La prolongada situación de incertidumbre e inseguridad sanitaria, social y económica en la que vivimos se considera psicológicamente como una situación de catástrofe lo que conlleva, entre otros efectos, que vivimos más intensamente desde un punto de vista emocional lo que está ocurriendo. Nos cuesta asimilar tanta inseguridad y tan mantenida en el tiempo y las emociones se imponen. El miedo, la tristeza y la ira están produciendo un incremento del estrés, tanto social como laboral, que desgasta física y psicológicamente.
¿Cómo nos afecta a la salud?
La situación mantenida de inseguridad y malas noticias desencadena en nosotros un mecanismo necesario de estrés que nos activa para enfrentarnos a las situaciones difíciles.
Cuando este estrés se mantiene en el tiempo sin un límite temporal previsible, provoca consecuencias negativas para la salud debido al sobre esfuerzo y desgaste continuado.
La OMS ha denominado “fatiga pandémica” al cansancio, agotamiento, emociones negativas y sentimientos desagradables que sienten las personas a consecuencia de esta situación producida por el COVID19.
El contexto social en el que nos vemos inmersos de confinamientos, limitaciones, conductas de prevención, cierres de empresas, pérdida del empleo, fallecimientos, … supone una presión social negativa de enorme calado y trascendencia en nuestro bienestar psicológico.
También a nivel laboral se dan unas condiciones que llevan a que la situación de pandemia agrave la fatiga e incremente el riesgo psicosocial. Cada vez más, hacemos un mayor trabajo con actividad mental (por ejemplo, son más numerosas las situaciones que implican atender y seleccionar información, resolver problemas, gestionar comunicación) y menos con carga física por lo que psicológicamente las condiciones que conlleva la pandemia empeoran nuestro afrontamiento psicológico laboral. Además, también hay una mayor especialización, lo que conlleva, también, procesos psicológicos de atención, análisis y resolución de problemas específicos que se ven distorsionados por la fatiga pandémica.
Así que esta situación produce unos efectos psicológicos y fisiológicos que afectan nuestro bienestar y la calidad psicológica de nuestra vida.
Efectos psicológicos
- Estamos a la que salta, más irritables, por lo que nos enfadamos más, nos mostramos más agresivos, descontrolados, lo que nos lleva a enfrentarnos más entre nosotros, a preocuparnos más y estar más nerviosos y esto nos produce un cansancio mayor.
- Nos sentimos más tristes, perdidos, no vemos que esto acabe, sentimos que hemos perdido seguridad, confianza, relaciones, buenos momentos, familiares, amigos, …
- Nos sentimos más solos, el aislamiento social nos impide la interacción social habitual y lleva a que muchas personas sientan una creciente soledad que hace que se sientan desconectados, cada vez más, de sus grupos sociales.
- Tenemos dificultades más o menos leves de atención, concentración y memoria que afecta nuestra eficacia, cometemos más errores con los mails, las tareas, las comunicaciones.
- Estamos agotados, la utilización constante del medio digital implica una sobre-exposición a estímulos visuales y una exigencia mayor de trabajo cognitivo: atención, percepción, análisis, toma de decisiones, lo que lleva a un agotamiento mayor.
- Nos encontramos sobrepasados, no sólo por el teletrabajo que implica una mayor autonomía y toma de decisiones a las que no estábamos habituados sino por tener que compaginarlo con las tareas de las otras áreas de la vida: niños, padres, ocio, comida, compras, etc.
Efectos físicos
Los que más frecuentemente se señalan en las consultas médicas son:
- Alteraciones de sueño
- Alteraciones gastrointestinales
- Contracturas musculoesqueléticas
- Hipertensión
- Dolores de cabeza
- Incremento de peso
Consecuencias
Todos estos efectos tienen una incidencia oculta en los riesgos psicosociales del trabajo. En esta línea, tráfico informa de un mayor número de accidentes producidos por la falta de concentración al conducir debido a alteraciones del sueño.
Y todos estos síntomas pueden darse de forma moderada y, aunque nos afecte y trastorne nuestra calidad de vida, no por ello nos desequilibra e impide una vida normal. Ya se sabe, las penas compartidas son menos penas y como todos estamos inmersos en el mismo viaje se relativiza en alguna medida.
Sin embargo, los psicólogos sanitarios han detectado un incremento muy importante de consultas debidas a dificultades para la vida normal en relación a:
| Trastornos de ansiedad Trastornos del estado de ánimo como la depreseión Cuadros obsesivo-compulsivos Fobias |
El catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo General de la Psicología, Antonio Cano Vindel, afirma que el 40% de las personas con trastorno de ansiedad no tienen ningún tratamiento. También indica que la gran mayoría de las personas que tienen trastornos psicológicos acuden al médico para tomar psicofármacos (tranquilizantes, pastillas de dormir o antidepresivos) que alivian sus síntomas durante unas horas. El efecto perverso de estos medicamentos es que pueden desarrollar cronicidad y no resuelven el problema ya que las pastillas no te enseñan a pensar, sentir o a actuar mejor. A la larga pueden desarrollar más comorbilidad y discapacidad. Todos estos estos problemas suponen un gasto para el Estado 23.000 millones de euros, un 2,2 por ciento del PIB«.
Cano recuerda, además, los resultados del ensayo clínico ‘PsicAP’ (Psicología en Atención Primaria), cuyo promotor fue la Fundación Española para la Promoción de la Psicología creada por el Consejo General de la Psicología y cuyos resultados «demostraron que
Recomendaciones
Ahora, en las conversaciones sociales, ya no sólo nos preguntamos ¿cómo estás? Una y otra vez, la conversación gira en torno a la fatiga, la falta de concentración, el agotamiento y la sobrecarga que sentimos. La situación de pandemia nos afecta de tal forma que requiere acciones específicas para prepararnos psicológicamente para fortalecer y flexibilizar nuestra mente. Esto se está convirtiendo en una carrera de fondo, en una maratón para la que hay que estar preparados si queremos salir bien de ella.
Hay que aprender con técnicas psicológicas a pensar, sentir y actuar de forma que nos permita asimilar la situación y responder de forma sostenible para nosotros mismo y para nuestro entorno.
A nivel de empresas, se necesita que los trabajadores puedan asumir esta sobrecarga con el menor riesgo psicosocial posible, reducir el stress, el burnout (que tarda más tiempo en constituirse como tal y cuyos efectos veremos más adelante), el desgaste psicológico y las alteraciones en la confianza en las relaciones. Es imprescindible apoyar el afrontamiento psicológico de estas situaciones con programas de fortalecimiento y flexibilidad psicológica. El tan útil y socorrido mindfulness tiene un alcance limitado ante este desafío. Igual que un corredor fortalece sus músculos, necesitamos fortalecer nuestra mente adquiriendo potentes estrategias de pensamiento que nos permitan utilizar de forma equilibrada emoción y razón. Recordemos que la situación de pandemia polariza hacia el pensamiento emocional. El concepto de flexibilidad psicológica es otro de los que más pueden aportarnos en estos momentos. Nuevas soluciones para nuevos desafíos, ahí está la clave del éxito porque si no ya lo decía el dicho: “Si sigues haciendo lo mismo de siempre obtendrás lo mismo de siempre”.
Y, a nivel individual, hay que poner más atención en el autocuidado de la salud psico-física:
| Ejercicio físico. Momento de relajación, belleza, risas. Hábitos de sueño sanos. Reducir la exposición a la información constante sobre la pandemia. Centrarse en esto va a pasar. Mantener el contacto con personas queridas o de apoyo que se muestren positivas. |
A manejar el estrés se aprende, no vale con pastillas ya que éstas no te enseñan a pensar, sentir o actuar más eficientemente y manejar la situación.
En esta página web Bienestar Emocional del Ministerio de Sanidad puedes encontrar más indicaciones.
En definitiva, de la fatiga pandémica puede que no nos libremos pero ahí está nuestra consciencia y nuestra voluntad para hacer algo diferente, cuidarnos más psicológicamente y prepararnos para superar esta pandemia, es lo que está en nuestras manos, lo que sí es nuestra responsabilidad.