar porque a la pérdida, el duelo, la falta de ayuda ahora y la falta de ayuda posterior que se anticipa va a arrastrar a las víctimas a una fase profunda y prolongada de trauma antes de poder rehacerse.
  4. Duelo colectivo: que dejará profundas heridas en la colectividad y una profunda indignación, solo moderada por el apoyo solidario.
  5. Dolor agravado. Lamentablemente la falta de la respuesta esperable, correcta y obligada de las estructuras administrativas que no ha hecho más que llenar de indignación, ira y agravar la tristeza, incrementa el sufrimiento y arrastra a las víctimas directas a una situación de indefensión terrible.

Evolución psicológica

Ante una situación tan trágica como esta, suele desplegarse una curva de respuesta psicológica que explica cómo las personas solemos reaccionar.

FASE DE IMPACTO. Algunos comentan cómo no daban crédito a lo que estaba pasando o no entendían lo que ocurría. En ese momento tenemos que conceptualizar lo que está ocurriendo, dar significado y explicación y no es fácil dado que entramos en shock, un bloqueo mental que nos impide reaccionar. Entran en juego mecanismos de defensa como la racionalización o la negación: “si hubiera peligro habrían avisado”, “no puede estar pasando”, “es una pesadilla”. Muchos aún siguen en esta fase.

FASE HERÓICA. Empezamos a afrontar. Los que tenemos algo de formación en situaciones de emergencia (algo que debería tener toda la población para automatizar las respuestas) sabemos que inmediatamente hay que adoptar el principio PAS (Protegerse, Alertar, Socorrer). En sólo unos breves minutos hay que reaccionar y la fuerza de la supervivencia nos lleva a actuar, salir del coche, buscar un lugar seguro o buscar cómo socorrer a un conciudadano.

FASE DE COHESIÓN COMUNITARIA. Es el mejor ejemplo de nuestra naturaleza, de lo que nos hace miembros de la humanidad, ayudar a otra persona es una conducta prosocial que protege la vida del otro y cohesiona a las comunidades. Las personas que han participado, nunca olvidarán y evocarán entre lágrimas conmocionadas el dolor compartido con tantas personas. Lo digo con la experiencia de evocar aún con intensa emoción mi papel como psicólogo voluntario del 11 M. No se puede más que aplaudir y honrar el ejemplo histórico de las mareas de voluntarios ayudando de forma inmediata y poco se puede decir de la falta de ayuda de quienes tenían la obligación de proteger y socorrer.

FASE DE DESILUSIÓN. Cuando se acabe de eliminar el barro y los vecinos de estas localidades de Valencia arrasadas se encuentre con sus casas vacías, sus calles desiertas, sus lugares de trabajo destrozados, el entorno se les hará vacío y desconcertante, será hostil. En esta fase la adrenalina que propicia la acción decae y empezarán a surgir sentimientos profundos y muy dolorosos. La ansiedad y la depresión se generalizará, pero también la ira y los sentimientos de injusticia. Serán muchas las personas que tengan dificultades para superarlo. Y el estrés post traumático estará muy presente de forma prolongada, especialmente en aquellas personas que han perdido familiares, que no ven cómo reorganizar su vida o que se sienten incapaces de afrontar tanto dolor y pérdida. La atención psicológica será clave en estos momentos.

FASE DE RECONSTRUCCIÓN. Sí, el ser humano termina saliendo de las situaciones traumáticas como estas, con el tiempo, con las rutinas diarias, pero, sobre todo, con el apoyo social. Pero, no sale igual. La población de Valencia, guardará, una vez más en su inconsciente colectivo el drama vivido. Es importante que lejos de aceptar estas situaciones como algo inevitable e incorporen en su identidad una reacción colectiva de indefensión aprendida, existan líderes capaces de tomar acción y dar la esperanza de una realidad mejor a partir de ahora, tomando las medidas necesarias para su futura protección.

Esta curva de respuesta ante las catástrofes no sólo es aplicable a las víctimas directas, sino que muchas personas capaces de conectar empáticamente, en mayor o menor medida se van a ver afectadas por este shock psicológico siguiendo con mayor o menor intensidad las diferentes fases, algunas veces sobrepuestas.

La atención tiene que responder a la prioridad de necesidades y, aunque en estos momentos se prima la supervivencia física y la reconstrucción de los hábitats, después, el factor psicológico será esencial para afrontar el trauma vivido. De momento, a quince días de la catástrofe, sólo cabe escuchar y acompañar porque aún no hay lugar para procesar lo que están viviendo. Las víctimas irán adentrándose en el duelo que se puede prolongar durante años y en algunos casos complicar con experiencias previas. Una pérdida tan abrupta hace más difícil aún afrontar la realidad y el duelo. Habrá períodos de conmoción, incertidumbre, negación, disociación. No se puede forzar a nadie a reaccionar de una forma determinada.

Hay que diferenciar, además, la afectación diferente para prestar la atención psicológica según el impacto que han recibido. No todos los afectados están experimentando lo mismo ni de la misma forma ni intensidad. Su nivel de afectación, sus recursos psicológicos, su experiencia, el apoyo social que están recibiendo es clave en este afrontamiento.

El proceso será largo y necesitarán mucho apoyo para superarlo.

El Colegio de la psicología de Valencia ya está preparado para intervenir ofreciendo la atención psicológica a las víctimas.

https://www.infocop.es/plan-de-accion-del-copcv-frente-a-la-dana-con-apoyo-del-cop/

CAUTELAS EN EL DISEÑO DE UNA ESTRATEGIA DE BIENESTAR LABORAL

Estamos presenciando una evolución acelerada desde el COVID de la relación del trabajador con el trabajo y con la empresa en la que se maximizan posiciones que ya venían desde hacía décadas en progresión constante mostrando un cambio en la relación con el trabajo.

Si anteriormente se entendía que el trabajo era el centro de la vida y generaciones anteriores se puede decir que vivían para trabajar, actualmente el pensamiento que va ganando terreno vertiginosamente es que el trabajo es sólo un área de la vida y se trabaja para vivir.

Esto se traduce en una alta rotación de las jóvenes generaciones altamente cualificadas, sobre todo en tecnología, que buscan con frecuencia proyectos que les atraigan y les reten. Oigo cada vez con frecuencia a directores de RRHH y a empleados de la generación Z comentar que necesitan un cambio cada dos años en busca de nuevas oportunidades de mejora profesional, estimulación y desafío.

La permanencia de por vida está quedando para determinados perfiles y  sectores.

En las empresas, la frescura e innovación que supone la rotación entra en colisión con la pérdida de conocimiento corporativo y los costes de sustitución. Por ello, las organizaciones están haciendo un enorme esfuerzo por crear lazos más sólidos con sus trabajadores y la creación del “vínculo” con la empresa se está convirtiendo en el elemento vertebrador de la relación. El contrato se ha convertido en un elemento necesario, pero accesorio para conseguir el compromiso y desarrollo de trabajadores ahora imprescindibles.

Mientras que el trabajo es una tarea repetitiva y desempeñable por el mismo perfil, el valor de la persona que lo desempeña no es considerado importante. Sin embargo, cuando el ingrediente del talento, las competencias emocionales y digitales, el compromiso y el propósito son fundamentales para conseguir los niveles de innovación y flexibilidad en la capacidad de respuesta de las organizaciones a sus retos de negocio actuales, se sitúa a las personas en el centro de las políticas de gestión de personas.

De ahí la utilidad de la estrategia de bienestar de la que venimos hablando. Se anticipan muchos beneficios en cuanto a conseguir el vínculo subjetivo del trabajador con la organización. Hablamos de atender ya no los aspectos de la relación con el trabajo sino atender aspectos que son de la esfera privada y, a veces, familiar del trabajador.

Pero surge una importante reflexión: ¿Hasta qué punto puede una empresa dedicarse a influir sobre el bienestar de sus trabajadores? ¿Es realmente ese su cometido? ¿Dónde está el límite de lo que puede intervenir una empresa en otras esferas de la vida privada del trabajador? ¿En qué medida es la empresa la responsable del bienestar del trabajador?

Conviene recordar aquí lo que se entiende por bienestar.

Por bienestar se entiende una evaluación personal de la vida que se experimenta con satisfacción. A mayor satisfacción, mayor bienestar percibido. Abarca la percepción general de la vida, el sentido de propósito, la felicidad percibida y la capacidad para gestionarse en el día a día. Es un concepto amplio que incluye a la salud mental y también a la física, social, espiritual y financiera de una persona.

Si aún así, decidimos implementar una estrategia de bienestar laboral, hay que ser cautos.

Algunas de las cautelas previas nos pueden evitar serios inconvenientes, pueden incluso considerarse principios que rijan la estrategia como son:

  1. Autonomía: Los programas de bienestar no pueden invadir la autonomía de las personas. Corremos el riesgo de que se perciba que la empresa interfiere en la capacidad de elección de las personas. Hay que ser muy cautelosos en respetar la decisión de las personas en seguir o no determinadas iniciativas. La libertad y autonomía de la persona debe ser un principio rector que guíe las propuestas que se hagan a los trabajadores. Un ejemplo habitual en este sentido es el de las personas fumadoras que reclaman su derecho a seguir fumando en los tiempos y espacios posibles.

    2. Privacidad: Hoy en día, la información sobre la conducta de un trabajador puede ser hasta abrumadora. Desde el uso de big data, apps, programas de seguimiento, videovigilancia, etc. Cualquier iniciativa de bienestar tiene que asegurar al trabajador la privacidad de la información relativa a su participación, por ejemplo, mediante datos agregados o no nominados. Un ejemplo de ello es la utilización del trabajador de los servicios de psicoterapia que ofrezca la empresa que debe ser absolutamente privada y confidencial.

    3. Individualización: Toda la información que hoy en día está disponible para RRHH es muy útil para identificar las necesidades concretas de las personas, pero presenta el riesgo de la discriminación que hay que manejar con políticas equitativas y de igualdad de oportunidades.

      4. Foco en los objetivos: Se corre el riesgo de convertir a la empresa en un parque de atracciones, intentando sorprender continuamente a los trabajadores con experiencias anecdóticas y distorsionar el propósito del trabajo. Hay que centrar la estrategia en maximizar el bienestar de los trabajadores para que puedan trabajar bien. Un concepto muy interesante en este sentido es el de sostenibilidad humana, que hace referencia a una gestión del talento donde se cree valor para las personas dentro de las organizaciones, enfocándose en el bienestar, la empleabilidad, la salud mental y la equidad profesional y social. Esto supone tener presente no sólo cómo benefician las personas a la organización (su impacto de las personas en los resultados) sino también cómo beneficia la organización a las personas (impacto social) desde la convicción de que el compromiso de los empleados es también un catalizador de la productividad. Se puede ver en este sentido el informe de Deloitte de «Tendencias globales de Capital Humano 2023»  y el artículo de Observatorio de Recursos Humanos

        5. Finalidad: Se puede correr el riesgo de confundir el fin con el medio. No se trata de seguir la moda y ofrecer actividades de bienestar, sino de tener primero presente el para qué se proponen. Mejorar la experiencia empleado y, por lo tanto, el vínculo laboral tiene que estar siempre presente.

        6. Trasparencia: El riesgo es que las propuestas se perciban como medios de manipulación, imposición o control. Es imprescindible una comunicación clara y precisa de qué se pretende y para qué.

        7. Reciprocidad: Estamos hablando de mejorar la experiencia empleado y el vínculo laboral de la persona con la organización, pero se corre el riesgo de focalizar el deber sólo en la organización porque la estrategia de bienestar no es prevención de riesgos psicosociales, que sí es responsabilidad de la empresa, sino un cambio cualitativo en la relación de las personas con el trabajo y, en este cambio hay dos variables: el trabajo y las personas. Por ambas partes es necesario que haya una acción comprometida y coordinada.

        En definitiva, si decidimos adoptar una estrategia de gestión de personas basada en el bienestar, tenemos que tener en cuenta ciertos riesgos que como todo proceso de cambio conlleva.

        La evolución de la relación con el trabajo sigue una trayectoria imparable. Cada vez más las personas buscan un equilibrio en su vida en la que puedan coordinar sus intereses y áreas vitales. Las frases que seguimos oyendo como: “ahora a disfrutar que estoy jubilado” o “ya me realizaré cuando me jubile” delatan una relación con el trabajo contraria al disfrute a lo largo de la vida y eso, hoy en día, especialmente en las nuevas generaciones está cambiando.

        Los profesionales de RRHH más o menos están sensibilizados en este sentido, ahora faltan cambios en las estrategias empresariales y también cambios legislativos acordes con las demandas que se van extendiendo en torno a la relación con el trabajo.

        NOTA: Comparto esta información como fruto de mi experiencia y trabajo por estar al día en esta materia. Dispón de ella a discreción, pero no olvides citar la fuente. Gracias por ello.

        EL DISEÑO DE UNA ESTRATEGIA DE BIENESTAR LABORAL


        El diseño de una estrategia de bienestar laboral es un proceso integral clave en una Gestión de Personas actual que busque mejorar la calidad de vida de los trabajadores dentro de una organización. Su finalidad es aumentar la satisfacción, compromiso y productividad, mejorando la Experiencia Empleado.
          
        “Un 85% de las empresas han llevado a cabo alguna iniciativa de Bienestar. El 55 % hablan de una estrategia definitiva. Pero solo el 24% de las Organizaciones integra la estrategia de Bienestar en su estrategia corporativa” (Informe Global de Bienestar 2021 de Aon).
         
        Los pasos para el diseño de una estrategia efectiva serían:


        1. Análisis de la situación de partida

        Recolección de datos: Para obtener información precisa sobre el estado actual en relación a la gestión de personas: del ecosistema organizacional, el liderazgo, las tareas, las relaciones y las personas. En dos vertientes:
        Sobre los puntos débiles y carencias: Indicadores clave son: bajas laborales, absentismo, rotación, entrevistas de salida, accidentes laborales, denuncias de acoso, encuesta de clima, Índice de Bienestar, etc.
        Sobre las necesidades y expectativas de los empleados. Demandas realizadas espontáneas o mediante encuestas, por ejemplo, de flexibilidad horaria.
         
        2. Diagnóstico de la situación de partida

        Evaluación de la situación actual de la organización: Diagnóstico del estado actual de la calidad de la Experiencia Empleado y el nivel de bienestar en la organización, siguiendo los datos recogidos. Un DAFO suele ser una técnica útil en esta fase.
        Identificación de áreas de mejora: Identificar los aspectos que requieren atención a corto, medio y largo plazo para mejorar el bienestar en la organización.


        3. Definición de Objetivos


        Fijar una Visión del bienestar deseado en la organización: Esta práctica nos permite enfocar el proceso estratégico con un fin claro y definido.
        Establecimiento de objetivos: Definir objetivos SMARTER: específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo determinado, ecosistémicos y reforzadores, que materialicen la visión estratégica para los tres tramos: corto, medio y largo plazo. Objetivos habituales suelen referirse a la mejora de la satisfacción laboral, reducir el absentismo, o aumentar la participación en programas de salud.
        Alineación con la estrategia corporativa: Los objetivos de bienestar deben estar alineados con la visión, misión y valores de la organización y ser congruentes con su Employer Branding, de modo que la estrategia contribuya al logro de los objetivos generales de la empresa.

        4. Desarrollo de programas


        Cada organización necesita definir sus programas a medida de sus necesidades, su momento evolutivo y características definitorias. Para una organización madura en temas de Gestión de Personas, los programas de bienestar forman ya parte de su esencia y tal vez requieran actuaciones más creativas y retadoras. Por el contrario, para una organización que se inicia, actuar sobre los problemas inmediatos puede ser vital.
        Cada organización, por lo tanto, tendrá que priorizar sus planes en función de los objetivos que se haya marcado.
         
        En los foros sectoriales de Gestión de Personas, es común escuchar las Best Practices que las empresas realizan en materia de bienestar. Recogiendo muchas de ellas, mostramos de forma organizada en función de su objetivo, diferentesactuaciones que las empresas están ofreciendo:
         
        PROGRAMAS DE BIENESTAR

        Actuaciones dirigidas al desarrollo de una cultura de bienestar
        Integración en la cultura organizacional: La estrategia debe formar parte de la cultura organizacional, convirtiéndose en una parte fundamental de la forma en que la empresa opera y toma decisiones.
        Desestigmatización y concienciación: Fomentar una cultura donde la salud mental sea reconocida como un componente esencial del bienestar general. Esto incluye programas de concienciación, formación de líderes y empleados sobre la importancia de la salud mental, y la normalización de las conversaciones sobre estos temas.
        Programas de salud física: Incluyendo actividades como ejercicio físico, talleres sobre nutrición y estilo de vida saludable.
        Fomento de la resiliencia: Estableciendo los mecanismos para la recuperación y aprendizaje continuo de la superación de problemas.
        Incentivos para el Bienestar: Ofrecer incentivos para que los empleados participen en actividades de bienestar, como descuentos en gimnasios o recompensas por completar programas de bienestar.
        Formación preventiva en riesgos psicosociales: Lo más habitual es formación en recursos psicológicos para manejar el día a día: gestión del estrés, gestión de la incertidumbre, manejo de relaciones difíciles, prevención del conflicto, liderazgo apreciativo, etc.
        Aplicaciones de salud mental: Utilizar aplicaciones y plataformas digitales para proporcionar apoyo de salud mental que ofrezcan herramientas de autoayuda, seguimiento del bienestar, y acceso a terapia psicológica. 
        Recolección de datos: Implementar sistemas para recolectar datos sobre la salud mental de los empleados y el impacto de las intervenciones, respetando siempre la privacidad y confidencialidad.
        Evaluación regular del bienestar: Realizar encuestas periódicas y evaluaciones de bienestar para identificar áreas de riesgo y proporcionar intervenciones tempranas antes de que los problemas se agraven.
        Intervenciones personalizadas: Desarrollar programas de bienestar que puedan personalizarse según las necesidades individuales, basados en datos de evaluaciones de bienestar. Esto podría incluir desde sesiones de mindfulness hasta programas específicos de manejo del estrés, la ansiedad o formación en habilidades de resiliencia.
        Formación continua: Ofrecer formación continua en gestión del estrés, resiliencia y habilidades de afrontamiento, tanto a nivel individual como grupal, para preparar a los empleados a enfrentar desafíos futuros de manera más efectiva.

         Actuaciones dirigidas al cuidado del trabajador
         
        Programas de salud física. Incluyen seguro médico privado, acceso a gimnasios, clases de ejercicio físico, programas de nutrición, dietas saludables, programas de apoyo para dejar el tabaco, guías para cuidar el sueño, días monográficos sobre salud, entre otras.
        Programas de salud psicológica. Formación en técnicas y recursos psicológicos, como pensamiento positivo, superar el desánimo, gestión del estrés, etc. 
        Atención psicológica: Facilitar el acceso a terapia psicológica, especialmente online, a demanda del trabajador y sin filtros previos, garantizando la confidencialidad absoluta. También extensible a sus familiares.
        Programas de Asistencia al Empleado (PAE): Ofrecer servicios y recursos para ayudar a los empleados a manejar problemas personales o laborales que puedan afectar su desempeño y bienestar en el trabajo. Pueden incluir asesoramiento y terapia psicológica, orientación financiera y legal, servicios de salud física, como nutrición o programas antitabaquismo, asistencia en la conciliación, programas de prevención de hábitos tóxicos, etc.
        Intervenciones en crisis: Implementar protocolos para manejar situaciones de crisis de salud mental, incluyendo la formación de equipos de respuesta en crisis y la disponibilidad de recursos de emergencia, así como atención psicológica individual o en equipo en situaciones críticas tales como duelos.
        Programas de desarrollo personal: Capacitación y desarrollo de competencias personales para afrontar el trabajo y actualización a nuevos roles. A través de formación, coaching y mentoría personalizada.
        Programas de salud financiera. Formación para ayudar a los empleados a gestionar sus finanzas personales de manera efectiva, reducir el estrés relacionado con el dinero y mejorar su bienestar económico. Incluyen formación, asesoramiento, aplicaciones de gestión financiera.
        Plan de beneficios y compensaciones adicionales: Tales como participación en los beneficios de la empresa; planes de pensiones; bonus por desempeño; descuentos en servicios y productos.
        Protocolos de actuación: Diseño de las pautas de actuación congruentes con la estrategia ante enfermedades como el cáncer, períodos de bajas laborales, situaciones críticas del trabajador como un divorcio.
         
        Actuaciones dirigidas a la mejora de las condiciones laborales
        Políticas de trabajo flexible: La medida más demandada actualmente, tanto con la combinación de la modalidad de teletrabajo como la posibilidad de horarios flexibles, bolsas de horas, permisos y licencias.
        Apoyo en la conciliación: Actualmente se valora más a un trabajador equilibrado y sano que pueda expresarse y disfrutar de todas las áreas de su vida y no sólo en la laboral. Por ello, se ofrecen servicios que faciliten sus compromisos en otras áreas vitales como: guardería, colegios, cuidado de personas discapacitadas y personas mayores.
        Promoción del equilibrio: Fomentar un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal, apoyando el tiempo libre adecuado y el uso de vacaciones.
        Programas de familias: Ofrecer programas y políticas que apoyen a los empleados con responsabilidades familiares, como permisos parentales extendidos y opciones de cuidado infantil.
        Desconexión digital: Implementar políticas que promuevan la desconexión digital, asegurando que los empleados tengan tiempo suficiente para descansar y recuperarse sin la presión de estar siempre conectados. Esto implica pautas específicas claras y compartidas sobre la conexión.
        Evaluaciones de Riesgo Psicosocial: Realizar evaluaciones regulares de los factores de riesgo psicosocial en el lugar de trabajo y desarrollar planes de acción para mitigarlos.
         
        Actuaciones dirigidas a la mejora de las relaciones interpersonales laborales
        Fomento de la vida social y el sentido de pertenencia a la organización: Celebración de eventos sociales y de equipo; celebraciones y reconocimientos de logros; actividades de voluntariado y responsabilidad social.
        Fomento de una cultura centrada en las personas: Se incluyen políticas DEI (diversidad, equidad e inclusión) y medidas que permitan la integración.
        Iniciativas de sostenibilidad y responsabilidad social: Que faciliten el sentido de pertenencia y orgullo de la organización, algo que se refleja directamente en la empleabilidad del trabajador.
        Políticas de Cero Tolerancia: Establecer políticas claras contra el acoso, el hostigamiento, la discriminación y otros comportamientos perjudiciales que pueden afectar la salud mental de los empleados.
        Medidas de contribución social: Los trabajos solidarios y colaborativos tienen un alto impacto en el bienestar de los trabajadores. Plantar árboles, colaborar con alguna institución benéfica, apoyar una causa social, son ejemplos.
         
        Actuaciones dirigidas a la mejora del entorno laboral
        Espacios y ambientes de trabajo saludables: Se incluye un diseño ergonómico del lugar de trabajo, espacios despejados, ordenados, espacios de descanso y relajación, espacios abiertos y colaborativos que faciliten de forma diferenciada la concentración o la interacción personal.
        Reducción del ruido y la contaminación lumínica: Adaptando los espacios laborales para que sean menos estresantes.
        Medidas de apoyo al puesto de trabajo en remoto: Silla ergonómica, formación en PRL en teletrabajo, wifi.
         
        Actuaciones dirigidas a la mejora de la tarea
        Revisión constante de los flujos de trabajo: Buscando una optimización sostenible.
        Adopción de tecnología que facilite la eficiencia: Facilitar el manejo de Software y herramientas para el trabajo en remoto, aplicaciones para la gestión del tiempo y la productividad, plataformas para el trabajo colaborativo y la comunicación.
         
        Actuaciones dirigidas a la mejora del liderazgo
        Desarrollo de un liderazgo comprometido con la estrategia de gestión de personas: Sensibilización y formación de los mandos medios en esta cultura del bienestar y su vinculación con los objetivos de negocio.
        Compromiso de la alta dirección: La alta dirección debe ser la defensora activa del bienestar, demostrando su compromiso y participando en la implementación de las acciones y políticas.
        Modelar comportamientos saludables: Los líderes deben practicar lo que predican, participando en programas de bienestar y manifestando un liderazgo apreciativo. 
        Capacitar a los líderes para que reconozcan y respondan a las necesidades de salud mental de sus equipos, mostrando empatía y promoviendo un entorno seguro y de apoyo.

        Actuaciones dirigidas a la mejora de la estrategia
        Transparencia: Mantener una comunicación abierta sobre las iniciativas de bienestar y sus beneficios.
        Feedback regular: Solicitar y actuar sobre la retroalimentación de los empleados sobre las iniciativas de bienestar.
        KPIs de bienestar: Cada empresa necesita establecer el conjunto de KPIs que le son útiles para medir el impacto del bienestar, su ROI (Retorno de la inversión) y REI (Retorno de las expectativas).
        Evaluación constante: Del impacto de las actuaciones con el fin de revisar y adaptar las medidas al momento y necesidades concretas, optimizando su funcionalidad.
        Mejora Continua: Utilizar los datos recopilados para evaluar la eficacia de las estrategias implementadas y hacer ajustes continuos basados en la retroalimentación y la investigación.
        Benchmarking: Conocer y aprender de otras iniciativas corporativas en bienestar.
         
        4. Implementación


        Plan de acción para cada objetivo: Desarrollar un plan detallado que especifique las acciones, responsabilidades, recursos necesarios y plazos para la implementación de las diferentes iniciativas de bienestar.
        Asignación de recursos: Asegurar que la organización cuente con los recursos necesarios (financieros, humanos, tecnológicos, tiempo, espacio) para implementar las iniciativas de bienestar de manera efectiva.
        Comunicación y sensibilización: Desarrolla una estrategia de comunicación para informar a los empleados sobre las iniciativas, sus beneficios, y cómo participar. La comunicación debe ser clara, constante y accesible para todos.


        5. Monitoreo


        Indicadores de desempeño: Hay que hacer un seguimiento puntual de los KPIs establecidos para medir el éxito de la estrategia, tales como la tasa de participación en programas de bienestar, la reducción en el absentismo, mejoras en la satisfacción laboral, etc.
        Feedback continuo: Establecer canales para recibir retroalimentación constante de los empleados, asegurando que la estrategia evolucione de manera que siga siendo relevante y efectiva.

        6. Evaluación


        Evaluación continua: Realizar evaluaciones periódicas para medir el impacto de las iniciativas de bienestar, utilizando encuestas de satisfacción, análisis de datos de salud y productividad, y retroalimentación directa de los empleados.

        7. Mejora continua


        Ajustes y mejoras: Basado en los resultados de la evaluación, ajustando las iniciativas de bienestar para mejorar su efectividad y alinearlas mejor con las necesidades cambiantes de los empleados y la organización. El ajuste continuo para mejorar el avance es necesario.
        Actualización constante: Mantener la estrategia actualizada, incorporando nuevas tendencias en bienestar laboral y adaptándose a los cambios en el entorno laboral y en las necesidades de los empleados.

        Conclusión
        Diseñar una estrategia de bienestar laboral efectiva requiere un enfoque holístico que considere el ecosistema laboral, las personas, el liderazgo y las tareas que se desempeñan. Y para que tenga sentido, tendrá que adaptarse al momento y necesidades concretas de esa organización.

        Como toda estrategia requiere un proceso estructurado que incluye las diferentes fases para crear una cultura que promueva el bienestar y, a su vez, potencie el rendimiento y la satisfacción de los empleados.

        NOTA: Comparto esta información como fruto de mi experiencia y trabajo por estar al día en esta materia. Dispón de ella a discreción, pero no olvides citar la fuente. Gracias por ello.

        POR DÓNDE EMPEZAR UNA ESTRATEGIA EMPRESARIAL

        Para implementar la estrategia de bienestar, hay que primero hacer una revisión de las dimensiones claves del contexto organizacional en el que se va a desarrollar:

        1. El ecosistema organizacional
        2. El liderazgo
        3. Las tareas
        4. Las relaciona
        5. Las personas

        EL ECOSISTEMA ORGANIZACIONAL

        El ecosistema de cada organización es único y, al igual que ocurre en las familias, comparten ciertos elementos comunes que las definen como tales, pero cada una tiene un carácter diferencial.

        Aunque partamos del mismo concepto de bienestar organizacional, cada organización necesita ponderar qué aspectos del bienestar son más significativos en su actividad y dónde radican las necesidades de los trabajadores. En qué momento evolutivo organizacional se encuentra, en qué momento de negocio, cuáles son los elementos clave de su cultura, su liderazgo y los valores aceptados como criterios de acción y relación.

        Teniendo en cuenta estos condicionantes, cada organización debe establecer las prioridades de su plan de bienestar, considerando todas las dimensiones anteriores, algunas o incluso introduciendo otras.

        En muchas ocasiones, los planes de bienestar se centran en que el trabajador cambie sus hábitos, pero esta forma de actuar tendrá un pobre recorrido, incluso contrario al esperado. Ofrecer programas de Mindfulness cuando el entorno de trabajo tiene un ambiente estresante, casi con seguridad, tendrá un efecto contraproducente. Por ello, los planes de bienestar tienen que proceder de una estrategia de gestión de personas congruente que ponga el bienestar de éstas en el centro.

        Y, en este sentido, el ecosistema organizacional tiene que ser lo primero que gire en torno al bienestar de las personas. El objetivo final es crear entornos laborales donde las personas puedan desarrollarse y “florecer”.

        El “florecimiento humano” es un proceso consciente que responde a las convicciones, propósito y actuar personales y que se interrelaciona con las condiciones de su contexto social y medioambiental.

        Dentro de este ecosistema, la cultura es un elemento clave, para establecer una estrategia de bienestar debe haber una congruencia con la cultura. Por lo tanto, si la cultura entra en conflicto directo con una estrategia centrada en las personas, habría que considerar, en primer lugar, actuar sobre la cultura antes de implantar medidas que difícilmente puedan prosperar en un contexto adverso.

        Hoy en día, el sentido de propósito de la organización está adquiriendo un alto valor para los trabajadores, que buscan con ello una trascendencia y valor diferencial a su trabajo que resulta altamente motivador, compromete y fideliza.

        EL LIDERAZGO

        Los managers tienen un papel absolutamente clave en la experiencia de bienestar de los trabajadores. Es en la relación del día a día donde se manifiesta la comunicación abierta, la escucha activa, el reconocimiento de los logros, el apoyo, las oportunidades de desarrollo, la gestión de la carga de trabajo, las retroalimentaciones de la eficacia, las evaluaciones del rendimiento que son los determinantes de que el trabajador se sienta vinculado con la organización y comprometida con ella. Ya desde los años 50 y los estudios del psicólogo Kurt Lewin se sabe que el estilo de relación del manager va a ser el factor decisivo del estilo de trabajo de los equipos. Por lo tanto, hay que asegurarse de que los managers estén alineados con esta estrategia de bienestar. El objetivo es inspirar un liderazgo humanista que fomente la cooperación, la competencia y el entusiasmo y eso requiere formación específica que alinee y de sentido al estilo de relación con las personas.

        LAS TAREAS

        Hay que revisar no sólo el qué se hace sino el cómo se hace. Y esto aunque no es nuevo, sí adquiere actualmente una dimensión especial. La actividad productiva que realiza una organización tiene que estar diseñada desde una perspectiva sostenible. Cargas de trabajo desmedidas, desorganizadas, flujos de trabajo sobredimensionados, tiempos límites, no son los pilares adecuados para generar una empresa saludable. Por lo tanto, tener a las personas en el centro requiere una sistemática revisión de los qué se hacen y los cómo se hacen.

        Dentro de las prácticas de la persona en el centro adquieren una especial importancia las técnicas de trabajo Agile, el trabajo en equipo de alto rendimiento, la participación activa de los trabajadores en el diseño y gestión de su propia actividad.

        LAS RELACIONES

        Muy ligado a cultura y liderazgo, las dinámicas interpersonales de la organización son la clave de la satisfacción del trabajador y uno de los elementos, junto con el exceso de trabajo, que más limitan el bienestar laboral. Revisar la conflictividad, el absentismo de un equipo, las posibles quejas y denuncias de hostigamiento o acoso es imprescindible y una de las líneas rojas que nos alertan de que hay algo que arreglar primero. Si no se crean entornos de relaciones positivas, respetuosas y valorativas, es muy difícil que los trabajadores perciban su entorno de trabajo como satisfactorio.

        LAS PERSONAS

        Este es la dimensión sobre la que muchas empresas pivotan sus planes de bienestar exclusivamente, y aunque finalmente son clave, no podemos ignorar las dimensiones anteriores sobre las que se cimenta el bienestar de cada trabajador. Sería un error cargar la responsabilidad de su propio cambio a las personas cuando el ecosistema no cambia.

        Ofrecer talleres de mindfulness o de gestión del estrés sin que haya en paralelo una revisión y adecuación estratégica de las dimensiones anteriores no sólo tendrá un efecto negativo sino contraproducente ya que no se puede cargar sobre el trabajador la responsabilidad de la organización.

        Los planes de bienestar con el foco en la persona, comienzan por establecer cauces de comunicación para conocer sus necesidades y prioridades. Encuestas de opinión, encuestas de clima, de satisfacción, foros de opinión, buzón de sugerencias y denuncias, grupos de trabajo, etc. son instrumentos habituales para conocer qué necesita y qué va a valorar. No valen las soluciones genéricas y estandarizadas. Cada plantilla tiene un momento vital. Hay plantillas muy maduras en las que los trabajadores llevan muchos años trabajando juntos; plantillas muy jóvenes y plantillas mixtas donde conviven hasta cinco generaciones. Dependiendo del momento vital, las prioridades cambian y habrá que priorizar en función de las necesidades de la organización.

        Después, la formación en competencias personales, hoy por hoy, serán esenciales para capacitar a los trabajadores ante este entorno BANI tan exigente. Medidas de flexibilidad del trabajo (horario, modalidad, bolsas de horas, permisos, etc.) 

        Por lo tanto, como es habitual antes de iniciar un cambio, un análisis de la situación actual, que nos permita detectar puntos fuertes y carencias con un DAFO, es el primer paso antes de diseñar un plan de bienestar. Analizar estas dimensiones del espacio organizacional es esencial para establecer el plan.

        CÚAL SERÍA EL PLAN DE BIENESTAR PERFECTO

        No existe.

        Dicho así, parece que no tendría sentido la estrategia de gestión de personas que trate de desarrollar planes de bienestar en una organización.

        Pero la afirmación tiene trampa. Lo que no existe es “el plan”.

        A medida que las organizaciones están adquiriendo experiencia en la implantación de estos programas, se va viendo que hay algunos aspectos que son clave para su éxito, pero que otros son claramente diferenciales de cada organización.

        Una de las ventajas de seguir los encuentros de los profesionales de gestión de personas es que permite conocer cuáles son las claves de los planes de bienestar y cuáles sus palancas de éxito en cada organización.

        Por citar los últimos en los que he participado o asistido en el mes de junio:

        #Wellbeing Summit de Intrama

        Jornada de Salud Mental en el Trabajo

        Entrega de los premisos MEES 2024 de Mi empresa es saludable

        Jornada de bienestar psicológico laboral con generaciones diversas en el Colegio de la Psicología de Madrid.

        Estos foros son lugares de excepción para conocer cuáles son los puntos en común, pero también los puntos diferenciales. Veamos cuáles.

        EL CONCEPTO DE BIENESTAR

        Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) el bienestar es el estado en el que “una persona puede realizar sus propias habilidades y puede hacer frente a factores que pueden perturbarla”. Es un concepto genérico, holístico, funcional. Remite al funcionamiento óptimo de la persona y su florecimiento, conceptos clave de la Psicología Positiva.

        Para entender bien el concepto conviene remitirse a la Ciencia del Bienestar, que ofrece un enfoque integral para mejorar la calidad de vida a través de la comprensión y promoción de factores que contribuyen al bienestar físico y mental. Al aplicar los conocimientos de este campo, las personas pueden desarrollar estrategias efectivas para vivir de manera más saludable y satisfactoria.

        Por ello, se trasciende la prevención de riesgos laborales, buscando una mayor proacción que genere una cultura del cuidado de todas las dimensiones que afectan el bienestar: ecosistema laboral; liderazgo; tareas, relaciones y personas.

        La OMS, en su documento de Constitución de 1946, ya señalaba la salud como un derecho humano en todos los ámbitos. Ahondando en esta idea, Amparo Merino, Secretaria de Estado de Economía Social, ponía el foco en el ámbito laboral cuando afirmaba en la Jornada de Salud Mental en el Trabajo que «la salud mental en el trabajo no es solo una cuestión de bienestar, sino de derechos laborales y justicia social. Es nuestra prioridad crear políticas que fomenten entornos laborales saludables”. 

        Hablar de bienestar laboral refiere a que un empleado se sienta bien con quien es, con lo que hace, con el grupo y la organización, de forma que pueda desarrollarse personal y profesionalmente aportando valor al equipo y a la organización.

        El interés por el bienestar está íntimamente relacionado con el enfoque hacia la humanización de las organizaciones como una necesidad estratégica de éstas en el contexto socio-económico actual.

        LAS DIMENSIONES DEL BIENESTAR

        Al contrario de lo que muchos piensan, el bienestar no consiste en ser feliz. Tampoco se trata únicamente de gozar de buena salud o de tener éxito. Para Tom Rath y Jim Harter, en su libro La Ciencia del bienestar, el bienestar es la interacción de cinco elementos: el bienestar profesional, el bienestar social, el bienestar económico, el bienestar físico y el bienestar comunitario. En definitiva, consiste en nuestra satisfacción con lo que hacemos cada día, la calidad de nuestras relaciones, la confianza en nuestro estado financiero, nuestra buena salud y el orgullo con el que asumimos cómo hemos contribuido en nuestras comunidades. 

        Pongamos un ejemplo, mantienes unas excelentes relaciones, estás en forma física, tienes seguridad económica, pero no te gusta lo que haces. Lo más probable es que te pases el tiempo de trabajo quejándote, de mal humor y deseando escapar. Este malestar se generalizará a todas las áreas de tu vida y terminarás diciendo que tienes estrés o que estás quemado.

        El trabajo tiene un profundo efecto en nuestra identidad. Un estudio publicado en The Economic Journal, que citan en la obra, reveló que el desempleo podría ser el suceso vital del que una persona no se recupera por completo hasta pasados cinco años.

        Aunque cada organización va a poner el foco en algún aspecto que le resulte prioritario en función de su momento y necesidades, suele haber un cierto consenso en que hay cinco dimensiones básicas.

        Las 5 dimensiones básicas trabajadas en las organizaciones suelen ser:

        1. Bienestar físico. Fue el primer tipo de bienestar y es el más visible, tanto por la tradición de prevención ergonómica como por la necesidad de estar en forma. Habitualmente consiste en formaciones, programas monográficos, ayudas. Suelen incluirse: seguro médico, facilidades para asistir a gimnasios, desarrollo de hábitos saludables, programas de prevención de ciertas enfermedades; anti tabaco; nutrición; dietas en los comedores corporativos; fisioterapia; reconocimientos médicos. Actualmente se está poniendo mucho interés en los hábitos de desconexión y de sueño.
        2. Bienestar psicológico. El bienestar que más preocupa actualmente debido al incremento incesante de bajas laborales y la percepción generalizada de estrés y burnout. Los riesgos psicosociales son actualmente la preocupación principal en materia de salud laboral. Se ofrece formación psicoeducativa, talleres de gestión del estrés, afrontamiento, positividad, gestión de conflictos, relaciones positivas, etc.; prácticas de mindfullnes, yoga, etc.; protocolos de actuación con carácter de prevención, intervención o postvención en temas como acoso, bajas laborales, problemas de salud mental, DEI (diversidad, equidad e inclusión) y atención psicológica a demanda del trabajador, habitualmente online.
        3. Bienestar financiero. A veces olvidada y, sin embargo, absolutamente esencial. Las claves son que los salarios permitan la autonomía vital a las personas y que el compromiso y dedicación se vean específicamente recompensados. Sin embargo, con frecuencia, lo que se presenta son cursos de finanzas para trabajadores, autogestión de nómina, beneficios en servicios como los cheques guardería o tickets restaurante. En este sentido señalar el mal llamado salario emocional, bajo cuyo concepto hay empresas que amparan diferentes beneficios con la idea de incrementar la percepción del salario. Los planes de compensación total buscan ampliar la retribución directa, indirecta, reducción de costes y otros beneficios de orden económico y fiscal.
        4. Bienestar social. La experiencia de contribuir al bien común es altamente motivadora y se sabe que tiene un efecto protector frente al estrés. Las organizaciones que cuidan su responsabilidad social, lo tienen que hacer en las dos direcciones: hacia afuera, la sociedad y hacia dentro, los trabajadores. Por ello, no sólo tienen en cuenta el impacto de su actividad en la sociedad en la que se integran, sino que fomentan prácticas de contribución de los trabajadores, por ejemplo, con voluntariado o atención familiar. Dirigiéndose hacia adentro, establecen los mecanismos adecuados para fomentar el sentido de pertenencia, la motivación y la calidez humana, creando estructuras organizativas más flexibles y en red; estimulando el trabajo en equipo y la autonomía personal; estableciendo un estilo de liderazgo humanista y poniendo en valor el propósito del trabajo. La propuesta de valor adquiere un protagonismo inédito. Elementos como crear una historia con futuro en el que todos participen se convierte en una narrativa que implica y fideliza. Se ha estudiado que precisamente tener el futuro en mente es clave para el bienestar de los trabajadores.
        5. Bienestar del desarrollo personal. Las personas tenemos un impulso natural al desarrollo, a aprender e investigar y a dar un sentido último, un propósito, a lo que hacemos. En esta dimensión se suelen establecer programas de aprendizaje no sólo en competencias técnicas sino específicamente en competencias personales que permiten un mejor afrontamiento del día a día y, por lo tanto, gestionar mejor las dificultades y conflictos, reduciendo así el estrés. Además de medidas que permiten un equilibrio en la vida tales como horarios flexibles, teletrabajo, bolsas de horas, permisos, etc.

        En definitiva, cuidar el bienestar de los trabajadores requiere una estrategia clara en la gestión de personas que recoja las diferentes dimensiones que se consideran claves en el bienestar laboral y, a partir de ahí, empezar a elaborar un plan a medida del momento y las necesidades de cada organización.