ES CONCILIAR O ES VIVIR DE OTRA MANERA?

El 23 de marzo ha sido el día nacional de la conciliación y la corresponsabilidad y Arohe, Comisión Nacional para la racionalización de los horarios, organizó un acto testimonial a favor de estos conceptos.

Mi conferencia en este acto fue más bien una reflexión sobre el trabajo y la vida.

Comenzaba mi intervención señalando que la organización actual de la jornada de trabajo en períodos de 8 horas: 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 para la vida, la hizo Felipe II viendo las condiciones en las que trabajaban los trabajadores del Monasterio del Escorial, allá por 1563.

Algo ha llovido desde entonces y resulta cuanto menos chocante que cinco siglos después sigamos manteniendo la misma estructura no ya para el trabajo sino para nuestra vida. ¡Ni que la forma de trabajar no hubiera cambiado! Aquella estructura sigue siendo útil aún para algunos casos, pero hay unos elementos en la ecuación del trabajo de enorme significado y trascendencia que hacen pensar en un nuevo escenario laboral: el foco en el trabajo de servicios, la aparición de la tecnología digital, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y el cambio de los valores sociales.

Alguna idea sobre cada uno de estos factores nos lleva a pensar que la organización del trabajo y nuestra relación con éste puede haber variado mucho más en los últimos veinte años que en los últimos cinco siglos.

El trabajo de servicios no requiere un esfuerzo muscular especial pero si un esfuerzo cognitivo y, a veces, relacional de especial intensidad. No es por casualidad que los riesgos psicosociales estén muy presentes en este tipo de trabajos y, específicamente, en los de atención a personas.

Si a los servicios le sumamos el soporte digital, ya tenemos un entorno perfecto para un mayor desgaste cognitivo que requiere una organización, ritmos y pautas específicas. El exponencial desarrollo que el teletrabajo ha tenido durante la pandemia ha puesto de manifiesto las extraordinarias posibilidades de acceso, equilibrio vital y rendimiento que puede tener éste, pero, también, la necesidad de adquirir hábitos específicos para conectar y desconectar del trabajo digital.

La incorporación de la mujer al mercado laboral, que no al trabajo, también ha puesto en evidencia el sustantivo rol que estaba desempeñando en el hogar, de ahí que ahora se hable de conciliación, precisamente para reequilibrar las cargas que solía -y aún suele- llevar la mujer.

Por último, el cambio de valores sociales. En este sentido, los resultados del World Values Survey

nos habla de un progresivo individualismo y nos hace pensar en el hedonismo creciente.

Hoy en día, se busca disfrutar de la vida y el trabajo se quiere casi entender como una actividad anecdótica, escuchando algunos testimonios en esta jornada parecía que el trabajo sobrara de nuestras vidas y que cuanto menos y a unas horas determinadas mejor. El conflicto interno entre hacer lo que quiero hacer y hacer lo que hay que hacer está servido.

No es ajeno a esto la falta de sentido de lo que hacemos, la misión, para lo que sirve nuestro trabajo. Cuando sabemos de la utilidad, dignidad y provecho de nuestra aportación, por escasa que sea, nuestro compromiso y bienestar es mayor y viceversa.

Además, el período de crisis progresivas, los continuos despidos, la vida de becario permanente de nuestros jóvenes más formados, la falta de progresión profesional, la indefensión aprendida de nuestros jóvenes-adultos que se ven sin la posibilidad de un proyecto de familia por la falta de trabajo, están incidiendo en una creciente desafección del trabajo. No es de extrañar que, muchas personas perciban el trabajo con menos valor, como una necesidad indeseable, sin capacidad generativa ni de sentido, ni de riqueza ni de futuro. En este contexto, cuanto menos trabajo mejor.

Tal vez sea el momento de repensar nuestra relación con el trabajo. Ni la relación de anteriores generaciones que vivían para trabajar ni la desafectación pasiva de nuevas generaciones. Ahora bien, darle valor al trabajo tendría que ser importante. Gracias a que las personas trabajamos, contamos con calles, puentes, casas, educación, quirófanos, entretenimiento, etc. Sería difícil pensar, en estos momentos, un mundo en el que nadie trabajara.

Algunas ideas para reflexionar en torno a nuestra relación con el trabajo se pueden organizar en torno al modelo del Triángulo laboral (Aranda, 2019), un esquema para entender la interacción de las variables en el sistema organizacional.

Ideas en torno a las tareas

La gestión de las tareas, la organización del trabajo debe repensarse con criterios de eficiencia y sostenibilidad. Algunas ideas en torno a ello:

FLEXIBILIDAD. Parece un principio clave para organizar de manera sostenible nuestra relación con el trabajo. Aunque parezca que la solución única es la óptima, un solo horario y una sola proporción y hasta una determinada edad, no sirve para todo el mundo, bien por sus necesidades o bien por sus preferencias. Hay personas que desean tener más tiempo libre o tenerlo de otra forma. El pensar en horarios más personalizados atendería mucho mejor a las diferentes necesidades y a la diversidad.

RACIONALIZAR LOS HORARIOS. Es pensar en cómo favorecer el óptimo rendimiento de las personas y el óptimo desarrollo del negocio. Tal vez partir la jornada con dos horas para la comida en un trabajo de servicios donde el trabajador actúa a su ritmo y de forma autónoma no sea una respuesta racional. Pero tampoco lo es tener abierto un establecimiento todo el día cuando sus clientes lo utilizan de 19 a 22. Puedes ver ejemplos de racionalización y flexibilidad horaria con sólo pasear por una ciudad del norte de Europa.

GESTIÓN POR RESULTADOS NO POR TIEMPO EMPLEADO. Una idea que ya manejamos desde hace tiempo más como un deseo que como una posible realidad. La gestión por presentismo está muy arraigada en las culturas organizacionales algo que colisiona precisamente con una necesidad actual de rapidez en la respuesta, innovación y ajuste al entorno inmediato. Todas las aportaciones de las metodologías ágiles nos hablan precisamente de las enormes posibilidades que tiene la reorganización eficiente del trabajo.

Ideas en torno a las personas

PRIORIDADES DE LA VIDA. No sólo cambian las prioridades a lo largo de la vida, también, están cambiando socialmente y de forma muy marcada generacionalmente. En los momentos de crianza de tus hijos las necesidades horarias son diferentes de cuando ya estás pensando en la jubilación. Atender a las prioridades es atender a la diversidad. Muchas empresas generan paquetes de beneficios que tratan de lucir en su Employer Branding que son interesantes para un tramo de edad, pero no para otros tramos. De nuevo las soluciones únicas no motivan ni fomentan el compromiso con la empresa.  

EVOLUCIÓN SOCIAL. Hay un pensamiento creciente en torno al carpe diem, a vivir el momento y centrarte en el aquí y ahora, algo que está muy bien para reducir la enorme ansiedad que en estos momentos de incertidumbre e inseguridad padecemos pero no sólo puede ser esta la motivación de la vida. Mirar a futuro es esencial para proyectarnos y movilizar nuestra voluntad y acción.

LA PERSONA. Y no el trabajador, el foco en la persona que somos con nuestras áreas vitales, nuestras necesidades en los diferentes sistemas en los que desempeñamos, por ejemplo, el rol de madre, hija, amiga, directora, compañera. Hoy en día, intentar separar en áreas estancas el trabajo de la vida sólo está accesible a determinado tipo de trabajadores.

Ideas en torno a las relaciones

LA ACTIVIDAD PROFESIONAL ES SALUDABLE. Se ha demostrado que la recuperación psicológica es más rápida con la vuelta a una rutina laboral, eso sí “saludable”.

RELACIONES SOCIALES. El apoyo social es uno de los elementos más valorados del trabajo y que más se echaba de menos en el teletrabajo obligado. Las relaciones sociales que se mantienen en el trabajo son una fuente de bienestar psicológico o malestar cuando son nocivas, de gran peso en la experiencia del empleado.

LA DIFERENCIA GENERACIONAL. No sólo la generación marca una diferencia en el manejo digital, la marca también en las prioridades y filosofía de vida. No motiva lo mismo a los Millenials que a los Baby Boomers. Los mayores, por ejemplo, suelen estar interesados en otro tipo de tareas más vinculadas a legados, como el mentoring y en asumir una reducción progresiva de la jornada. Cuando en un entorno organizacional conviven hasta cinco generaciones con intereses en torno al trabajo diferentes, la generación tiene que ser considerada como un factor de diversidad a la hora del establecimiento de horarios y tiempos de trabajo.

Ideas en torno al liderazgo

LIDERAZGO ENFOCADO EN LA MISIÓN Y VISIÓN. En una realidad VUCA donde podríamos añadir la “I” de inseguro tan difícil como la que estamos viviendo, la necesidad de sentido y finalidad de lo que hacemos adquiere un valor mayor aún de lo habitual. Cuando el trabajo tiene sentido se convierte en una fuente de motivación y bienestar y crear esa misión es un trabajo del liderazgo organizacional.

DIRECCIÓN DE PERSONAS MADURAS y AUTÓNOMAS. Cada vez las personas tienen más acceso a información, tratan de ser más independientes y de anteponer su desarrollo participando de forma autónoma en el trabajo. Sabemos precisamente que esta autonomía en el trabajo es una fuente de bienestar psicológico. Dirigir a este tipo de personas también requiere un tipo de dirección diferente mucho más participativa y co-creadora.

Tanto la misión y la visión como la autonomía de las personas están vinculados con el compromiso y con la eficiencia de la organización.

Como conclusión

REPENSAR LA RELACION CON EL TRABAJO. La última idea que tal vez debería ser la primera. Lo queramos o no nuestra realidad incluye diferentes áreas de la vida y, ojalá, incluya el trabajo porque este es una fuente de autonomía y bienestar cuando es saludable. La realidad que se nos presenta en la serie Separación (Severance) de Apple TV en la que hay una disociación absoluta entre la vida profesional y personal (los protagonistas se someten a una operación quirúrgica para ello) no se corresponde con la realidad general salvo en determinados sectores que pueden desentenderse por completo de la misión de su trabajo. En un mundo donde sólo existe la vida profesional no haría falta pensar en lo que el trabajo implica en nuestras vidas. Para la mayoría de los trabajadores, el trabajo es parte sustancial y nuclear de nuestra vida, gracias a la compensación por nuestro trabajo tenemos determinados niveles de calidad de vida. Ahora bien, teniendo en cuenta la actualidad de la palabra sostenibilidad, deberíamos pensar también en cómo hacer sostenible nuestra relación entre la vida y el trabajo.

Aranda, I. (2019). Organizaciones emocionalmente responsables. GiuntiEOS.