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10 claves para que el trabajo no te agote psicológicamente

teletrabajoTeletrabajar no es conectarse al ordenador desde casa. Es otra forma de interpretar el trabajo que no es nueva en algunas profesiones que ya hacen parte de su trabajo en casa, por ejemplo, periodistas o profesores o personas que  elaboran algún tipo de producto en casa.

Tampoco es smart-working que significa trabajar desde dónde sea  y cuando el trabajador quiera. Algo que realmente sólo algunos profesionales pueden poner en práctica.

El teletrabajo requiere una madurez de las organizaciones, de sus líderes y de los colaboradores que conlleva un cambio de paradigma de las creencias en torno al presentismo, al puesto de trabajo, el rendimiento, la autonomía, la responsabilidad, el mérito y la dirección de personas.

Supone rediseñar procesos de trabajo, establecer métricas basadas en el rendimiento y no en el presentismo y desarrollar protocolos adaptados a las necesidades tanto tecnológicas como de liderazgo que requiere la coordinación de equipos en remoto.

Para el colaborador implica, además, establecer pautas de organización y auto-cuidado concretos ya que el aislamiento y la pérdida de referentes espaciales, temporales y relacionales provoca una serie de efectos vinculados con el agotamiento, la apatía, la desorientación y la desconexión de la organización, que pueden redundar en un stress por teletrabajo.

Estas son 10 recomendaciones a tener en cuenta a la hora de organizar el teletrabajo para evitar esos efectos psicológicos negativos  y cuidar tu salud psicológica.

  1. Prepárate en “modo trabajo”

Lo habitual es tener asociado trabajar con ejercer un rol determinado en unas condiciones específicas. Para ir a trabajar hemos adoptado unas rutinas diarias y semanales tanto de aseo, ropa que utilizamos y disposición actitudinal que adoptamos. Al trabajar solos en casa podemos entrar en una rutina de descuido de nuestros rituales de autocuidado, de aspecto y vestuario que no nos ayuda a entrar en programarnos para trabajar. Necesitamos establecer hábitos de cuidado personal y adoptar un aspecto profesional ante el ordenador que nos permita estar en “modo trabajo”, atentos y concentrados. Además, puede que nos conectemos en remoto y la pantalla ponga en evidencia nuestro descuido. Hay que establecer rutinas diarias y semanales, estableciendo diferencia entre los días de trabajo y los días de descanso si no vivimos el tiempo en plano, sin diferencia y llegaremos a sentirnos desorientados temporalmente lo que además fomentará el que nos sintamos desanimados.

  1. Créate tu espacio de trabajo

No tienes asociada tu casa a trabajar sino al descanso y la vida familiar. No tienes referentes espaciales, ni temporales ni de relación y los necesitas para que tu mente esté tranquila y asocie el sitio a trabajar, te falta la máquina del café o los encuentros en el ascensor o una mesa concreta para trabajar. Para que tu mente se sitúe con facilidad ante el trabajo tienes que rodearte de estímulos concretos que asocies con trabajar. Para ello prepara un espacio específico para ello, una mesa, una habitación, un rincón. Cuidando la ergonomía de la silla, la altura de la mesa, la luz, el reposapiés y, también, las normas de prevención de riesgos laborales en el hogar, especialmente, atendiendo a los cables de la luz y los objetos móviles. Para ambientar, puedes añadir objetos simbólicos que te ayuden a sentirte en positivo y relajar la mente, imágenes con perspectiva que produzcan sensación de lejanía para descansar la vista y ampliar el foco; elementos con colores estimulantes y formas geométricas que te permitan al mirarlos recuperar la atención; música que te ayude a la concentración. Este entorno concreto pronto se convertirá en el espacio asociado a la concentración y te programarás inconscientemente para trabajar.

  1. Organiza tus áreas de vida

Teletrabajar no consiste en sentarse durante horas delante del ordenador o la máquina con la que produzcas desde casa. El teletrabajo gira en torno al rendimiento no al tiempo dedicado. El criterio tradicional está basado en indicadores temporales y procede del siglo XVI  cuando Felipe II estableció con un Edicto Real la distribución del tiempo en 8×3 horas: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 para temas personales. Hoy en día las personas valoramos mucho el equilibrio entre nuestra áreas vitales como fuente de salud y ello implica asumir roles, prioridades y circunstancias personales y familiares que hay que integrar en nuestra jornada tal vez en otras proporciones.

Un criterio diferente, acorde con la filosofía del teletrabajo y más sostenible es el criterio de actividad de las “4D” propuesto por José Luis Casero, presidente de AROHE, organización para la racionalización de horarios. Así, tomaríamos decisiones sobre cómo  distribuir nuestra actividad entre: Descanso: específicamente el sueño; Dedicación: realizando actividades concretas de trabajo; Disponibilidad: posibilidad de contactar, por ejemplo, para reuniones y Desenganche: totalmente desconectado del trabajo.  Esta distribución permitiría adaptar con más ajuste los porcentajes a las necesidades del trabajo y de la vida personal.

Sea cual sea el modelo que adoptes que se integre lo mejor posible en tus circunstancias vitales, si hay un equilibrio es más probable mantenerlo y generará un sentido de congruencia personal y más satisfacción.

  1. Establece tus prioridades para el día

En el teletrabajo la organización de las tareas es uno de los pilares fundamentales. Al cambiar el criterio de decisión de tiempo a resultado, es necesario discriminar qué actividades son las que hay que hacer para conseguir esos resultados y cuáles se pueden quedar sin hacer.

Cada día anota la lista de cosas que sí o sí tienes que hacer, que no se pueden quedar sin hacer ese día para conseguir los objetivos, esas son las prioridades. A ellas tienes que dedicar tu energía en primer lugar y, después, irás haciendo las tareas secundarias e incluso terciarias. Siempre habrá tareas que no se podrán hacer y que incluso perderán su sentido por lo que ya no habrá que hacerlas.

Para establecer esas prioridades, hay que secuenciar las actividades, lo primero es fijar metas a largo plazo, éstas las establece la empresa y objetivos semanales, éstos son los que hay que consensuar en equipo. Después analiza lo que es urgente e importante para conseguir esos objetivos semanales y decide cuáles son las prioridades de cada día alineadas con el equipo. Con ello tienes claro una hoja de ruta y un sentido de para qué haces lo que haces lo cual es en sí mismo una fuente de auto-motivación muy necesaria cuando estás sólo.

Esta forma de organizar la actividad tiene múltiples ventajas: evitas la improvisación, te ayuda a vencer la indecisión, tomas decisiones eficientes y eliminas la procastinación debida al perfeccionismo (dejas de hacer las cosas o te dedicas a ellas en exceso por miedo a cometer errores), la indecisión (fruto de confundir las tareas prioritarias con las secundarias) y las excusas (esperando que otro resuelva o esperando que te llegue la información, culpando a otros de lo que no haces).

  1. Cierra tiempos

Las personas no rendimos de forma uniforme durante todo el tiempo. Nuestra atención, concentración y ejecución varían a modo de ráfagas, según nuestros biorritmos diarios y semanales. Una razón más para organizarnos por la cualidad de nuestra actividad y no por el tiempo dedicado.

Dependemos de un conjunto de ritmos cíclicos que explican nuestra diferencia de rendimiento según la hora del día y el día de la semana. Tienen que ver con nuestra biología, por ejemplo, el ritmo metabólico, la glucosa en sangre y nuestra interacción con el entorno, por ejemplo, la luz, la temperatura, las estaciones. Algunas personas se concentran con facilidad a primera hora de la mañana y otras lo hacen según va avanzando el día. La clave es la auto-observación y darnos cuenta de en qué horas nos es más fácil entender la información y tomar decisiones. Un análisis personal nos va a indicar en qué horas somos más eficientes, nos concentramos mejor y eso nos va a permitir tomar decisiones de cuándo hacer las tareas de alta concentración y cuando es más rentable realizar actividades de menor concentración.

No por estar más tiempo rendimos más. La ley de Yerkes-Dodson, descrita en 1908, muestra la relación entre nivel de activación y rendimiento en forma de U invertida. Pasado un determinado momento la concentración decae y dejamos de ser eficientes. Un argumento más en contra de la prolongación de las jornadas de trabajo.

Nuestra percepción del tiempo es subjetiva, equívoca  y difusa, de ahí que necesitemos regularlo externamente para tener la sensación de avance. No tenemos un órgano como la vista o el oído que nos indique el paso del tiempo. Nuestro cerebro lo percibe como imágenes aisladas según la valencia que le damos. Pasa deprisa en situaciones positivas y despacio en situaciones negativas. Este sentido del tiempo, nuestro” reloj interno” se modifica según nuestro estado interno. Por ejemplo, cuando tenemos fiebre corre el tiempo más rápido. Se regula en las mismas estructuras cerebrales; hipotálamo y glándula pineal que controlan el ciclo de sueño-vigilia.

La vivencia del tiempo es un fenómeno subjetivo y el ritmo es personal. Experimentamos los tiempos cortos mientras que inferimos los tiempos largos. Esta es la razón por la que se nos pueden hacer eternas las semanas o por el contrario no darnos cuenta de que ya han pasado semanas. Gestionar el tiempo interior es necesario para sentirnos bien por lo que tenemos que establecer marcadores externos que nos ayuden a regular nuestra percepción del tiempo porque si no caemos en una sensación de pérdida de anclajes temporales que puede llegar a asociarse con síntomas depresivos. Cuando el tiempo interno es muy diferente del externo se incrementa el estrés y las reacciones emocionales.

Por todo ello hay que establecer rutinas semanales y diarias para darnos referentes temporales externos que nos permitan ubicarnos con cierta objetividad en el tiempo. Además, cada día hay que fijar un tiempo concreto a nuestras actividades prioritarias y secundarias con el modelo que elijamos 4D u 8×3.

Por último, marcarnos límites temporales que nos estimulen para concentrarnos y actuar.  Mejor decirnos “antes de las dos termino esta tarea” y atenernos lo máximo a esa hora que “a lo largo de la mañana acabo esta tarea”. La primera forma de darnos auto-instrucciones facilita que nos programemos para ser más eficientes y nos genera la  sensación de controlar el tiempo, algo muy necesario para nuestra satisfacción con el trabajo.

  1. Negocia con los tuyos

No trates de imponer o informar de lo tuyo como la prioridad a la familia sino que negocia con ellos los tiempos y el silencio en los que necesitas que se respete tu concentración. A cambio ofrece claramente tiempos en los que estarás disponible para ellos. Las soluciones que funcionan tienen que ser válidas para el sistema familiar. Sólo los acuerdos satisfactorios para todos se pueden mantener. Esta es una buena oportunidad para poner en práctica las conductas de pedir y dar que son básicas en las relaciones humanas. Además de los resultados deseados, la negociación nos ayuda a establecer lazos de intercambio saludables con los nuestros que nos reforzarán el sentido de pertenencia grupal, algo que necesitamos y que puede verse disminuido con el teletrabajo.

  1. Gestiona tu autoexigencia

Una de las barreras personales más fuertes para un teletrabajo eficiente es lo que los psicólogos denominamos “el crítico interno”. Ese crítico no es más que el discurso que mantienes contigo mismo que cuando es crítico, te habla desde la exigencia: “deberías”, “tienes que” y te lleva al perfeccionismo exagerado y la necesidad de control. Escuchando al crítico interno descalificarte porque “tardas demasiado”, “no llegas”, “no tengo tiempo”, “no me da la vida”, “es que…”, “es que…”, adoptas una posición de victimismo que no te permite afrontar con eficiencia tu actividad.

Puede que tengas que hacer una revisión de tus creencias sobre ti mismo, de tu forma de hablarte y tratarte y ver si lo haces en positivo o en negativo y, además, adquirir las pautas anteriores que te van a permitir establecer límites y gestionarte eficientemente, flexibilizando tu mente y tu conducta porque ya no te dices: “tienes que”, sino” lo que toca ahora es esto”. De esta forma pasas el foco de ti y tu capacidad a tu actividad, lo que redunda de nuevo en el rendimiento eficiente.

  1. Auto-cuidado psicológico

Ya hemos visto la necesidad de establecer ritmos, tramos horarios y diferenciar lo que hacemos por su valor en nuestros objetivos, esto está bien, son rutinas externas. Si hemos establecido esas pautas llegamos aquí en un escenario que ya previene y elimina muchos de los inconvenientes del teletrabajo.

Ahora es el momento de establecer rutinas de auto-cuidado físico y psicológico que cuiden  la “maquinaria” con la que trabajamos.

Conviene establecer momentos para descansar la vista, para estimular la atención y focalizar la concentración. La atención de nuestro cerebro decae en torno a los veinte minutos de concentración en una tarea y se desconecta unos segundos en torno a los 55-60 minutos. Esto nos hace ver la necesidad de aprovechar nuestra propia tendencia a la desconexión para relajar la vista mirando una imagen, a ser posible con perspectiva, una ventana, o incluso un objeto hermoso. Reactivar nuestra concentración es más fácil con música adecuada para ello o repasando el contorno y los detalles de algún objeto. Ejercicios de relajación, de respiración consciente, estiramientos son todos apropiados para renovar la energía y mejorar nuestro rendimiento cada hora.

Tenemos que revisar ahora nuestro discurso interno ¿Cómo nos hablamos? ¡Qué pesadez!, ¡Esto no termina nunca! No se rinde igual cuando el estado anímico es de apatía, desmotivación, impotencia, sensaciones de falta de control y cuando convives con emociones negativas y sentimientos de incertidumbre e indefensión. Además con el teletrabajo es más fácil que surja el aburrimiento por falta de estimulación variada, tensión acumulada, pensamientos y sentimientos negativos.

Por el contrario expresiones de ánimo como: ¡vamos! ¡ya queda poco! ¡venga! son auto-instrucciones totalmente diferentes que suscitan un estado positivo que es precisamente lo que necesitamos para afrontar con tranquilidad el trabajo.

Además, es necesario que diariamente nos revisemos cómo hemos estado ante el trabajo. La autoconsciencia y el poner un nombre a como nos sentimos se han revelado como prácticas de gran ayuda para la regulación emocional. Un excelente ejercicio para fomentar positividad es anotar cada día 3 cosas positivas o 3 logros de esa jornada. Es un ejercicio de Psicología Positiva que nos hace tomar consciencia del avance de nuestro trabajo y relativizar los inconvenientes ya que si no corremos el riesgo de polarizarnos en la negatividad pensando que no salen las cosas, que todo va mal o que es imposible terminar el trabajo.

Establecer descansos, cuidar nuestros pensamientos, relativizar, dar diferente valor a lo que hacemos y flexibilizar nuestra exigencia nos va a ayudar a afrontar con más seguridad el teletrabajo.

  1. Mantente comunicado

Uno de los riesgos psicológicos del teletrabajo es la pérdida de referentes relacionales, sentimos que nos falta algo esencial, el contacto con otras personas.

Teletrabajar no significa estar aislado, requiere precisamente una mayor coordinación para que las aportaciones individuales se alineen con los resultados perseguidos. Esto supone mantener conversaciones periódicas que garanticen la aportación de valor del teletrabajador a los procesos que la organización requiere.

Por ello, es necesario tener claro que los tiempos de comunicación con supervisores y equipo son parte de la propia gestión del trabajo. La falta de comunicación directa hace que nos desconectemos del equipo y que perdamos los referentes grupales que nos cohesionan y producen sinergia.

Convene mantener tiempos para hablar de las tareas, tiempos para hablar de las relaciones y tiempos para hablar de cómo estamos afrontando el trabajo, de cómo nos sentimos y pensamos, no para desahogarnos sino para aprender de los compañeros estrategias que les funcionan y sentirnos parte de una comunidad. Un líder de equipo en remoto tiene que facilitar estos espacios pero también es cosa del teletrabajador solicitarlos.

Necesitamos mantenernos comunicados con el equipo y la organización para sentir que formamos parte del proyecto. El contacto diario es necesario. Actualmente las videoconferencias se han convertido en el vehículo perfecto para lograrlo, conexiones breves, focalizadas en un tema, con objetivos y agenda concretas y seguimiento de las acciones decididas. Idealmente una reunión de coordinación al día sería perfecto para sentirnos vinculados. Además, una reunión presencial cada cierto tiempo compensaría la falta de contacto personal.

  1. Consigue retroinformación de tu actividad

Uno de los riesgos del teletrabajo es perder la perspectiva y no darnos cuenta del trabajo realizado, del avance hacia los objetivos. Necesitamos dotarnos de referentes que nos ayuden a programarnos para la eficiencia y los indicadores de avance son excelentes para ello.

Indicadores como el ok a la lista de actividades realizadas, simplemente dando el ok a nuestra lista de actividad diaria. Cualquier indicador de actividad: ratios, promedios, resultados, que nos aporte perspectiva sobre el avance en nuestro trabajo y que nos permita valorar lo que hacemos será un elemento de refuerzo de nuestra motivación.

Teletrabajar requiere hábitos concretos, algunos de ellos ya habituales en el trabajo presencial, lo que cambia es la orientación a resultados. Muchas son sus ventajas pero también son muchos los riesgos que hay que minimizar o eliminar para conseguir la eficiencia y la satisfacción del teletrabajador.

 

Artículo publicado el 25-04-2020 en ABCfamilias https://cutt.ly/Byl0pTg

 

LA PANDEMIA DEL MIEDO

coronavirusMucho se está hablando de las consecuencias económicas y laborales de la pandemia de coronavirus. Ahora, también, comienza a hablarse de las consecuencias psicológicas del stress prolongado al que estamos sometidos los ciudadanos.

Y, éstas las consecuencias psicológicas tienen una gravedad de gran alcance. Al final, saldremos de la crisis, agotados, debilitados, con peor salud o renovados y más resilientes, pero en muchos casos con un alto coste bio-psico-social. El stress continuado no deja indemne a las personas que sufrimos y somatizamos esa tensión sostenida lo que afecta nuestra salud, nuestra capacidad de afrontar la realidad y nuestras relaciones.

Los contagios masivos como éste que estamos viviendo son situaciones que provocan respuestas como las que tienen las personas en situaciones de catástrofes y emergencias.

Las personas respondemos con una respuesta emocional de miedo, en principio, debida a que se vive la situación como una amenaza para nuestra supervivencia ante la que nos vemos sin capacidad de acción. Ante las amenazas, se producen tres tipos de respuesta: evitación, lucha o huída.

Al ser una situación difundida en los medios con un continuo “en directo” se produce una constante sobreactivación de los niveles de alarma  y stress de la población, el componente emocional (el miedo) se ve activado una y otra vez ante la amenaza y la salud psicológica se ve afectada.

El miedo se contagia con gran celeridad y hace que colectivamente tengamos reacciones simultáneas y coincidentes que se refuerzan mutuamente. Mientras nos paralice y las autoridades nos hablen de que se sabe qué hacer evitaremos entrar en el pánico colectivo.

La Asociación Americana de Psicología (APA-American Psychological Association), en un artículo publicado en su página Web (Five Ways to View Coverage of the Coronavirus), aborda que las últimas noticias sobre nuevos brotes de Coronavirus en todo el mundo, sumado a la especulación que surge en torno a la generalización de esta problemática, están provocando un incremento de la ansiedad en toda la población y son necesarias medidas para controlar los altos niveles de ansiedad colectiva.

En este contexto, puede llegar a ser más potente el virus del miedo que el propio virus. ¿Cómo se podría negar el impacto y peligro del coronavirus? Pero, ahora, más que nunca es importante darnos cuenta de las consecuencias  que tiene el cómo nos tomamos lo que está pasando.

Las reacciones colectivas tienen una evolución estudiada por los profesionales de la psicología. Son fases previsibles en las que nuestras reacciones van variando y también nuestras necesidades, sobre todo de información y gestión, para salir de la situación. Afectan nuestra forma de pensar, de sentir y, también, nuestra conducta.

FASES DE EVOLUCIÓN DE LA EPIDEMIA EFECTOS PSICOLÓGICOS SOBRE LAS PERSONAS
FASE PREVIA

La amenaza se minimiza o niega tanto por las autoridades como por la colectividad.

Está en China, lejos, es un virus más, no nos afecta

Los medios de comunicación incentivan la atención.

Los más alarmistas se preocupan y comienzan a oírse  premoniciones apocalípticas.

Hay una baja alarma, “podría afectarnos”.

FASE ALERTA

Hay señales de alerta que crean una atención especial, una vigilancia útil, prevención y protección.

Ya está cerca, en Italia.

La atención pasa a convertirse en una preocupación. Nos puede afectar.

Los niveles de stress comienzan a elevarse mucho.

El miedo se convierte en colectivo, ahora la población se ve amenazada y responde con parálisis esperando que las autoridades respondan adecuadamente para proteger sus vidas.

Se busca la guía de las autoridades sobre qué esperar.

Circula mucha información inadecuada: bulos, rumores, alarmismos que no hacen más que focalizar la atención en el problema y crear alarmismo.

CHOQUE o REACCIÓN

Medidas de contención particulares y a medida de lo que va ocurriendo.

El virus está entre nosotros, primeros contagios y fallecimientos.

El impacto psicológico es muy alto. Se producen alteraciones cognitivas, afectivas y conductuales que afectan a toda la población.

–          Stress colectivo

–          Alteraciones afectivas

–          Sensación de irrealidad

–          Suspensión de la actividad

–          Desconcentración

Ahora se necesita que las autoridades muestren control y dominio de los diferentes escenarios para no entrar en pánico.

Las consultas a los profesionales de la Psicología por ansiedad se disparan.

EMERGENCIA

Medidas de aislamiento.

Es la fase de contagio masivo y el número de fallecimientos se incrementa.

En esta fase el impacto psicológico es tan alto que se convierte en una necesidad prioritaria darle respuesta.

–          Alta ansiedad.

–          Intensa necesidad de compartir la angustia.

–          Pensamientos repetitivos (y catastróficos) sobre lo que ocurre.

–          Se necesita

Se apela a la responsabilidad individual por el bien social, el individuo siente que no es importante y la reacción depresiva puede generalizarse.

Las consultas a los profesionales de la Psicología por desánimo y depresión son las más numerosas ahora.

RESOLUCIÓN     .

El contagio va disminuyendo, los contagiados se van recuperando.

Las personas nos hemos ido acostumbrando y ahora las necesidades psicológicas tienen que ver con pasar página lo antes posible.

–          Disminuye el stress.

–          Aumentan las conductas solidarias que facilitan una recuperación social.

–          Habituación a la situación.

–          Hay ganas de volver a las rutinas lo antes posible.

En parte por la habituación y en parte por la resolución del problema, las personas nos enfocamos en retomar nuestras vidas.

Para algunos, en especial los autónomos, con especial dureza, debido a la que la pérdida de actividad ha limitado sus ingresos y, en algunos casos, llevado a un nivel de subsistencia económica del que será doblemente difícil recuperarse.

ADAPTACIÓN POSTERIOR Una situación tan prolongada de miedo y los niveles de stress sufridos tardan en desaparecer del todo.

Si a eso se le suma la pérdida de empleo o la actividad económica, los efectos post-traumáticos pueden prolongarse.

Habrá cambios en las creencias individuales y colectivas sobre el afrontamiento de la vida, el modelo de vida, las prioridades, las relaciones, etc. que pueden acelerar cambios sociales ya emergentes previamente.

 

En la fase de alerta, la falta de información técnica permite rumores y priman las opiniones personales y los bulos. Los medios que dan el titular más catastrofista son los más oídos. La información negativa se difunde con más rapidez que la información positiva, no se cuestiona, sino que se acepta inmediatamente sin comprobarla, precisamente por su carácter de peligro percibido. Entre los efectos que se producen están una ilusión de invulnerabilidad grupal, el ostracismo, el aislamiento y el rechazo o incluso el ataque a aquellos colectivos a los que se les atribuye la responsabilidad de lo ocurrido. Hay una necesidad de atribuir de asignar la responsabilidad a alguien como mecanismo de defensa ante esta amenaza. La preocupación no es una respuesta eficiente, es darle vueltas a algo que puede ocurrir o no. Es muy diferente de ocuparse y buscar cómo afrontar la situación eficientemente.

En la fase de choque se produce una reacción. El peligro ya está aquí. Hay una reacción colectiva vinculada con la conmoción de la noticia, una inhibición y estupor. Los efectos en las personas afectan tanto a la cognición, como a las respuestas emocionales y conductuales. Se produce:

  • Stress colectivo
  • Alteraciones afectivas
  • Sensación de irrealidad
  • Suspensión de la actividad
  • Desconcentración

Se sabe que la reacción tiene una distribución de curva normal, es decir, una pequeña parte de la población, en torno al 15% tendrá una reacción patologizada, sentirán la catástrofe como propia, su pánico será desmedida y las reacciones hipocondríacas estarán presentes. Otro 15% se mantendrán estables con una baja respuesta de alarma aunque atentos y, un 70% se mantendrá en una calma aparente, en parte sumidos en una evitación cognitiva y una anestesia emocional ante la conmoción por la noticia de que el virus está entre nosotros y el peligro que supone.

El goteo constante de noticias que incrementan nuestra alarma, como que hayan enviado a todos los trabajadores de una empresa a casa, o que el número de contagios se expande geográficamente, o que los restaurantes chinos hayan cerrado hace que suframos la situación con una incertidumbre aún mayor. Nos preguntamos si ellos saben algo que nosotros no sabemos y si el peligro es mayor del que creemos. El desconcierto se generaliza.

Este grueso de la población es el que necesita más saber qué se va a hacer, cuáles son los escenarios posibles, cuáles son las medidas de coordinación y actuación que se prevén eficaces y cómo tienen que actuar. La actuación de las autoridades tiene que ser clara, precisa y constante, informando de los diferentes escenarios de evolución y las medidas a tomar en cada caso. Tienen que transmitir la sensación de que, aunque el contagio siga avanzando, todo está bajo control.

En la fase de emergencia, la alteración cognitiva, afectiva y conductual se ve incrementada ante las constantes malas noticias.

  • Alta ansiedad.
  • Intensa necesidad de compartir la angustia con otras personas.
  • Pensamientos repetitivos (y catastróficos) sobre lo que ocurre.

Las medidas de aislamiento social y la parada de la actividad productiva que se realizan en esta fase para contener el avance del contagio, no ayudan precisamente a relativizar la situación y afrontarla con los menores efectos secundarios en nuestra salud.

En esta fase es esencial, para no entrar en pánico, saber que, aunque el contagio esté avanzando, está bajo control, las autoridades sanitarias saben qué hacer y se está tratando y recuperando a los contagiados y, sobre todo, que estas situaciones tienen una evolución y un tiempo determinado, no son para siempre, la vida continuará después de la pandemia de coronavirus.

La comunicación con otras personas por teléfono, mensajería o videos nos ayuda a desahogar la tensión que acumulamos, especialmente necesario para aquellas personas que están solas. Es el lado positivo, si por una parte es el medio por el que se difunden bulos y rumores, también es el medio para recibir información técnica y apoyo social.

Fase de resolución, las cifras de contagio comienzan a bajar, la curva de afectados se enlentece y las cifras de curados comienza a subir significativamente. Las reacciones psicológicas van evolucionando:

  • Disminuye el stress.
  • Aumentan las conductas solidarias que facilitan una recuperación social.
  • Habituación a la situación.
  • Hay ganas de volver a las rutinas lo antes posible.

Fase de adaptación posterior. Una epidemia de estas dimensiones no desaparece sin dejar efectos secundarios en la población. Habrá un porcentaje de personas que mantendrán síntomas psicosomáticos incluso dos meses después de que se deje de hablar del coronavirus. Síntomas como tristeza, agresividad, respuestas exageradas, rumiación, hiperactividad, se mantendrán en un cuadro de stress post-traumático por el miedo acumulado ante el virus.

Muchas personas habrán sufrido, no sólo el confinamiento obligado, sino la pérdida de sus ingresos económicos por la falta de actividad. Tanto autónomos como despedidos sin paro, vivirán una prolongación de la situación de estrés debido a que sus necesidades de supervivencia no sólo se han visto afectadas a nivel la salud (y el riesgo de muerte), sino que se mantienen durante meses a nivel de supervivencia en el día a día (sus ingresos se han limitado).

Por otro lado, las creencias compartidas sobre uno mismo, el mundo y los otros podrán verse afectadas. ¿El mundo no será igual después de la crisis del coronavirus? Las personas nos acostumbramos con una enorme facilidad a lo que ocurre, nos adaptamos y generamos nuevas respuestas continuamente. La pandemia nos hará más sensibles a nuestra naturaleza, al sentido de lo global y a la necesidad de la investigación sanitaria. Ojalá también nos hiciera más sensibles a que todos, absolutamente todas las personas de todo el planeta compartimos la misma naturaleza y los mismos problemas.

PD: Si crees que necesitas apoyo para superar esta crisis, no corras el riesgo de cronificar el stress, incrementar conductas obsesivas, inducir conductas sobredimensionadas que no permiten manejar la situación eficientemente,  contacta con un profesional de la Psicología, que son los que tienen el conocimiento y la capacidad para atenderte sin provocar nuevos Te dejo el enlace al directorio del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid  o directorio@cop.es

EL SÍNDROME DEL DIÓGENES MENTAL

Lo reconozco, me mantengo en algún grupo de WhatsApp sólo para asombrarme de lo que se dice y como un ejercicio sociológico de contemplar cómo las personas pensamos.

Algunos de los miembros de determinados grupos –no tengo que ver su nombre para saber quien lo ha dicho- tienen una forma de ver la vida, de analizar la información y de mostrar sus sentimientos que literalmente parecieran están metidos dentro de un basurero. Sólo ven basura, sólo hay basura para ellos, el mundo, la personas, la vida es una basura, todo es una basura.

Y claro, lo que ves fuera es lo que tu mirada te permite ver. No ves la realidad sino lo que te permiten ver las gafas que te pones. Si tus gafas son amables, amable es el mundo y si tus gafas son de odio eso es lo que ves. Proyectas sobre el mundo la apreciación de ti mismo que son tus gafas.

Solemos hablar de las personas tóxicas como de aquellas personas que nos afectan negativamente con su forma de estar y tratarnos pero, pocas veces nos damos cuenta de que la mayor toxicidad está en cómo interpretamos nosotros la vida porque es, desde ahí, desde donde aceptamos la toxicidad del otro. Por lo tanto,

cuando hablamos de personas tóxicas, lo primero que tendríamos que preguntarnos es por nuestro propio nivel de toxicidad.

Es aquí cuando aparece el síndrome del Diógenes mental. Este es una persona que vive rodeado de una basura ingente: “sus pensamientos, sentimientos y sensaciones”. Esta basura tiene una clara función, reducir su propia incertidumbre echando sobre todos los demás la culpa de lo que le pasa. A nivel cognitivo, es un tipo de persona que enjuicia la realidad desde la bipolaridad de bueno o malo. Para esta persona todo lo que no coincida con sus esquemas defensivos es malo. Con tal de no reconocer la disonancia cognitiva entre lo que piensa y la realidad, cambia su percepción del mundo para acomodarla a lo que piensa y protegerse con una armadura sólida que le permita defenderse de la inseguridad.

Buenos tiempos para el Diógenes mental. El nivel de incertidumbre social a nivel mundial es, sin duda el más alto de la historia, no sólo por las noticias sino por el papel de los medios de comunicación que luchan por los titulares más tenebrosos y catastrofistas. Ya lo decían en 007, “la mejor noticia es una mala noticia”. Siempre el ser humano lo ha sabido, no hay nada como el miedo para controlar a las personas. Hemos pasado de un infierno de ultratumba a un infierno planetario ¡en vida!

Así que, entre una cosa y otra, entre la predisposición personal a echar la culpa a los otros y el ambiente de las cadenas de TV con el dedo acusador buscando culpables de lo que sea, la culpa sigue siendo un sentimiento de moda en nuestra sociedad. Antes interiorizada, ahora externalizada.

El punto base es cómo pensamos las personas, aprendemos a atribuir el sentido de las cosas poniendo el control hacia fuera, es lo que en la Teoría de la Atribución de Psicología se conoce como poner el lugar de control externamente (locus de control externo). Está muy actual el término “ir de víctima” en desarrollo personal, precisamente para indicar esta actitud de sujeto pasivo de lo que ocurre donde los demás son los responsables de todo. Mi jefe es el que me hace la vida imposible, mi pareja es insoportable, mi hija tiene mal carácter, etc. etc. Cuanto pones el locus de control fuera atribuyes a los demás y las circunstancias la causa de tu enfado, de tu malestar, de tu mala suerte. No deja de ser una posición “cómoda” porque esta explicación te permite mantenerte sin hacer nada esperando que la suerte, la lotería, el gobierno o cualquier otro te solucione la vida. Pero, esto jamás ocurrirá, porque tu forma de pensar te impide sentirte a gusto contigo mismo y por más que cambien las circunstancias de tu vida, tú no cambiarás la forma de verlo.

Así que el Diógenes mental, se acomoda en este tipo de atribución, echando la culpa a todo lo que no sea él mismo. Su mente se va llenando de pensamientos de odio y su emoción base es la ira, vive enrabietado. A simple vista se observa un cuerpo tenso, a la que salta y, a veces, una respuesta muy controlada sarcástica. Hay una gran violencia más o menos contenida porque en el fondo el Diógenes mental se siente en peligro consigo mismo.

Visto desde fuera, ver a los Diógenes mentales apoderarse del protagonismo en las familias, las empresas o las instituciones resulta realmente desalentador. Su distorsión cognitiva les impide hacer un análisis de posibilidad, sólo ven aquello que ratifica sus juicios y que apoya sus posturas radicales. ¿Es el triunfo de la insanía mental?

No es fácil despegarse de los Diógenes mentales, se necesita un esfuerzo consciente de tomar distancia y darse cuenta de que su basura es suya y decidir que no es tuya.

Yo suelo decir a mis clientes: si te están echando un volquete de basura encima, ¿te quedas quieto, impasible?

basura-mental

Las buenas noticias es que a atribuir el lugar de control se aprende. Puedes dejar de ser un Diógenes mental, ir de víctima y hacerte responsable de tus propios pensamientos, sentimientos y acciones. Claro, que eso requiere valentía y voluntad.

El final de año es un buen momento para liberarnos de mucha cargas, basuras propias y ajenas, para hacer limpieza de la casa pero también para hacer limpieza de nuestra mente. ¿Por qué no empezar la década con la mente más limpia?

EL SÍNDROME DEL ALIENADO

imagen alienado¿Qué pasa cuando otra persona te influye de tal forma que dejas de ser tú mismo?

De todos los síndromes psicológicos, éste, probablemente sea el más inquietante. Y, no por la forma en que la persona piensa, interpreta y se conduce, sino porque

la persona ha dejado de ser ella misma, de confiar en sí misma, de pensar por sí misma y de comportarse como es propio de ella.

No, no se debe a una situación crítica. Sí que es cierto que hay situaciones de tal calibre que desestabilizan por completo la mente de una persona como son un coma, un secuestro prolongado o una deprivación, bien de alimentos o bien de contacto humano, que sacan a la persona de su propio paradigma y cambia sus valores, prioridades y conductas, en definitiva, deja de ser ella misma para convertirse en otra persona. Es bien conocido el “Sindrome de Stokolmo” en el cual el secuestrado adopta y defiende lo puntos de vista de su secuestrador como propios.

En el síndrome del alienado podrían darse esas circunstancias, pero, lo habitual. es que estemos hablando de un “secuestro del discernimiento y la voluntad” de la persona en un entorno diario. El alienado no está sometido a una situación límite sino que en su cotidianeidad ha adoptado como propio el paradigma de otro y, ese otro, no es precisamente alguien lleno de bondad o que le ofrece sus ideas para ampliar su perspectiva o que quiere su bien. Por el contrario, estamos hablando de alguien que encuentra un valor especial en arrastrar y manipular el pensamiento, el sentimiento y la conducta de otra persona, ignorando y despreciando quién es esa persona.

No  es un síndrome del que se hable mucho y, sin embargo, está muy presente en nuestra sociedad. Se da en  parejas, entre amigos, en grupos sociales, entre compañeros de trabajo, por supuesto, en todos los grupos “istas” (pongan el nombre que quieran y termínenlo en –ista) que imponen a sus miembros una forma de entender y comportarse en la vida. La forma extrema del síndrome del alienado se da en las sectas.

Todos tenemos claro que la influencia de otras personas es importante. Somos seres sociales y, es gracias a otras personas, que aprendemos a dar un valor a la realidad y a cómo relacionarnos con ella. Necesitamos ser aceptados y, si no lo somos, sentimos que no tenemos valor alguno, hasta el extremo de que nuestra vida pierde sentido. En el inconsciente humano siempre hay un juego entre la indiferenciación personal, el ser uno mismo y la aceptación y aprobación de un grupo, para lo cual tienes que ser como los otros exigen que seas.

El problema no está en este juego dialéctico, sino en las personas o en el grupo que se toma como validador. Sabemos, también, que no todas las personas son una buena influencia para nosotros. Por su forma de pensar o de actuar, nos pueden arrastrar en contra de nuestro propio bien.

Hoy en día, es muy habitual oír hablar de las personas tóxicas, personas que nos influyen negativamente si bien es más o menos fácil identificarlas porque, en alguna medida, tenemos claro que nos hacen mal: afectan nuestro carácter; nos hacen sentirnos mal o nos vemos empujados a reaccionar sin control. Sin embargo, los alienadores son difíciles de distinguir cuando estás enganchado a ellos, aunque sí sean visibles para las personas del entorno del alienado.

¿A quién afecta?

La mayoría de las personas podríamos llegar a este estado en determinadas condiciones. No es una patología mental, salvo cuando así lo diagnostica la Psiquiatría. A diferencia de la psicosis, en la cual el individuo sustituye la realidad por un delirio,

en el estado de alienación el individuo sustituye la realidad por el discurso de otro que actúa como alienador.

La adolescencia es un momento fácil para este tipo de vínculos destructivos. Hay que considerar que, hoy en día, a su predisposición natural por el momento vital, se suma el impacto irresponsable y anónimo de las RRSS. Es bastante fácil que un adolescente pierda la fuerza personal que está aún en construcción para relativizar los juicios de otros (opiniones de otros, que no verdades) cuando convierte las RRSS en su principal fuente de validación como persona. De ahí la importancia de que los padres sean referentes sobre cómo interpretar la vida.

También, es un momento fácil para estos vínculos destructivos, la conocida como “crisis de los cuarenta”,  que se vive desde los 36 años a los 42 en los que la persona que no está segura de ser “válida” y duda del sentido de si mismo puede terminar buscando respuestas fáciles y “cantos de sirena” en alienadores que le den mensajes tranquilizadores.

El caso es que se produce un cambio en el mindset, en la interpretación de la propia vida, que va en contra de todo lo que la persona ha vivido y validado como adecuado hasta ahora. Hasta aquí, podría interpretarse como un ejercicio de la indiferenciación y poder personal en la construcción del sí mismo, sin embargo, en el síndrome del alienado, esta modificación cognitiva se debe a una necesidad ontológica no resuelta de la persona que se junta, además, con la presencia de la influencia perversa de un alienador.

¿Qué te lleva a dejarte alienar?

Para que se produzca el síndrome del alienado se dan varias circunstancias simultáneamente:

  1. Una cierta predisposición personal
  2. Factores externos
  3. La presencia del alienador

El alienado reúne dos condiciones psicológicas simultáneamente que le pueden predisponer a caer en ello. Por un lado, una propensión a la dependencia en el vínculo (relación de unión con otra persona, típicamente los vínculos afectivos con padres, pareja o hijos) porque la persona aún no ha conseguido la autonomía propia de una identidad bien definida. Sigue en el juego dialéctico de “ser” o “no ser”, en definitiva, de decidir “quién ser”. Es, precisamente, para compensar esa insatisfacción consigo sí mismo, esa falta de sentirse validado, por lo que puede estar volcado en hacer cosas continuamente, no sólo estar ocupado sino en no parar para no tener el tiempo de confrontarse consigo mismo y revisar la validación que hace de sí mismo. Además y, esto potencia la predisposición, tiene una propensión obsesiva que le lleva a tomarse las cosas en forma absoluta, en términos dicotómicos de sí o no.

Factores externos como altos niveles de stress situacional, bien por el trabajo (incertidumbre, cambios continuos, carga excesiva o carencia); las relaciones (conflictos, separaciones, fallecimientos); la familia (crianza y cuidado de otros miembros enfermos o mayores); las noticias (siempre catastrofistas), las condiciones de vida (carencias, dureza); residencias (cambios, ausencia de un lugar fijo, de seguridad); déficits en la alimentación (en concreto la falta de proteínas), etc.

La presencia cercana del alienador es el requisito imprescindible. El alienador es un individuo que se cree poseedor de la única verdad absoluta sobre la vida, las personas, lo que debe y no debe pensarse, sentirse o hacerse y, que necesita imponerla a los demás como forma de sentir un cierto control que le permita reducir su propia incapacidad para afrontar la incertidumbre y la diversidad. Como no es capaz de controlarse a sí mismo proyecta el control sobre otras personas. Suele asociarse a algún síndrome o trastorno neurológico. En vez de gestionar su vida, proyecta el control sobre la vida de los demás y, éste es un aspecto diferencial que lo caracteriza de sociópata, encuentra un auténtico placer en manipular y adoctrinar a otras personas, en aislarlas de otras personas referentes para ellos (en especial sus seres queridos) y en eliminar su libertad y voluntad. Es un individuo sociópata que manipula, trasgrede, desafía o violenta las normas sociales en beneficio propio, sin importarle la ética social, ni el bienestar de los otros, ni las consecuencias que sus actos pueden tener sobre los demás. Descalificará, despreciará y humillará a los seres queridos del alienado haciéndole ver que no están a su altura para desconectarle de ellos. En el alienador hay una tendencia psicópata a aprovecharse del otro e incluso a hacerle daño sin sentimiento de culpa. No suele ser violento, su expresión puede parecer amable, divertida, cercana, más bien actúa como una fina lluvia constante, se habla de ellos como de “psicópatas de guante blanco”.

“Amigos”, profetas, gurús, influencers, periodistas influyentes en los medios de comunicación, conferenciantes y vendedores de felicidad, sobre todo los que aparecen más en las RRSS, iluminados de “la nueva vida” que dicen tener el conocimiento de algo oculto y sanador que va a eliminar tu dolor,…, TODOS, te dicen cómo tienes que vivir porque ellos sí que saben lo que tienes que hacer: cómo tienes que pensar, sentirte, actuar. Se muestran soberbios, como seres superiores a ti por sus principios, sus ideas o sus comportamientos, son mejores que tú, más listos que tú y en posesión de la verdad. Hay más alienadores de lo que nos imaginamos. El que en realidad afecta al alienado es aquel al que le abre la puerta de su intimidad, bien porque conviven, bien porque le escucha continuamente y, ese, sí que acaba con el alienado, convirtiéndote en una marioneta a su disposición.

El punto diferencial es que el alienado le ha otorgado al alienador la autoridad de ser su referente, su guía y ha adoptado de éste la forma de interpretar la vida, lo que vale y lo que no vale, lo que es cierto y lo que no.

¿Qué significa estar alienado?

Como siempre, entender el significado de las palabras nos permite comprender mejor el alcance de lo que expresan. Alienado procede del latín  alienatio, alejamiento, privación y no puede expresarlo mejor. En la alineación, hay una privación del derecho y la libertad de la persona de sí mismo y de sus relaciones de apoyo.

También se relaciona con alienus propio de otro, extraño a uno y ajeno. Y, es así, en la alienación interviene otra persona, el alienador que consigue ese efecto.

Estar alienado supone perder los propios referentes personales para adoptar los de alguien ajeno, de forma inconsciente, eso sí y, debido a la influencia manipuladora del otro.  Busca la aprobación del alienador y el sentirse parte de su mundo y sus contactos. El alienado se autoengaña, no analiza la información sino que adquiere la narrativa del otro y la fundamenta en las razones que ha asimilado por ósmosis del alienador. En realidad, pierde su capacidad de autogestión, su libre albedrío y sufre un vacío de su propia voluntad que se llena de la voluntad del alienador. Hace lo que el alienador considera que debe hacer. El problema ontológico se manifiesta en que la persona deja de elegir libremente para asumir el paradigma del alienador como “su verdad” aunque se cree, defiende y justifica ese paradigma como el suyo.

Ah!!! Pero no es su paradigma.  Es impostado.

¿Qué implicaciones tiene estar alienado?

Como todo, estar alienado, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

VENTAJAS E INCONVENIENTES PARA EL ALIENADO

VENTAJAS

INCONVENIENTES

  • Se reduce la ansiedad porque adquieres certidumbres que te tranquilizan.
  • Crees que eres ahora aceptado y eso te hace sentir parte de… un grupo, un colectivo, una élite.
  • Sientes que estás en una zona de confort protegida.
  • Das la autoridad al alineador para ser tu guía, lo que te hace fácil entender lo que pasa y, sobre todo, te hace sentir seguro de lo que tienes que hacer.
  • Sientes una especie de liberación de todo y de todos porque ahora SI tienes las respuestas y no les necesitas.
  • La duda, el miedo, la incertidumbre quedan eliminadas o pasan a un segundo plano porque has asumido “la verdad absoluta” del alineador, las cosas son así y no hay que cuestionarlas.
  • El conflicto intrapsíquico producido por la lucha del alienado entre sus certezas y sus dudas sobre quién es, se ven reducidas.
  • La disonancia cognitiva entre quien soy y quien quiero ser, entre lo que está bien y lo que está mal, entre el deber y el querer, entre lo prohibido y lo permitido desaparece al adoptar el paradigma del alienador.
  • Se dispara el sentimiento de euforia al reducir la incertidumbre y creerse en posesión de la verdad sobre la vida.
  • Dejas de ser consciente de ti mismo.
  • Renuncias a tu responsabilidad con tu propia persona.
  • Actúas como otro dictamina que tienes que actuar.
  • La pérdida del sentido del yo es creciente por lo que si se cuestiona el paradigma del alienador o su autoridad puedes quedar expuesto a la incertidumbre.
  • Los efectos metamórficos del cambio cognitivo que se originan afectan a todo el sistema de creencias, valores, prioridades y relaciones.
  • Hay un aislamiento del círculo de apoyo anterior a la aparición del alienador que pudiera contra-restar su efecto.
  • Se rompen los vínculos afectivos anteriores.
  • Hay un bloqueo cognitivo que impide atender a la información de forma objetiva y equilibrada.
  • Cuando se rompa el vínculo con el alienador se produce un vacío existencial grave que requiere mucho apoyo e intervención profesional para superarlo.

 

 

Si no fuera una situación “con beneficios” para el alienado no se mantendría. Los tiene e importantes. La distorsión cognitiva hace que estar alienado puede resultar muy cómodo. El alienado, por fin, se siente seguro porque el paradigma que le “impone” el alienador hace que ya no tenga que pensar, ahora es un seguidor y simplemente tiene que seguir. Desarrolla un bloqueo cognitivo donde ya no entra ninguna información que cuestione el paradigma alienante.

Y, eso, tiene para el alienado un coste de dimensiones existenciales. Cualquier análisis de información, cualquier decisión que tome; el cómo afronta emocionalmente los hechos y el cómo se comporta están ahora al servicio del paradigma del alienador.

Es fácil encontrar que el alienado ha tomado decisiones drásticas que han roto su trayectoria vital o profesional. Como parte del síndrome necesita romper con todo lo que previamente eran sus referentes para no sufrir la disonancia cognitiva  del conflicto con el nuevo paradigma del alienado.

¿Se puede “desprogramar” al alienado?

La alineación está en la mente, en cómo piensa el alienado. No es un objeto inmodificable sino una estrategia de pensamiento dinámica para interpretar la vida, eso sí, llena de la carga destructiva que conlleva en contra de la propia persona.

Consciencia, Responsabilidad y Acción son los fases de trabajo cognitivo para desengancharse del alienador. Y, será complicado que pueda hacerlo sólo. Requerirá de un profesional de la Psicología que le acompañe en el intenso trabajo que necesita hacer y mejor si cuenta con una buena red de apoyo social.

El primer paso es cuestionar el “bloqueo cognitivo” que tiene el alienado para que pueda  “darse cuenta” de dónde está porque esa es la clave, de las ventajas y los inconvenientes y las consecuencias en su vida de vivir alienado tanto para él o ella como para aquellas personas que aún le sean significativas. Pero no es fácil que la persona pueda hacerlo mientras siga mirando la vida con las gafas de su alienador. Que el alienado tenga un insight y se de cuenta por sí mismo del dominio que el alienador tiene sobre él o ella no es fácil salvo que ocurra un incidente dramático que confronte a la persona con dónde está y qué está haciendo o acepte la intervención de un profesional de la Psicología que le facilite conseguir otra perspectiva.  Mientras no se de cuenta de que esa forma de pensar y el alienador le están impidiendo ser él o ella misma, no hay posibilidad de cambio. Es difícil que acepte la perspectiva de otros sobre la situación ya que cree estar en posesión de la verdad absoluta. Como se suele decir “no atiende a razones”.

Hacerse responsable de sí mismo y ser el protagonista de sus pensamientos es el segundo paso, difícil, ya que el cambio sólo es posible cuando alguien quiere cambiar y, en este caso, el alienado se siente más seguro aferrado al paradigma del alienador en el que se enroca obsesivamente.

Pasar del paradigma de verdad única al de verdad relativa, de depender del otro a asumir la responsabilidad de mirarse y ver lo que es de él o ella y lo que no es de él o ella, no es fácil para el alienado porque su estado mental se caracteriza precisamente por una pérdida de la propia identidad, una disminución de la autoconsciencia y las autoreferencias  que ha sustituido por las del alienador.

Cuando se interviene en las primeras etapas de la alienación los resultados son más favorables. Cuanto más tiempo siga el alienado a merced del paradigma del alienador más complicado será retrotraer los efectos destructivos del yo que ha producido. Pero puede ser reversible aunque deje cicatrices. También corresponderá a la responsabilidad consigo mismo de la persona en convertirlo en una experiencia de resiliencia que le permita un mayor desarrollo personal.

Y, por último, la acción diferente. Mientras ésta no se produzca no habrá cambio. Y, por supuesto, implica que la persona hasta ahora alienada tome distancia mental, sentimental y física del alienador, tendrá que eliminarle de su vida. Implica retomar relaciones, reparar, en la medida de lo posible, la confianza rota y mirar la vida desde un nuevo paradigma construido, esta vez, si, por sí misma.

El proceso de desenganche lleva tiempo y, a veces, los daños producidos en la vida del alienado son irreparables: decisiones tomadas de vida y de profesión, rupturas de relaciones y, también, somatización de esas tensiones que terminan siendo enfermedades. Son muchas las personas que narran los cambios drásticos en su vida cuando han conseguido salir de esa trampa: primero el pozo en el que estaban metidas, después el shock que produjo la toma de consciencia y el cambio posterior hacia una mayor responsabilidad consigo mismo.

Dos ideas finales:

  1. El poder de la persona está en su mente tanto para su destrucción como para su construcción.
  2. Siempre estamos construyéndonos y siempre podemos mejorarnos como personas.

Y una pregunta:

¿Cómo sería nuestra vida si nuestros principios fueran la Belleza, la Bondad y el Bienser?

EL SINDROME DE CALIMERO

 

En la qcalimeroueja continua y en culpar a los demás de lo que ocurre.

Así viven muchas personas su vida. No es un fenómeno actual sino consustancial a las relaciones que establecemos las personas unos con otros donde el estilo cultural tiene un gran peso.

El caso es que estamos rodeados de Calimeros, de quejicas y de acusicas.

 

¿Recuerdas a Calimero un protagonista de una serie de dibujos animados que iba permanentemente quejándose?

Pues eso es fácil de ver en nuestro entorno, es más, es una cuestión de moda cultural.

Quejarse está de moda, está bien visto, levantas la compasión de otros que sintonizan con tu queja, te alineas con otros resentidos y envidiosos y así se tiene la excusa perfecta para culpar a los demás de lo que ocurre.

Echar la culpa a otros de lo que te pasa es lo que en la Teoría de la Atribución se conoce como locus de control externo. Ponemos fuera de nosotros el control de lo que nos pasa. Bien es cierto que lo que ocurre puede ocurrir independientemente de lo que hagamos nosotros pero lo que sí está en nuestras manos y es nuestro asunto es decidir cómo nos tomamos las cosas, de eso sí somos responsables.

El Calimero actúa así no porque las circunstancias le sean desfavorables o difíciles, actúa así por obtiene múltiples beneficios con su forma de actuar:

  1. Un primer beneficio es que tiene la excusa perfecta para no hacer nada y esperar que otros se lo solucionen.
  2. Un segundo beneficio, es que se queja, protesta, e incluso, mete bronca, con lo que consigue salirse con la suya porque otros le hacen caso -aunque sólo sea para acabar con la molestia que origina-.
  3. Un tercer beneficio es la atención que logra de los demás, la compasión, la ayuda e incluso el que hagan las cosas por él ¡¡pobrecito, hay que ayudarle!!

Y, además de los beneficios particulares, en nuestra cultura se dan especiales circunstancias para que el Calimero se sienta un especial protagonista. Por un lado, hay unas profundas creencias culturales vinculadas a la necesidad de compensar al otro, que no tiene lo que tú. Antiguamente al pobre, al ciego, al “tullido”, era una cuestión de caridad ayudarle porque “pobrecito” no se valía por sí mismo. Antes se llamaba caridad, ahora se denomina “solidaridad”, el caso es que bajo ambas denominaciones actuamos desde la posición de yo estoy bien y tú estás mal.

Por otro lado, están las profundas creencias vinculadas con la culpa.

Tienes que ayudar no tanto porque el otro lo necesite sino porque tú necesitas compensar tus sentimientos de superioridad y afianzarte en tu posición de privilegio.

Ayudas al necesitado y ya te sientes mejor, reduces tu sentimiento de culpa, aunque nada haya cambiado. Ahí reside la perversión de la ayuda. Lo que haces es mantener al necesitado en esa posición para que tú puedas “salvarle” con tus aportaciones económicas, tus firmas, tu militancia política, etc., etc. Con eso no permites que la víctima salga de su rol sino que la perpetuas en ese papel para tu propio beneficio. Es algo así como pescar para darle la comida a otro en vez de darle la oportunidad de que él mismo pesque lo que quiera y como quiera.

En este contexto, es de especial importancia la explicación que hace “el triángulo dramático” de Karpman. Te sientes culpable por vivir mejor que otro, por tener más oportunidades que otro, por trabajar más que otro y tratas de compensarlo adoptando un papel de salvador frente al pobrecito que es una víctima de las circunstancias, de la vida, de los otros que le persiguen. Un pobrecito al que tienes que rodear de apoyos solidarios para que ”en realidad” no se mueva de ahí y tú puedas seguir en tu situación de privilegio.

Ninguna de estas creencias facilitan una sociedad sana y orientada al bienestar y jugar a estos “juegos psicológicos” tampoco mejora la vida de las personas sino que las cronifica en papeles insanos de víctima-perseguidor-salvador.

Todo ello es una gran excusa para no hacerse responsable de uno mismo, para no tomar las riendas de la propia vida, para no trabajar en la autogestión  y ejercitar la voluntad para cambiar la forma de ver las cosas y el comportamiento.

Calimero es un fenómeno habitual en los procesos de Psicología Coaching. El cliente llega con la esperanza, no de resolver su situación sino de que, a través del coaching, pueda verse reforzado en su posición y sentirse con todo el derecho para mantenerse en su posición porque él tiene la verdad, él sabe cómo son las cosas.

Por eso es tan importante, a la hora de contratar servicios de coaching, que tengas claro lo que buscas. Si es para engrosar tu ego y reforzar tu narcisismo seguramente no te sirva un psicólogo experto en coaching. No,  porque este profesional te confronta con  tu posición, tu juego y parte de sus competencias profesionales son precisamente mantener una neutralidad exquisita respecto a ti.

No, no va a asumir que tú tienes la razón sino que va a hacerte ver cómo piensas y si esa forma de razonar te interesa en tu vida, te acerca a tu propósito.

Vivir de Calimero, tiene grandes beneficios pero también provoca grandes limitaciones. Cuando eres consciente de ello, del victimismo con el que enfocas tu vida tienes la oportunidad de decidir si esa forma de pensar, sentir y actuar es lo que quieres para ti o quieres elegir otra cosa. Es asumir el locus de control interno.

Para muchos tomar consciencia de ello y decidir hacer algo diferente es, plantearse en toda regla, vivir una vida diferente, más plena, más consciente, más propia.

¿Afecta EL INVIERNO a mis decisiones?

imagen 100Estamos en invierno. Ya pasadas las vacaciones de Navidad y el subidón de los alegres deseos de primeros de año, nos metemos en el frío, en las nevadas, en los hielos y en las gripes, en la queja continua de la contrariedad y en la confrontación con lo nimio. Se nos hacen cuesta arriba las cosas y no tenemos ganas: ¡qué pereza hacer algo!

El invierno: una estación donde la vida se reconcentra. Los árboles caducifolios, desnudos de hojas, concentran su energía esperando el momento en que el frío disminuya, la luz se intensifique y el sol comience a calentar. Algunos animales invernan en un letargo protector. Tanto con medidas externas de protección  -como las de los animales de pelo largo que densifican su pelo y lo alargan-, como medidas internas, enlenteciendo el metabolismo, los seres vivos tratamos de adaptarnos a la baja tasa de luminosidad, al intenso frío y al escaso calor del sol.

Y los seres humanos no somos ajenos a esta realidad estacional. Además de nuestras reacciones biológicas, también tendemos, con más frecuencia, y más intensamente, a determinadas tendencias psicológicas. Nos volvemos hacia nuestro interior, nos reconcentramos, reducimos los esfuerzos físicos, la energía mental e, incluso, la interacción social.

Es bueno saber cómo nos afectan las estaciones y cómo sacarles el máximo partido para vivir en congruencia con el universo al que pertenecemos. La vanidad de creernos independientes a las leyes del universo nos lleva a una corta miopía sobre quiénes, cómo y qué somos.

Algunos médicos reconocen el impacto estacional en la evolución de síntomas y enfermedades. Cualquier enfermo crónico puede referir cómo su sintomatología es diferente en cantidad y calidad dependiendo de la estación.

El invierno es el dominio del frío pero también hay hogueras que nos calientan y nutren. Hacia ellas tenemos que dirigirnos para nutrirnos y renovar nuestra fuerza interior. Hacia esos focos de energía tenemos que dirigirnos para escucharnos, darnos cuenta de dónde estamos en nuestra trayectoria vital, darnos cuenta de cómo afrontamos las relaciones y los retos diarios.

El invierno es un tiempo para encontrar la palabra justa, el equilibrio y la fuerza de voluntad.

Bien pensado, hay un orden magnífico del que formamos parte y del que nos beneficiamos. En invierno toca parar, mirar hacia dentro, disfrutar del silencio, del encontrarnos con nosotros mismos, de encontrar esa savia interna que nos de la fuerza interior para alimentar nuestra voluntad. Es un tiempo para el encuentro íntimo con nuestra energía interna, concreta y material.

Estos matices se aprecian en los procesos de psicología coaching, nos encontramos con más frecuencia personas que buscan tomar decisiones vitales, elegir lo que sí quieren y lo que no quieren, de coger fuerza para hacer algo.

No es que estos temas no aparezcan el resto del año, es que ahora son más frecuentes y con más intensidad. Incluso en procesos de psicología coaching en marcha, se puede apreciar el foco, en este momento, en estos temas.

Así que sí, podríamos hablar de temas que adquieren más visibilidad estacional.

¿Hay temas de invierno? Por su frecuencia, sí, aparecen como temas estrella:

la voluntad, la asertividad, las decisiones. La emoción dominante es el miedo, incluso a las cosas cotidianas, el sentirse incapaz por lo inmediato, el pensar en pequeño, el tomarse las cosas a malas, el agobio por la pequeñez y lo inmediato, las dudas, el sentirse fuera de lugar o no aceptado. Se agudizan los sentimientos limitantes. Los pensamientos dominantes tienen que ver con dejar, con la falta de fuerza, de ganas, de recursos. Las relaciones personales se enredan, con más frecuencia,  con asuntos menores “dimes y diretes” que, sin embargo, producen un gran malestar personal y un incremento de la conflictividad grupal.

Tendemos a protegernos y, con frecuencia, eso implica descalificar o ningunear  a otros. La oscuridad del invierno nos lleva a nuestras zonas abismales, aquellas en las que la sombra domina nuestra personalidad. Ahora cuesta más salir de ellas. Nos falta la liviandad del calor que próximamente traerá la primavera.

Es tiempo de mirar adentro, de cuidarnos. Al igual que frotando unos palos encendemos un fuego, el suave masaje, el cuidado amoroso de nosotros mismos nos lleva a encender la hoguera de la fuerza y  voluntad.

Pronto la nieve se irá deshaciendo y el sol comenzará a calentar, esa mirada a nuestro interior, a nuestra fuerza y equilibrio interno dará paso a brotes fuertes y bien nutridos de nuestra determinación para florecer. Será el momento de afrontar con energía nuevos retos, ahora, sin embargo, toca encontrar el equilibrio interior.

Lo que prima en invierno

Emociones: miedo

Sentimientos: incapacidad

Pensamientos: no puedo

Inquietudes: indecisiones, dudas, quejas

Acciones: recogimiento, evasión

Relaciones: enredadas, enturbiadas

Foco: en lo pequeño, en lo inmediato

 

recomendaciones

 

invierno

¿Tienes síndrome post-vacacional? Claves para volver al trabajo

woman walking on pathway while strolling luggage

Regresamos de vacaciones, dejamos atrás ricas y variadas experiencias, un ritmo de vida relajado, un ir a nuestra bola. ¿Cómo afrontas el regreso al trabajo? Ahora es cuando me dices que sí, que tienes síndrome post-vacacional y, lo primero que hay que decir es que no existe como tal síndrome, no tiene entidad clínica.

Se trata de un proceso de adaptación a las circunstancias normal desde un entorno y ritmo relajado a un entorno estresado y rutinario que suele presentar un conjunto de síntomas pasajeros como son el cansancio, el insomnio, la dificultad para concentrarse, alteraciones en el sueño, alteraciones digestivas, embotamiento o dolor de cabeza e incluso la irascibilidad en los primeros días.

Cuanto más largas sean las vacaciones, idealizamos el período vacacional, sentimos desmotivación por el trabajo o gestionamos mal nuestro estrés más fácil es que nos cueste adaptarnos. De dos a tres días y hasta tres semanas, suelen tardar algunas personas en conectar con sus rutinas horarias, obligaciones laborales y maximizar su actividad cerebral. El cuerpo y la mente se van adaptando poco a poco. Sólo cuando esa adaptación no se realiza al cabo de tres meses, podríamos hablar de un trastorno de ansiedad o depresivo. Pero para la mayoría de las personas es una cuestión de adaptación. Pocas son las que recurren a ayuda de un profesional de la Psicología por el estres postvacional y suele ser porque no se sienten cómodos en su trabajo, no por la tarea en sí, sino por sus creencias sobre su capacidad para hacerlo (“auto-eficacia” de A. Bandura)

Claro que las circunstancias pueden ser complicadas e incluso algo duras o duras de verdad. La necesidad de cumplir con horarios y con tareas se puede volver difícil. La exigencia nos puede. Sin embargo, el problema no es lo que pasa, sino lo que nos pasa. El cómo interpretamos esa vuelta. El que consideremos la vuelta como una “tortura” o un nuevo reto, es simplemente el resultado de cómo interpretamos el trabajo y cómo nos interpretamos con respecto a él.

Así que sí, no sólo tiene que ver con biorritmos, también tiene que ver con nuestros pensamientos y nuestras evaluaciones.

Cuando tu autoestima baja, el reto del trabajo se puede convertir en algo inabordable.

 

 

Algunos mitos sobre el trabajo que no nos ayudan ¡¡nada!!

·         El trabajo es un castigo (divino)

·         No es bueno trabajar y si puedes no trabajas (juega a la lotería)

·         Idealizar el trabajo y pensar que tiene que ser nuestra pasión

·         El trabajo te tiene que gustar

·         Con el trabajo te realizas

·         Tienes que ser feliz con tu trabajo

·         Siempre tienes que estar positivo

·         La cultura del hedonismo: tienes que ser feliz continuamente

 

 

claves para volver al trabajo

Claves para volver al trabajo

  1. Deja algún día para que tu cuerpo se adapte a los horarios y biorritmos habituales, sobre todo en horario de comidas y sueño.
  2. Vueve paulatinamente, por ejemplo, a mitad de semana o todavía con el horario de verano.
  3. Incrementa el ritmo poco a poco, comienza por lo prioritario.
  4. Comienza con una visión general de qué te espera hasta final de año o del próximo curso.
  5. Es el momento de pensar también en mejorar en tu forma de trabajar que te permitan una mayor calidad de vida.
  6. Mantén en tu agenda un tiempo para el deporte y el ocio. Una vida equilibrada es la mejor forma de tener la fuerza necesaria para afrontar el día a día.
  7. Mirar lo bueno o positivo es esencial, en cualquier trabajo hay algo que nos resulta agradable: las relaciones, el lugar, las condiciones, nuevos retos, nuevas experiencias, el logro del trabajo,…
  8. Muchas veces nos cuesta adaptarnos porque seguimos pensando en las vacaciones, llevar tu atención al aquí y ahora, a lo que estás haciendo en este momento, sin darle vueltas ni al pasado ni al futuro “todo lo que tengo pendiente”. Las prácticas de mindfullness nos son utilísimas para ello.
  9. Fluir es un concepto que describe a la perfección el estado de una persona cuando hace algo a conciencia, concentrado, disfrutando de ello, marcándose pequeños retos simplemente por el placer de hacerlo bien. Si quieres ver una escena preciosa sobre ello en el film “El último Samurai” el protagonista hablaba asombrado de cómo los japoneses realizaban sus tareas cotidianas.
  10. Sé consciente de tus pensamientos y aprende a valerte de ellos para tener mayor fuerza mental, a ser más resiliente y adaptarte mejor.    Cuanto antes te adaptes, menos coste mental y físico tendrás.

No sobreviven los más fuertes sino los que mejor se adaptan a las circunstancias.

Espero que estas recomendaciones te sean útiles para tener una mejor calidad en tu vuelta al trabajo.

El arte de ser uno mismo

PlayaInclusionImageQuiero desearte unas vacaciones llenas de lo que más quieras: descanso, playa, montaña, seres queridos, deporte, relax,…,  mi deseo: que elijas lo mejor para ti.

Y por si quieres algo de lectura y reflexión personal,  te invito a seguir mis dos nuevos e-books que puedes descargar gratuitamente en los enlaces.

El arte de elegirme a través del autoliderazgo: Conviértete en una obra de arte arte

https://bookboon.com/es/el-arte-de-elegirme-a-traves-del-autoliderazgo-ebook

El arte de brillar a través de tu marca personal: Muéstrate como una obra de arte

https://bookboon.com/es/el-arte-de-brillar-a-traves-de-tu-marca-ebook

¡¡Feliz verano!!

¿CÓMO INCREMENTAR LA CALIDAD DE TU VIDA?

calidadMuchas personas se sienten incómodas, descentradas, inquietas, con un malestar difuso que no les permiten disfrutar de su vida. Otras claramente se sienten estresadas, deprimidas o claramente fuera de lugar. Y no se trata de las circunstancias externas de la vida, sino de cómo nos enfrentamos a ello. En todos los casos falta calidad de vida, el bienestar personal está deteriorado, la gestión mental que hacemos no es eficiente.

La calidad de nuestra vida es el resultado de la calidad de nuestra vida psicológica, algo que entendemos habitualmente como nuestro grado de bienestar. Para Martin Seligman, el iniciador de la Psicología Positiva http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx, este bienestar es una combinación de 5 elementos que él denomina, por sus siglas en inglés, PERMA (Positive Emotions, Engagement, Relationships, Meaning y Achievement) y que presentó en  su nuevo libro “Flourish” (Florecer):

  1. Emociones
  2. Relaciones positivas
  3. Compromiso
  4. Sentido de lo que hacemos
  5. Logro que alcanzamos.

Puedes leer más sobre ello en: psicologia-positiva-y-coaching/

Dependiendo de cómo estemos en estos elementos, así será nuestra calidad de vida.

Afortunadamente estamos hablando de temas vinculados a nuestra inteligencia emocional, esto es, nuestra capacidad de adaptarnos a la vida y, especialmente, a la vida social que se materializa en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Y, lo mejor, es que esta inteligencia sigue desarrollándose a lo largo de toda nuestra vida, a través de nuestros aprendizajes y relaciones.

Por ello, podemos incrementar nuestro bienestar ejercitándonos en los 5 elementos PERMA. El propio Seligman indica, de forma explícita, que no es un modelo prescriptivo, sino descriptivo de aquello que las personas, con un alto grado de bienestar, hacen. Por lo tanto, no es una receta, sino una propuesta que cada uno tiene que adaptar a sus preferencias y necesidades. Y, por ello, cada persona puede empezar por dónde más le interese y desarrollarlo cuanto quiera.

Como buena Psicóloga experta en Coaching (PsEC®) no puedo dejar de ofrecerte preguntas para que seas tú mismo quien revises dónde estás y decidas si te vale para la calidad de vida que quieres o aspiras a más. Así que he aquí:

10 preguntas para revisar tu bienestar psicológico:

  1. ¿Estás poniendo el foco en las experiencias positivas del día? Las personas positivas se desempeñan mejor. ¿Cómo te desempeñas tú? Si quieres ser más positivo, cada noche escribe en un cuaderno las tres cosas positivas del día, no hace falta contarlas, sino expresar por qué te han resultado positivas y qué has ganado con ello. Al cabo de tres meses notarás la diferencia en tu positividad.
  2. ¿Te imaginas alcanzando el éxito? Imagina cómo haces algo con plena capacidad, especialmente cuando te enfrentes a retos nuevos o desafiantes. Cierra los ojos e imagínate haciéndolo desde lo mejor de ti mismo, logrando el resultado que quieres. Disfruta con ello.
  3. ¿Has pensado cómo te gustaría ser recordado? Escribe tu epitafio, sí: aquello que quisieras que dijeran de ti en tu despedida de la vida. Lo más seguro es que seas más consciente de tus prioridades, de lo que quieres y de lo que no quieres en tu vida, y…, con ello tomes decisiones más coherentes con la persona que quieres ser. Te preguntarás si lo que haces en tu día a día te ayudará a lograr el recuerdo que quieres dejar y al momento sabrás lo que decidir y hacer.
  4. ¿Cuál es el legado que quieres dejar en esta vida? ¿Contribuyes de alguna forma al bienestar de otras personas, o sólo piensas en ti mismo? Los estudios muestran que las personas nos sentimos más plenas cuando colaboramos con otros y ayudamos en temas que generan bienestar a otras personas o al bien común.
  5. ¿Cómo quieres que sea tu vida a 5 años vista? Tener perspectiva, proyectos e ilusión ayuda a relativizar y poner orden a nuestra vida. Imagina la vida que quieres a 5 años, no sólo lo que estarás haciendo, sino cómo quieres sentir y pensar en ese momento. Por si te sirve de inspiración, fíjate lo que decía Ortega y Gasset «La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada».
  6. ¿Te planteas retos? Los retos impulsan la voluntad, nos ayudan a levantarnos y actuar. Pueden ser de todo tipo, desde correr una maratón a tomarse las cosas con calma.
  7. ¿Te has parado a escuchar de qué te informan tus emociones? Tendemos a aceptar nuestras emociones como algo que nos pasa sin más, incluso hay quien habla de que las emociones nos habitan como si fueran entes -“unos aliens”- externos a nosotros. La verdad es, que las emociones siempre son nuestra reacción más inmediata a algo que ocurre, nos informan de cómo interpretamos las cosas, de cómo nos las tomamos. Así que la cuestión es reflexionar sobre por qué nos lo tomamos así.
  8. ¿Te dejas arrastrar por las emociones negativas? La gestión emocional es una habilidad que podemos desarrollar a lo largo de toda la vida. Darnos cuenta de por qué estamos tristes, airados, hartos, es el primer paso para regularnos. Preguntarte ¿para qué me sirve esto?, ¿es lo que necesito? es el siguiente paso. Decir “basta” es el tercero. ¡¡Podemos elegir nuestras emociones!!.
  9. ¿Cómo incrementas tus emociones positivas? Elije cómo quieres tomarte las cosas y desde dónde quieres reaccionar. Pregúntate, por ejemplo: ¿Cómo quiero sentirme ante esto? Rodéate de estímulos y personas que te aporten positividad, “¿Esto o a este lo quiero en mi vida?.
  10. ¿Qué haces para cuidar la calidad de tus pensamientos? Tú no eres tu pensamiento, tienes un pensamiento. Simplemente dándonos cuenta de esto tomamos distancia de ese pensamiento y podemos cambiarlo porque entonces es algo manejable.

Al final, la dedicación da resultados y al igual que ir al gimnasio produce cambios en los músculos, entrenar la mente da resultados en nuestra calidad psicológica, pero hay que hacerlo. Decía Soren Kierkegaard que “La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.”

Prefiero sugerir ideas que estimulen la responsabilidad de cada uno que dar instrucciones, así que aquí van 10 ideas para mejorar la calidad de tu vida. Como decía Ortega y Gasset: “La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha”, hay que hacer que suceda.

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Y para poner el broche de oro, un maravilloso poema que nos deleita con la reflexión de lo que merece la pena en la vida, que lo disfrutes.

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Con mis deseos de que la calidad de tu vida sea cada vez mayor.

 

¿Psicología Positiva y Coaching?

permaMucha gente entiende la Psicología como el tratamiento de trastornos y dificultades, sin embargo, eso sólo es una de las aplicaciones de la psicología: la clínica, dirigida a personas que necesitan una ayuda profesional para salir de dónde están en temas como estrés, depresión, fobias, traumas, etc. En estos casos, se pone el foco en lo que está mal en la persona y se interviene para que pueda reparar o conseguir una mejora en su equilibrio.

La aplicación de la psicología con personas que simplemente quieren optimizar su situación, potenciar al máximo su funcionamiento, ir a más, resolver situaciones críticas o conseguir un alto rendimiento se ha aplicado simultáneamente a la psicología clínica, tanto en entornos empresariales, deportivos, escolares, como personales. Ahí se trabaja con aquello que nos hace más humanos, nuestra motivación, nuestra actitud, nuestras fortalezas y, todo ello, naturalmente, con un enfoque científico. Ejemplos de ello son la Psicología Humanista, la Psicología del Trabajo, la Psicología Coaching, la Psicología de Alto Rendimiento y la Psicología Positiva.

Veamos por qué la Psicología Positiva es tan útil al hacer Coaching. Esta Psicología+, como diría su iniciador, Seligman, está orientada a mejorar la calidad de la vida psicológica de las personas:

 “La psicología no es una mera rama del sistema de salud pública, ni una simple extensión de la medicina, nuestra misión es mucho más amplia. Hemos olvidado nuestro objetivo primigenio, que es el hacer mejor la vida de todas las personas” Martín Seligman

La Psicología Positiva pone el foco científico en identificar los pilares de la plenitud y realización de las personas y estudia la Felicidad, el Éxito y el Bienestar.

“Es potenciar el funcionamiento óptimo del ser humano y tratar de descubrir y promover aquellos factores que permiten prosperar tanto a los individuos como a las sociedades” (Fredrickson y Csikszentmihalyi, 1999). 

El Dr. en Psicología Martin Seligman, de la Universidad de Pennsylvania, después de muchos años de investigación, desarrolló en su libro “La auténtica felicidad” (2002),  “Las 3 vías hacia la Felicidad”:

  • La vida placentera.
  • La vida comprometida.
  • La vida significativa.

 

“Freud y Schopenhauer dijeron que lo mejor que podemos hacer en la vida es no sufrir, no ser miserables. Es falso. Si simplemente existes para eliminar la miseria, no haces suficiente para tu empresa, país o para ti mismo”. Así de contundente empezó  Seligman una de sus marterclass.

Elementos imprescindibles de este libro son: las Virtudes y Fortalezas de las personas sobre las cuales nos construimos y crecemos.

Puede conocer tus fortalezas en http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx

Sin embargo, se comprobó que el concepto de felicidad resultaba de alguna forma simplista, pobre y cuantitativo, resultaba monista (de una sola causa u origen) en el sentido de Aristóteles, para explicar cómo las personas se crecen, superan y sienten satisfacción con su vida.

No obstante estas aportaciones científicas y otras similares, como los estudios aportados por el Profesor José Mª Peiró  vivimos un crecimiento desproporcionado de “la búsqueda de la felicidad”, parece que esa es la finalidad de la vida. Incluso podemos ver en todos los medios cómo hay empresas que dicen que se ocupan de la felicidad de sus trabajadores, o multitud de ofertas de actividades que dicen ayudarte a ser más feliz.

Seligman fundamentó en 2011 la Teoría de Bienestar y “Florecimiento”, en  su nuevo libro “Flourish” (Florecer),  en la que presenta el constructo de bienestar como una fórmula única en la que se integran diferentes variables. Para que lo entendamos, Seligman hace una analogía entre el “tiempo” metereológico y el bienestar. El tiempo no es en sí mismo, ni por sí mismo, ni se puede medir, pero está. Se construye de varios elementos, cada uno mensurable y objetivable: la temperatura, humedad, velocidad, viento, presión barométrica, etc. Igualmente el constructo de bienestar no es algo en sí mismo, sino que se compone de diferentes elementos, a su vez mensurables y diferenciables.

Estas variables que conforman el bienestar son conocidas por el acrónimo P.E.R.M.A., por sus siglas en Inglés,  (Positive Emotions, Engagement, Relationships, Meaning & Achievement). La combinación de estos elementos es lo que lleva a un determinado nivel de satisfacción y motivación que percibimos las personas como un determinado nivel de bienestar.

Esta Teoría del Bienestar (Modelo PERMA) es descriptiva y no prescriptiva. Es decir, se trata de una fórmula personal en la que se combinan los elementos según la elección libre de cada persona para incrementar su bienestar y, no responde, en ningún caso, a las prescripciones de otras personas sobre cuál sería la fórmula personal idónea.

Cada elemento del bienestar que recoge el Modelo PERMA cumple tres propiedades:

  1. Contribuye al bienestar de la persona.
  2. La persona lo busca como un fin en sí mismo y no como un medio instrumental para conseguir otros elementos.
  3. Es independiente de los otros elementos.

 

¿En que consiste el  “P.E.R.M.A.”?

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¿Cómo facilita la Psicología Positiva el proceso de Coaching?

  1. Da sentido al cambio

Lo que define la esencia de un proceso de Coaching es el cambio en la acción, pero muchas veces ese cambio es un fin en sí mismo y, además, requiere un alto coste para la persona.

Una mecedora se mueve constantemente pero no va a ningún lado.

Unas veces por falta de dirección, a pesar de que se pudiera estar trabajando desde la visión, y otras por falta de fundamento, el cambio resulta costoso y no se mantiene en el tiempo más que lo mínimo.

Aquí entra la Psicología+ para ofrecernos:

  1. Dirección
  2. Coherencia
  3. Equilibrio
  1. Nos ofrece un mapa de desarrollo

Con ella no sólo podemos trabajar desde nuestros valores, virtudes y fortalezas, tenemos además un mapa por el que dirigir nuestros pasos para mejorar nuestra calidad de vida psicológica. Sea en procesos ejecutivos o life Coaching, siempre, quien hace el cambio es la persona y es ella la que tiene que elegir los pasos que quiere dar para conseguirlo.

Su objetivo es incrementar el “Florecimiento” de la propia vida y en su relación con las demás personas.

  1. Pone en valor lo mejor de nosotros mismos

Los elementos del modelo PERMA se sustentan en las Fortalezas Personales. Cuando somos conscientes de ellas y las ponemos en práctica, se incrementa nuestro sentido de logro, mejoran nuestras relaciones y nuestras emociones positivas.

  1. Nos ofrece multitud de ejercicios para incrementar nuestra calidad de vida psicológica

Los elementos PERMA son desarrollables, forman parte de nuestra inteligencia emocional y siempre estamos aprendiendo e incrementándola. Con sencillos ejercicios, podemos incrementar cada uno de los elementos del PERMA.

El cómo decidimos vivir nuestra vida está totalmente relacionado con estos cinco pilares del bienestar: emociones positivas, compromiso, relaciones, sentido y logro.

Algunas personas cuando oyen hablar de fortalezas, de inteligencia emocional, de psicología positiva puede pensar en “humo”, en temas irrelevantes o banales, sin embargo, la pregunta es sencilla, ¿sabes de dónde sacas la fuerza para afrontar tus retos cada día y sobreponerte a las dificultades?

A mí siempre me ha fascinado esa pregunta, qué hace que la gente se supere, se crezca, evolucione y se adapte con éxito permanentemente ante las circunstancias de la vida. Es algo que gracias a la psicología he podido ir comprendiendo y gracias a la psicología positiva aplicada en el Coaching implementar en los procesos de Coaching que acompaño.

La conclusión es que la calidad de nuestra vida es el resultado de la calidad de nuestra vida psicológica, que entendemos como nuestro grado de bienestar.

Este bienestar es una combinación de emociones y relaciones positivas, compromiso y sentido con lo que hacemos y el logro que alcanzamos.

La forma de mejorar nuestra calidad de vida es maximizar estos cinco elementos en su totalidad.

En el próximo post conoceremos algunos ejercicios para conseguirlo.