Archivo de la categoría: Autoliderazgo

LOS DESEOS PARA EL NUEVO AÑO

Muchas veces nuestros clientes de Psicología Coaching vienen quejándose de los otros, que si el jefe, que si sus compañeros, que si su pareja, que si sus hijos y, muchas veces vienen quejándose de las circunstancias, de la vida, de lo que ocurre. Quieren que cambie lo de fuera que les molesta y que incluso no aguantan. Cuando llega un nuevo año, naturalmente, le piden al año sus deseos de que les traiga los cambios que quieren en su vida.

La queja está instaurada en nuestra sociedad como una forma correcta, incluso simpática de relacionarnos y de vivir. Ha

blar mal del otro, criticarle, juzgarle, incluso desear que no exista es parte del espectáculo mediático que nos ofrecen las cadenas televisivas. Hablar de lo mal que estoy, de lo mal que me va está de moda. El victimismo se ha instaurado como una forma de vida, soy un pobrecito, tengo mala suerte, las circunstancias, la vida, …

Poco favor nos hace esto a nuestro bienestar psicológico. Pensar en lo que falta, en los problemas, en el odio, mantenerse en el resentimiento y en una emocionalidad negativa entre la ira y el asco no nos ayuda nada a estar bien, al bienestar.

EMPECEMOS EL AÑO CON RESPONSABILIDAD

Siempre empezamos el año pidiéndole que se cumplan nuestros deseos y deseando a los demás todo lo mejor. Pero en este post no vamos a pedirle nada al nuevo año sino a pedírnoslo a nosotros mismos. Mis deseos de nuevo año son para que sea más consciente, más responsable y mantenga una conducta impecable con todo lo que me puede aportar buen trato y bienestar.

Empezamos el año nuevo y mi propuesta es precisamente pedirnos a nosotros mismos los deseos que lleven a cambios.

Se basa en la consciencia, en la responsabilidad y en la conducta elegida y no actuar en el piloto automático de una emocionalidad inconsciente y negativa.

Así que sí, mis deseos son conmigo misma.

No hay nada que desee para mí que no desee para todos, especialmente para todos aquellos clientes de Psicología Coaching que tratan de resolver su inquietud fuera de sí mismos. Seamos responsables con nosotros mismos y cuidémonos.

10 claves para que el trabajo no te agote psicológicamente

Teletrabajar no es conectarse al ordenador desde casa. Es otra forma de interpretar el trabajo que no es nueva, en algunas profesiones que ya hacen parte de su trabajo en casa, por ejemplo, periodistas o profesores o personas que elaboran algún tipo de producto en casa.

Tampoco es smart-working que significa trabajar desde dónde sea y cuando el trabajador quiera. Algo que realmente sólo algunos profesionales pueden poner en práctica.

El teletrabajo requiere una madurez de las organizaciones, de sus líderes y de los colaboradores que conlleva un cambio de paradigma de las creencias en torno al presentismo, al puesto de trabajo, el rendimiento, la autonomía, la responsabilidad, el mérito y la dirección de personas.

Supone rediseñar procesos de trabajo, establecer métricas basadas en el rendimiento y no en el presentismo y ahora en el onlineismo y desarrollar protocolos adaptados a las necesidades tanto tecnológicas como de liderazgo que requiere la coordinación de equipos en remoto.

Para el colaborador implica, además, establecer pautas de organización y auto-cuidado concretos ya que el aislamiento y la pérdida de referentes espaciales, temporales y relacionales provoca una serie de efectos vinculados con el agotamiento, la apatía, la desorientación y la desconexión de la organización, que pueden redundar en un stress por teletrabajo.

Estas son 10 recomendaciones a tener en cuenta a la hora de organizar el teletrabajo para evitar esos efectos psicológicos negativos y cuidar tu salud psicológica.

1. Prepárate en “modo trabajo”

Lo habitual es tener asociado trabajar con ejercer un rol determinado en unas condiciones específicas. Para ir a trabajar hemos adoptado unas rutinas diarias y semanales tanto de aseo, ropa que utilizamos y disposición actitudinal que adoptamos. Al trabajar solos en casa podemos entrar en una rutina de descuido de nuestros rituales de autocuidado, de aspecto y vestuario que no nos ayuda a entrar en programarnos para trabajar. Necesitamos establecer hábitos de cuidado personal y adoptar un aspecto profesional ante el ordenador que nos permita estar en “modo trabajo”, atentos y concentrados. Además, puede que nos conectemos en remoto y la pantalla ponga en evidencia nuestro descuido. Hay que establecer rutinas diarias y semanales, estableciendo diferencia entre los días de trabajo y los días de descanso si no vivimos el tiempo en plano, sin diferencia, ni cualidad y llegaremos a sentirnos desorientados temporalmente lo que además fomentará el que nos sintamos desanimados.

2. Créate tu espacio de trabajo

No tienes asociada tu casa a trabajar sino al descanso y la vida familiar. No tienes referentes espaciales, ni temporales ni de relación y los necesitas para que tu mente esté tranquila y asocie el sitio a trabajar, te falta la máquina del café o los encuentros en el ascensor o una mesa concreta para trabajar. Para que tu mente se sitúe con facilidad ante el trabajo tienes que rodearte de estímulos concretos que asocies con trabajar. Para ello prepara un espacio específico para ello, una mesa, una habitación, un rincón. Cuidando la ergonomía de la silla, la altura de la mesa, la luz, el reposapiés y, también, las normas de prevención de riesgos laborales en el hogar, especialmente, atendiendo a los cables de la luz y los objetos móviles. Para ambientar, puedes añadir objetos simbólicos que te ayuden a sentirte en positivo y relajar la mente, imágenes con perspectiva que produzcan sensación de lejanía para descansar la vista y ampliar el foco; elementos con colores estimulantes y formas geométricas que te permitan al mirarlos recuperar la atención; música que te ayude a la concentración. Este entorno concreto pronto se convertirá en el espacio asociado a la concentración y te programarás inconscientemente para trabajar.

3. Organiza tus áreas de vida

Teletrabajar no consiste en sentarse durante horas delante del ordenador o la máquina con la que produzcas desde casa. El teletrabajo gira en torno al rendimiento no al tiempo dedicado. El criterio tradicional está basado en indicadores temporales y procede del siglo XVI cuando Felipe II estableció con un Edicto Real la distribución del tiempo en 8×3 horas: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 para temas personales. Es una organización adecuada para el trabajo manual que tal vez no sea el más adecuado para el trabajo de servicios basados en trabajo cognitivo. Hoy en día las personas valoramos mucho el equilibrio entre nuestra áreas vitales como fuente de salud y ello implica asumir roles, prioridades y circunstancias personales y familiares que hay que integrar en nuestra jornada tal vez en otras proporciones.

Un criterio diferente, acorde con la filosofía del teletrabajo y más sostenible es el criterio de actividad de las “4D” propuesto por José Luis Casero, presidente de AROHE, organización para la racionalización de horarios. Así, tomaríamos decisiones sobre cómo  distribuir nuestra actividad entre: Descanso: específicamente el sueño; Dedicación: realizando actividades concretas de trabajo; Disponibilidad: posibilidad de contactar, por ejemplo, para reuniones y Desenganche: totalmente desconectado del trabajo.  Esta distribución permitiría adaptar con más ajuste los porcentajes a las necesidades del trabajo y de la vida personal.

Este tipo de distribución también puede dar lugar a un 6×4 a la hora de repartir el tiempo.

Sea cual sea el modelo que adoptes, que se integre lo mejor posible en tus circunstancias vitales, si hay un equilibrio es más probable mantenerlo y generará un sentido de congruencia personal y más satisfacción.

4. Establece tus prioridades para el día

En el teletrabajo la organización de las tareas es uno de los pilares fundamentales. Al cambiar el criterio de decisión de tiempo a resultado, es necesario discriminar qué actividades son las que hay que hacer para conseguir esos resultados y cuáles se pueden quedar sin hacer.

Cada día anota la lista de cosas que sí o sí tienes que hacer, que no se pueden quedar sin hacer ese día para conseguir los objetivos, esas son las prioridades. A ellas tienes que dedicar tu energía en primer lugar y, después, irás haciendo las tareas secundarias e incluso terciarias. Siempre habrá tareas que no se podrán hacer y que incluso perderán su sentido por lo que ya no habrá que hacerlas.

Para establecer esas prioridades, hay que secuenciar las actividades, lo primero es fijar metas a largo plazo, éstas las establece la empresa o tú si eres y objetivos semanales, éstos son los que hay que consensuar en equipo. Después analiza lo que es urgente e importante para conseguir esos objetivos semanales y decide cuáles son las prioridades de cada día alineadas con el equipo. Con ello tienes claro una hoja de ruta y un sentido de para qué haces lo que haces lo cual es en sí mismo una fuente de auto-motivación muy necesaria cuando estás sólo.

Esta forma de organizar la actividad tiene múltiples ventajas: evitas la improvisación, te ayuda a vencer la indecisión, tomas decisiones eficientes y eliminas la procastinación debida al perfeccionismo (dejas de hacer las cosas o te dedicas a ellas en exceso por miedo a cometer errores), la indecisión (fruto de confundir las tareas prioritarias con las secundarias) y las excusas (esperando que otro resuelva o esperando que te llegue la información, culpando a otros de lo que no haces).

5. Cierra tiempos

Las personas no rendimos de forma uniforme durante todo el tiempo. Nuestra atención, concentración y ejecución varían a modo de ráfagas, según nuestros biorritmos diarios y semanales. Una razón más para organizarnos por la cualidad de nuestra actividad y no por el tiempo dedicado.

Dependemos de un conjunto de ritmos cíclicos que explican nuestra diferencia de rendimiento según la hora del día y el día de la semana. Tienen que ver con nuestra biología, por ejemplo, el ritmo metabólico, la glucosa en sangre y nuestra interacción con el entorno, por ejemplo, la luz, la temperatura, las estaciones. Algunas personas se concentran con facilidad a primera hora de la mañana y otras lo hacen según va avanzando el día. La clave es la auto-observación y darnos cuenta de en qué horas nos es más fácil entender la información y tomar decisiones. Un análisis personal nos va a indicar en qué horas somos más eficientes, nos concentramos mejor y eso nos va a permitir tomar decisiones de cuándo hacer las tareas de alta concentración y cuando es más rentable realizar actividades de menor concentración.

No por estar más tiempo rendimos más. La ley de Yerkes-Dodson, descrita en 1908, muestra la relación entre nivel de activación y rendimiento en forma de U invertida. Pasado un determinado momento la concentración decae y dejamos de ser eficientes. Un argumento más en contra de la prolongación de las jornadas de trabajo. 

Nuestra percepción del tiempo es subjetiva, equívoca y difusa, de ahí que necesitemos regularlo externamente para tener la sensación de avance. No tenemos un órgano como la vista o el oído que nos indique el paso del tiempo. Nuestro cerebro lo percibe como imágenes aisladas según la valencia que le damos. Pasa deprisa en situaciones positivas y despacio en situaciones negativas. Este sentido del tiempo, nuestro” reloj interno” se modifica según nuestro estado interno. Por ejemplo, cuando tenemos fiebre corre el tiempo más rápido. Se regula en las mismas estructuras cerebrales; hipotálamo y glándula pineal que controlan el ciclo de sueño-vigilia.

La vivencia del tiempo es un fenómeno subjetivo y el ritmo es personal. Experimentamos los tiempos cortos mientras que inferimos los tiempos largos. Esta es la razón por la que se nos pueden hacer eternas las semanas o por el contrario no darnos cuenta de que ya han pasado semanas. Gestionar el tiempo interior es necesario para sentirnos bien por lo que tenemos que establecer marcadores externos que nos ayuden a regular nuestra percepción del tiempo porque si no caemos en una sensación de pérdida de anclajes temporales que puede llegar a asociarse con síntomas depresivos. Cuando el tiempo interno es muy diferente del externo se incrementa el estrés y las reacciones emocionales.

Por todo ello hay que establecer rutinas semanales y diarias para darnos referentes temporales externos que nos permitan ubicarnos con cierta objetividad en el tiempo. Además, cada día hay que fijar un tiempo concreto a nuestras actividades prioritarias y secundarias con el modelo que elijamos 4D u 8×3.

Por último, marcarnos límites temporales que nos estimulen para concentrarnos y actuar.  Mejor decirnos “antes de las dos termino esta tarea” y atenernos lo máximo a esa hora que “a lo largo de la mañana acabo esta tarea”. La primera forma de darnos auto-instrucciones facilita que nos programemos para ser más eficientes y nos genera la  sensación de controlar el tiempo, algo muy necesario para nuestra satisfacción con el trabajo.

6. Negocia con los tuyos

No trates de imponer o informar de lo tuyo como la prioridad a la familia sino que negocia con ellos los tiempos y el silencio en los que necesitas que se respete tu concentración. A cambio ofrece claramente tiempos en los que estarás disponible para ellos. Las soluciones que funcionan tienen que ser válidas para el sistema familiar. Sólo los acuerdos satisfactorios para todos se pueden mantener. Esta es una buena oportunidad para poner en práctica las conductas de pedir y dar que son básicas en las relaciones humanas. Además de los resultados deseados, la negociación nos ayuda a establecer lazos de intercambio saludables con los nuestros que nos reforzarán el sentido de pertenencia grupal, algo que necesitamos y que puede verse disminuido con el teletrabajo.

7. Gestiona tu autoexigencia

Una de las barreras personales más fuertes para un teletrabajo eficiente es lo que los psicólogos denominamos “el crítico interno”. Ese crítico no es más que el discurso que mantienes contigo mismo que cuando es crítico, te habla desde la exigencia: “deberías”, “tienes que” y te lleva al perfeccionismo exagerado y la necesidad de control. Escuchando al crítico interno descalificarte porque “tardas demasiado”, “no llegas”, “no tengo tiempo”, “no me da la vida”, “es que…”, “es que…”, adoptas una posición de victimismo que no te permite afrontar con eficiencia tu actividad.

Puede que tengas que hacer una revisión de tus creencias sobre ti mismo, de tu forma de hablarte y tratarte y ver si lo haces en positivo o en negativo y, además, adquirir las pautas anteriores que te van a permitir establecer límites y gestionarte eficientemente, flexibilizando tu mente y tu conducta porque ya no te dices: “tienes que”, sino” lo que toca ahora es esto”. De esta forma pasas el foco de ti y tu capacidad a tu actividad, lo que redunda de nuevo en el rendimiento eficiente.

8. Auto-cuidado psicológico

Ya hemos visto la necesidad de establecer ritmos, tramos horarios y diferenciar lo que hacemos por su valor en nuestros objetivos, esto está bien, son rutinas externas. Si hemos establecido esas pautas llegamos aquí en un escenario que ya previene y elimina muchos de los inconvenientes del teletrabajo.

Ahora es el momento de establecer rutinas de auto-cuidado físico y psicológico que cuiden  la “maquinaria” con la que trabajamos.

Conviene establecer momentos para descansar la vista, para estimular la atención y focalizar la concentración. La atención de nuestro cerebro decae en torno a los veinte minutos de concentración en una tarea y se desconecta unos segundos en torno a los 55-60 minutos. Esto nos hace ver la necesidad de aprovechar nuestra propia tendencia a la desconexión para relajar la vista mirando una imagen, a ser posible con perspectiva, una ventana, o incluso un objeto hermoso. Reactivar nuestra concentración es más fácil con música adecuada para ello o repasando el contorno y los detalles de algún objeto. Ejercicios de relajación, de respiración consciente, estiramientos son todos apropiados para renovar la energía y mejorar nuestro rendimiento cada hora.

Tenemos que revisar ahora nuestro discurso interno ¿Cómo nos hablamos? ¡Qué pesadez!, ¡Esto no termina nunca! No se rinde igual cuando el estado anímico es de apatía, desmotivación, impotencia, sensaciones de falta de control y cuando convives con emociones negativas y sentimientos de incertidumbre e indefensión. Además, con el teletrabajo es más fácil que surja el aburrimiento por falta de estimulación variada, tensión acumulada, pensamientos y sentimientos negativos.

Por el contrario, expresiones de ánimo como: ¡vamos! ¡ya queda poco! ¡venga! son auto-instrucciones totalmente diferentes que suscitan un estado positivo que es precisamente lo que necesitamos para afrontar con tranquilidad el trabajo.

Además, es necesario que diariamente nos revisemos cómo hemos estado ante el trabajo. La autoconsciencia y el poner un nombre a como nos sentimos se han revelado como prácticas de gran ayuda para la regulación emocional. Un excelente ejercicio para fomentar positividad es anotar cada día 3 cosas positivas o 3 logros de esa jornada. Es un ejercicio de Psicología Positiva que nos hace tomar consciencia del avance de nuestro trabajo y relativizar los inconvenientes ya que si no corremos el riesgo de polarizarnos en la negatividad pensando que no salen las cosas, que todo va mal o que es imposible terminar el trabajo.

Establecer descansos, cuidar nuestros pensamientos, relativizar, dar diferente valor a lo que hacemos y flexibilizar nuestra exigencia nos va a ayudar a afrontar con más seguridad el teletrabajo.

9. Mantente comunicado

Uno de los riesgos psicológicos del teletrabajo es la pérdida de referentes relacionales, sentimos que nos falta algo esencial, el contacto con otras personas.

Teletrabajar no significa estar aislado, requiere precisamente una mayor coordinación para que las aportaciones individuales se alineen con los resultados perseguidos. Esto supone mantener conversaciones periódicas que garanticen la aportación de valor del teletrabajador a los procesos que la organización requiere.

Por ello, es necesario tener claro que los tiempos de comunicación con supervisores y equipo son parte de la propia gestión del trabajo. La falta de comunicación directa hace que nos desconectemos del equipo y que perdamos los referentes grupales que nos cohesionan y producen sinergia.

Conviene mantener tiempos para hablar de las tareas, tiempos para hablar de las relaciones y tiempos para hablar de cómo estamos afrontando el trabajo, de cómo nos sentimos y pensamos, no para desahogarnos sino para aprender de los compañeros estrategias que les funcionan y sentirnos parte de una comunidad. Un líder de equipo en remoto tiene que facilitar estos espacios pero también es cosa del teletrabajador solicitarlos y aprovecharlos.

Necesitamos mantenernos comunicados con el equipo y la organización para sentir que formamos parte del proyecto. El contacto diario es necesario. Actualmente las videoconferencias se han convertido en el vehículo perfecto para lograrlo, conexiones breves, focalizadas en un tema, con objetivos y agenda concretas y seguimiento de las acciones decididas. Idealmente una reunión de coordinación al día sería perfecta para sentirnos vinculados. Además, una reunión presencial cada cierto tiempo compensaría la falta de contacto personal.

10. Consigue retroinformación de tu actividad

Uno de los riesgos del teletrabajo es perder la perspectiva y no darnos cuenta del trabajo realizado, del avance hacia los objetivos. Necesitamos dotarnos de referentes que nos ayuden a programarnos para la eficiencia y los indicadores de avance son excelentes para ello.

Indicadores como el ok a la lista de actividades realizadas, simplemente dando el ok a nuestra lista de actividad diaria. Cualquier indicador de actividad: ratios, promedios, resultados, que nos aporte perspectiva sobre el avance en nuestro trabajo y que nos permita valorar lo que hacemos será un elemento de refuerzo de nuestra motivación.

Teletrabajar requiere hábitos concretos, algunos de ellos ya habituales en el trabajo presencial, lo que cambia es la orientación a resultados. Muchas son sus ventajas pero también son muchos los riesgos que hay que minimizar o eliminar para conseguir la eficiencia y la satisfacción del teletrabajador.

Isabel Aranda, Doctora en Psicología

Artículo publicado en ABC el 25/04/2020, en colaboración con AROHE

EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR 

soy lo que creo¿Qué pasa cuando te ves como un fraude?

¿Cuando te crees que no vales y piensas que lo que consigues es una mentira?

¿Qué es?

Por impostor se entiende alguien que finge lo que no es. El “síndrome del impostor” es una forma de verse a uno mismo ante la vida que produce un conjunto de síntomas cognitivos, afectivos, conductuales y fisiológicos relacionados con el estrés. Se vive con “sufrimiento psicológico” y, con frecuencia, trastornos somáticos.

El término fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978.

Es un trastorno funcional. Es decir, tiene que ver con cómo piensas y razonas sobre ti mismo, tu capacidad y merecimiento para alcanzar objetivos que lo haces de tal forma que te lleva a sentirte mal. Por lo tanto, no está recogido en ninguna clasificación clínica.

Cuando se está bajo los efectos de este síndrome, las personas sienten que no se merecen lo que han alcanzado y que los demás se van a dar cuenta de su falta de méritos y competencias, de que son un fraude. Piensan que si los demás supieran lo mediocres que son les quitarían las condiciones de que disponen: trabajo, posición, aprobados, reconocimiento, cariño, etc.

¿A quien afecta?

A personas con gran exigencia consigo mismos, perfeccionistas y de gran rendimiento como son los  estudiantes con buenas notas, deportistas, profesionales cuyo ejercicio se vincula con objetivos, a quienes afecta más cuanto más éxito tienen. ¿Quié lo diría? pero el astronauta Neil Armstrong pasó también por este síndrome.

Y, afecta más a las mujeres que a los varones. Es sabido que tras su salida de la Casa Blanca, Michelle Obama confesó que sufría el síndrome del impostor. Jennifer López y Michel Pfeiffer son algunas de las muchas actrices que lo ha hecho público. Las investigaciones confirman la alta frecuencia entre mujeres seguramente vinculada a las creencias culturales sobre la valía de éstas y la disonancia real entre lo que se “supone culturalmente” que una mujer puede hacer y cómo y lo que en realidad hacen.

Es un síndrome que aparece con gran frecuencia en los procesos de psicología coaching ejecutivo.

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas más notables son los cognitivos que tienen que ver con cómo piensa y se juzga a sí mismo (inteligencia emocional) a los que se asocian síntomas afectivos, conductuales y fisiológicos. Todos ellos fomentan un ciclo tóxico en el que la persona se ve atrapada y que, además, lleva a comportamientos “autodestructivos” como el autosabotaje, la descalificación, la inhibición, etc.

SINTOMAS DEL SÍNDROME DEL IMPOSTOR
Pensamientos

  • Creencias negativas en torno a la propia capacidad, merecimiento y valía.
  • Creencia de que el éxito se debe a razones externas: a suerte, el azar, a la ayuda de otros.
  • Expectativas de fracaso ante situaciones similares a las que previamente han superado con éxito.
  • Desconfianza en las propias competencias que le han permitido conseguir sus resultados.
  • Falta de motivación de logro.
  • Descalificación personal.
  • Pensamientos catastrofistas.

Sentimientos

  • Desánimo, desesperanza, indefensión.
  • Alteraciones del ánimo.
  • Miedo a que los demás descubran su “fraude”.
  • Miedo constante a no estar a la altura.
  • Inseguridad en el ámbito académico, laboral, e incluso en las relaciones sociales.

Conductas

  • Inhibición e incluso parálisis para afrontar nuevos retos.
  • Inhibición en la participación social tanto en las relaciones sociales como en actividades profesionales como la participación en las reuniones profesionales.
  • Hablar negativamente de sí mismo, desvalorizarse, desprestigiarse,  ningunearse.
  • No son capaces de aceptar reconocimiento ni elogios.
  • Evitan las situaciones de exposición y evaluación.
  • No piden ayuda para afrontar los temas en los que están inmersos.

Fisiológicos

  • Alteraciones gastrointestinales, del sueño y otros síntomas propios del estrés.

¿Cuáles son las consecuencias?

El síndrome puede actuar como un potente bloquedor de la persona. Al sentirse un fraude no apuesta por sí mismo, no se da valor y no se hace valer.

En el entorno laboral esto puede tener serias consecuencias, tal y como muestra un estudio realizado en la Universidad de Salzburgo de Austria en 2016 donde se indicaba que, la mayoría de las personas que lo sufrían veían limitada su carrera profesional, tenían sueldos más bajos, menos promociones que sus compañeros con capacidades y experiencia similares y mayor incapacidad para buscar nuevos empleos.

A nivel personal, este tipo de pensamiento conlleva una importante carga de “sufrimiento psicológico” que puede llegar a ser realmente intensa, afectando sus relaciones personales y, lo que es básico, su relación consigo mismo. Es frecuente, que como fruto del diálogo descalificante interno que mantiene no sólo se juzgue de manera limitante sino que llegue a castigarse por el hecho de verse como un fraude con conductas como no darse permiso para disfrutar, recibir elogios, afecto, etc.

¿Por qué ocurre?

Las personas somos seres en construcción permanente, nos vamos haciendo constantemente con nuestras experiencias a través del procesamiento que hacemos de las situaciones.

De una forma muy simple podríamos decir que interpretamos lo que ocurre a través de 4 dimensiones de experimentación vital:

  1. Cognitiva
  2. Afectiva
  3. Conductual
  4. Fisiológica

El Síndrome del impostor afecta intensamente a todas estas dimensiones vitales.

A nivel cognitivo digamos que se produce una atribución externa del locus de control. ¿Qué significa esto? Pues, dicho de forma muy sencilla, que se interpretan los hechos pensando que otros, el azar, la oportunidad son la causa de lo que ocurre y que yo no tengo ningún papel en ello. Y esta es la base del síndrome del fracasado.

Como consecuencia de esta atribución externa:

Se hace un razonamiento ilógico. Las deducciones se basan en premisas sustentadas en una atribución externa  que no se corresponden con los hechos sino con su interpretación de los hechos. Esta atribución externa no permite a la persona reconocer su papel en sus logros a pesar de los datos que avalan sus resultados sino que lo achaca a otros factores externos como la suerte, azar, otros o la ayuda y, por lo tanto, no internaliza el logro como algo personal.

Fruto de su atribución externa no son capaces de reconocer la propia competencia ni considerarnos a nosotros mismos como válidos.

Además, se comparan continuamente con los demás, por su puesto para “perder”, porque interpretan que los demás son más inteligentes, competentes y valiosos. Y, simultáneamente, buscan ser “el mejor de los mejores” como un intento de conseguir valorar para sí mismos.

Vinculado con este tipo de razonamiento y atribución causal externa está el sentido de identidad de la persona. Naturalmente percibe los tres componentes de la identidad: autoconcepto, autoestima y autoimagen de forma distorsionada.

Es territorio de la inteligencia emocional: del cómo te interpretas, relaciona contigo mismo y con los demás. Es lógico pensar que hay un pobre desarrollo de la inteligencia emocional intrapersonal, por supuesto, aunque la inteligencia cognitiva sea muy alta (que con frecuencia lo es). El cómo viviste en la infancia el planteamiento de objetivos, el reconocimiento a tus logros y la valoración de ti como agente del éxito es el punto de partida. Pero, se sigue desarrollando de por vida y, por eso, podemos aprender a modificarlo.

Y hablando de infancia, es ahí donde aprendemos a fundamentar nuestras creencias de merecimiento, capacidad y valía. Pero, activamente podemos aprender siempre a conseguir las creencias que queremos para ser quienes queremos ser.

¿Qué lo empeora?

Por un lado, la presión social y, por otro, las creencias sociales.

La presión social que se manifiesta en la competitividad por conseguir las mejores notas, conseguir los objetivos, tener más likes. En las empresas la presión por conseguir los objetivos, la inmediatez y la exigencia continua empeoran el escenario. Las redes sociales no han hecho más que incrementar las condiciones para que este síndrome aparezca. Incrementan la sensación de fraude al ver en las RRSS que los otros son exitosos (ya que sólo se muestran situaciones de este tipo).

Tampoco ayudan las creencias sociales como la de “vales lo que ganas” que pone el valor de las personas en lo que consiguen y no en lo que son lo que genera una profunda confusión en muchas personas sobre su identidad.

¿Cómo superarlo?

Estamos hablando de un síndrome psicológico de cómo las personas afrontan la vida.

De poco valen las “recetas” facilonas de “haz esto o haz lo otro”. No vale que nadie te diga lo que tienes que hacer porque precisamente has llegado hasta aquí por ello.

La única solución es cambiar tus procesos y paradigmas de pensamiento sobre la vida y eso lo tienes que hacer tú desde ti mismo y con lo que a ti te vale.

Sin embargo, es muy, muy laborioso superarlo por uno mismo.

Este es uno de esos casos en los que el acompañamiento profesional marca la diferencia tanto en tiempo como esfuerzo para conseguir los cambios buscados y alcanzar “resultados extra-ordinarios”. Buscar ayuda para lo que no te funciona es el primer paso para conseguir lo que quieres.

Un psicólogo experto en coaching:

  1. Te lleva a tomar consciencia de cómo piensas, sientes, actúas y somatizas la forma que tienes de enfrentarte a la vida. Cuando el coachee se reconoce en el síndrome del impostor ya se produce un shock que le predispone al cambio. Te impulsa a aceptarte y reconocerte como persona, revisando tus creencias, cómo se han formado, cómo razonas y te sientes con ello.
  2. Te acompaña a que veas cómo modificar tus esquemas de razonamiento basados en la atribución del locus de control externo; desarrolles tu inteligencia emocional intrapersonal; priorices tus objetivos y, muy, muy importante valores lo que hay y no lo que falta (es decir, dejes de pensar en términos negativos o términos absolutos de todo o nada).
  3. Fomenta que revises tus éxitos desde tu nueva óptica de atribución del locus de control interno, “yo lo he conseguido” y desarrolles tu sentido de identidad que ahora es capaz de conseguir sus logros.

¿Por qué seguir sintiéndote fracasado cuando

esto es sólo una forma de interpretar la vida?

La capacidad de cambiar cómo nos sentimos en nuestra vida sólo está en nuestras manos, ¡¡podemos ser muy poderosos!!

 

VERDAD ÚNICA y VERDAD RELATIVA

pigmalionLo que más me gusta de la Psicología Coaching es que te lleva a mirar la vida de una forma amable, respetuosa y con la consideración de que el ser humano está completo, no le falta nada, no está defectuoso y no tengo que cambiarlo.

En una sociedad donde el odio al que piensa diferente esta institucionalizado y convertido en la actividad central de los partidos políticos y las cadenas de televisión, no es de extrañar el incremento de los comportamientos violentos hacia los demás en cualquier ámbito social. El odio está aceptado, modelado y utilizado como un instrumento para someter a los demás.

Ante este bombardeo de declaraciones, tertulias e informativos, contrasta aún más el paradigma de la Psicología Humanista donde el respeto al otro como legítimo otro es el principio básico de la relación humana. Esta forma de ver al ser humano no sólo impregna las relaciones de apertura y cooperación, también te abre a nuevas formas de ver la vida.

Los hechos son observables pero es la interpretación de esos hechos con lo que contamos y que da pie a nuestras diferentes perspectivas y opiniones. El desprecio a la subjetividad del paradigma positivo cientifista no deja de ser una posición defensiva y, también, subjetiva. Da por hecho, y así se lo quiere imponer a los demás, que  su punto de vista es “el punto de vista correcto”, la “verdad única”.

Pero, para la Psicología Humanista “La verdad no es única”, es relativa a quien cuenta con esa opinión, su opinión.

Por eso, ninguna opinión es superior a otra, es sólo una más. Naturalmente que tenemos criterios morales (nuestra ética personal) que nos hacen pensar que tenemos más derecho que los demás porque nuestras opiniones responden a nuestra moral. Creemos que nosotros sí tenemos derecho y los demás no. Creemos que nuestras opiniones son de más categoría y mejores que las de otros.

Estamos enjuiciando a los demás, nos convertimos en juez y parte y decidimos quien tiene derecho a opinar o hacer algo y quién no e incluso quien tiene derecho a respirar y quién no.

¡¡Qué diferente esta forma de pensar de la que adoptamos en la Psicología Coaching!!!

Cuando piensas que sólo tienes una perspectiva, la tuya, pero que es parcial y limitada, tu forma de entender las relaciones cambian por completo. Es difícil ya que intentes imponer tu opinión a los demás. Escuchas las perspectivas de los demás con el interés de mejorar tu propia perspectiva. La consideración del otro es la de máximo respeto porque no le juzgas como inútil, incapaz o equivocado o algo peor. Simplemente le aceptas en su perspectiva.

Este paradigma sustentado en la Psicología Humanista, es una forma de ver al ser humano completo, lleno de posibilidades de crecimiento y evolución. Contemplas a la Humanidad como un ente vivo relacionado y en constante evolución del que todos somos parte.

No a todo el mundo le gusta este paradigma, hay quien se cree superior a los demás, hay  quien se cree el único, hay muchas personalidades narcisistas, paranoicas, esquizoides, hay quienes sólo quieren lo ancho para ellos y lo estrecho para los demás, hay quien para darse valor se sube encima y pisotea a otros, hay quien adquiere su valor al imponer sus ideas a otros, en fin, que el afán de poder imponerte a otros y someterlos a tu voluntad está muy difundido.

Para aquellos que sí se plantean adquirir el paradigma humanista no es fácil, cuesta cambiar el chip, darte cuenta de que las personas hacemos las cosas lo mejor que podemos, cuesta dejar los juicios sobre los otros, cuesta aceptar que sean cuales sean sus opiniones son suyas y tan válidas como las tuyas, cuesta la aceptación del otro como legítimo otro. Desde este entendimiento estas en condiciones de escuchar, debatir, de contrastar, de llegar a acuerdos y sobre todo de construir nuevas realidades de entendimiento y colaboración.

Es fácil entender que aquellos que utilizamos Psicología Coaching en nuestro trabajo hemos tenido que cuestionarnos primero desde donde lo hacemos, ¿desde el enjuiciamiento al otro? o ¿desde la aceptación del otro? Trabajar en este paradigma requiere una constante revisión de nuestros propios presupuestos mentales ¿cómo estoy siendo?

Es de suponer que la aplicación metodológica y los resultados que obtengamos con nuestros clientes sean claramente diferentes. No, no es lo mismo decidle a alguien cómo hace las cosas o lo que tiene que hacer que acompañarle a que descubra qué quiere hacer y cómo quiere hacerlo.  “El efecto Pigmalion” se cumple con creces, porque el marco de relación humanista pone de manifiesto lo mejor y más potente de la persona.

 

Abierto el plazo de pre-inscripción: 4ª ed. Experto Universitario en Psicología Coaching,

Psicólogo Experto en coaching (PsEC(r) que dirijo en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

 

¿Afecta EL INVIERNO a mis decisiones?

imagen 100Estamos en invierno. Ya pasadas las vacaciones de Navidad y el subidón de los alegres deseos de primeros de año, nos metemos en el frío, en las nevadas, en los hielos y en las gripes, en la queja continua de la contrariedad y en la confrontación con lo nimio. Se nos hacen cuesta arriba las cosas y no tenemos ganas: ¡qué pereza hacer algo!

El invierno: una estación donde la vida se reconcentra. Los árboles caducifolios, desnudos de hojas, concentran su energía esperando el momento en que el frío disminuya, la luz se intensifique y el sol comience a calentar. Algunos animales invernan en un letargo protector. Tanto con medidas externas de protección  -como las de los animales de pelo largo que densifican su pelo y lo alargan-, como medidas internas, enlenteciendo el metabolismo, los seres vivos tratamos de adaptarnos a la baja tasa de luminosidad, al intenso frío y al escaso calor del sol.

Y los seres humanos no somos ajenos a esta realidad estacional. Además de nuestras reacciones biológicas, también tendemos, con más frecuencia, y más intensamente, a determinadas tendencias psicológicas. Nos volvemos hacia nuestro interior, nos reconcentramos, reducimos los esfuerzos físicos, la energía mental e, incluso, la interacción social.

Es bueno saber cómo nos afectan las estaciones y cómo sacarles el máximo partido para vivir en congruencia con el universo al que pertenecemos. La vanidad de creernos independientes a las leyes del universo nos lleva a una corta miopía sobre quiénes, cómo y qué somos.

Algunos médicos reconocen el impacto estacional en la evolución de síntomas y enfermedades. Cualquier enfermo crónico puede referir cómo su sintomatología es diferente en cantidad y calidad dependiendo de la estación.

El invierno es el dominio del frío pero también hay hogueras que nos calientan y nutren. Hacia ellas tenemos que dirigirnos para nutrirnos y renovar nuestra fuerza interior. Hacia esos focos de energía tenemos que dirigirnos para escucharnos, darnos cuenta de dónde estamos en nuestra trayectoria vital, darnos cuenta de cómo afrontamos las relaciones y los retos diarios.

El invierno es un tiempo para encontrar la palabra justa, el equilibrio y la fuerza de voluntad.

Bien pensado, hay un orden magnífico del que formamos parte y del que nos beneficiamos. En invierno toca parar, mirar hacia dentro, disfrutar del silencio, del encontrarnos con nosotros mismos, de encontrar esa savia interna que nos de la fuerza interior para alimentar nuestra voluntad. Es un tiempo para el encuentro íntimo con nuestra energía interna, concreta y material.

Estos matices se aprecian en los procesos de psicología coaching, nos encontramos con más frecuencia personas que buscan tomar decisiones vitales, elegir lo que sí quieren y lo que no quieren, de coger fuerza para hacer algo.

No es que estos temas no aparezcan el resto del año, es que ahora son más frecuentes y con más intensidad. Incluso en procesos de psicología coaching en marcha, se puede apreciar el foco, en este momento, en estos temas.

Así que sí, podríamos hablar de temas que adquieren más visibilidad estacional.

¿Hay temas de invierno? Por su frecuencia, sí, aparecen como temas estrella:

la voluntad, la asertividad, las decisiones. La emoción dominante es el miedo, incluso a las cosas cotidianas, el sentirse incapaz por lo inmediato, el pensar en pequeño, el tomarse las cosas a malas, el agobio por la pequeñez y lo inmediato, las dudas, el sentirse fuera de lugar o no aceptado. Se agudizan los sentimientos limitantes. Los pensamientos dominantes tienen que ver con dejar, con la falta de fuerza, de ganas, de recursos. Las relaciones personales se enredan, con más frecuencia,  con asuntos menores “dimes y diretes” que, sin embargo, producen un gran malestar personal y un incremento de la conflictividad grupal.

Tendemos a protegernos y, con frecuencia, eso implica descalificar o ningunear  a otros. La oscuridad del invierno nos lleva a nuestras zonas abismales, aquellas en las que la sombra domina nuestra personalidad. Ahora cuesta más salir de ellas. Nos falta la liviandad del calor que próximamente traerá la primavera.

Es tiempo de mirar adentro, de cuidarnos. Al igual que frotando unos palos encendemos un fuego, el suave masaje, el cuidado amoroso de nosotros mismos nos lleva a encender la hoguera de la fuerza y  voluntad.

Pronto la nieve se irá deshaciendo y el sol comenzará a calentar, esa mirada a nuestro interior, a nuestra fuerza y equilibrio interno dará paso a brotes fuertes y bien nutridos de nuestra determinación para florecer. Será el momento de afrontar con energía nuevos retos, ahora, sin embargo, toca encontrar el equilibrio interior.

Lo que prima en invierno

Emociones: miedo

Sentimientos: incapacidad

Pensamientos: no puedo

Inquietudes: indecisiones, dudas, quejas

Acciones: recogimiento, evasión

Relaciones: enredadas, enturbiadas

Foco: en lo pequeño, en lo inmediato

 

recomendaciones

 

invierno

¿Quieres ser más eficiente y tener un mayor bienestar este otoño? 

A01057727Iniciamos el curso. No sólo el escolar -que nos marca el rimo en muchas familias-, sino el curso que se vincula a las estaciones climáticas que es el que verdaderamente organiza nuestra actividad psíquica, física, laboral y social. No somos ajenos al ritmo de las estaciones sino que, por el contrario, éstas marcan, y mucho, nuestra disposición a hacer unas cosas u otras, a sentirnos de una determinada manera y a afrontar la vida de forma  diferente.

Venimos de la expansión y luminosidad del verano y, poco a poco, vamos entrando en el otoño, un tiempo de gran actividad para casi todos, la luz comienza a disminuir visiblemente, la temperatura disminuye a trompicones, pasamos mucho tiempo en las oficinas y casas y nos centramos en nuestras tareas. Ponemos nuestra atención en las rutinas de la vuelta al trabajo. Como siempre, lo externo puede deslumbrarnos por su ritmo frenético. Pero, no podemos dejarnos de vista a nosotros mismos. Como siempre, la tensión entre el mundo de fuera y el mundo de dentro.

El otoño: una estación para el encuentro con uno mismo

Del otoño suele decirse que es la estación de la melancolía, propicia balances y cambios. Las crecientes disminuciones de luz y calor y los intensos colores de la naturaleza, nos conducen a contemplar la lluvia, a largos paseos otoñales, a pisar los mantos de hojas caídas, a ver cómo el viento las levanta y mueve.

A nivel anímico, es frecuente entrar en dinámicas de desánimo creciente, melancolía, pesimismo y cansancio otoñal.

A nivel psicológico, se agudiza, en muchas personas, la auto-exigencia con uno mismo, la preocupación, el egoísmo, los recuerdos obsesivos, la intolerancia, la vulnerabilidad, la sensación de esfuerzo y sacrificio y el stress continuado para hacer frente a las demandas de nuestra actividad.  Puede que evitemos escucharnos, mirarnos, atendernos y nos volquemos en una actividad sin freno. Tendemos a retomar los temas y a mantenernos agarrados a los modos de antaño. Volvemos al trabajo, tal vez descansados, pero eso no es suficiente para conseguir un mayor bienestar y eficiencia. Volver a viejas rutinas cuando se pierde la perspectiva puede llevarnos al victimismo, al pesimismo y la desgana.

También, a nivel corporal, hay cambios importantes, hay menos energía para movernos y un mayor esfuerzo por interactuar con el medio ambiente, sea físico o social. Llegan los resfriados y los virus gripales.

En el otoño la energía se recoge, se vuelve hacia el interior. Los árboles se desprenden de las hojas. Los últimos frutos están maduros. El crecimiento vegetal se ralentiza. Hay que hacer las podas otoñales y sanear las plantas. Igual ocurre con nosotros, también tenemos que soltar, podar, reorganizar las fuerzas.

Es tiempo de soltar

otoño

Es el mejor momento del año para mirar hacia adentro, para reflexionar sobre ti mismo y tu vida. Es el mejor momento para el recogimiento y la conexión interior, para la contemplación y la reflexión constructiva. El otoño invita a la intimidad, al encuentro con uno mismo, al recuerdo, a la propia complicidad. Es tiempo de reordenar: la casa, la mesa de trabajo, los armarios y también tus pensamientos,  recuerdos, tus relaciones, tus objetivos, tu vida en general.  Es tiempo de escuchar a tu cuerpo y aligerarlo. Es tiempo de reorganizar.

Es tiempo de desprender, de decir “esto no”, de olvidar rencores, enganches relacionales, de pasar página, de cerrar libros de historias inconclusas, de soltar lastres. Es un tiempo para poner la mirada en lo esencial y reordenarte a ti mismo.

Necesitamos innovar para coger fuerza, para convivir con la melancolía otoñal. Necesitamos despejar el espacio.

Necesitamos pensar en “base 0”, es decir, pensar realmente en lo que hay que hacer y en lo que ya no hay que hacer para conseguir nuestros objetivos, sin el lastre de lo que ya estamos haciendo.

No pienses en qué más hacer, sino en qué hacer diferente y si eso es realmente eficiente para conseguir lo que te propones.

Ahhh! Esa es otra, ¿tienes ya tus objetivos para este cuatrimestre? ¿Qué quieres conseguir antes de acabar el año? A veces, sólo a veces, actuar radicalmente puede sernos de gran utilidad, y éste es uno de esos momentos. Elimina de tu vida rutinas obsoletas, modos de trabajar ineficientes, cajones llenos de viejos documentos, ropa que no te pones,… Despréndete de todo lo que sobre.

Es un tiempo para revisar los ideales y recuperar la fuerza que nos aportan. Es un tiempo de valorar nuestras raíces y apoyarnos en ellas. Es un tiempo de nutrirnos de belleza otoñal que nos llene de endorfinas: el espectáculo fascinante de la naturaleza, los colores otoñales,  exposiciones de arte, nuevas colecciones de ropa, nuevas series de TV, actualizar las apps,…, estímulos nuevos que nos ayuden a revitalizarnos.

Cuida tu alimentación para eliminar toxinas. Establece una buena dinámica de respiración con ejercicios al aire libre.

Para ello, necesitas poner atención y cierta autodisciplina

Si, aún no lo tienes, busca una idea, una imagen, un recuerdo, una frase que te inspire y eleve tu espíritu y te permita trascender y conectar con tu esencia humana y con la vida. Algo que te de la certeza de que la vida sigue su perfecto ritmo, por encima de las incidencias diarias, del sinsentido disociado. Busca un pensamiento elevado o mantra, que te posicione en tu centro, una declaración de tus ideales y valores profundos.

Empieza por ti mismo (que ere el protagonista de eso que haces y sientes)

10 claves otoño.png

 

El arte de ser uno mismo

PlayaInclusionImageQuiero desearte unas vacaciones llenas de lo que más quieras: descanso, playa, montaña, seres queridos, deporte, relax,…,  mi deseo: que elijas lo mejor para ti.

Y por si quieres algo de lectura y reflexión personal,  te invito a seguir mis dos nuevos e-books que puedes descargar gratuitamente en los enlaces.

El arte de elegirme a través del autoliderazgo: Conviértete en una obra de arte arte

https://bookboon.com/es/el-arte-de-elegirme-a-traves-del-autoliderazgo-ebook

El arte de brillar a través de tu marca personal: Muéstrate como una obra de arte

https://bookboon.com/es/el-arte-de-brillar-a-traves-de-tu-marca-ebook

¡¡Feliz verano!!

¿PERDONAR o ACEPTAR?

buda1¿Tú perdonas?

Hace unos días un alumno en uno de mis cursos me decía: “¿No crees que perdonar es lo importante? Yo perdono a la lluvia porque me moja, perdono al día porque está nublado, perdono al autobús que ha pasado sin que yo llegara a cogerlo, perdono a mi compañero que me ha fastidiado,…”

El perdón

Uno de los temas que más se mueve actualmente en las redes, blogs orientados a la felicidad y en Face book especialmente. Que te perdones a ti mismo por la vida que has vivido, lo que has hecho o no has hecho, que perdones a tus padres por cualquier cosa que te hubiera podido ofender,… Te dicen que perdonar te libera, que con eso tienes bastante para vivir una vida mejor, que con perdonar basta y que vas a alcanzar una especie de nirvana si lo haces.

¿De verdad?

Exploremos el concepto y las implicaciones del perdón.

¿Qué significa perdonar?

Wikipedia habla de que “El perdón es la acción por la que una persona perdona a otro una acción considerada como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo o restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden afectadas o queden menos afectadas. El perdonante no «hace justicia» con su concesión del perdón, sino que renuncia a la justicia al renunciar a la venganza, o al justo castigo o compensación, en aras de intereses superiores. El perdón no debe confundirse con el olvido de la ofensa recibida  Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo que otras personas considerarían una ofensa. Tampoco perdona quien deja de sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto ofensor que hacen ver la inexistencia originaria de ofensa alguna. El perdón es obviamente un beneficio para el perdonado, pero también sirve al perdonante (que también está interesado en ver recompuestas total o parcialmente sus relaciones con el ofensor y en ocasiones cumple al perdonar una obligación moral o religiosa) y a la sociedad, pues contribuye a la paz y cohesión sociales y evita espirales de venganzas, motivo por el que religiones y diversas corrientes filosóficas lo recomiendan.

También se habla en un sentido impropio de perdonar un castigo, una deuda u otro tipo de obligación, en el sentido de renunciar a exigirla”.

Bien, en definitiva los elementos que entran en juego en el perdón son:

  1. El perjudicado se siente ofendido. La pregunta naturalmente es ¿por qué?
  2. Hay un acto que le ofende porque lo vive como una amenaza, una injusticia, abuso y, muy probablemente, como falta de consideración hacia sí mismo. De nuevo ¿por qué?
  3. Cuando es una persona el ofensor, quien además le pide disculpas e incluso el perdón, muestra su arrepentimiento o da una satisfacción al ofendido para hacerse merecedor de su perdón, la autoestima del ofendido se resiente menos y puede estar dispuesto a dar su perdón desde una posición “altanera”, de superioridad, de ofendido, de yo soy más o mejor o más bueno que tú y por eso te perdono a ti que lo has hecho mal. El que pide disculpas por algo, cede parte de su autoestima y abandona su posición. Cuando el ofendido es alguien que juega al ganar o perder, esta petición de perdón la interpreta como un triunfo total sobre el otro.
  4. Al perdonarle, el ofendido cede en la intensidad de sus emociones iniciales de rabia y enfado para sustituirlos por una intensidad tolerable, asumible, con sentimientos de resentimiento y desconfianza y tal vez, hasta el olvido más adelante.
  5. Modifica en parte o totalmente su actitud hacia el ofendido y puede que el “re-sentir” sus sentimientos asociados a impotencia, injustica, abuso, etc. vayan diluyéndose.

Mi primera reflexión es:

¿Por qué se siente ofendida esta persona? ¿Dónde está la clave? ¿En los hechos o en la interpretación que hace de ellos? Naturalmente que siempre hay hechos y acciones que nos afectan tanto como para percibirlos como una amenaza a nuestra integridad, a nuestro sentido del yo y nuestra capacidad de acción. Naturalmente que hay hechos que conllevan una falta de justicia, un trato desconsiderado, un abuso,  pero una cosa son los hechos y otra cosa es la atribución que hacemos de ellos, la interpretación que les damos.

En el ejemplo que nos daba esta alumna es fácil distinguirlo, ¿por qué vives como una amenaza que el día haya amanecido nublado y esté lloviendo? ¿Es esto una amenaza en sí misma, o lo interpretas tu como desagradable e incluso amenazante para ti?

Dejadme que vaya a lo nuclear ¿qué lleva a una persona a sentirse amenazada por algo como una lluvia? Porque sentirse amenazada es el origen de la ira. ¿Por qué está airada esta persona? Cuando la lluvia, como era este ejemplo se interpreta como una circunstancia, simplemente se pueden tomar medidas como guarecerse, protegerse, retrasar algo,.., pero ¿responder emocionalmente con ira?, ¿considerarlo una amenaza? Es muy posible que no sea la lluvia lo que genera su ira sino que está ya airada por alguna otra cosa, o tiene como hábito emocional para interpretar lo que ocurre la ira. Alguien que está ya airado es fácil que se dispare por cualquier cosa que ocurra y le contrarie.

Mi segunda reflexión es:

¿Desde dónde necesito perdonar?

Perdona el que cree que tiene ese derecho. Permite al otro superar lo que sea que se merezca el perdón o incluso a situaciones o cosas a las que con pensamiento animista las dotamos de voluntad y animosidad para dañarnos como es el caso de la lluvia.

Cuando perdono me revisto de una “supremacía moral” sobre el otro (moral: mi ética personal; supremacía: mejor que la tuya). El sacerdote tiene atribuida la potestad de perdonar los “pecados” imponiéndole a cambio de sus actos una penitencia que compensa el acto malo a perdonar. El juez impone una pena para compensar el delito y poder con su cumplimiento hacer justicia por el mal cometido. El indulto, potestad de la más alta jerarquía, es el perdón de la pena. No podemos olvidar estas figuras, inmersas en nuestro inconsciente colectivo cultural. Culpa y perdón son dos caras de una misma moneda.

Pero una cosa es un delito, un acto de agravio objetivo y otra es atribuir la culpa y responsabilidad de algo a otro.

Culpar y perdonar no pertenecen al ámbito de la responsabilidad personal, sino al ámbito del victimismo.

Cuando culpo a otro estoy atribuyendo a alguien algo que posiblemente sea mío, como mínimo es mía la atribución que le hago y puede también que la proyección que realizo con ello. En psicología se denomina a esto “locus de control externo”, es decir, pongo fuera de mí el control de lo que a mí me pasa.

En el fondo, tanto la emoción como las razones que me doy, tienen una base atribucional, el cómo interpreto lo que me ocurre, en el caso emocional de una forma automática, inconsciente y ultra rápida mientras que en el área racional es una atribución más lenta, consciente y un tanto deliberada.

La aceptación de lo que ocurre es diferente, es una emoción desde el respeto, desde el aceptar lo que ocurre, desde dejar fluir las cosas.

Los orientales saben mucho de esto, de aceptar, de simplemente tomar nota de que esto ocurre, sin sentirme ofendido por ello, incluso sin sentirme afectado por ello.

La aceptación es una estrategia de respuesta emocional ante las situaciones de la vida que nos permite sentirnos en paz, armonía o integración con nosotros mismos y con nuestro entorno. Para muchos es el amor, pero va más allá del amor, es revestir la experiencia de tranquilidad, de bienestar, de paz.

Estaría relacionada con la capacidad de respuesta y no tanto con la respuesta en sí misma. De hecho la Teoría de la Psicología Positiva apunta a que como emoción positiva facilitaría la resolución de problemas vinculados con el crecimiento personal y el desarrollo de la capacidad de afrontar dificultades.

Dentro del modelo de #emocionescapacitantes se trata de una emoción fundamental ya que la mayoría de las veces en las que se trabaja el desarrollo de personas, es una emoción altamente deseable, no sólo por los clientes de coaching, en los equipos es necesaria para que haya la confianza necesaria para que funcionen como tales y en general en todas las situaciones de aprendizaje, ya que desde la tranquilidad y la confianza el aprendizaje es mucho más eficaz, fácil e intenso.

Este sí que es un recurso para la felicidad, no darme por aludido, en realidad, puede que no sea yo el centro de lo que ocurre ni que los demás tengan la intención deliberada de hacerme daño. Cuantas veces en las relaciones interpersonales nos ofendemos por algo que un cliente, un compañero, un familiar (siempre aparece un cuñado,…en serio o en broma), un desconocido que al pasar ha dicho o hecho y que tal vez no iba conmigo, simplemente era lo que el otro decía o hacía.

Es cierto que “la carta del perdón” ayuda muchas veces a tomar perspectiva, a alejarnos de la deuda y el agravio. Es una de las técnicas que la Psicología Positiva ofrece precisamente para hacer el ejercicio de soltar, de distanciarnos y ver las cosas de otra manera.

Sólo desde la distancia podemos aceptar que lo que fue, fue, ya ha pasado y por mucho que me empeñe no podrá alterarse.

 

serenidad

Mi tercera reflexión, es más una pregunta para todos:

¿Soy consciente desde dónde reacciono ante lo que ocurre? ¿O vivo en la inconsciencia, el automatismo y el victimismo?

No es lo mismo perdonar que aceptar. Y por mucho que cueste y aunque odie, perdone, olvide o mantenga vivo el recuerdo permanentemente, lo que ha ocurrido ya no va a cambiar.

Yo elijo aprender para que las cosas vayan mejor en el presente y cambien a mucho mejor en el futuro.

Yo elijo aceptar.

 

La aceptación es una emoción que propongo en este libro paradigmático para entender las emociones.

portada pequeña2

Retos, objetivos y coaching

objetivoMargarita, 46 años, separada, Licenciada en Físicas y MBA, Subdirectora de una planta de tratamientos industriales. Solicita un proceso de coaching porque tiene una fuerte inquietud por cambiar lo que está haciendo. Utilizó el coaching ya en otras ocasiones como método para impulsarse en su toma de decisiones profesionales y recurre de nuevo a su coach.

Aún no tiene definido su reto, sólo tiene claro que quiere cambiar. Margarita es una persona que combina perfectamente la reflexión y la acción. Sabe tomarse su tiempo para planificar y después se centra en ejecutar con eficacia. Sólo necesita aclararse bien lo que quiere y definir sus objetivos. Establecer planes de acción le resulta fácil.

Comenzamos con un ejercicio de «Visión», es perfecto para sacarla de su presente y que pueda proyectarse en el futuro que quiere. Ya lo ha hecho en otras ocasiones y disfruta intensamente realizando un «Collage de visión» que le permita identificar claramente lo que la ilusiona, lo que realmente le atrae y motiva. Del ejercicio ya obtiene la clara idea de que se ve en otro tipo de actividad, más vinculada a la dirección estratégica que a la dirección operativa. También identifica algunos temas que a nivel personal le motivan.

Es justo este último aspecto el que deriva la atención hacia su escala de valores.

 Mario Alonso Puig afirma que «Un valor es todo aquello que a mí, como ser humano, me perfecciona«.

Dicho así no es fácil de comprender. Las preguntas llevan a Margarita a entender sus valores:

«¿Qué es importante para ti?»

«Estar en coherencia conmigo misma»

 «¿Qué es lo que sí quieres en tu vida?»

«Que lo que haga sea mirando el futuro»

«¿Qué es irrenunciable para ti?»

«La responsabilidad con lo que hago»

Trabajamos con una técnica de «Jerarquía de valores«(*) y comprueba que sus prioridades son otras diferentes de las hace cinco años.

La experiencia de vida no suele dejar indiferente a casi nadie y mucho menos a personas tan conscientes de sí mismas como Margarita. Ahora quiere que su hacer tenga un sentido mayor de contribución. En términos de la «Pirámide de Maslow» diríamos que aspira a su máxima autorrealización.

Los ejercicios anteriores la permite definir su reto: «Dar un salto en mi carrera, enfocando mi trabajo a otro tipo de negocio y asumiendo nuevas responsabilidades más estratégicas».

El reto en sí mismo aún es indefinido, tiene más de deseo que de posibilidad. El siguiente paso es definir los objetivos operativos que la van a llevar a alcanzar su reto, pero no se trata sólo de definir lo que hacer. Margarita necesita tener muy claro y asumido qué significa para ella alcanzar su reto. Utilizamos por lo tanto otra técnica «Objetivos qué«(*) para desglosar lo que realmente quiere hacer, tener y ser.

Vinculados primero con el hacer:

  • «¿Qué quieres dejar de hacer?»
  • «¿Qué quieres empezar a hacer?»
  • «¿Qué quieres seguir haciendo?»
  • «¿Qué quieres hacer más?»

Después con el tener:

– «¿Qué quieres obtener?»

Y por último, con el ser:

  • «¿Qué tipo de persona quieres ser ante ese reto?»
  • «¿Qué valores son esenciales para ti con respecto a ese reto?»
  • «¿Qué te haría sentirte orgullosa de ti misma?»

Con ella el trabajo es fácil, avanza rápidamente, sabe ya cómo actuar de anteriores procesos de coaching. Desde este desglose de objetivos, definimos los objetivos SMART y el plan de acción que la van a llevar a alcanzar su reto. Esta es la parte fácil. Lo más importante, saber a dónde quería ir era la parte más compleja.

(*)Técnicas del libro de próxima publicación: «Manual del coach» de Isabel Aranda (2016).

Caso de coaching publicado en mi sección «Conversaciones de coaching» en http://www.tdd-online.es/content/margarita-objetivos

logo training and digest

EMOCIONES EN LA ADOLESCENCIA

desafios de la adolescenciaTodos hemos vivido la adolescencia de una forma muy personal y diferente. No sólo por lo que nos pasó y cómo nos pasó, sino sobre todo por cómo interpretabamos aquello que nos estaba pasando.

¿Qué es la adolescencia?

Dentro de nuestro proceso evolutivo es la etapa vital en la que la persona se construye como tal. En ella se adquiere el sentido de uno mismo y de cómo afrontar la vida, priorizamos nuestros valores y orientamos nuestra vida.

Es una etapa en la que se produce la transición de la dependencia de la infancia a la autonomía e independencia de la vida adulta. El adolescente tiene que adquirir progresivamente compromisos, responsabilidades y la autonomía propia del adulto. Y en ese camino se encuentra habitualmente con situaciones sumamente complejas: superar las demandas escolares, elegir qué estudiar, relacionarse exitosamente con colegas y adultos, gestionar sus emociones, asumir sus cambios biológicos. Y además, con el mayor de los retos: la construcción de la propia identidad.

Puede ser una etapa más o menos difusa que  se experimente con más o menos descontrol. La maduración fisiológica y todo el vaivén emocional que conlleva tiene mucho que ver en cómo se experimenta.

Emocionalmente es una etapa llena de incertidumbre y, con mucha frecuencia, llena de emociones negativas, miedo, ira, tristeza, asco, que imposibilitan una acción adecuada y limitan el bienestar del joven y, con frecuencia, marcan profundamente el desarrollo de su vida.

El sistema escolar pone el énfasis en los contenidos de carácter cognitivo y, en escasa medida, en los emocionales y en los contenidos de aprendizaje social que son precisamente los que van a permitirle su integración exitosa en la vida familiar, profesional y social.

Para que el adolescente se desarrolle de forma integral y tenga bienestar, tiene que contar con la posibilidad de un desarrollo equilibrado de sus aspectos emocionales, sociales y una construcción de sí mismo consciente.

El desarrollo de la inteligencia emocional es la clave para que se identifique como persona y como miembro de la sociedad.

¿Es un fenómeno universal?

Tiene un alto componente cultural. En las sociedades occidentales dura cada vez más.

El tiempo de preparación para afrontar las responsabilidades se prolonga cada vez más en las sociedades occidentales, en parte por el prolongado tiempo de formación  y, en parte, por las dificultades de vivir de forma autónoma con la calidad que queremos. Hoy en día, se habla de una post-adolescencia que llega hasta más allá de los 23 años.

De la infancia a la adolescencia

Mientras que el niño logra su identidad mediante un proceso de identificación con los demás, haciendo suyos los valores e ideas de sus padres, los adolescentes, en cambio, se enfrentan ante el reto de definir sus propios valores, opiniones e intereses, gestionar sus relaciones y tomar decisiones, que en definitiva dimanan de su sentido del yo, es decir, de su propia identidad y no limitarse a repetir los de otros.

Han de «elegir» separándose o no de los paradigmas paternos. Han de descubrir lo que pueden hacer y confiar en sí mismos. Su necesidad de sentirse amados y respetados por lo que son, pasa en primer lugar por saber quiénes son.

 ¿Cuándo eres adolescente?

Eric Erikson habla de tres tramos con necesidades y retos diferentes que aunque están presentes de forma simultánea sí que adquieren un peso y protagonismo diferente en cada etapa:

  • Adolescencia inicial (entre 10-14 años): biológicos
  • Adolescencia intermedia (14-19 años): sociales
  • Adolescencia tardía (19-21 años): personales

Marcia habla de que en el desarrollo de la identidad hay cuatro estados por los que atraviesa el adolescente en relación a la crisis de la identidad y la asunción de compromisos (Santrock, 2004):

  1. La crisis se define como un periodo de desarrollo de la identidad durante el cual el adolescente se debate entre diferentes alternativas significativas. El compromiso es un componente del desarrollo de la identidad en el que el adolescente realiza una inversión personal en lo que va a hacer.
  2. La difusión de la identidad se refiere a aquellos adolescentes que aun no han experimentado una crisis de identidad (es decir, todavía no han explorado diferentes alternativas significativas) ni han asumido ningún compromiso.
  3. La delegación de la identidad se refiere a aquellos adolescentes que han asumido un compromiso sin pasar previamente por la crisis de identidad. Esto suele ocurrir cuando los padres imponen o trasladan compromisos a sus hijos adolescentes, generalmente de una forma autoritaria. En estas circunstancias no se le da al adolescente la oportunidad de que explore con libertad distintos enfoques ideologías y vocaciones por sí mismo.
  4. La moratoria de la identidad se refiere a los adolescentes que están en plena crisis de identidad pero cuyo compromiso o está completamente ausente o sólo está vagamente definido.

La consecución de la identidad se refiere a aquellos adolescentes que han atravesado una crisis de identidad y han asumido un compromiso.

El período de la adolescencia intermedia sería el de mayor actividad exploratoria y en consecuencia, el que tendría mayor probabilidad de ser caracterizado como de “crisis de identidad”.

Por otro lado, los padres e iguales tienen un peso significativo en la construcción de la identidad, pero en diferentes dominios. La influencia de los iguales sería más intensa en temas del presente cotidiano tales como el área del tiempo libre y de las relaciones personales, mientras que la de los padres tendría más peso en las cuestiones de futuro (por ejemplo, lo escolar y ocupacional).

Tres tipos de retos: 

 1.  BIOLOGICOS

Mucho podemos hablar de los cambios fisiológicos a los que se va a enfrentar un adolescente durante esta etapa de la pubertad que tienen que ver con:

  • Maduración de los caracteres sexuales
  • Modificaciones corporales correspondientes
  • Descontrol emocional
  • Desencaje entre pensamiento y emoción

señalamos como los más notables, los cambios de:

  • voz
  • sudor
  • piel: granos
  • altura
  • peso
  • genitales
  • pelo

El reto no son los cambios sino «encontrarse uno mismo en ese cuerpo que cambia».

Para muchos supone un continuo «estar fuera de lugar», «no encontrarse», que les provoca una intensa incertidumbre y continuas preguntas sin respuesta, al menos positivas, «¿por qué a mí?»

Para otros será una forma de sentirse diferentes y, por lo tanto, más capaces de «ser mayores», «autónomos», «especiales». Puede confundirse la autonomía cada vez mayor en la capacidad para desenvolverse en el día a día con la capacidad de ser independientes.

Ya no son niños que siguen las instrucciones, valores y comportamientos de sus padres. Ahora pueden utilizar su nuevo cuerpo como recurso para situarse ante los demás. La curiosidad natural de esta etapa en la que necesitan descubrir el mundo por sus propios ojos, la caída de la moral heterónoma y, por lo tanto, la caída de los valores que nuestro entorno parental nos ha dado, la necesidad de aceptación social, de sentirnos integrados y no excluidos, puede llevar a algunos adolescentes a utilizar su cuerpo como medio para conseguir su lugar, especialmente cuando tienen modelos afines en el entorno. De ahí que en muchas ocasiones se llegue a las prácticas sexuales como fin en sí mismo. Y, a veces, en esta primera etapa de la adolescencia donde aún no tenemos definido ni quien somos ni qué queremos hacer con nuestra vida, utilizamos el cuerpo como medio de ser y estar en la vida. Estas prácticas pueden tener unas implicaciones de un gran alcance en nuestra vida futura, como en el caso de embarazos, enfermedades de transmisión sexual o la adquisición de prácticas continuadas o extremas.

A nivel neurofisiológico, las conexiones entre el córtex y el hipocampo tienen que fortalecerse, pero entretanto el hipocampo experimenta los vaivenes de las hormonas que genera el crecimiento y la madurez sexual  provocando continuos altibajos emocionales, confusión continua sobre lo que sienten y un pensamiento polarizado, de todo o nada.

REFLEXIÓN GENERATIVA:

Sabemos que es un momento vital en el que progresamos positivamente cuando:

  • podemos hablar de lo que sentimos
  • oímos a otros contar experiencias similares
  • nos sentimos escuchados, sin juicios
  • contamos con algún adulto en el que confiar y al que preguntar

estos serán apoyos de excepcional valor que sobre todo se verá más tarde sus efectos cuando ese adolescente tenga que tomar decisiones de todo tipo.

2.  SOCIALES

Las necesidades del adolescente son:

  • Ser aceptado. Esta es una necesidad vital del ser humano, y en esta etapa en la que empezamos a tener consciencia de nosotros, esta necesidad es imperiosa. Somos capaces de hacer cualquier cosa para ser como los demás, estar aceptado y no ser excluido.
  • Modelarse: saber a quién parecerse

Y muchas veces el joven se pone una máscara no sólo para parecerse a los demás, sino también se la pone para que no vean lo que le pasa.

Una especial atención requiere el fenómeno que siempre ha existido del acoso, pero que ahora, en una sociedad donde priman las libertades y derechos individuales adquiere un peso especial.

Otro aspecto importante es la diferencia entre el mundo off-line y el on-line. La comunicación es diferente, hay nuevas reglas. En el mundo on-line el anonimato parece que existe (aún cuando no sea cierto) y rompe reglas sociales que inhiben la exposición y compromiso social. El fenómeno de visibilidad social que en el mundo off-line es inmediato, tengo cara y nombre y, por lo tanto, tengo que ser cuidadoso con lo que digo y hago, desaparece en el mundo on-line. Puedo decir o hacer en apariencia «impunemente» cualquier cosa.

REFLEXIÓN GENERATIVA:

  • Para que esta etapa tenga las condiciones propicias que faciliten su evolución, todos sus escenarios sociales: familia, escuela, centros de relación tendrían que ofrecer espacios de positividad, de capacidad, de confianza en sí mismos. Esto pasa porque los adultos sean conscientes de cómo se relacionan con los adolescentes y se hagan responsables de lo que les están aportando.
  • La responsabilidad de la sociedad es generar contextos de crecimiento que permitan el mayor despliege del adolescente
  • Entornos emocionales positivos donde el «tú eres valioso», «tú puedes», «tú te lo mereces» son los mensajes claves.

3.   RETOS PERSONALES: LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD

el cuento del aguila

Autodescubrimiento versus autoconstrucción

Nos fiamos de los juicios de los demás especialmente en esta etapa y también de los que vamos haciendo de lo que oímos a los demás sobre nosotros mismos. El adolescente tiene que descubrirse en sus capacidades. Se trata de abrir esa parte de la Ventana de Johary que no sabemos de nosotros mismos. El arte trae de nuestro inconsciente, nuestras capacidades ocultadas por falta de oportunidad hasta ese momento.

Construcción del sentido de uno mismo

Es una compleja tarea de construcción de la identidad que suele denominarse “crisis de la adolescencia”  en la que surgen grandes dificultades especialmente cuando:

  1. Hay dificultades en el autoconocimiento que puede llevar a confusión de identidad.
  2. Hay dificultades en la identificación y expresión emocional.
  3. La autoestima del adolescente es baja.
  4. El apoyo social / familiar no facilita la confianza necesaria.
  5. Hay dificultades en el ámbito escolar.

El gran reto vital del adolescente es desarrollar una identidad propia.

Me identifico primero con lo que no soy que con lo que soy

Requiere construir una autoestima sólida que muchas veces los jóvenes especialmente los que tienen dificultades de autoimagen, autoestima y autovaloración, es decir, tienen una identidad baja o débil no tienen, bien por presiones ambientales del tipo nosotros no podemos, o bien por presiones sobre su capacidad, tú no puedes.

Su autoestima y respeto a sí mismo pasa en primer lugar por saber quién es.

Han de descubrir lo que pueden hacer y confiar en sí mismos.

Cuando la identidad no se construye positivamente se contra resta con mecanismos de defensa como el aislamiento, la conflictividad, la impulsividad, la intolerancia, el agrupamiento defensivo con iguales, todos ellos generadores de un alto estrés que, a su vez, dificulta el aprendizaje y ajuste escolar y social.

Las familias tienen que adaptarse y acompañar positivamente al adolescente en este proceso para unos resultados satisfactorios.

Desde hace tres años colaboro con la FUNDACIÓN APRENDER en el desarrollo de entornos emocionalmente capacitantes en el contexto educativo y dirijo un programa para adolescentes que con el nombre de DESARROLLO DE LA IDENTIDAD trabaja con la psicología orientada a resultados con métodos como el coaching.

fundacion aprender

Este programa pretende apoyar un desarrollo integral y positivo de esta etapa de la adolescencia, el momento clave de la vida de una persona en la que busca su autonomía, construye su identidad, se abre a la sociedad, elige relaciones y establece intimidad, en definitiva, una etapa compleja de cambios continuos tanto para el adolescente como para su familia.

La experiencia con adolescentes, profesores y padres me ha aportado un conocimiento muy concreto de los aspectos que son sustanciales en el desarrollo del adolescente.

Si con los adultos muchas veces hacemos un coaching reparativo, reestructurando paradigmas, cambiando creencias, resignificando experiencias, con los adolescentes el trabajo principal sería un coaching constructivo, no se repara sino que el foco está en la construcción de sí mismos, en que se den libertad para elegir sus creencias, libertad para no asumir los planteamientos de los colegas por conformidad social,  libertad para decir NO ante situaciones cotidianas tanto en el mundo on como off line que atenten contra sus valores, libertad para decidir cuáles son sus valores y cuál es su propósito de vida. Es el momento donde empieza el autoliderazgo, la competencia de la inteligencia emocional  que nos lleva a ser conscientes de nosotros mismos y tomar decisiones orientadas a ser quien queremos ser.

Y no pueden darse esta libertad cuando no confían en sí mismos, de ahí el papel sustancial de los sistemas a los que pertenecen y la responsabilidad que tienen en generar entornos emocionalmente positivos. Esto no significa estar siempre alegres y positivos, sino ser conscientes de las emociones y entender el significado que tiene para nosotros. Tener miedo no es malo en sí mismo, sino todo lo contrario, nos avisa de que no nos sentimos preparados para afrontar algo y si lo entendemos así podemos poner los medios para prepararnos.

En mi libro «Emociones capacitantes. Su gestión en el coaching, el liderazgo y la educación» planteo precisamente el significado de cada emoción y como utilizarlo para desarrollar nuestra inteligencia emocional intrapersonal y hacer que nuestra vida diaria sea más satisfactoria y exitosa.

Este es un extracto del testimonio de un alumno:

testimonio

REFLEXIÓN GENERATIVA:

  • «ACOMPAÑAR» Esta es un palabra importante porque significa estar ahí para él. No dirigir, no  imponer, no determinar lo que está bien o mal, sino darle espacio para que él elija.
  • Escuchar sin juicio, aceptando a la persona que es como legítima.
  • Entenderle como persona que es de una forma global integrando sus facetas cognitivas, sociales y de edad madurativa.
  • Ante todo la autonomía cognitiva, emocional y comportamental.
  • Estimular que se construya a sí mismo como persona independiente, con una fuerte autoestima, lo que implica que desarrolle una idea positiva de sí mismo, sus posibilidades, y se acepte y valore como persona.
  • Apoyar que despliegue todo su potencial, dando oportunidades para la reflexión y para la acción.
  • Facilitar que lo ponga en práctica de forma positiva.
  • En el fondo se trata de incrementar la inteligencia intrapersonal mejorando la relación consigo mismo y como resultado con los demás.
  • Favorecer el desarrollo del adolescente con un abordaje alineado entre las demandas educativas y la familia.
  • Tener muy presente que la familia es el sistema prioritario en el que el adolescente se mira reflejado.
  • Valoran especialmente el disponer de un espacio confidencial y serio para expresar sus problemas; ser escuchados con respeto y aceptación por un adulto / profesional; verse con capacidad, más seguros y con confianza en sí mismos y haber aprendido cómo actuar satisfactoriamente en sus diferentes retos.

 

Este trabajo con la FUNDACIÓN APRENDER lo expusimos en un simposium en el 3rd INTERNATIONAL CONGRESS of EDUCATIONAL SCIENCES and DEVELOPMENT (junio 2015) y fue altamente valorado por el foco en el entorno emocionalmente responsable que la Fundación Aprender promovía y por el trabajo concretado en el DESARROLLO DE LA IDENTIDAD de los adolescentes.

Estos serán los aspectos que desarrollaré en una sesión especial de videoplaylist que cierra el ciclo de RETOS DE LA ADOLESCENCIA  de LA CASA ENCENDIDA. Será el miércoles 25 a las 19 h. y contaré con la compañía del coro Milagros y la experiencia con la escritura creativa de Irene G. Punto.

Gracias a las coordinadoras del ciclo, Maite Rodríguez Estévez y Paloma Rosado por invitarme a participar de esta magnífica oportunidad de poner en valor la importancia de generar entornos positivos en la adolescencia.

cita reyna

Desarrollar la responsabilidad «habilidad para responder»

«No hagamos bonsais»